—Oye, Romeo. Sé que quieres venir a ver cómo estoy, pero te recuerdo que reserves tu propia habitación de hotel. No voy a compartir mi cama contigo —dijo Tang Moyu mientras echaba un vistazo por encima de su hombro para ver qué estaba cocinando.
Feng Tianyi prefería cocinarle una comida en lugar de alimentarla con algo de lo que no sabía nada. Dios sabe cómo estaban preparadas esas cosas. Además, Tang Moyu ya se había acostumbrado a su cocina, así que la preferiría antes que cualquier otra cosa.
—¿Qué? ¿No gano puntos por el esfuerzo de venir aquí? —Feng Tianyi la miró con incredulidad. Ahora vestía un par de pantalones negros limpios y una camisa gris claro, un delantal estaba atado a su cintura mientras trabajaba en la pequeña cocina de la suite de Tang Moyu.
—Yo nunca te pedí que vinieras —contradijo Tang Moyu—. Entonces, ¿qué estás cocinando?
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