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La muerte comienza.

El pueblo de Baba es el verdadero averno. La leyenda de los Berthol toma forma.Los grupos se había separado como debía ser. Y eso era preciso para poder localizar a alguien. Desde el punto de encuentro estarían aguardando y buscando pistas Joan y Jonny sin H. -- ¿Te parece que sea bueno que estemos aquí? Le comenta Joan. –- Yo creo que deberíamos ingresar a esa mansión e investigar. ¿No crees? – le comenta Jonny sin H con ciertas intensiones- No lo sé ¡Mmm! –- ¡Vamos nena! Será divertido. – Se jacta de la seguridad Jonny sin H. –Ella asiente, sin otra convicción, y ascienden una escalinata de la mansión. Paso a paso, los escalones generan un ruido incómodo. Esto inquieta Joan, sin embargo, prosiguen ambos. Al ingresar puede verse un living grande con una mesa de madera, seis sillas. Dos cuadros antiguos de fotografía, quizás de los antiguos pobladores. Un hombre de pelo corto con un bigote estilo mostacho y traje con un moño, y al lado de ella una mujer con una cara redonda con el cabello atado. No se sabe con certera el tiempo estimado de la fotografía. El otro cuadro, no tenía más que la mansión y muy lejos como una figura con un tapado que no dejaba ver su rostro. Esto llamó la atención de Jonny sin H, al verlo. Joan estaba temblando como de cierto frio, y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando su mano rosó la pared. La mansión tenía un piso, y decidieron subir. No te preocupes le comentaba éste, todo está bien, iba iluminando cada sector, y solo había muebles viejos y polvorientos. Se percibía una resina color negro. No había duda que había sido parte de un incendio. Las escaleras se encontraban en un estado deplorable, y el cuidado al ascenso era muy precavido. Ya en el primer andar un pasillo no muy largo comunicaba dos habitaciones. La primera no tenía puerta, y era una sala común y corriente, con dos sillas y una mesa corta. Un viejo radio del año 1930 aproximadamente. Al llegar a la otra habitación encontraron un dormitorio en perfectas condiciones. Mira, le dice Joan, que hermoso. Había muñecascomo de porcelana fina. Y el lugar estaba preparado sin suciedad. Una cama doble, y un velador con decoraciones. Joan se sentó un instante en la cama. De todos los sitios este parecía diferente. Jonny sin H, se colocó al lado de ella.- ¿No te parece hermoso? Le dice- Si, Jonn, pero no creo que sea momento. –- Vamos nena. Siempre es momento. – Inmediatamente, comenzó a besar a Joan suavemente en sus labios, y luego el cuello, Joan le devolvía el gestó, paso siguiente se arrojaron en la cama, y ella comenzó a desvestir a Jonny si H, y realizaba la misma operación. Sus cuerpos comenzaron con el calor, y el ardor.- ¡No tienes protección Jonn! – dice Joan- No te preocupes, nos cuidaremos – le dice con una respiración calmada. –Ambos comenzaron a realizar el acto sexual, y el la tomo penetrándola con fuerza, una y otra vez. Luego bajo a su instinto salvaje para gozar de ella lamiendo su sexo excitando a Joan con suavidad. Luego regresó a ella besando cada parte de su cuerpo desde el vientre hasta el cuello, y luego más adelante. Ella lo da vuelta bruscamente y comienza a cabalgar como una sacerdotisa del placer. Los poros de la transpiración hicieron que en el aire se confunda el aroma del sexo con el de las cenizas. Una y otra vez ella se movía, y sus pezones parecían ir y venir desde arriba abajo. Cada vez más acelerado, y más y más. Los gemidos eran terribles y la respiración se iba agotando. La eyaculación y el orgasmo estaban en la puerta de una habitación sellada entre paredes. La respiración se agotaba, y al llegar al clímax, ella extenuada se dirigió a Jonny sin H, y lo beso. Fue maravilloso se decían, y el hedor de un encierro se les presentó de inmediato en sus caras.- ¿Jonny, dónde estamos? – dice Joan desnuda –- No lo sé. – comenta con miedo. –Estaban entre paredes sin salida. Era un cuarto sellado, y solo podía oírse el sonido de una mujer en un sitio oscuro. Al acercarse a ella, la dama tenia rasgos esqueléticos, y deformes. Su cuerpo eran huesos, y a su lado un hombre en las mismas condiciones. No alcanzaba a decir nada. Joan se dio un susto terrible y comenzó a gritar del terror, Jonny sin H, fue corriendo al muro golpeándolo con fuerza, pero era inútil- Sáquenos de aquí – dice Jonny si H. -- ¡Sáquenos por favor! ¡Chicos, chicas por favor! – las lágrimas de Joan se caen al suelo lleno de vidrios, y ella siente el dolor.Jonny sin H, ve que del muro hay un contorno de una línea, y se percata que puede ser una puerta. Comienza a llamar por allí. Pidiendo auxilio una y otra vez. Respira hondo, aunque se da cuenta que no hay mucho oxígeno. Un ruido se hace presente del otro lado de la pared de bloques que tienen el contorno. Con cierta calma se va moviendo golpeando con un ruido estrambótico al girar por un eje desde arriba. Al abrirse totalmente. Tienen una salida lista tanto Jonny y Joan. Ellos se miran y van hacia afuera. La voz apenas puede decir un gemido, intenta mover el brazo para indicar algo, sin embargo es inútil.La pareja sale de allí y encuentran un lugar muy oscuro, desnudos sienten frio por el gélido grado al parecer que están en una catacumba. Algo toma a Jonny sin H por las piernas, y Joan se aleja gritando. Dos hombres con hábitos de monje lo atrapan por el cuerpo y lo acuestan en una cama de madera. Joan quiere regresar de donde vino, pero la puerta de bloques de pared de cemento se cierra, y se mantiene alejada de aquellos. Los hombres atan a Jonny sin H. La bestia se hace de las suyas al aparecer, con un alambre fino. Vamos a realizar algunas operaciones interesantes. Con aquel, en punta lo introduce en el orificio del pene de Jonny sin H que lanza un alarido de dolor de lo más terrible. Muy calmadamente van introduciendo hacia delante y luego retrocediendo con efecto, mientras la sangre sale del agujero. Los hombres se encaminan a Joan que comienza a gritar y patea a uno de ellos en el pecho y corre por un pasillo, sin ninguna iluminación que la guiase, cada uno de ellos una puerta, tropieza con unas rocas afiladas y se lastima la rodilla. Los siameses gustan de aquel terror, y persisten con su empréstito, ingresar el alambre grueso hasta llegar a la vejiga, el orín se escapa con la sangre ¿Así que te gusta el sexo? Jonny sin H escasamente puede decir algo, y atraviesan su bolsa interior haciendo estallar el órgano, y con fuerza sacan el punzón de metal. Luego con un cuchillo cercenar el pene, y lo arrojan al suelo, un roedor sale de algún escondrijo y se lleva el trofeo. Los siameses en su despiadada forma, comienzan a lacerar la carne ¡Wac! esta carne, es terrible, se dice uno de ellos, deséchala. Mientras uno de ellos lo comenta, el otro le quitaba con finura la piel. Dejémoslo emparedado con los otros. Joan se incorpora, y sigue corriendo con el miedo encima deella, ingresa a una habitación no muy distinta de la anterior, y allí estaba Ferdinand y Ginna ambos mutilados en sus extremidades. Joan se acerca a ella. Y Ginna con unas pocas palabras le dice:- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - pide sin ser escuchada, pues todo pertenece al miedo. -Ferdinand, no podía hablar, su lengua había sido cortada, y de su boca salía la sangre que recorría el suelo a un drenaje. ¿A dónde irá a parar la sangre se han dicho?Dicen que la sangre de los que vienen, sin irse alimenta al pueblo y al bosque. Eso dicen.Prontamente algo toma a Joan, y ella trata de zafarse pero no puede, ahora es tu turno, dentro de una forma de metal, en la habitación. Introducen a Joan con fuerza a su interior. Abajo del metal el calor de un fuego con sus brazas ardiente comienza a quemar aquel metal. Los gritos de penas mayores salen de la boca del toro, y el humo de su nariz. Alaridos y más alaridos concluyen con una incineración. Ferdinand es descolgado de las cuerdas, y arrojado a una maquina movilizada por una polea con una manija. De cabeza a la misma, ingresan su cuerpo. Era una picadora, y las cuchillas iban cortando todo por doquier. El cuerpo intentaba moverse, aunque era inútil, y cada vez era mayormente atraído por las sierras internas. Del otro lado de la salida de la maquina salía picada cada parte de la carne. A Ginna la descolgaron y la llevaron a la rueda. Allí ataron su cuerpo dado vuelta. En el piso finas pedazos de vidrio relucían con bella luminosidad. La rueda descendía haciéndola girar hacia delante. Y Ginna estaba atada boca arriba mirando el techo. Al hacerla girar ella se direccionaba a esos pedazos de vidrio, el reflejo del horror podía verse en las luminosas partes cortantes, abriendo su carne desde su cabeza, y rostro hasta su cuerpo.El humo del toro hacia mugir con fuerza. Y no había gritos. Al abrir al colosal animal, algo negro se esfumaba al suelo, algunos residuos se los llevaba el viento.Los trabajos están listos, y mañana será otro día.Las cenizas hacen al pueblo en la niebla y con ello son las almas en pena.Un humo salía de una de las casas venían el grupo de Silva, Fausto, y Ana. Alrededor de ellos se originaban despojos de restos perdidos calcinados.Al girar el rostro Xavier y Gerardo, salen de allí y comienzan a caminar por uno de los corredores que llevan a otro sector de otro corredor. Al introducirse en la habitación central de esos pasillos. Estaba el viejo Lorenz sentado en la gran silla. Xavier no podía dejar de pensar en los deseos incontenibles de matarlo al disfrute de aquel. Desde un espejo se vio, igual al reflejo del charco, y la bestia allí para ellos, Gerardo estaba un paso detrás, y quiso voltearse para regresar, y en sus ojos la criatura lo consumía, pero él, no dejó que nada lo persuadiera de ello, y salió corriendo ¿Estás muerto Gerardo o no lo sabes? ¿Estás muerto Gerardo o no lo sabes? ¿Estás muerto Gerardo, y lo sabes? Era una voz muy conocida. Al final del corredor, Suzane estaba allí.- ¿Amor eres tú?- Si, lo soy. Ven a mí. Ven mi amor.- ¿Qué está ocurriendo?- Solo ven conmigo. Y todo terminará.- Es una pesadilla, ¿y el hombre?- Déjalo, él, sabe que hacer. –Le tomo la mano y lo llevó por otro pasadizo desde un lugar extraño. Allí pudo ver como en una película como su mujer abre en dos partes al perro de Armando, y le quita los órganos. Ve como su pasado se enfrenta al presente.- ¿Qué haces?- Es parte de mí. Parte de Ti. Disfruta de la carne de los desgraciados. Somos de la misma forma, tú y yo.- ¡¡¡Que dices!!!Toma su mano ensangrentada y lo lleva por unas escaleras, hacia las afueras. El viento sopla, y ahí empalados se encuentra Rick, Cristal, Filomena. Pagan sus fechorías. Ellos paganel pecado día a día. Somos parte de la historia, inmediatamente toma a su hombre y lo besa mordiendo sus labios, lo arroja con fuerza al suelo, mientras lo desviste, una fuerzaincontrolable le impide a Gerardo poder desligarse de aquella mujer. A unos metros observan moribundos esos cuerpos que están siendo cercenados por los buitres agusanados.- ¡Vamos quiero tu cuerpo ahora! - le dice Suzane – ¡Lo quiero!Ella lo cabalga con firmeza a toda velocidad. La carne le generaba éxtasis al matar, y quería sexo como fuera lugar de su hombre. Una y otra vez se mueve con fuerza. Y la lujuria hace que su hombre, la fuerce y muerda sus pezones queriendo arrancarlos, y ahora su cuello con furia cortando las venas, ella toma un cuchillo, y Gerardo eyacula, mientras que Suzane llega al orgasmo, y clava sobre este una daga en el corazón. Ambos cuerpos caen de placer y muerte.La tierra del suelo los cobija, cubriendo con un manto, y la bestia se acerca riendo por sus generaciones que se han encontrado y observa con encono con la saña lasciva.Y vendrán al pueblo de Baba a pagar las maldades con maldad, y vendrán los que son parte de la Familia Berthol.Los siameses Berthol se llevan a aquellos cuerpos para su concupiscencia de la sensualidad, irán al pozo, serán otro experimento, otras ánimas que harán su trabajo en la familia del terror. A unos metros. Cinco aproximados se la cuenta. Las gotas de la sangre coagulada descienden como un gotero de canilla, y la bestia tiene sed y bebe un poco de ella, un gato sin una pata se acerca, parte de su piel esta fermentada de haber muerto hace un tiempo atrás.Aquí nada, ni nadie perece. El deceso es solo cada día, para un recomienzo. Acánada desaparece, siempre ha de aparecer.Las cabezas del chiquero siendo comidas por los cerdos, que disfrutan abriendo el cráneo de uno de esos agricultores al que le gusta la carne de cerdo, sus sesos están en plena obscenidad faltos de cobertura. El cerebro humano es una máquina de pensar dice uno de los Berthol, y una máquina de maldad dice el otro Berthol escupiendo hacia la otra cabeza que asustada y despierta sabe que ese animal viene hacia él con intenciones de darse un festín. El cerdo es muy inteligente, y nunca por su cuello esbelto tiene la oportunidad de ver hacia arriba, pero si hacia abajo, y saben lo que encuentran. La cabeza implora, era uno de los propietarios de un frigorífico. Mataba por centenares a una gran cantidad de animalesvacunos, porcinos, ovinos, caprinos. Era de esos que les gusta el dinero como el tal Lorenz, que debe estar allí en la silla del húngaro esperando que Xavier haga su trabajo como corresponde.Debajo de la tierra las grandes lombrices estaban comenzando a introducirse en la epidermis de los cuerpos enterrados. Los sesos estaban húmedos y quedaba la mitad de ellos. El cerdo estaba realizando un trabajo de limpieza digno de ser jactado de sucio. Por el otro lado podíamos ver como de la boca del carnicero una lombriz se desprendía de la piel haciendo un agujero. El otro cerdo se acercó, y lamió la boca de éste, y se comió en un mordisco aquel invertebrado que podía producirse pues quedaba la mitad del lado de adentro del cuerpo, y aquel sentía como era devorado por aquellas. El puerco retomo sus tareas, y esta vez con un mordisco arranco la nariz, allí el hueso denotaba otras lombrices, luego al masticar aquella fosa nasal, se acercó una vez más, esta vez el ojo era tan suculento, que con el diente mayor, lo fue sacando estirándolo hasta cortar las cuerdas musculares. Hasta allí el sufrimiento le produjo que aquel carnicero quedase en estado de coma inducido por las calamidades del sufrimiento físico. Una roca del cielo cayó. Era de un tamaño gigante y aplasto la cabeza aplanándola. Luego otras, haciendo que los animales salgan intentando escapar del corral. Por todo el pueblo iban cayendo piedras, los grupos de los chicos y chicas al ver aquella situación comenzaron a correr a diferentes casas a fin de salvaguardarse- ¡Es increíble! ¡están cayendo por todos lados, muchas rocas! – comenta Fausto- larguémonos de aquí.- ¡Chicos allí hay un lugar para refugiarnos! – grita AnaSilva y fausto corren esquivando el pedregal que desde arriba de los cielos se dirigía a gran velocidad. Ana se encontraba en una casa baja de madera. La puerta estaba cerrada, pero tenían un toldo de chapas de metal fino, aunque una de las vigas tenía una forma muy endeble como para aguantar el peso. Al llegar Fausto y Silva. Ana quiso abrir la puerta. Silva con un golpe de hombro intento forzarla, Fausto lo ayudó por el otro lado, y con ello lograron romper la cerradura.En la otra calle, antes de llegar al centro. Ernest se quedó atónito, y sin palabras cuando en la plaza central vio a las mujeres, y el estado de cada lugar de las casas. Los cuerpos mutilados, una que otra criatura, o monstruo deambulando. La muerte era ello. Y el silencio en una esquina que los miraba muy tranquilamente. -- ¿Qué demonios pasó aquí?- ¿Dios santo que es todo esto? – dice Jaime, y lo mira a Elvio que no emite sonido alguno.Las piedras se hicieron eco del asunto, y comenzó a llover un centenar de ellas. Como el otro grupo hicieron el mismo artilugio de refugiarse en una de las casas. Al final de cuentas todo era un laberinto tanto físico como psicológico en este pueblo. En el pueblo de Baba. Ingresaron directamente a un almacén de comestibles varios, sin nadie que los recibiera, como en todos lados. Nadie recibía a nadie.Xavier observaba al viejo Lorenz en la silla del húngaro. Era una tortura interesante.Uno de los que recibieron aquella fue Dózsa, un caudillo de una rebelión de plebeyos en contra de la realeza húngara. Y condenado al trono de fuero de su reino humeante fue como el ardor iba quemando su cuerpo. Poseía una corona de fuego para que se quemara su cabeza, y un cetro. Eres el rey mientras te quemas y ardes. Y luego un grupo de rebeldes propios de su sequito, tuvo que comerse su carne para que se les perdonara la vida. Su carne quitada por las tenazas en llamas, pero tu mi querido Lorenz, eres rey y nadie querrá tu carne podrida de miseria.Lorenz que no entendía nada comenzaba a quemarse, mientras en su mano derecha tenía un báculo de metal de acero color rojo. Muy potente la fogata se hacía en su mano quemando.- ¡Maldito!. Eres una basura Xavier. – le grita Lorenz. -- ¡Ja!¡ja!¡ja! disfrutare cada instante – le dice Xavier, y toma un pinza introduciéndola en el cuerpo que se calcinaba de Lorenz. En medio del cuerpo, a un costilla, e introduce con mayor pujanza el elemento, y presiona una de las costillas, con ímpetu, la quita de forma enérgica rompiendo parte de ella y la carne. Y la arroja al suelo. Lagarra de una de las manos lo toma. La bestia le encantaba ver como su generación, realizaba un buen trabajo, y comenzó a comerse aquella costilla.- ¡¡Ahhh!! – grita de dolor Lorenz. – Eres basura, lo seras toda la vida. –- ¡Shh! No me dejas terminar el trabajo. – le dice con parsimonia Xavier. –Los ojos se agrandan de aquel, y ver como se acerca, un tenedor quitando el primer globo ocular. Pinchando sus cornea, y cortando en dos aquel globo. Y luego repite la misma operación. Los hilos estaban en el suelo y allí quedo parte de lo que es Lorenz en la silla de fuego.El trabajo estaba realizado. El suelo lleno de suciedad y las partes de lo que el viejo Lorenz quedaba. Su cabeza quemada cuando se retira de este la corona.- Eres el rey Lorenz. Eres el rey sin nada. ¿Dónde está tu dinero Lorenz? Donde están tu matones para salvarte vil engendro ¡Ah! – comenta Xavier, y las cabezas de dos hombres fornidos desfigurados en una vitrina.Lorenz no podía hablar estaba insumido en un coma pasajero por el shock de lo ocurrido. Y ahora Xavier retiraba el báculo de metal. No mereces nada Lorenz. Eres una porquería, y tus desaparecerás como toda tu generación.Los siameses Berthol lo habían manifestado todas las generaciones. Ninguna ha de escapar al Este, su hogar. En el mundo de los Berthol todos cumplen su cometido para cada uno se le asigna la tortura indicada, el suplicio merecido. El tormento enarbolado en cada parte del pueblo de Baba en el cual la brillantez podía haber sido una gloria eterna sino fuera porque se metieron con los que no debían meterse. Sin lugar a dudas eterno es el transito al deceso en cada tormento.A Jaime le comenzó a temblar la mano, algo le inquietaba, pero no le prestó atención.Temieron lo peor pues el almacén donde ingresaron Elvio, Ernest, y Jaime, parecía abandonado desde ya hace mucho tiempo, y los comestibles que encontraron tenían sus fechas vencidas. Había galletas verdes de la humedad lo que suponía que hacia bastante que no se podía ver personas por aquí.- Parece que está dejando de caer esas rocas- dice Jaime. –- ¿Lo que no entiendo es como puede ser? – comenta Ernest – no he visto un fenómeno climático de esta magnitud en mi vida. –- Lo mismo te digo. – Comenta Jaime. –- Elvio, ¿A dónde te diriges?- Debemos seguir. – Les explica Elvio. –- ¿Oigan que rayos está ocurriendo aquí? – comenta Ernest – Tu debes saber Elvio –¿Qué es lo que sabes?- Si Explícanos de una vez, mi amigo. Ya es suficiente de todo este lugar ¿Qué eran esos cuerpos colgados? ¡Mira afuera, partes de cuerpos arrojados!- No comprendo nada. Hay que ir con los demás. –Elvio hizo un ademan negativo moviendo la cabeza. Desde su perspectiva conocía bien de antemano lo que estaba ocurriendo en éste precio que se estaba pagando por estar en el pueblo de Baba.- Ernest, ¿Querías venir al pueblo de Baba? – comenta Elvio. – ¿Querías venir aquí?- Si quería, pero no imaginaba todo esto ¿Qué clase de persona pudo hacer esto?- Esto es el pueblo de Baba ¿Quiénes fueron? Ya sabes quienes fueron. Lo sabes bien. Conoces la historia. Conoces bien lo ocurrido. –- Debemos salir de aquí. – cita Jaime. – tu sabes Elvio, ¿cómo salir? Vamos por los otros y larguémonos.- No hay forma de salir. Una vez que ingresas nunca sales. Sobre todo los que son llevados a ello.- ¿Qué quieres decir con ellos? – le pregunta Ernest empujando a Elvio y tomándolo con las dos manos como queriendo romper su camiseta.- No comprenderás, ninguno de ustedes comprenderá en verdad el porqué de estar aquí. Cuando un destino está marcado, es imposible regresar a la normalidad. Fuimos, y seremos parte de las generaciones que han salido del pueblo de Baba. Solo fuimos en tiempo pasado, y el presente es para los otros que siguieran y vendrán al pueblo de la misma manera que vinimos nosotros a penar en el reinado de los Siameses Berthol.- No sé qué me hablas. Mejor vámonos. Tu si quieres quédate aquí, Elvio, ¿Jaime?¿estás conmigo? – pregunta Ernest.- Lo siento amigo, pero en tocando la locura, ya esto es suficiente. Vamos Ernest.Ernest y Jaime salieron por allí, en la entrada sin esperar nada de Elvio. Éste por su parte no hizo gesto alguno y dejo que se fueran. Conocía el futuro de aquellos como el de él. Al regresar a la salida del almacén, una humedad se intensificó hasta el punto de que no podía discernirse ya siquiera nada a donde poder proseguir el camino. El suelo tenía infinidad de rocas por doquier. Se dirigieron hasta el punto de encuentro.Fausto y Silva comenzaron a investigar la casa. El suelo era de madera. Unas tablillas polvorientas. Había un living pequeño, con dos habitaciones y un baño. Silva ingreso a éste para aprovecha y hacer sus necesidades. Al cerrar la puerta se sentó en el inodoro para hacer de lo suyo, sintió una picazón debajo de su muslo derecho, y se rasco sin nada que decir. Le ocurrió lo mismo varias veces, al incorporarse y limpiarse con el papel, observo el techo algo negro, al abrir bien los ojos debido que no había nada de luz, una araña se lanza encima de él clavando sus colmillos en la frente. A su lado otra deglutiendo en su rodilla. Silva comienza a gritar desesperadamente. Entre los primeros pasos, Fausto lo hoye que se ubicaba en el centro de la sala central. Corre hacia el baño dando aviso a Ana. Y una de las maderas se rompe cayendo parte de su cuerpo suspendido en el aire.- Ana, ¡ayúdame! ¡Ayúdame¡ - lanza alaridos Fausto. –- Ahí voy – Ana se dirige a gran velocidad. –Recoge con fuerza a Fausto de la mano, luego se acerca e intenta subirlo agarrándolo de la otra mano. Algo desde abajo tironea con fuerza sin dejar que este pueda salir. Ella con todas sus fuerzas sigue estirando hasta que el movimiento veloz logra retenerlo. Desde abajo, en lo hondo no se generaba más esa potencia lo que retenía. Ella comenzó a subirlo, teniendo presente que Fausto se encontraba más liviano. Al traerlo completamente, Ana bramo con horror al observar que el cuerpo de Fausto estaba por la mitad. Faltaba parte de su anatomía. Los intestinos se les escapaban hacia el hondo hoyo y algo lo atraía conapetito. Al ver iluminando, un monstruo unido a otro tenía la mitad en su boca de lo que era Fausto. Otro grito más de Ana y suelta Fausto.- No me sueltes. – dice Fausto o lo que quedaba de él. – y desapareció en aquel hoyo- No dios, debo salir de aquí. ¡Debo salir! ¡Debo salir! – Ana se toma la cabeza con los puños. – Desde abajo escucha un último ruido, y alarido de Fausto.De la puerta del baño sale con parte de la tela de araña Silva.- ¡Auxilio! ¡Auxiliooo! – grita Silva. Y de su estómago estallan infinidad de crías de araña que se escapan al suelo y se dirigen al subsuelo donde posiblemente existan losrestos de Fausto.- ¡Dios no! – grita Ana. –Ella sale corriendo de aquel lugar asombrada por todo lo que ocurrió. La puerta de la cada estaba abierta, y al salir corrió desesperada. De la casa podía observar con un ruido temible hacía en su aparición con una Tarántula deforme que eran dos en una del tamaño de un automóvil. Salió muy lentamente desde la ventana con sus patas peludas. Sus ocho patas peludas. Al verla la misma, pudo percibir que se dirigió a una casa de enfrente allí, con una caminata simple, palpaba el suelo las rocas, y algunos cadáveres que se hicieron notar. Todo estaba en un plano destructivo. El monstruo recogió con sus tenazas un cuerpo crucificado desnudo. Al ver ello no lo podía creer. Era Mary. Era una crucifixión en una parte de ella, la otra estaba colgada en una cuerda. Eran sus piernas desde su cadera. Había sido cortada en dos partes, y separadas. La araña mayor clavó entre sus pechos las puntas de sus cuchillas licuando todos sus órganos. Los colmillos fluían en sus puntas unos líquidos, como jugos gástricos que intensificaban el movimiento de los órganos generando que aquellos se derritan. Ana no aguantó más y se arrodillo en el suelo entre las piedras recién caídas, vomitando todo lo que en su estómago hubiese. El olor nauseabundo atrajo a los cazadores, arácnidos hambrientos. Los buitres sobrevolaban, y hasta el fondo de la cuadra principal en cada casa parecían salir espectros vagando como zombis. Muertos vivientes. De lejos Cintia, mantenia su mira atónita en dirección a un pozo de agua repleto de pirañas. se lanza con un clavado. En seguida el cuerpo es desmenbrado, mientras la risa de los siameses se manifiesta. Algo sale de allí los huesos de Cintia se mezclaban con algunos peces que aún quitaban carne. La bestía se acerca, y clava una lanza en su cabeza, hundiéndola al fondo del pozo de los carroñeros. -Los muertos seguidan. Recorrían cada metro fuera de toda conciencia. Algunos estaban heridos, otros mutilados. Ana se incorporó y corrió hacia la primera esquina que encontró.La araña gigante había atrapado otra presa, uno de esos transeúntes fantasmas que rondan la zona. La desesperación al ver todo el terrorífico escenario que se estaba plasmando, no podía ella evitar las lágrimas pidiendo auxilio, de repente se topó con la casualidad. Eran Elvio, Jaime, y Ernest.Al verlos sintió una alegría inmensa. Y abrazo fuerte a Ernest. Él, devuelve el gesto.- ¿Lo demás? – pregunta Jaime- No lo sé, algo se los trago una criatura gigante los mato. Hay un montón de personas que parecen muertos caminantes, y todo aquí huele a podrido. No sé. Vi lo que era el cuerpo de Mary y como algo gigante lo devoraba. -- ¿¿¿¿Qué???? ¡Maldición! ¡Maldición! Lo mismo hemos visto. Esto es un maldito infierno. – Dice enfadado Ernest. - Debemos ver si encontramos a los otros del grupo, y larguémonos. – comenta- ¿Pero dónde encontrarlos? Todas las calles. Están cerradas, vean hay personas por todas partes. Lo que parecía un pueblo fantasma.- Ellos no están ¿No lo entienden?- Miren es Ginna, Joan, y Jonny sin H.- ¡Muchachos! ¡Vengan! – grita Ana- Ellos no te escuchan. Le dice Elvio. Ellos no están vivos. Cintia regresaba carcomida. -- ¡No es posible! – dice Ernest que se acerca a Jonny sin H. al poner su mano en el hombro, este se inmuta. El frio de su cuerpo se hace latente en la palma de aquella extremidad. Sus dedos comenzaron a congelarse. Sintió que su brazo también tenía el mismo propósito. – ¿Que me ocurre? No puedo moverme. - Jonny se voltea y sonríe, y prosigue su camino como si estuviera perdido. Todos insanos caminando. Algunos siendo víctimas de las trampas, del fuego, y de las criaturas. Y la bestia acecha por los rincones. El brazo de Ernest se parte en pedazos, y éste se sostiene con su otra mano, llevando lo que queda de su brazo al pecho. La sangre comienza a salir en cantidades, y Ana y Jaime empiezan una histeria de terror al ver la situación. Ernest se acuclilla por el dolor, y el suelo comienza a tragárselo como si algo gigante se apareciera de la nada. Era el rostro de uno de los dos de uno de los siameses Berthol. La boca y sus grandes y amarillentos dientes, lo van absorbiendo, y los mastican. Los demás sehacen a un lado, viendo como su amigo pide auxilio, los dientes van masticando su cuerpo, que se despedaza. Chorreando líquidos y fluidos. Ahora el que vomita lanzando toda la bilis es Jaime, que apenas puede respirar y su mano tiembla. Un tajo en su dedo hizo que la sangre, en unas gotas hicieran que el suelo vibrara.- ¿Que pasa Jaime? ¿Tiembla tu mano? ¿Estás muy asustado? ¿No puedes darte cuenta que es tu pesadilla? Te gustara lo que vendrá. –Le dice la voz tenebrosa de su mente que no para de hacer eco. Un ruido en el oído de zumbido hizo que se tomara con las dos manos, poniendo las palmas en sus oídos.Elvio comenzó a verse borroso, y Ana lloraba desconsolada. La gran boca que salía de las arenas, y el barro continuaba crujiendo el cuerpo de Ernest, las fracturas se hacían presentes y algunas astillas con músculos de este sobresalían. Parte de sus intestinos, y otros órganos como el hígado salían hacia afuera. La lengua seca, y verdosa lo enrollaba y tragaba aquel pedazo. Los dientes trituraban cada hueso, y musculo, y la cabeza de Ernest caía devorada hacia el interior. Allí un manglar de líquidos, y vapores se desarrollaban, y con vida aún en unos segundos podía ver un sub infierno dentro del estómago de los siameses Berthol. El vaho comenzó a derretir desde el cabello, los ojos, y por ultimo sus labios como acido.La gran boca de los siameses Berthol se sumerge en aquel barro, y en un último suspiro escupe un pie con una zapatilla puesta. Un perro moribundo y esquelético que pasaba por ese sitió se lanzó atrapando aquel, y se lo llevo lejos. El show era extremadamente tétrico y aterrador.Con las pocas fuerzas que tenía Jaime, se incorporó y fue por Ana. No tenía mucho potencial para seguir, aunque era tarde debían irse de ahí. La neblina estaba más espesa que al comienzo. Era plena, y sin un ápice de luz. Las linternas eran inútiles, solo se veían las sombras que deambulaban extraviadas entre si, entre aquellas calles, y vías, escondites, pasillos, y pasadizos.- ¡Ya está Ana!, debemos irnos, ¡no podemos hacer nada! – le comenta Jaime resignado. –- No, no puede ser – llora ella – ¡No puede estar ocurriendo esto! ¿En que nos hemos metido Jaime? – toma las ropas con sus manos, empujando a Jaime varias hacia delante y atrás. ¿Qué es lo que está pasando? ¡Dime que es una pesadilla!- Quisiera que fuera ello. Lo quisiera realmente. – se resigna Jaime. – Ya vámonos. – Al voltear la vista, puede ver que Elvio no está con ellos.- ¿Y Elvio?- No lo sé. Estaba aquí. Desapareció. – se asombra Jaime. -De repente podía verse a Elvio caminando a un círculo. Allí él se arrodilla, y luego se acuesta en el suelo. Unas personas de hábitos negros, atan sus extremidades. Primero sus muñecas de sus manos, bien firme, y luego los tobillos de sus pies de la misma forma. Elvio no ejerce ningún tipo de resistencia, como si supiera de antemano que lo que le harían. Estaba listo para su sacrificio. Jaime y Ana observaban como si fuera una plaza medieval como sacrificarían aquel hombre. Elvio ve por última vez a Jaime, y Ana.- ¡Deben irse! Debes irte, aún hay tiempo. – le comenta –Aquí es cuando se ha de pagar como garantes de las generaciones de las estirpes malvadas que asolaron al pueblo por años. Nos eligen. ¡No eligen! – Esas son las terminantes palabras de Elvio. –Las sogas que mantienen a Elvio son atadas a caballos. Pronto los látigos hacen hincapié en cada uno; en sus partes traseras, asustándolos, y estos sin apuro salen a toda prisa. Los huesos y la piel de Elvio se estiran hasta un punto que comienzan a sentirse las fracturas. Una y otra parte se estira al punto que los huesos se rompen. Un brazo sale despedido con parte de la clavícula, dejando al descubierto mitad del pecho de Elvio. Las piernas son arrancas de sus sitios con facilidad y lo que resta es arrastrado hasta que el caballo detiene su paso teniendo enfrente a la bestia que toma un pedazo del cuerpo de Elvio. Uno de los órganos estaba intacto. Su corazón, lo quita con su garra y lo mordisquea con gusto. Lo que resta de la anatomía es para los hombres de hábitos negros. Ellos sabrán qué hacer con sus costumbres de carnicería. Jaime y Ana salieron corriendo prontamente. Esquivaban todo lo que alrededor se les apareciera.- Vamos, no mires atrás. No mires. Debemos salir de aquí. – Se apura Jaime-- No puedo seguir. No, no puedo continuar. – Le dice Ana. -- ¿Como que no puedes? ¡Vamos! – ¡tú puedes Ana!- No, no lo entiendes. – Se detiene Ana. Debes seguir solo. – Ana observa al suelo y luego camina hasta un costado. Ahí una de las casas la cual tiene un jardín con algunas flores.- ¡Ana! ¿Qué haces? – Le grita Jaime. –Ana sin seguir la corriente de las palabras de Jaime, marcha con cierta calma hasta el jardín. Allí da varios pasos. Hay como una cerca que impide el paso. La misma está cubierta de alambres. Ella levanta uno de los alambres. Un morador que estaba dentro de la casa, abre la puerta, y la ve a la mujer. No pise las flores. No pise las flores. Aquel morador le faltaba parte de la piel, y solo tenía un ojo.- No pise las flores señorita. No las pise por favor.- No pise las flores – le dice ahora una señora que estaba con él. No entiende lo que decimos, no pise las flores.- No, no, no, no las pises.Los ecos de las voces se escuchaban en los oídos de Jaime. Eran espeluznantes sonidos, hasta que el silencio se apoderó, y no hubo más aviso. Ana pasó del otro lado del jardín, y entre cada paso, Jaime le gritaba que no pisare las flores, que no entrase allí, pero era completamente inútil. Todo estaba perdido para ella. Al dar con aquel pastizal, ve una margarita, a ella le gustan, y las colecciona. Se pone de rodillas y toma una, la huele plácidamente, y respira la fragancia del perfume, que hace la diferencia con la fetidez de todo el pueblo, y el suelo se abre, y ella cae a lo hondo. La flor se mantiene suspendida en el aire corriendo el mismo destino. Jaime va tras ella. No pises las flores, no las pises, no pises las flores. Una y otra vez dice el viejo. Una y otra vez lo va comentando, junto a la mujer. No pises las flores. Al llegar a la cerca, puede verse el pozo. Un sitio hondo, y Ana atravesada desde su muslo derecho hasta una punta de estaca que sale de su boca. Sus ojos parecen alegres, y al mismo tiempo no dicen otra cosa. Su cuerpo comenzó a marchitarse. Parecía una de las hojas del bosque, que caían sin vida. Jaime ladeó la cabeza. No pises las flores vuelve a repetir el viejo. Jaime sale corriendo de allí inmediatamente.Huye por la primera cuadra, sin querer se topa con Fausto, y luego Mary, y por el final Ana, pero no son ellos, y cierra los ojos. Ellos no pueden escuchar, ni ver, ni oír. No están. Jaime sigue sin aguardar ningún segundo. Toma la calle de la izquierda. Un hombre colgado en uno de los robles secos, está pidiendo ayuda, y un cuervo pica parte de su hígado como la leyenda griega de Prometeo.- Sigue mi amigo, sigue que puedes salir de allí. -No puedo seguir más se dice, cuando se detiene un instante a descansar. Escucha un ruido. Algo se está acercando.- Sigue tu puedes, mi amigo. Sigue, y no esperes nada. Tú sigue. –Un monstruo aparecía desde uno de los techos de las casas. Era la tarántula doble. Era un monstruo siamés. Dos tarántulas en una. Dieciséis ojos, dieciséis patas, cuatro colmillos. Se iba dirigiendo a Jaime. Este comienza a correr rápidamente como puede. El hilo de la ceda atrapa su pie, y cae bruscamente. El arácnido se acerca con velocidad, en medio del camino uno de los buitres desciende y se lanza contra Jaime a querer picar su cabeza. El Arácnido lo atrapa primero, y atraviesa el ave en dos devorándola con una de sus dos bocas. Acercándose continúa el monstruo que no cede un paso. Al llegar a Jaime, una de sus patas verifica, palpando su piel desde la mejilla hasta el pecho, luego realiza el mismo método de investigación con la otra extremidad. Debe calcular donde apuntar sus colmillos, y verificar en un rastreo lo que su presa tiene para otorgarle. Por una vez y decidida chequea su cena. Algo persuade al arácnido. La gran criatura se coloca en posición de guardia como si algo viniese a ella. Por detrás algo punzante atraviesa su esfera trasera, Opistosoma, el fluido cae de sí, se va desmembrando. La bestia se aleja. Detrás de aquella, Elvio saludaba a su amigo.- Debes irte. Vete ahora. Vete mi amigo. Yo debo quedarme aquí. Vete. Tú, no eres de aquí.La tarántula se arrojó contra Elvio, consumiéndolo, mientras éste dejaba que devorasen su anatomía. Jaime shockeado psicológicamente por la postura, la situación irremediable, lanzó golpes al suelo maldiciendo, con gotas de sus lagrimales. Inmediatamente se largó a toda prisa sin dudas. Corrió hasta dar con una de las calles de las cuales recordaba con ciertoímpetu haberla transitado con los del grupo. Podía entre tanta niebla visualizar allí la entrada era el cartel colgado en un poste. Cartel a medio caer. Era el cartel, podía salir de ese espantoso pueblo del averno.Tomo un respiro, y se fue de inmediato hasta la entrada del poblado, a toda prisa. Sus piernas se movían con una velocidad de corredor, como lo era él, en sus tiempos de atleta. Corre como nunca los has hecho. Corre a toda velocidad, que el viento sea tu aliado. No te detengas por nada, ni mires atrás lo que el pasado no ofrece, tu solo desafía a la gravedad y corre con toda tus fuerzas. Jaime cada vez se movia con una rapidez innata. Sus pies se lastimaban de las rocas del suelo puntiagudas, y el trayecto parecía estirarse cada vez más como si nunca pudiese llegar, pero no importaba él, estaba decidido a salir de ese sitio a como dé lugar, no le importaba lo acelerado de sus movimientos. Estaba convenido a que debía escapar de esa pesadilla. El trayecto se extendía, y el apresuraba el paso.- No me vas a vencer, asqueroso pueblo, váyanse al demonio, basuras mal olientes, nome van a vencer- ¡¡¡Ahhhh!!! – con un esfuerzo descomunal dio un salto hasta la línea de llegada del pueblo y cayó rendido.Respiró hondo en sus pulmones con una bocanada de aire, y luego repitió la operación varias veces. Estaba en la línea de llegada, y del otro lado el bosque.- ¡Lo logre! ¡¡¡¡Si lo logré!!!! – Jaime se ríe, y observa todo a su alrededor. De inmediato algo cae encima de él y golpea su cabeza con fuerza, no era una roca, fue un golpe de una pala que produjo como una contusión en su cabeza. En el suelo yace aquel, con la poca visión ante el aturdimiento, un hombre de hábitos negros, lo golpea una vez más, y Jaime pierde el conocimiento.