—Tienes la osadía de querer huir de aquí —gruñó Felicia mientras intentaba agarrar a Erika por el pelo—, pero el guardaespaldas no se lo permitió.
—Señora, por favor, permítame llevarla a su habitación —dijo mientras continuaba avanzando.
Felicia miró fijamente a Erika mientras la veía ser llevada por el guardaespaldas.
—¿Dónde está Adrián? —preguntó al otro.
—Creo que se fue a distraer a los intrusos que acaban de llegar —respondió con la cabeza gacha.
—¿Qué intrusos? —Felicia preguntó con el ceño fruncido.
El guardaespaldas terminó explicándole todo y ella lanzó un grito de sorpresa.
—¿Están aquí? Eso significa que ya saben sobre este lugar —afirmó mientras el miedo la invadía. «Si se enteraban de ese lugar, solo significaba que habían informado a la policía», pensó para sí misma.
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