webnovel

Lo volvemos a intentar.

Fueron pasando los días, y no recibía ninguna noticia de Zac, Me estaba empezando a impacientar. Me estaba haciendo la comida cuando de repente sonó el teléfono, era Zac. Quería que nos volviéramos a reunir en su casa por la tarde, para ultimar los últimos detalles.

Cuando llegué a su casa, había más de diez personas, me las presentó, luego pasamos a hablar de lo importante y quedamos que en dos días sería el día X.

La noche de antes me costó conciliar el suelo, estaba nerviosa con solo pensar que volvería a ver a Albert, esperaba con ansias de que esta vez saliese todo bien.

Me levanté antes de que me sonara el despertador, me preparé, salí a la calle, iba a ir a la casa de Zac pero vi que había un coche fuera esperándome, me acerqué y vi que era uno de los hombres que había en la casa de Zac.

Me hizo señales para que me subiera, me dijo que Zac le dijo que fuese a por mí, fuimos hasta la casa, ya estaban todos allí. Cogimos todas las cosas y nos preparamos para salir.

Llegamos al laboratorio, páramos medio kilómetro antes, salimos de los coches, y cada uno tomó su posición, yo iba al lado de Zac. Los nervios empezaron a apoderarse de mí, pero está vez no eran de los malos. Por ahora estaba todo tranquilo en ese sentido.

Esperemos que no nos estén esperando, y los tomemos por sorpresa.

Entramos, empezó la lucha, los golpes iban y venían, voces gritos, hombres volando. Nos íbamos abriendo paso no son dificultades. Estábamos a punto de llegar a la última sala.

Aparecieron cinco guardias más, Zac me dijo que él se encargaba de ellos, que yo entrase en la sala con cuidado, entré y vi a Albert, estaba en una celda, parecía enfermo. Me acerqué a él.

-Albert, ¿estás bien? ¿Puedes oírme?

Parecía dormido, no me contestaba, no estará muerto, no eso no. No encontraba la llave por ningún lado, no hay tiempo para eso. Me acerqué a la puerta, levanté las manos, mirando fijamente la cerradura y con solo pensarlo voló en mil pedazos.

En ese momento entró Zac y vio lo que estaba haciendo.

-¿Cómo has hecho eso? Has explotado la cerradura y no la has tocado, ¿Cómo es posible?

Del ruido Albert se despertó y al ver la escena le dijo a Zac que luego se lo explicaba todo, que lo ayudase, que lo habían estado torturando y que apenas se mantenía en pie.

Lo hizo aunque me miraba de reojo de una manera desagradable, sé que ahora mismo debe de pensar que soy un bicho raro. Me siento fatal. En cuanto salgamos de aquí tengo que desaparecer, no puedo soportar esa mirada.

Estábamos saliendo cuando apareció Perla. Se puso delante de nosotros, iba armada, apuntándonos a los tres, nos dijo:

— Quietos, no os mováis, no, os vais a ninguna parte. Cómo sigáis andando o disparo.

Su voz sonaba muy seria, iba muy en serio. Albert empezó a hablar con ella.

-Perla déjanos irnos, no puedes con todos nosotros, no estamos solos, date la vuelta y verás que tienes a bastante gente detrás de ti, un movimiento en falso y saldrás perjudicada. Es mejor que te rindas.

Se dio media vuelta y al ver toda la gente detrás de ella se puso nerviosa, en vez de entregarse, lo que hizo fue ponerse a disparar descontroladamente, hiriendo a unos cuantos. Cuando se dio la vuelta para disparar hacia nosotros, empujé a Albert y a Zac para que no los hiriese, recibiendo yo dos disparos.

Antes de caer al suelo, pegue un grito desgarrador, mirándola, haciendo que se desintegrara. Y perdí la conciencia.

Zac y Albert corrieron hacia mí, me tomaron las constantes y respiraron algo aliviados al ver que estaba viva, pero sus caras cambiaron cuando vieron que empezó a salir bastante sangre por dos partes de mi cuerpo, por el estómago y la otra estaba cerca del pulmón derecho.

Taponaron como pudieron las heridas, me cogió Zac en brazos, a Albert lo tuvo que ayudar uno de los compañeros de Zac, y salieron corriendo hacia los coches, tenían poco tiempo para llegar al hospital, estaba volviendo a sangrar bastante.

De camino al hospital iban hablando de mí, aunque estaba inconsciente los podía escuchar.

-Albert, eso que ha hecho antes Lena con la cerradura, me lo puedes explicar.-le dijo Zac.

Aunque en ese momento lo que menos le apetecía a Albert era responder, sabía que lo tenía que hacer y más después de que estaba fuera gracias a él.

-En resumen -Comenzó a decirle- Lena y yo estábamos trabajando en un proyecto, investigando sobre células modificadas genéticamente en el laboratorio, y Perla, que resulta que era la hermana de José, en un descuido intencionado por su parte, se la inyectó a Lena.

(José era el amigo de los dos que murió en un accidente cuando los tres estaban en un proyecto)

-Puff, vamos que la pobre muchachha a pagado los platos.

-Si, el problema es que su cuerpo está sufriendo una serie de cambios importantes, lo que has visto es una pequeña muestra, y no sabemos cuántas cosas más podrá llegar a hacer. Lo único que hasta ahora conocemos es que cuando se siente amenazada o alguien a quien ella aprecia, empieza a temblar, y es cuando le aparecen.

-Aparte de explotar cerraduras que más hace.

- Que sepa leer mentes, proyectar su alma fuera de su cuerpo, volatilizar cosas, mandarlas de un lado a otras. No sé si el tiempo que hemos estado separados ha tenido algo más.

La cara de Zac era un poema, entre asombro y miedo. Albert lo observaba y como si le leyera el pensamiento le dijo.

-No es un monstruo, ella no lo quiere, desea tanto como yo que le desaparezca, vinimos aquí a ver si encontrábamos los informes y todo lo que había sobre el proyecto para ver cómo podía quitárselo o invertir los efectos.

-No pienso que lo sea Albert, pero si me da respeto. Incluso algo de miedo. No te has parado a pensar que te pueda hacer daño a ti también.

-Claro que lo sé, y ella también, y más miedo tiene ella que yo, soy yo quien la estoy convenciendo de que no desaparezca, porque ella sabe quería dar por vencida, y no quería eso. Está así por mi culpa y daría todo lo que fuera para poder ayudarla.

En ese momento sufrí una sacudida en todo el cuerpo, me estaba advirtiendo que o se daban prisa o que se acababa todo. Al verlo Zac le dijo al conductor que fuese más rápido, que necesitaban llegar el hospital lo más rápido posible.

Al escucharlo, me quedé tranquila, porque a pesar de todo note que se preocupaba por mí.

-En menos de diez minutos estamos allí- dijo el conductor, no había terminado de decirlo cuando tuvo que dar un volantazo y frenar de golpe.

Albert iba a preguntar que qué pasaba cuando lo vio con sus propios ojos, había delante de nosotros unos cuantos coches parados, nos miró como diciendo que qué hacía, pero antes de que le contestase ya estaban fuera de los coches los hombres del laboratorio, todos armados, obligándolos a bajar a los tres.

En esa situación mi vida corría aún más peligro si cabía más. Y Albert y Zac lo sabían, se estaban poniendo demasiado nerviosos, necesitaban hacer algo porque si no sabían que moriría hay desangrada. Tomaron la decisión de que uno de los dos cogería el coche y se pondría a conducir como un loco para intentar escapar, fuese cuales fuese las consecuencias.

Al final se metieron los dos-, aceleraron a tope saltándose los bloqueos de los coches, se quedaron parados sin poder reaccionar porque no se lo esperaban. Sin mirar atrás ni bajar la velocidad, Albert siguió conduciendo hasta el hospital, ya no le importaban los dolores que el mismo tenía, solo pensaba en llegar para que me curasen a mí. Al final pudo llegar, sin parar el motor salieron corriendo, Zac me llevaba en brazos. Entraron en urgencias, me dejaron en una camilla.

Los médicos me metieron para adentro, a la vez que desaparecía entre las puertas Albert perdió también el conoció, le venció también las fuerzas.