La complejidad de las acciones de Naomi me fascinaba, amaba verla mentirle al mundo con tanta naturalidad. Me sentía la persona más especial del mundo cuando me dejaba ver por el borde de su máscara.
Esa perfecta máscara que nadie podía quitar.
•|| Dominick Grossman ||•
Mayo, 06
18:10
La tarde se cierne sobre éste pueblo tragado por la nada, las calles están vacías cómo de costumbre, todos vuelven a sus hogares después de las cinco de la tarde.
Todos menos Naomi Benet, apresuro el paso con la esperanza de encontrarla en el parque para sostener otra conversación con ella, necesito hablar con ella, quiero verla.
Ver sus ojos juguetones, su maquiavélica sonrisa y escuchar sus palabras hirientes encubiertas por su suave voz.
Antes de ser consciente de ello, una extensa sonrisa se pinta en mis labios motivada por la emoción de verla nuevamente.
Hablando del rey de Roma.
—Hola, ¿cómo estás? —Saludo a la causa de mi sonrisa, acaba de salir de una tienda, en su mano izquierda se encuentra una bolsa de plástico con sus compras, parece pesada.
No sabía que fuera zurda.
—¡Hola, Dominick! —Saluda enérgica con una enorme sonrisa y su falsa amabilidad a tope.
Sé que ella es una mentira, pero igual me hace sentir mariposas en el estómago con sus palabras, sabe que hacer y decir para mantenerme atraído.
—¿Quieres ayuda con eso? —Pregunto, ella me cede la bolsa aceptando mi ayuda.
—Gracias.
—No hay problema. —Respondo observando sus ojos, parecen decaídos y las ojeras bajo ellos me dicen que no ha dormido bien.
—¿Tengo algo en la cara? —Pregunta tajante sin dañar ni un poco su gran sonrisa, se siente como hablar con dos personas distintas.
Siento que veo una deidad mientras me responde una aberración.
—Te ves cansada. —Comento mientras comenzamos a caminar.
—Lo estoy. —Responde, a diferencia de antes, su tono tajante se fue, dejando un tono apagado, melancólico.
Damos vuelta para entrar en el parque caminando a través de el, veo como sus caderas se balancean cada que da un paso.
—¿Estás bien? —Pregunto mirando su rostro, natural, con una expresión para nada forzada que demuestra la más genuina calma.
Demuestra paz.
—No. —Contesta sentándose en la misma banca de siempre. —Hablemos un rato. —Propone palpando el lugar libre a su lado.
—¿Sobre qué? —Me siento a su lado, el sol desciende dejando pasar al ocaso, ese momento donde no es ni de día ni de noche.
Sólo es el limbo entre ambos.
—No lo sé, ¿tienes alguna cosa que decirme? —Cuestiona mirándome a los ojos tan fijamente que siento como si viera a través de mí.
—¿Por qué estás rara? —Ella lleva su mano a su rostro para quitar su cabello del camino.
Un pesado suspiro dejó sus labios, su mirada se hundió aún más en tristeza. Aparta la mirada un momento, mirando la soledad del parque y las calles.
¿Ésto es lo que está debajo de su máscara?
—Dominick... si ésta fuera la última vez que habláramos, ¿Qué me dirías? —Su mirada era suplicante, parecía necesitar una respuesta.
—En serio, deja de actuar tan extraño, Naomi. ¿Por qué dices cosas tan raras? —Pregunto serio, mirando su rostro.
Una sonrisa melancólica apareció de la nada, era pequeña y acompañaba su triste expresión doliente. Parece que se ha tenido que conformar con mi respuesta.
Me dolía verla así.
—Mis padres no quieren que hable contigo. —La observo atontado en busca de respuestas. —Sólo eso, no quieren verme cerca de ti.
—Sólo hablamos, no estamos haciendo nada malo. —Argumento viendo su perfil, parece estar llorando.
—Lo sé. —Su voz era tenue, suave, sin fuerzas. —Intenté hablar con ellos...
—¿Y...? —La incité a seguir, pero lo dijo nada, sólo subió la manga de su típica blusa de manga larga.
—Que mierda. —Veo su piel manchada por heridas, golpes en particular.
La marca de gruesos dedos estaban sobre su suave piel, moretones que se extienden hasta desaparecer bajo su ropa.
—Es imposible dialogar con ellos.
—Llamaré a la policía. —Saco mi celular para marcar al 911.
—No. —Por primera vez oigo una voz asustada, sus manos frías sujetan mi muñeca mientras tiemblan. —Vas a empeorarlo, por favor no.
—Tienes evidencia. —Comento mirando sus brazos heridos temblando ante la simple idea de llamar a la policía.
—No lo entiendes, no es tan fácil como piensas. —Responde, su voz se rompe igual que su fortaleza.
Ha comenzado a llorar.
No sé que hacer, cubre su rostro con afán mientras muerde su labio inferior intentando tragarse la tristeza como una trago amargo de café por la mañana.
No sé que hacer más que colocar mi mano en su espalda para confortarla.
—Dominick... —Susurra recomponiendo su postura, recuperando su autocontrol. —Ya no sé que hacer.
¿Cómo iba a responder?
—Lo siento, Naomi, yo tampoco. —Respondo, la presión en mi garganta es asfixiante.
Ver esta parte de Naomi es devastador.
Ella se levanta, aún con los ojos rojos, y tomó la bolsa junto a mí. Esperó un momento, parada frente a mí con la mirada perdida en la tristeza.
—Es muy probable que sea la última vez que me veas. —Susurra tomando aire en un largo suspiro. —Creo que aquí acaba tu obsesión, Grossman.
—Naomi, no sé cómo ayudarte. —Confieso sin saber que hacer, esa pequeña sonrisa de antes, de conformidad, volvió.
Me mira con tal suavidad que me transmite parte de esa emoción, siento lástima por ella, vivir una vida así y no poder decir nada.
Es como vivir con la soga al cuello.
Sus manos frías acarician mis mejillas y me acerca a ella con suavidad para rozar sus labios con los míos, sin hacerce esperar los unió en un efímero beso.
Sorpresivo y corto, como una explosión.
Abandonó el lugar sin decir palabra, sólo la vi alejarse lentamente. Caminaba hacia su infierno personal y nadie más que yo lo sabía, lo peor es que no sé cómo ayudarla.
Ese beso era lo último que tendría de ella.
Ahora no la volvería a ver, no volveríamos a hablar como siempre, es como ella dijo, mi pequeña obsesión con ella se acabó aquí.
Naomi se fue, sólo así, tan de repente.
Seguro volverá y me dirá que sólo fue una broma, no me dejaría solo.
No, claro que no.
¿Verdad?
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¿Verdad?
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Mayo, 08
19:29
—¿Estás bien? —Pregunta Víctor deteniendo la película.
—Naomi no volverá a verme. —Contesto sin decir más. Víctor se ríe fuerte mientras me toma del hombro.
—¿Qué le hiciste? —Cuestiona aún riendo, suspiro con pesadez.
¿Sería bueno contarle? Nadie sabe sobre ese lado de la familia Benet, sólo yo. Y eso me hace sentir especial.
—Nada...
Hubo un segundo de silencio entre ambos, miro a Víctor para saber porque está tan callado y lo que me encuentro es una sonrisa pícara.
—¿Qué? —Cuestiono sin entender su expresión.
—¿Te gusta Naomi?
No sé que responder, nunca pensé bien eso. Sólo me interesaba saber más sobre ella, quería ver cómo era bajo esa gruesa capa de mentiras. Qué me gustara no era una opción.
—No lo sé. —Respondo.
—Entonces te gusta. —Afirma.
—¿Por qué lo dices?
—Estas dudando, de no gustarte sólo habrías respondido que no. —Mi maldito amigo tiene razón en algo, de no gustarme habría dicho que no solamente.
—No sé ni qué hacer —Froto las palmas de mis manos en mi rostro intentando disipar la frustración. —. Maldita sea, ni siquiera le dije algo cuando se fue, sólo me quedé ahí cómo un estúpido.
—Oye, cálmate, ni siquiera salían o algo así para que te sientas así. —Argumenta apoyando su mano en mi hombro cómo muestra de apoyo.
Su celular comenzó a sonar lo tomó y contestó la aparente llamada. Hubo un momento se silencio y comenzó a hablar.
—¿En serio? —Sonó incrédulo, yo seguí en silencio en espera de que terminara, la voz que respondía era casi imperceptible ya que no está en altavoz. —Estaré ahí en veinte minutos. —Avisa para ser seguido se otro silencio algo largo. —Yo también, yo también. Adiós. —Colgó.
—¿Quién era?
—¿Recuerdas la fiesta a la que fuimos hace más o menos un mes? —Cuestiona risueño.
—Sí. —Como olvidar una lugar tan ficticio e irreal para éste pueblucho.
—Es el muchacho con el que andaba esa noche. —Aclara, si recuerdo a ese sujeto, fue el que casi lo devoró frente a mí.
—Oh, ¿están saliendo? —Pregunto olvidando el tema de hace unos segundos.
—¿Celoso? —Cuestiona con sorna en su voz.
—Bastante. —Bromeo tomando una pose defensiva.
Hubo silencio por un momento, un silencio absoluto, luego se escuchó el fuerte estruendo de nuestras risas llenar el lugar.
Hacia mucho no reía asi con él, a pesar de ser mejores amigos, sólo nos vemos de vez en cuando después del trabajo y durante el mismo, pero no hacemos salidas juntos ni tenemos muchas noches cómo ésta.
—Me voy, nos vemos mañana. —Dice dejándome en el sofá mientras el sale de la casa cerrando la puerta detrás de si mismo.
Tomo mi celular para ver si no hay mensajes del trabajo o de alguien más, nada, ni una llamada equivocada.
Me adentro en las redes sociales y busco el perfil de Naomi, en el no hay demasiado, sólo fotos, no comparte ni pública más que fotos.
La mayoría con sus padres, otras sola, y una de ellas me llamó la atención, estaba acostada en la arena de la playa.
Su cuerpo se ve esbelto, recorrí cada una de las curvas desde sus pies hasta su cuello remarcando en su cintura y busto. Mordí mi labio apartando la mirada del celular.
—Ésto está mal...
¿Qué tan necesitado hay que estar para tener una erección con tan sólo una foto? No está siendo atrevida, ni sexy, sólo es una foto causal.
Todos los días me emociona encontrarla en el parque, ver su sonrisa maliciosa, escucharla hablar... si Naomi ya no está no hay motivos por los que emocionarme al volver aquí. Nadie espera por mí, sólo ella lo hacía en esa banca de pintura gastada.
Tomo nuevamente el celular y le escribo un mensaje, pero apareció algo inesperado en la corta conversación que tuve con ella hace un tiempo.
Éste usuario te ha bloqueado.
No parece que sea una broma, va en serio. No va a hablarme de nuevo por el egoísmo de sus padres. ¿Puedo hacer algo?
No lo sé.
Verla llorar hoy me dejó algo desconcertado, pero hasta los monstruos como ella tienen sentimientos que pueden ser heridos. Se despidió de mi como si fuera su último día de vida, cómo si realmente fuera a desaparecer.
No sé si Naomi me guste, pero no quiero dejar de estar con ella, si ella no está, no hay razones para esperar con añoranza la salida del trabajo, ansiar cruzar por el parque para encontrarla.
No tengo razones por las que emocionarme cada día.
Apagó el televisor y camino por la completa oscuridad hasta mi habitación dónde termino por desplomarme en la cama, ésta rechina un poco y luego se silencia.
¿Qué puedo hacer?
Me cubrí con las sábanas intentando ignorar la realidad que enfrenté hoy sin aviso previo, quiero pretender que éste día no sucedió, pero sería imposible.
La ausencia de Naomi me lo recordaría todos los días, me recordaría que realmente no tengo una razón por la cual emocionarme, una razón por la cual ansiar atravesar el parque luego del trabajo sólo para verla de causalidad.
El egoísmo de la familia Benet es insaciable, una familia ejemplar basada en mentiras y apariencias. Naomi sufre, y nadie lo está notando, dejan que se ahogue en la miseria sin hacer nada.
Y yo, que lo sé, no tengo la más mínima idea de que hacer en esta situación. No sé cómo ayudarla, cómo sacarla de ese lugar...
¿De verdad estaré bien sin Naomi?
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No, estoy perdido sin ella.
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Naomi era un enigma sin sentido, un acertijo sin respuesta. Tenía que hacer lo posible por entender a alguien tan excéntrica como ella, comprender el porque de sus acciones.
Quiero comprender el porque de su odio tan profundo por las demás personas, el porque de esa actitud tan amable y perfecta que es capaz de destrozar a quien sea.
Para ella todos son iguales, y sé que no soy la excepción.