Leon no tenía idea de lo que pasaba en la cabeza de ella y simplemente miraba la lista. Sus labios se torcieron mientras la revisaba.
Una de las sugerencias era ser cocinero en un pequeño restaurante o puestos. Sus cejas se elevaron y la miró con una expresión indescriptible en la cara. —No cocinas mucho.
—Todavía no.
No podía soportar decírselo, pero ella cocinaba con mucha sal. No era nada exigente, lo cual era bueno, pero también la hacía incapaz de determinar qué era bueno para otros o no.
Luego pasó a la siguiente opción: Camarera. —No te dejarán llevar mascarilla.
Aun si lo hicieran, no sería suficiente. Naia podía ser acosada.
No importaba cuánto se cubriera, sus movimientos y la forma de su cuerpo atraían naturalmente a la gente, especialmente a los hombres.
Él había oído muchas historias sobre lo mal que lo pasaban las mujeres en el sector de la hostelería.
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