La mano del oponente se aferró infaliblemente a la mano derecha de Ling Lan que apuñalaba hacia él, con una sonrisa salvaje apareciendo en sus labios.
¡Una trampa! Ling Lan se dio cuenta al instante de que el aura inestable del otro y su frenético lamento habían sido una farsa, todo para hacer que atacara.
Un brillo penetrante iluminó los ojos de Ling Lan. Independientemente de si el otro había hecho eso intencionalmente o no, en ese momento, ya no había ninguna posibilidad de un ataque furtivo.
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