Valle de las Espinas, mil años atrás.
—¡Auxilio!
Un niño hada estaba tratando de no hundirse en uno de los ríos cerca del castillo de los cuatro reyes, a la orilla de este Jareth Sahira lo veía con desprecio, —Que esto te sirva de lección pequeño, si sobrevives, recuerda lo peligroso que puede ser jugar para dos bandos.
El elfo se alejó a pesar de las súplicas que Lilia daba para que le rescatara, su cuerpo entumido por el frío no resistiría por mucho tiempo. Finalmente, dejo de luchar, mientras se hundía veía la luz de la luna azul. "Reyes… Lily… perdóname", pensaba mientras cerraba los ojos.
Solo estuvo unos segundos sumido en la oscuridad cuando sintió cómo alguien lo cargaba gentilmente y lo sacaba del río. Escupió mucha agua, no vio a nadie, su rescatador solo dijo algo antes de desaparecer, "Aún no es tu tiempo".
Sala de los espejos, presente.
¿Por qué había recordado eso justo ahora?, debía concentrarse si quería ser de ayuda para sus compañeros. Lilia estaba en uno de los baños checando su mano, por el momento solo la punta de sus dedos se habían convertido en piedra, no sabía cuánto tiempo le tomaría a la maldición convertirlo por lo que debía de darse prisa.
Volvió a ponerse sus guantes y salió, fue a donde el líder de Diasomnia y su guardia le esperaban. — Viejo, ¿seguro que estás bien?— preocupado Silver lo tomaba por los hombros, los otros dos no dijeron nada, pero también lucían preocupados por él.
—Tranquilo, ese hechizo me debilitó un poco, pero estoy bien— mentía Lilia con una sonrisa, —Si estás seguro, entonces dinos lo que sabes por favor— decía con calma Malleus. El más bajo se puso serio, esa era una de las cosas de su pasado de las que no estaba orgulloso.
—Solo dire que lo que hace a Jareth peligroso no es su magia, en eso tú podrías dominarlo fácilmente Malleus— comenzaba a explicarles, —¡Ja!, por supuesto que no hay nadie más poderoso que Waka-sama— interrumpía Sebek a Lilia, callando inmediatamente después de la mirada sería que le dio Malleus.
—No lo subestimes Sebek, puede que él no sea realmente un mago tan poderoso, pero por algo conquisto y domino el valle de las espinas por 100 años— volvía a retomar su explicación Lilia, —Lo que le hace poderoso es su capacidad de encontrar tus puntos débiles con una mínima observación.
Los otros tres entendieron rápidamente a que se refería, no podían permitir que aquel elfo viera a través de ellos, por lo que capturarle lo más pronto posible era lo primordial. —En ese caso, sugiero movernos en conjunto para buscarlo y servir de barrera para que el joven amo lo capture— daba su análisis Silver.
Los cuatro estuvieron de acuerdo, la unión que había entre ellos era de gran ayuda en momentos así donde requerían estar en absoluta sincronía. Antes de atravesar el espejo Sebek no pudo evitar soltar una duda que rondaba su cabeza, —Perdone Lilia-sama, pero ¿cómo es que conoce a nuestro enemigo?
Lilia se puso incómodo, Malleus lo noto. Si bien había cuidado de él desde pequeño la verdad era que muchas cosas del pasado de su tutor eran un misterio, —Esa es una explicación que Lilia nos dará en otro momento, por ahora debemos dar lo mejor para rescatar a Mc— daba por terminada la discusión Malleus.
Dormitorio de Diasomnia, una y media de la mañana.
Salvo por el trono y la chimenea, el resto de los muebles habían sido removidos del longe, algunas paredes ahora tenían hielo y las luces de los candelabros brillaban con una luz azul pálida. Gracias a un hechizo que puso en la entrada Jareth supo que sus invitados habían llegado.
No pudo evitar sentir un déjà vu, igual que hace miles de años cuatro sujetos pretendían detenerlo. El elfo no era tonto, entre las ventajas que tenían era contar con un mago más poderoso que él y aquel pequeño traidor que conocía sus trucos y podía ponerlos en alerta.
Su mejor opción era encontrar al eslabón más débil y usarlo como moneda de intercambio, pero debía ser cuidadoso, recuperar el Valle de las Espinas dependía de jugar bien sus cartas.
…
Los pasillos del dormitorio estaban helados, Malleus tuvo que usar un hechizo especial para que sus compañeros no se vieran afectados por esto. Ya habían buscado tanto en la planta baja como en el segundo piso sin resultado.
Aunque separarse hubiera sido lo ideal para abarcar más terreno, Lilia insistió en seguir juntos, ya que si uno caía en los juegos mentales de Jareth los otros tres podrían traerle de regreso. —Nada— decía Silver tras cerrar la puerta del último cuarto, —Solo nos quedan las torres y el sótano— el peli-plata trataba de contener un bostezo.
—No me digas que te vas a dormir justo ahora— molesto le recriminaba Sebek, —Sabes que no puede evitarlo— decía Lilia ayudando al chico para que se recostara en el suelo. Malleus concedió que le dejaran dormir diez minutos, si el chico estaba cansado podría ponerlos en apuros.
Mientras esperaban a que el chico despertara los otros tres debatían si sería mejor subir o bajar para encontrar al elfo. Algo llamo la atención de Sebek, un ruido que se acercaba a ellos, —¡Waka-sama!— grito poniéndose frente a este y alertando con eso a los otros dos.
Por uno de los corredores una jauría de lobos blancos corría en dirección a ellos, al estar Silver aún inconsciente eso dejaba solo a las hadas libres para el combate. —Sebek, ayuda a Lilia a cuidar de Silver— ordenaba Malleus, quien sin mucho esfuerzo comenzó a enfrentarse a los lobos.
Aunque Malleus destruía fácilmente a los lobos, los cuales estaban hechos de hielo, más de ellos se aparecían por los corredores. Entre tanto Lilia con Silver en sus brazos también trataban de destruir el mayor número posible, mientras que Sebek destruía a los lobos que se escapaban del rango del mayor.
—¿Por qué justo ahora?, debimos dejarlo en la escuela, un humano no es más que problemas— gritaba el chico de primero, Lilia estaba por regañarlo cuando el peli-plateado despertó desconcertado. A pesar de ello se unió a la batalla, ahora que los cuatro estaban juntos acabar con los lobos no les tomo más de dos minutos.
Malleus había bajado la guardia cuando un lobo que estaba escondido brinco tratando de morderlo, pero Sebek lo tecleo a tiempo. Desafortunadamente por la fuerza que uso ambos rompieron una ventana y salieron volando.
—¡Sebek!— sus compañeros corrieron a la ventana, solo vieron el cuerpo del lobo hecho pedazos, pero no había rastro del menor.
…
Sebek estaba listo para sentir el impacto del suelo, pero en su lugar una capa de nieve retuvo su caída, aunque se lastimó el impacto fue menor. El peli-verde estaba confundido, juraría que cayó en la parte trasera del dormitorio y en su lugar estaba en el puente de la entrada, cerca de una de las torres de vigilancia.
Al tratar de pararse un dolor en su pierna lo retuvo, al revisar vio que se había hecho un corte profundo, no era una herida grabe, no obstante lo perjudicaba si debía volver a pelear. —¿Te encuentras bien?— una voz gentil se acercaba rápidamente a él.
Un hermoso joven se incoó para estar a su altura, el uniforme era ligeramente diferente al de su líder y la capa blanca que cubría sus hombros parecía muy abrigadora. Reponiéndose de la impresión Sebek se alejó de aquel sujeto, esto hizo que su herida sangrara un poco.
—No te muevas, podrías lastimarte— el elfo parecía preocupado, de entre sus ropas saco una botellita, hecho una gota de un líquido rojo en la nieve y de esta creció un tarro con un ungüento dentro. Jareth la tomo y se la ofreció al chico, Sebek aunque dudoso la acepto y comenzó a aplicarse el ungüento en la herida que comenzó a sanar.
—¿Cómo te llamas?— preguntaba amablemente Jareth, a pesar de no parecerle peligroso el de primero confiaba en la palabra de Lilia, posiblemente esto era una trampa. Viendo que el chico no confiaría en él fácilmente opto por cambiar su estrategia.
—Perdona, pero yo… estoy en peligro, entre hadas debemos cuidarnos— comenzaba a decirle con voz afligida Jareth, —Ese humano nos tiene bajo su poder, nos obliga a hacer cosas que no queremos, sé que Lilia te habrá contado cosas, pero yo en realidad no soy malo.
Una brecha de duda apareció en el rostro de Sebek, él en realidad no sabía mucho de aquel exmonarca, y Lilia nunca les había contado sobre él, ¿Qué tal si este chico decía la verdad?
Jareth sonrió para sus adentros, —Ayúdame por favor, a cambio puedo decirles donde está el/ la humano/a cautivo/a.
—¿Tú sabes dónde está Mc?
…
Por más que lo llamaban no había respuesta, era como si la tierra se hubiera tragado a Sebek. —¿Creen que el enemigo lo tenga como rehén?— preguntaba preocupado Silver, los mayores creían que eso era lo más probable, lo raro era que aún no se hubiera manifestado Jareth.
Una luz verde se acercó a ellos, era un hechizo que Malleus les había enseñado a Sebek y Silver cuando eran niños, si se perdían creaban esa luz y él, Lilia o algún mayor podrían localizarlos. Mientras seguían a la luz iba trazando un nuevo plan, el cual priorizaba rescatar al menor.
Antes de llegar al longe un dolor hizo que Lilia se detuviera sin que ninguno de los otros chicos lo notara, al levantar la manga de su abrigo vio que la maldición había avanzado hasta su codo, aunque no era la mano que usaba para manipular su pluma el tiempo se le acababa.
Los tres entraron en el salón, Jareth estaba sentado en el trono con Sebek amordazado a su lado, con los ojos parecía querer disculparse por haber caído en la trampa. El elfo tenía una sonrisa arrogante, aunque su rival era el chico de cuernos su vista se concentró en el más chico a su lado.
—Lilia, me gustaría decir cuanto has crecido, pero por lo visto sigues siendo un enano molesto— se burlaba el exlíder, dicho comentario no fue bien recibido por ninguno de los chicos a quien Lilia había cuidado. —Pues tú te ves igual de idiota, supongo que hay cosas que no cambian— respondía el de ojos rojos.
Evidentemente, ese comentario no le gusto al elfo, quien se levantó del trono y le lanzo un hechizo oscuro, Lilia no se movió, contaba con que Malleus pararía con una mano el ataque. Jareth trago saliva, aunque Walter le advirtió de la magia de Malleus verlo en acción lo impresionó.
Atacarlo sería una locura, debía distraer al de cuernos si quería tener algún chacé de ganarle. —¿Es cierto lo que su amigo me dijo, que ustedes cuatro son muy unidos?— decía bajando las escaleras, los otros tres volvieron a ver al menor preguntándose que tanto le habría dicho.
—Así que tengo una duda, ¿qué es más importante, él o detenerme?— mientras decía eso en los pies de Sebek comenzó a crecer hielo, el cual se fue extendiendo hasta llegarle al cuello. —No trates de amenazarme— Malleus se mostraba serio, sin problema libero al chico quien en cuanto estuvo libre corrió a ellos.
—¡Waka-sama, perdóneme!, él se portó amable y yo creí en eso— mientras se disculpaba le daba una reverencia, —No te preocupes Sebek, como les dije, en lo único que es bueno es en engañar a la gente con sus palabras— muy molesto, Lilia veía al elfo, nadie se metía con sus niños.
Perecía que tanto Jareth como Lilia olvidaron que había más gente en el lugar, los dos se decían cosas que ninguno de los menores entendía, —Yo te di un hogar cuando tus padres te abandonaron, te enseñe magia, ¿y cómo me lo pagaste?, ¡les dijiste a esos humanos como derrotarme!
—¡Pues no tendría que haberte traicionado si tú no hubieras invadido el Valle de las Espinas y aniquilado a los que se oponían a ti!, la gente nos tenía miedo Jareth, prometiste que los humanos y las hadas vivirían en paz y no lo hiciste, ¡Además fue Llew Scholar el que …!
—¡No metas a ese león en esto!— gritaba Jareth lanzando un hechizo de hielo contra Lilia, los menores se pusieron frente a él desviando las estalactitas. —¿Por qué lo protegen?, además de traidor le encanta guardar secretos, ¿o acaso ya les dijo de la maldición que le lance?
Los menores no sabían de qué estaba hablando, fue cuando Malleus recordó el hechizo que Lilia recibió por él, con algo de brusquedad tomo su brazo y descubrió la manga, este era completamente de piedra, y viendo a detalle el cuello comenzaba a cambiar también.
Aprovechando que sus enemigos estaban distraídos Jareth se preparó a usar su magia única contra Malleus, solo así podría derrotarle. —Magia única, Palabra Deplorable.
A pesar de la diferencia de altura Lilia logro empujar a Malleus a tiempo, el hechizo impacto en el pecho del más chico quien en cuestión de segundo se convirtió en una estatua de piedra. Todos estaban impactados, incluso el mismo Jareth no esperaba que el de ojos rojos hiciera eso.
Al ver la furia en el rostro de Malleus supo que había cometido un gran error, apenas logro esquivar la bola de fuego verde que este le lanzo. El hada no controlaba su fuerza, aunque era el mago más poderoso en la habitación sabia que no podía revertir el efecto de una magia única, al menos no sin poner la vida de su tutor en riesgo.
Jareth levantaba muros de hielo para protegerse, viendo que el hada no pararía hasta carbonizarlo no tuvo más opción que usar su última carta. Una nube de humo lo cubrió y al disiparse el elfo lucia diferente, con ropas manchadas en tinta.
Si bien era notorio que Malleus seguía dominando la pelea al menos con ayuda del estado overblot Jareth podía hacerle frente. Ninguno cedía, la batalla solo terminaría cuando alguno de los dos hubiera dejado de respirar. Jareth estaba alistando su magia única nuevamente cuando la botellita que había usado anteriormente con Sebek comenzó a brillar.
—Demonios— se lamentaba, aunque podría escapar de esa lucha con el portal que se abrió cerca de él sabía que ese llamado eran peores noticias. Esquivando otra ráfaga de fuego verde el elfo salto al portal que desapareció poco después, haciendo enojar aún más a Malleus.
Un sollozo llamó su atención, los más jóvenes estaban cerca de la estatua. Sebek palmeaba la espalda de Silver mientras este lloraba abrazando la estatua, esa escena partió el corazón de Malleus, no solo su amado/a amigo/a seguía desaparecido/a, sino que ahora no estaba seguro de si podría traer a Lilia de vuelta.
Sala de los espejos, tres de la mañana.
Los tres volvían derrotados, los murmullos comenzaron a circular cuando el resto de sus compañeros vieron que regresaron sin Lilia. Malleus tenía la necesidad de salir de ese lugar, no soportaba las voces y las miradas que recibía.
Camino a la salida, ambos chicos lo iban a seguir cuando este volteo y los vio muy enojado, —Déjenme solo—. Silver y Sebek vieron a su amo alejarse, aunque no quería Silver no pudo evitar volver a soltar algunas lágrimas.
Malleus camino hasta llegar a Onboro, aunque algunos falsos fantasmas se acercaban para atacarlo este los destruía sin siquiera mover una mano. Al llegar al dormitorio solo vio al más grande de los fantasmas, lucia preocupado.
—Jo… joven Malleus— lo saludaba, el hada solamente lo vio, Phinny no tenía la culpa de nada, pero no quería estar cerca de nadie. Este día parecía que todo le salía mal, aunque esperaba estar solo simplemente no pudo más y exploto.
Grito como nunca lo había hecho, en cada grito sacaba bocanadas de fuego verde, e igualmente sus manos se cubrían en fuego. Varios falsos fantasmas se le acercaban, pero para su mala suerte Malleus los uso para sacar toda su frustración. Cuando se calmó noto que había quemado casi toda la entrada al dormitorio.
Ahora se sentía un poco avergonzado, volteo a ver a Phinny quién se había escondido tras unos árboles, —Disculpa— fue lo único que dijo sin verle a la cara. El fantasma aunque aún temeroso se acercó a él, —Esto… espero no molestarlo pero… ¿Ha visto a Grim?
Malleus se le quedó viendo preocupado, antes de ir al dormitorio había escuchado que el gato estaba en la enfermería, ¿se habría escapado?, —Esto, lo estaba cuidando cuando dijo que olio algo y salió corriendo, trate de detenerlo, pero esos falsos fantasmas se me atravesaron y lo perdí de vista.
El hada suspiró, iba a decirle al fantasma que él buscaría al gato cuando un grito lleno su corazón de esperanza.
A)¡TSUNOTAROU!
B) ¡MALLEUS!