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Fotosíntesis Humana

A inicios de la segunda década de la Guerra de Recursos, surgió un experimento llamado Fotosíntesis Humana. Este proyecto consiste en que a una persona se le inyecta unas nanomáquinas las cuales mediante comandos enviamos por una computadora, editaba su ADN de manera que esta persona sea capaz de absorber cualquier tipo de nutrientes con solo tocar el suelo con la mano, ya sea este fértil o estéril.

Este proyecto se basó en la tesis del mismo nombre de una prodigiosa científica llamada Photora. Poco después de graduarse de la universidad con apenas haber cumplido la mayoría de edad, Photora inicio la parte práctica de este proyecto junto a un anciano que fue sobreviviente del primer bombardeo de la guerra.

Durante un tiempo, se extendió una leyenda urbana entre la población infantil del planeta la cual narraba que un mujer amable visitaba los lugares en conflicto durante la guerra para llevar al más allá a aquellos niños que habían sido abandonados en medio del holocausto. Esto fue una analogía a la fase inicial del proyecto Fotosíntesis Humana, en la cual Photora junto con el anciano iban a distintos lugares que habían sido campos de batalla durante la guerra y se llevaban a los niños que habían quedado huérfanos después de desastre. Estos niños eran llevados a un laboratorio donde les inyectaba las nanomáquinas que editaban sus ADN para convertirse en una nueva especie de la humanidad, llamados Humanos Fotosintéticos. 

Sin embargo, las primeras pruebas fueron un completo fracaso. Los niños no lograban adaptarse a su nueva forma de alimentarse, y morían al poco tiempo de haber sido inyectados. Photora estuvo triste un largo tiempo y pensó que su proyecto no funcionaria, hasta que al fin hubo un niño que logro resistir la inyección después de nueve intentos fallidos. Cuando Photora este inesperado éxito, se alegró hasta llorar y continuo con el proyecto.

Después de ese primer caso de éxito, Photora, junto al anciano y el primer niño fotosintético, continuaron su viaje por los campos de batalla para seguir reclutando niños para su proyecto. Esta vez mostrándoles como el niño fotosintético lograba obtener su alimento con solo tocar el suelo en cualquier lugar para que los demás, al observarlo, fueran convencidos de participar en el proyecto. Este fue el inicio de una época dorada para la Fotosíntesis Humana, y el nacimiento de una posible esperanza para la humanidad.

Conforme pasaba el tiempo, cada vez había más casos exitosos de niños que se convertían en humanos fotosintéticos, y su población crecía considerablemente. Y a pesar de que aun surgían fracasos, estos eran tan escasos que no afectaban el avance del proyecto. Todo iba por el buen camino.

Mientras los niños se acostumbraban a su nueva vida, Photora y el anciano dedicaban su tiempo a buscar las familias de los niños que estaban cuidando. Cuando los niños terminaban su adaptación a tener una vida normal como Humanos Fotosintéticos, eran devueltos a sus antiguas familias. Algunos se quedaron con sus familias biológicas el resto de sus vidas, otros continuaron siendo criados por Photora por petición de sus padres, ya que pensaba que vivirían mejor en un lugar donde poseen los recursos para que estos niños puedan sobrevivir en el ambiente de guerra de aquel periodo.

A los diez años de haber iniciado, el proyecto se empezó a hacerse público, y la humanidad conoció su existencia. Desde entonces las familias que querían asegurar un futuro bueno para sus hijos pidieron que estos fueran participes de proyecto. Incluso se creó una fórmula para las personas adultas, con la cual se podían convertir en Humanos Fotosintéticos y conformar una familia formada por esta nueva especie humana. Paulatinamente, el proyecto se hizo cada vez más popular, convirtiéndose en la nueva esperanza para la humanidad y el factor con el cual se daría fin a la Guerra de Recursos. Sin embargo, la gente normal no sería la única que se enteraría de la existencia de la Fotosíntesis Humana.

Con el pasar del tiempo, los ejércitos que participaban en la Guerra de Recursos se percataron de la existencia del proyecto. Y cuando conocieron las características de este, su interés en el campo militar se intensifico, ya que el poseer soldados con capacidades fotosintéticas les daría una gran ventaja debido a que ellos no necesitaban los alimentos que consumían los humanos, y podían obtener sus nutrientes con el simple toque de la tierra sin importar el estado de esta, lo cual significaría un ahorro gigantesco en los recursos alimenticios de los soldados y aumentarían la fuerza de los ejércitos, ya que gracias a esa absorción de nutrientes, los soldados nunca se debilitarían.

Los ejércitos de cada país empezaron a contactarse con Photora para que ella pueda colaborar en la guerra con su proyecto, pero ella se negó y les dijo que su propósito es ayudar a los seres humanos a recuperarse de la crisis actual y a no depender de estado decadente en los cuales se encontraban los recursos del planeta, no fortalecer la guerra y los efectos de esta. Debido a esto, los ejércitos del mundo no tuvieron más opción que realizar actos mezquinos para usar la tecnología de este proyecto en la guerra. Ellos secuestraron y reclutaron niños y adultos con capacidades fotosintéticas para que participaran en la guerra. Además, lograron robar la fórmula que Photora utilizo para crear a los Humanos Fotosintéticos mediante el hackeo de sus sistemas, y lo implementaron en sus soldados.

Poco después Photora y la gente normal se enteraron de esto, y el proyecto empezó a degradar su reconocimiento y prestigio. Al creer la gente normal que ahora Photora ayudaba a intensificar la guerra con su proyecto, la credibilidad a confianza hacia este se fue perdiendo. Y Photora perdió su cordura por esta situación, quejándose por como los ejércitos utilizaban su proyecto para que la guerra continuara y para la salvación de la humanidad, entrando en un estado de estrés insano para ella. Por esto, Photora y sus colaboradores pensaron en cancelar el proyecto y borrar cualquier rastro de la existencia de este en el planeta. Pero los ejércitos que participaban en la guerra anticiparon esto.

Un día, las instalaciones en las cuales Photora ejecutaba su proyecto fueron destruidas por soldados cuando ella estaba ausente. Sus colaboradores le avisaron de la situación, pero cuando llego al lugar ya era tarde. Un enorme incendio azotaba con la destrucción de las instalaciones, todos los niños fotosintéticos fueron afectados por el suceso. Algunos resultaron gravemente heridos y al borde de la muerte por los daños a lugar, y otros desaparecieron escapando o siendo sepultados por los escombros. El proyecto y todo rastro de este quedo hecho cenizas. Y como si eso no fuera suficiente, el primer humano fotosintético, al cual Photora lo amaba y cuidaba como su propio hijo, desapareció a los pocos días del incidente. Sus colaboradores también desaparecieron.

Debido a la situación, semanas después de la destrucción de las instalaciones, Photora desapareció sin dejar rastro de ella o del proyecto. Hoy en día, no se sabe si ella está muerta o aún permanece viva. Todo se desvaneció debido a la guerra. Lo único que quedo del proyecto fueron los niños y adultos que ahora son fotosintéticos y están vivos, ya sean que hayan participado en la guerra o lograron tener una vida digna y placentera con sus familias.