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—¿Qué pasa? —Li Shiyu se sintió nervioso cuando vio la extraña expresión de Ling Lan.
—Nada. —Ling Lan miró a Li Shiyu. Ella no pudo decirle que todo eso era un malentendido.
Ella no quiso avergonzar a Li Shiyu así que solo pudo reprender a Pequeño Blanco.
—Estos son todos los tesoros de Li Shiyu. —Ling Lan golpeó la cabeza gorda de Pequeño Blanco con fuerza—. Tienes suerte de que solo te haya pinchado con agujas. Si realmente lo enfadaste, podría haberte usado para sus experimentos.
Ling Lan se volvió a propósito para mirar un lado del laboratorio de Li Shiyu que estaba lleno de plantas marchitas y amarillentas. —Al igual que esas plantas de allí. No quieres ser como esas plantas, ¿verdad?
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