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Mis hijos son feroces y adorables!

En el segundo en que Ye Lulu transmigra, da a luz a tres niños en el acto. Se imagina que es la única transmigradora aquí y tiene que ser cuidadosa. Pero quién iba a saber El primer bebé: Frío y severo, ¡es un pequeño adulto que actúa como juez! Avanza para atraer un rayo de los cielos y castigar a los canallas. El segundo bebé: Ágil, vivaz y extremadamente inteligente. Cada vez que mueve la boca, ¡puede predecir el futuro con precisión! El tercer bebé: Uno con una personalidad aún más fría, ¡con solo un movimiento de su dedo, puede sacar tu alma y jugar con ella! Ye Lulu nunca tuvo novio en el mundo moderno. Sin embargo, ¿quién hubiera esperado que en el momento en que cambió de identidad, tendría hijos, esposo y suegros — básicamente, todo el paquete? Inicialmente, dice: "Los tres bebés son tan lindos. Son mis hijos biológicos. ¡Puedo quedármelos! En cuanto a mi esposo... Voy a pedir un reembolso". Inesperadamente, Ye Lulu se da cuenta poco a poco de que ¡su esposo es muy guapo! ¡Parece muy misterioso y encantador! Parece haber desarrollado sentimientos hacia él. ¡Qué maravilla! No obstante, Ye Lulu se aferra a su pequeña mascarilla protectora con fuerza y constantemente se advierte a sí misma ser conservadora, ya que las personas de la antigüedad no son tan abiertas de mente comparativamente. Inesperadamente, ese esposo de ella tampoco es él mismo. Era un Dios Yin del trono divino en los cielos donde no había restricciones, y por ende es aún más informal. Un día, su guapo y divino esposo la prensa contra la pared y levanta la mano para sostener su barbilla. Le dice con voz ronca: —Creo que me gustas... Baja la cabeza y ¡la besa profundamente! Ye Lulu: "???" ¡Aquí hay algo mal! ¿No son ustedes de la antigüedad? ¿Por qué son tan desinhibidos?

Weng Liuli · โรแมนซ์ทั่วไป
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Trae los tres bebés a la tienda

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—Mientras hablaba, la mujer se estiró y abofeteó al niño en la espalda.

El niño se sorprendió por la fuerza de la palma. Tras ello, un rastro rojo manó de la esquina de su boca.

La mujer parecía estar acostumbrada a esto desde hace mucho tiempo, pero también parecía no haber visto el aspecto del niño en absoluto. Continuó diciendo fríamente:

—¿Lo estás comiendo?

Se dio la vuelta y empujó a la niña:

—¡Tú también come!

Bajo la orden dominante de la mujer, los dos niños medio se arrodillaron al borde de la arena y miraron la arena amarilla con sus grandes ojos. Tras dudar un instante, estiraron lentamente sus pequeñas manos y de hecho cogieron un puñado de arena y lo colocaron en sus bocas.

¡Realmente la comieron!

Había unos vecinos sentados cerca de ellos en el callejón. Lo vieron con sus propios ojos. Los dos niños realmente se tragaron la arena.

La mujer observaba con ojos abiertos cómo los dos niños comían lentamente la arena.

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