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El cuarto y la mosca

La muerte había venido al mundo y de la peor manera posible. En carne y hueso. Como si el averno existiese en la tierra.La mosca se alimentaba absorbiendo los jugos de la sangre coagulada. Entré al cuarto sin querer en medio de la oscuridad, cuando mis ojos querían escapar de mí, ante el espanto de tan macabra figura. No suelo tener nauseas, pero el vómito era inminente, cuando ese rostro que intentaba moverse, estando amarrado en la silla con una atadura bien efectiva, pudo notar mi presencia. No pidió auxilio, solo dijo que escapase de allí con apenas una voz calma, esperando que su deceso fuese efectivo, para no sentir dolor. El sitio olía a cadáver, y los instrumentos se hallaban ubicados uno por uno en la mesa. El cuerpo observaba al frente la pared cuya mancha de suciedad hacía pensar que el aseo de todo el lugar era de carácter imposible. Caminé unos metros con el pálpito de que podría ocurrir algo en cualquier momento. La superstición del miedo era tan afable a mi pensamiento que lo consumía hasta preguntarme cómo actuar ante tal situación. El grifo de la canilla goteaba incesantemente, y ese sonido el único que la sala presentaba conjuntamente al cantico de aquel insecto que se daba un festín. Con la palma de mi mano acerque ella al agua, que parecía que era lo único que tenía vida, o en su defecto quería darla. Las atrocidades parecen sueños hasta que se reflejan en la realidad. La verdad de la mentira que se esconde en leyendas.Estoy perplejo observando cada una de esas gotas. Una, dos, tres, cuatro, y cinco. Así sucesivamente. Y luego observo en esta penumbra, como la luz que flaquea intenta decirme algo, tal vez para dar más motivos a este infierno de cuatro paredes ¿Por qué ocurre lo que ocurre a la luz de mis parpados que se cierran y abren?. Se cierran y abren constantemente, y esa figura amarrada en la silla de madera, que apenas parece aguantar su peso por los años de uso, a veces desaparece, y vuelve aparecer. Como un fantasma, espectro moribundo del limbo que no descansa en paz.Pero ese ser está vivo, realmente está vivo, o eso creo ¿O no? Ese ser esta allí en ese asiento, siendo consumido en sus jugos por la mosca. Aquel insecto perverso que se aprovecha de la debilidad de la carne. Los tejidos de los músculos de su semblante en aquel putrefacto espécimen estaban en su plenitud. Solo su rostro, parte de sus brazos, dos de sus dedos amputados, y su pierna derecha denotaba apenas su hueso. Y la mosca vil engendro, se aprovechaba de tal.Deje de ver la caída del agua como algo tan efímero, cuando ella se trasladaba a la rejilla para seguir su curso. Alguien aquí lograba irse, sin ser visto. Algo de lo normal en este ciclo ocurría. Voltee como pude mi mirada al otro sector donde había un mueble vetusto. Arcano como de la época de unos cien años. Un cuadro misterios en blanco y negro de una foto colgaba al lado en la pared. Un hombre de bigote con traje de frac, y dos niños a su lado. Dos menores que no podía notar en su aspecto. El hedor súbito se hace muy profundo en mi anatomía, y vuelvo a vomitar de un sobresalto digestivo. Ni siquiera mis órganos aceptaban esta pesadilla. Con cuidado palpé la mesa y tome uno de los instrumentos. Un escalpelo, luego a paso lento me dirigí al mueble. Tenía dos puertas. Era un placar, con mi mano abrí parte de él. Unas ropas viejas colgadas se guardaban en ese espacio que mantenía una cierta libertad. Eran trajes. Sacos de ambo de color marrón y negro. Un papel sobresalía del atuendo marrón, y con ello una polilla que denotaba que ese había sido su hogar durante demasiado tiempo. Era una nota, quise tomarla al extender como podía mi mano. Comencé por causa desconocida a temblar, la nauseas continuaban, pero estaba temblando, y tal vez sabía el porqué. Desde el dedo índice, hasta el brazo, y luego todo mi cuerpo. Camine unos pasos sin voltearme hacia atrás, sin perder la vista del vetusto placar. Algo allí dentro quería consumirme.Me dirijo hasta aquella criatura que presa del dolor, que atinó a respirar una bocana de esfuerzo, para nuevamente con sus fisonomías musculares descompuestas pudiese decirme nuevamente que me fuera de allí.Escasamente entendía, lo que él, o yo, y quien sabe pudiésemos estar haciendo aquí. Ahora observo el techo, mi visión escasea, y estoy mareado, los temblores continúan.La criatura comienza a reírse, se ríe en demasía, y su sangre se escapa de sus poros, la mosca vuela alrededor, y todo comienza a dar vueltas. Muchas vueltas. Todo como una calesita gira a en una dirección a gran velocidad, y luego muda en la misma a otra dirección. Todo se transforma en una confusión, y no logro entender. El goteo del agua acelera su prosecución. Y solo el sonido pavoroso de la mosca que parece convertirse en algo mayor. Y ahora es tan grande como el propio humano, se pone frente al hombre amarrado, y en su visión de muchos cuadros se acerca con sus ventosas abiertas absorbiendo su rostro. Mis ojos se nublan en cataratas, y no puedo abrirlos bien.Los cierro certeramente, y todo es oscuridad plena. Al abrirlos puedo verlos a ellos allí con una cuchilla, desmantelando lo que resta de aquel ser. Sus fisonomías abominables que hacen creer en la miseria, y expiración sobre algo tan normal, en el terrenal tránsito que nos lleva de la mano.Vuelvo a cerrar los ojos por aquella destrucción, para abrirlos nuevamente. El cuarto y la mosca siguen allí. Y la criatura con su vista al frente. Y yo, y yo estoy aquí, y no estoy ¿No sé dónde estoy?En algún punto se debe regresar de donde se está, pero no sé dónde estoy. No lo sé. Tampoco he de preguntar a la mosca, ni al cuerpo, ni al espacio. Hasta ni siquiera a mí mismo puedo preguntarme como regresar de este pozo que la curiosidad me ha hecho ingresar. Lugar lúgubre de la nada, donde la desventura me atrapo por completo sin darme cuenta, sin posibilidad de poder escaparme.La carencia de mi mente se encuentra en su peor momento en esa mórbida coherencia que se está desvaneciendo hasta dar rienda suelta a la locura que me invade.A la indigencia del cuarto lo dice todo, y el espacio nos transforma. Mi transformación es tan plena como la de aquel, y los que se hallan en el pozo, que sin querer vinieron a dar aquí, por la misma cuestión que vine.Hay unas escaleras que llevan a algún lugar, y una puerta que sin más no recuerdo fue donde llegué, y el cuarto. El exiguo cuarto. El pozo de la desgracia. Y ellos, la macabra leyenda que invade mi alma con temor, con infortunio. Debería decidirme y liberar elcuerpo, pero no quiere, parece que no quiere, y yo tampoco quiero. Vuelvo dirigirme al mueble de los trajes, para ver la nota. Ella dice mucho quizás, eso pienso.Oigo unos pasos, los oigo con apenas el lóbulo de mi oreja derecha, pues la izquierda fue cercenada con un efecto punzante. Tomo razón de las partes de mi cuerpo. Razón que ha desaparecido, y la sombra oscura me acecha, y escucho unos pasos. Algo desciende de las escaleras. El fuego de luz de la vela genera una imagen carente de ello. Algo repulsivo que se alimenta del pavor. No quiero meditar en cuestiones, ni esperar lo inesperado. El dolor de nauseas se transforma en dolor de cabeza, y me rasco parte de la cien. A medias no está bien. En cierta medida hace falta. Me han quitado una parte de mí. Y no puedo entender, ni logro entender nada, preguntándome una y otra vez. No comprendo. Los pasos se acercan. Cada vez más rápido en su lenta preponderancia ¿Entonces ellos están retornando?En efecto la pesadilla, aún continúa. Esto no es un sueño. Ni siquiera una fantasía. Es una maldita desgracia. Y todo es mi culpa. No debería estar aquí, y ellos están viniendo. La mosca vuela hacia el techo satisfecha, sin más ganas de alimentarse. La criatura me dice que me vaya. Con la poca fuerza que le queda, dice que me vaya, aunque ¿dónde ir?Debo escapar ellos vienen al cuarto, y la mosca y la criatura lo saben bien, o lo sabían en su poca existencia. Busco en todas las direcciones dirigirme hasta un escondite. El único sentido vivo en mi es el de supervivencia que me invita a salir de allí lo antes posible, y los pasos cada vez se escuchan como mayor plenitud en mi solitario lóbulo auditivo. La puerta en la cual ingresé aquí. No. Aquella es solo una sala oscura sin nada en la cual estuve encerrado, y Salí. Continúo procurando un escondite en el cual refugiarme hasta que el peligro se desvanezca. El mueble el solitario espacio donde poder resguardarme. Las manos me tiemblan y todo mi cuerpo prosíguela orquesta fatídica de aquel arcano artefacto de madera, que en su primigenio esplendor quiere consumirme. Sin medir las consecuencias me direcciono a él como un salvavidas del temor que a mí por mí viene. Toda esta alucinación me da lamentos delirantes de la fiebre, y la fetidez se reproduce con mayor amplitud a medida que algo desciende de aquellas escalinatas, con la sombra amorfa en un imperfecto espécimen que hace de forma excelente su trabajo en éste sitio perdido en el cual estoy.Esa imperfección malévola que era una fábula; leyenda de las urbe. Mito de los pueblerinos que precisan temerle a algo, o alguien. Defectuoso ser de lo oscuro que acecha a los ilusos como éste incrédulo que no puede ser más tonto al venir a las fauces del lobo.¡Maldito ingenuo!, ¡maldito eres! Estúpido en todas sus palabras, ¿por qué viniste aquí, ante las advertencias?El cuarto y la mosca son el perfecto equilibro de ellos. Y la sombra cada vez crece con más fuerza. Solo unos pasos hasta llegar al sitio. Voy a gran velocidad mientras los miembros de la escasa movilidad me los permiten. Me tiembla con gran frecuencia mi estructura ósea. Mi espina parece querer huir antes de que me encuentren en el cuarto. Los pasos se estabilizan, y con las pocas fuerzas que tengo voy como puede mi anatomía estirando el brazo, luego la mano, y los dedos hasta llegar a la perilla, balanceándome hasta poder abrir aquella con el terremoto de mi cuerpo. La fragancia de ellos está presente, las presiento, y mi temblor no cesa. Hay un pie que se hace presente, luego otro pie, la mano deforme se soma. Era una piel implantada, imperfectamente en estado reseco. Me introduje en el placar, y cerré la puerta. Era gigante aquel escondite. Entre ropas me acurruqué en un espacio mínimo. Del otro lado no se escuchaba nada. O quizás sí, era el silencio que comenzó a caminar muy lentamente estudiando todo el alrededor. Y luego ellos, los creadores de esta broma macabra que iban y venían de un lado al otro. No había de quien alimentarse ¡Falso! La carne estaba en todos los alrededores desde donde quisieran. El sonido del silencio desapareció. Ahora otro sonido; estruendo de una maquina diabólica. El chirrido del óxido de la sierra eléctrica. Me acerqué como pude hasta el hoyo de una cerradura. Desde allí los podía contemplar, como con sus manos gastadas, mal cosidas, cortaban parte del cuerpo de la criatura. La mosca continuaba en el techo, y en su visión de cuadros, veía un ejército de asesinos que hacían singular aquel completo experimento que han perpetuado desde los fines de los tiempos. Cercenaban parte del estómago, escurriendo todo el líquido del jugo gástrico que se diluía en un rio conjuntamente con la sangre. Era un rio que escapaba a la rejilla del suelo. Luego cortaron otra pieza desde el intestino. La cortadura profunda genero la salida del excremento que aún no se preparaba para escapar del recto. Eran tan profundo, como asqueroso aquel evento de carnicería, que aparté la vista unos segundos, no quería que pudiesen verme. Ya había recibido lo suficiente. Sin potencia para aguantar ese espectáculo, me arrojé al fondo con mi cuerpo temblando cadavez más. Masajee mi mente con mis manos, mientras las lágrimas se escapaban de miso globos oculares. ¡No puede ser!, ¡no! ¡No puede ser! ¿Qué hago aquí? Debo escapar ahora mismo. Debo irme de éste punto ¡Esto no es verdad! Aspire una bocanada de aire impuro, y mal habido, y me arrimé hasta el orificio nuevamente. El adefesio deja la sierra, y con su mano toma parte del intestino, comienza a saborearlo crudo, mordisqueando con sus dientes afilados, las partes de pedazos pequeños caían al suelo lleno de suciedad. La mugre de aquellas anomalías era tal, que el olor nauseabundo era lo más parecido al de un animal podrido luego de que su organismo yaciera por una cantidad de días considerable. La criatura estaba completamente sin vida. Sus ojos fueron quitados cuidadosamente por el esperpento que chupaba con sus dientes; todas muelas molares aplastando el lóbulo. Masticando como si fuera un caramelo. Ríe, y burla aquel como algo normal, como algo tan simple. Era parte de su dieta. De su manera de vida según lo que investigué. Y creía en mi adentros que solo era una fábula. Que solo era ello, una simple, y triste fabula. La bestia existía. Una luz, hay un luz iluminando el estómago vacío de la criatura que ya había dejado de respirar. Había como una cavidad que se bifurcaba con otra masa. El hígado está intacto, y la garra de lo toma arrancándolo con parte de otra pulpa. Salpica a la cara, de la cara, y en doble la burla de lo más extraño en lo bizarro.Es luz que ilumina los restos de lo que resta es una invitación. De a poco van quitando; arrancando el esternón, y con ello hay parte del pulpo de un color oscuro, en nombre de un fumador. No se desecha nada, y cortan en pedazos. Hay una leve resonancia en el crujido de esos retazos que van siendo devorados con gran elocuencia. Parece un aire; felicidad indómita en la bestia fatal que se alimenta como una hiena desesperada que no ha comido en días. Y qué decir, si la manera de deglutir de sus estómagos es tan asquerosa como una inmundicia del basurero. Y aquel lugar en el pozo, y antes de aquel no escapaba a ello.- ¡Quiero más! – arranca el otro pulmón – quiero mas- No, más – has comido – hay que llevarle – llevarle a la abuela- ¡¡Quiero más!! – grita con enfado – ¡¡¡Quiero más!!!- ¡¡¡No más!!! – repiteEstán terrible como la evidencia notoria de la existencia de tal deforme obra, quizás alguien sepa con razón como surgió esa desproporción tal espantosa. Hay una discusión. En lalocura de toda la situación hay una discusión nefasta entre tanto defecto. La criatura impoluta descansa en la silla por siempre, y la mosca retoma su andar al rostro de ese ser que aprecia sin vida como terminará de ser comido como una cena de varios. Jamás imagino que sus últimos momentos sería un insecto chupando lo que contiene en sus jugos, y su intestino repleto de heces de su última cena en manos de una garra podrida en su piel, y una mano totalmente cosida.- Quiero seguir comiendo -- No comas más – no, no másLa mueca del semblante se comprime que bronca y lágrimas, por el hambre en su fulgor. Y no puedo moverme para nada, en este escondite lleno de todo lo fatal. Sigo observando. La discusión cesa. Toma la máquina de sierra, para depositarla en la mesa. El grifo continúa goteando, pero con más velocidad queriendo escapar de aquello incomprensible. Recoge un cuchillo bien afilado, y se lo pasa por parte de la mano produciendo un corte, sin que escape la sangre. Nada podía salir de ello. Y se acerca con cuidado a los huesos extraídos para quitar los retazos de piel que quedaron aferrados al arrancar esa parte de la criatura. Era como una autopsia de caníbales, que querían aprovechar todos los restos. Y los que estaban podridos mejor aún.- Quiero una muela -- Tómala. Con cuidado. Con cuidado. TómalaFue a la mesa, y abrió una gaveta en ella. Una pinza. Ideal para arrancar, y destrabar tuercas. Observó directamente a la boca, y se aproximó con decisión. Con la garra abrió la boca de esos labios cortados, y miró con entusiasmo ese manojo de dientes, molares, y premolares. Meditó rascándose la cabeza, para saber cuál escoger. La menos amarilla. Tenían un cierto cuidado. No el mejor, era un cuidado discreto. Hasta que dio con el indicado. Ese era el correcto para sí mismo. Era el que ha buscado por mucho tiempo, sin éxito. Muy precavido se abre la tenaza, y comprime la muela, con sumo cuidado hace un giro en trescientos sesenta grados varias veces. Repite la operación una y otra vez sin cesar. Con fuerza estira la mano, y el brazo en dirección reversa. Hacia atrás con potencia, pero no cede, la muela no quiere salir. Se rehúsa a formar parte de otra forma de anatomíaexperimental que no sea parte de quien la vio nacer. De todas maneras el torniquete no tarda en dar efecto, remordiendo una y otra vez. En una dirección, y luego la otra, como un experto dentista, cercena la muela a medida que la raíz va expandiéndose como un cuchillo en punta. Con ella un hilo fino de tejidos. La incisión previa fue indolora. La criatura nunca sentiría nada, si estuviese en pena de vida, pues el suplicio que ha sufrido ante ser desollado vivo fue una tortura que ni siquiera la más temible se podría tener presente. Pero ellos eran capaces de todo. Y la tortura de agua, doncella de hierro, o la rueda. Cualquier método era propio de su sanguinaria manera de actuar. Pero ello no era lo peor, sino la antropofagia en su desmedida hora, como lo hace en este momento, con ese ser sin definir pues a su piel ha sido extraída para algún uso práctico. Para ese alimento cosiendo con fina configuración.¿Será verdad que la maldad existe en el mundo a tal aspecto? Me pregunto si las lucubraciones malignas son propias de los genes, y del mal que el ADN genera en algunas bestias.¿Será el instinto asesino o de supervivencia? La supervivencia del más fuerte nos hace invencibles, poderosos. El mundo es un lugar peligroso para los individuos inocentes.¿O será cultural? Alguien enseño que en la vida el crio debe sobrevivir de la forma que parezca a fin de proseguir adelante con la vida. El impulso de vencer a los débiles. Subyugar, y destruir a los demás con el fin de reinar. Ser rey en su propio lecho.¿No sé qué ocurrirá? Aun continúa el temblor, mientras observo lo que la abominación emplea, sentado en una silla del lado de la mesa, viéndose al espejo que refleja un demonio con un cuero que se asemeja al de los humanos. Abre su boca llena de dientes molares, y escoge uno. El del medio. Con su mano hábil, toma la pinza nuevamente, comienza el mismo proceso que realizó hace unos momentos. Un paréntesis, a saber, la anestesia local, o la que sea, es imposible, y no existe bajo ningún aspecto. Aquí no se trata de insertar una corona dentro de lo que se llama obturación dental. Su método de medico es fatal. Ampliamente fatal. No existe relación con los demás dientes; incluso cada uno de ellos es diferente del anterior. Y tal vez no tenga dientes propios, ni muelas, premuelas, ni muela de juicio, tanto en la parte superior, como inferior. La extracción quirúrgica es brutal, sin siquiera un pequeño corte en la encía. Las encías parecen que sangran del sarro acumuladoque parece otra muela, o diente perdido en forma de paredes de alimentos recogidos y sellados como si fueran concreto. Nuevamente siento las náuseas en mi interior a tan desagradable situación, y el maldito terremoto en mi cuerpo, genera un nimio ruido, que acusa recibo auditivo de aquel esperpento. Pero no da razones para voltearse, y prosigue con su trabajo. Quita con empeño la muela insertada en otra época, y ahora entre el pus y la sangre se gesta un líquido perfecto para introducir la nueva pieza que encajará como de lugar. Como si fuera el tomillo común y corriente realiza el implante hasta introducirlo en el hueso de modo que se intercale con las demás, y se incluya en la dotación de coágulos que se fueron originando. Concluyendo su trabajo, la parte ha quedado incluida en la boca. Se sigue viendo al espejo como si se tratara de algo grandioso. Le gusta verse al espejo, constantemente para saber quién será. Era algo, es algo, y será algo que vino al mundo como una venganza, sin embargo pagan el precio los que no corresponden, y forman parte de su menú ¿Cuantas alma han caído en esas manos difusas?Llena de falacias es aquel castigo que viene del inframundo a castigar a todos los seres.La mosca prosigue de forma imperiosa alimentándose, y vuela al espejo donde aquel se observa.¡¡¡Qué demonios!!!La garra la atrapa, y quiebra el vidrio con un golpe fuerte partiendo el vidrio, y distinguiendo en partes por cada retaso del espejo que refleja del otro lado lo peor de lo peor enfurecido, llevando con su garra el insecto la boca para tragarse el insecto casi moribundo. Ninguna criatura logra escapar a eso. La nueva muela es estrenada como fervor.Me sentí exhausto de tanta consternación. El aire me faltaba en los pulmones. Respirar en el pozo de la casa es tan difícil, como respirar en otro planeta como Marte. Voltee mi visión al saco añoso de color marrón. La nota se encontraba a medio abrir, y con el estremecimiento de mi mano izquierda lo recogí. En medio de la oscuridad del mueble no podía leer lo que decía, por lo que resolví guardarlo con lo poco que de conciencia me queda en la escasa lucidez, luego de toda la pesadilla que he vivido y seguiré viviendo, deno lograr salir del pozo en el cual la maldita deformidad infernal me ha traído como penitencia a mi obtusa curiosidad.Uno es obstinado sin hacer caso a quienes saben bien de los peligros que se esconden tanto en la selva de cemento, como la selva de los campos, la selva de poblados, la selva de los lugares apartados. Y uno en su fama obstinada se lanza a recoger pistas, y otras yerbas para lograr esclarecer los hechos y determinar la verdad. Y lo cierto es que me he metido en un embrollo de lo más terrible. Tan aterrador que hasta el propio orco le temería, sino es que son el orco en persona.Me acurruco contra la punta del mueble muy lentamente, entre las telas de las ropas que se acumulan. Aparte de los sacos de vestir, hay unas prendas de vestido que posiblemente serán de un familiar. La señora de la casa, que aparentemente en su insania, se encuentra en peores condiciones.¡Es una psicosis total!¡Es una psicosis terrible!¡Pura psicosis!Mi mente ya no puede soportar, y de la prendas de vestir. Los vestidos, los sacos, y ahora entre hurgar lo guardado un atuendo diferente de lo que conocemos. Unos pantalones extras, y una camisa de una talla más grande, y otro saco. Algo particular. Un ambo grande, pero sin la forma humana. Parecía hecho por un experto. Un sastre de profesión que sabía bien lo que hacía, para la familia. Era tan monstruoso como lo que del otro lado del mueble se encuentra sentado en la silla observándose en lo que queda del espejo roto con ahora sus años de mala suerte que no es para eso, sino para los otros que caen en sus garras. En sus aposentos, en donde nació lo antinatural. Lo desproporcionado en su plena corporeidad. El espantoso elemento que fuera error de la naturaleza que no supo qué hacer con él.- ¡Es todo una psicosis! - Me digo a mi mismo – ¡Es todo una psicosis! – Y no aguanto–- No lo es, es verdad. Esto es la pura maldad. Y no saldrás. No podrás salir de aquí.Me estoy volviendo más loco de lo que el suplicio medieval al que me sometieron es. Mi mente no tiene discernimiento normal, y ello es peor aún, o posiblemente es la única medicina que pueda liberarme de todo el martirio. No obstante mi instinto de supervivencia me pide que salga de este lugar.- Debe escapar. Debes irte. Te encontrarán. Te encontrará -- ¡Debo irme! ¿Cómo debo irme?- Es verdad. No puedes escapar. No saldrás.- Si saldrás. Debe salir.- ¿Debo salir?- No saldrás. Nadie escapa ¡Nadie!- Debe salir ahora. Es urgente. Ellos vendrán ¡Vendrá!- ¿Cómo saldré?No puedo conmigo mismo. No puedo saber que decir, que hacer, como escapar. Estoy perdiendo de manera definitiva la razón. Y me pregunto, ¿si estaré vivo? O soy parte del alimento de que mi cuerpo le dio a la bestia monstruosa que permanece en silenció sin hacer movimiento. Se habrá quedado dormido. Eso sería perfecto, y con lo que resta de mí podría escapar a la libertad de su yugo maldito.Voy acercarme hasta el agujero de la cerradura una vez más. Apenas puedo ver bien, pero ininterrumpido lo puedo observar incorporándose de la silla y llevándola hasta la habitación donde me encontraba. Irán por mí. Estoy en aprietos. Lo estoy en cuanto sepan que no hay nadie en esa oscura habitación en la cual las ratas caminan conjuntamente con las arañas que hacen sus telas esperando alguna presa, como ellos, él, lo que fuere que atrapa sus presas, y extrae sus jugos y su piel. Maldición está dirigiéndose a la habitación, y en un giro duda, permaneciendo impoluto distraído en la pared. Distraído en una sombra que se mueve, y lo hace dudar. Esa duda puede ser mi salvación, mientras aquí escondido puedo generar un plan para largarme de aquí. La sombra lo hace meditar y muy lentamente camina a la pared que la refleja. Su visión es tan nefasta que hasta no se encuentra en condiciones, luego de quitarse los ojos, y agregarse otros, y la explicación más inexacta es como logra ver. Quizás no vea, o sí. O solo perciba con el olfato, u oído podrido de pus, y gusanos que se escapan de eso que no es natural, ni artificial. Pues nada que sea de estemundo fue creado con tanta maldad. Nada puede ser posible como ello. El ser humano no puede ser tan malévolo, y desquiciado para lograr algo así. Y eso debe ser destruido de manera inmediata, o destruirá todo lo que existe de a poco. Y por Dios que no exista más como él, eso, ellos. Que no exista otra deformidad tan peligrosa como esa cosa que tan nocivo. Es una mutación aterradora. El escalofriante sentimiento hace que hasta el miedo le tema.El cuarto esta tanto solitario sin la mosca. El cuarto se alimenta de las miserias,Las criaturas acechan, va en busca de la sombra, Debo escapar, debo escapar de este infierno de Dante, Pero nadie huye, de ellos nadie huye.Ni el miedo puede huir, mientras cercenan sus entrañas,Cortan cada parte de la carne, y la jugosa piel que usan de manto,Son un sueño perverso en el puro resentimiento, son un sueño perverso, La piel, la dulce piel que usaran de atuendo,La piel su mejor traje, hecho de los caídos desollados, Hecho de los ingenuos allegados,Hecho de la materia prima de la carnicería.La mano palpa la pared de la sombra que estoica se mantiene sin moverse, y cavilan sin comprender. Ellos ven también cosas, que no entienden, o eso creo. La sombra se va moviendo de a poco hasta ir esfumándose a la habitación. Van a ella. Se darán cuenta que no estoy. Que he roto las reglas y he salido de allí. La habitación, otro lugar oscuro entre la penumbra del cuarto donde yacen la criatura, y la mosca. Eso camina al interior comopasando de un portal a otro. Como queriendo ingresar en otra dimensión desconocida. Las mazmorras en el cual alojaran a las almas condenadas por sus falaces manos; deficientes, heteras, anómalas. Dedos largos y huesudos, de unos; dedos en forma de pezuñas; garras siniestras.- ¡No lo veo!- No puedo sentirlo – huele la cosa – no puedo sentirlo.- No puedo verlo. Se ha ido. Se ha esfumado.- ¡Debe aparecer!- ¿Y si no aparece?- ¡Debe aparecer!- ¡¡¡¡¡No puede ser!!!!! - comienza a golpear con odio la pared. El ladrillo se carcome, y la sombra aparece nuevamente.- ¿Qué eres? – grita – ¿Qué eres? -¿Dónde está?- ¡Tú lo tienes ahí en tu poder!La sombra se mueve con frecuencia, parece reír de a momentos, y de instantes, se forma en una niebla que se agranda cubriendo todo lo que alrededor de la habitación existe. Patea el suelo lleno de un pastizal de paja. Como una antigua cárcel medieval. Una cárcel que ha albergado mi ser. La cosa comienza a golpear la humedad de los bloques donde la sombra se ha metido en un reflejo. Golpea y golpea cada vez con más intensidad. Se arrodilla, y huele el suelo. Lo huele con el olfato medido, milimétricamente se dirige marcando con su dedo como si fuera una línea en un contorno dibujando un mapa topográfico de donde podrá estar su presa. Magrea la aridez del frio suelo corriendo esos pastos secos. Acaricia ahora con su frente, y de costado coloca su oreja, su oído intenta descifrar con el olfato lo que la visión no puede. Unos segundos solamente para recostarse e imaginarse la situación en una mente manoseada por la morbosidad del óbito que ama el deceso del placer en el homicidio.Inhala, y lentamente exhala. La sombra se transporta al techo y lo veo. Tienen sus ojos fijos en la sombra que abre sus fauces, y sin pestañear las cierra. Ahora se da vuelta y nuevamente repite la operación en su olfato.- Esta allí, ahí en el mueble de la Abuela – se dice relamiendo su lengua con una comisura de sangre- Vamos por él, vamos por él ¡Quiero la carne!- ¡Quiero su piel! – Vamos por él.- Condenado él. Que creíste que escaparías!- ¡Condenada miseria!- ¿Y él? ¿Eso?- Veremos – la sombra se minimiza retirándose de la habitación.Vienen aquí, vienen hacia mí. Como dos en uno vienen en mi búsqueda, para continuar con su plan. Escasamente puedo liberarme. No puedo retirarme del mueble. Ahora se dirige con pasos lentos, y a la vez en su lentitud ligero. Los veo desde el agujero de placar. Paso, paso, paso.Toc-toc-toc. Suena el chirrido de la garra que desde la pared golpetea. Y se acercan muy sigilosamente. De manera placida, carcajean- Vamos a comer.!Ah! Vamos a disfrutar de tu piel.- Tu piel, tu sabrosa piel. Tus dientes. Esos blancos dientes – saborea con la lengua – blanca forma de la carne, quiero cortarlo vivo, y quitarle los intestinos jugosos,- El corazón es mío. Es todo mío.- Su cerebro entonces me lo quedaré yo- No, también es míoToc –toc –toc. Suena el golpeteo de la pared. Suena sin cesar. Están cerca. Toc – toc – toc la madera de la puerta del mueble resuena. Sin sonido, no hay sonido.- No hay nada aquí. Suena huevo podrido, y sabe a él.- No puedo oler nada.- ¡Mísero! ¡no está! No está - se dice.- ¡Vámonos a buscarlo a otro lado!Se pusieron de acuerdo en un instante. Proseguía mirando por el diminuto agujero, y no podía ver nada. Nada de nada ¿Se habrán ido pensaba? El silencio regreso a la sala. Unosminutos pasaron. Veía como se dirigían hasta las escaleras, pero no sentí la resonancia de sus pies subiendo. Respiré hondo una vez más del alivio. Era una respiración digna de alguien que podría percibir la tranquilidad.¡¡¡¡¡PUfff!!!!! – el ojo vidrioso de la bestia aparece de inmediato, y me mira devolviendo la gentileza desde el agujero. Me mira. ¡Me mira, Dios! Las puertas del mueble se abren con fuerza.Los siameses Berthol me han encontrado.