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Resulta que el General acababa de llegar cuando las dos mekas estaban a punto de chocar entre sí. Dio un salto mortal entre los dos mekas, puso sus manos en los hombros de los mekas, y los empujó lejos uno del otro. Esa capacidad de pilotaje y la cantidad de fuerza utilizada era tan precisa que hacía que las cabezas giraran.
Después de hacer todo eso, la velocidad del General no disminuyó en absoluto y seguía volando a su velocidad original.
Así que, así era un operador de clase divina. Algo que no podía ser evitado por él se consideraba como algo fácil de evitar para el general.
El líder del equipo se sentía agradecido. Aunque el General ya no estaba en su punto de mira, no pudo contener su mirada de admiración.
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