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El Gánster del océano

Sala de los espejos, una y media de la mañana.

Ninguno estaba seguro de que forma tomar para regresar al dormitorio, por un lado, estaban seguros de que el lugar estaba completamente inundado y sus formas reales les serían de ayuda en caso de tener que pelear, por otro lado, Azul quería tratar de negociar con quien fuera aquel sujeto.

—Jade, ¿Por qué no solo estrangulamos al tipo?— decía Floyd ya harto de oír a los otros dos discutir sobre que deberían hacer, —Floyd, he oído que las personas a las que Walter Lee trajo del inframundo fueron criminales, no podemos bajar la guardia con ellos— explicaba calmadamente su gemelo.

Azul por fin llegó a una resolución, evitaría el enfrentamiento con quien fuera el otro líder ofreciendo el mejor trato que su magia pudiera otorgar, pero pasarían primero a su habitación por pócimas revertidoras en caso de que resultara ser algún bruto violento.

Octavinelle, dos de la mañana.

Los tres ya estaban listos para enfrentar al exlíder que había destruido su dormitorio. Aunque aún había muchas cosas en pie el lugar requeriría muchos trabajos de remodelación, Azul hizo nota mental para incluir una cláusula para hacer pagar por los daños ocasionados.

Aunque no lo hicieran externo les dolía un poco ver cómo aquel sujeto había dejado el dormitorio, para su fortuna el área del Mostro Longe estaba casi intacto. Iban a buscar en otro lado cuando oyeron un ruido provenir del interior del restaurante.

—¿Es… es una caja de música?— preguntaba Floyd a los otros dos quienes también estaban sorprendidos, se acercaron un poco más a la puerta para oír mejor cuando la suave música cambio a una estridente, era muy similar a la música generada por un órgano.

Azul trago saliva y abrió las puertas de golpe, el Mostro Longe estaba cubierto por algas y otras basuras marinas, salvo el vidrio de la pecera decorativa no parecía que hubiera algún otro daño al mobiliario. 

En el lugar que era normalmente ocupado por la barra había ahora varios corales que formaban una especie de órgano, y la persona a quien ellos buscaban era quien lo tocaba con una maestría macabra. —Buenas noches— saludaba Azul tranquilamente y con una sonrisa.

El sujeto no volteo a mirarlos aunque bajo la intensidad de su melodía, —Buenas noches, ¿mi música los ha molestado?— aquel sujeto parecía que ahora tocaba un arrullo, —Para nada, de hecho es bastante buena a pesar del instrumento— alagaba Azul esperando ganarse la simpatía de aquel sujeto.

Este río sin detener su melodía, los chicos observaron que las ropas de aquel sujeto lucían muy maltratadas, como si hubieran estado demasiado tiempo bajo el agua. —Bueno, uno tiene que apañárselas cuando se ha estado mucho tiempo bajo el mar, ¿no lo crees, Ashengrotto?

Por fin les daba la cara, si alguien más describiera sus rostros sería como si los chicos hubieran visto un fantasma. El sujeto se puso de pie dejando ver la gran altura que tenía, el cabello largo en rastas lucía maltratado, su piel verde le daba un aspecto enfermizo, y el uniforme de Octavinelle que portaba era una pieza de museo.

—Sempai— salía de la impresión Azul al reconocer a la persona que le cedió su puesto como líder de dormitorio.

Mientras tanto en el bosque.

Mc hacía un gran esfuerzo por alcanzar la vela más cercana a el/ella, Crowley desde su jaula le daba ánimos. Finalmente, logro tomar la vela con cuidado de no tirar la cera derretida, tomo aire y derramo la cera caliente en sus manos, esta ardió un poco, pero logro su objetivo, finalmente estaba libre.

—Cuando este de regreso en el colegio asegúrese de que le atiendan los médicos— le felicitaba desde la jaula el ave.

A) Ya le dije que no me iré sin usted.

B) ¿Pero ahora como lo saco de esa jaula?

—Por eso no se preocupe, ahora recuerde lo que le dije, esa es la única forma de hacer que el mismo Walter lo/la mande de regreso al colegio— decía Crowley tratando de darle confianza a Mc, este/a suspiro volviéndose a poner la cuerda a modo de distracción.

Octavinelle.

Dovydas sonreía a los chicos quienes no salían de su asombro, Azul comenzó a sentirse nervioso, no estaba preparado para este escenario donde su sempai regresaba a la escuela, si no los había atacado supuso que era por "ese" asunto, imploraba a la bruja del mar que no fuera eso.

—Azul, sabes muy bien que prefiero evitar a toda costa la hostilidad, así que resolvamos esto de una vez y cumple con tu parte del trato— la sonrisa del mayor solo se agudizó. Los gemelos se vieron entre ellos y luego al peli-plateado, —Azul, ¿de qué está hablando?— Jade lo miraba serio.

Azul no les dijo sobre ese trato en particular, no era que no confiara en los gemelos, es solo que pensó erróneamente que tal trato nunca sería cobrado. —Azul, Azul, ¿qué clase de capitán guarda secretos a su tripulación?— se burlaba el exlíder.

—Un día, su querido amigo vino a mí— comenzaba a relatar mientras caminaba alrededor de ellos, —Él supo de cierto… problema que tenía, así que se ofreció a ayudarme— pausaba el relato deleitándose con el rostro de pánico del líder. —Hicimos un contrato de dos partes, en la primera él me daría el poder de adaptarme al océano a cambio de entregarle el liderato del dormitorio.

Los gemelos estaban boquiabiertos, Azul les había dicho que efectivamente Dovydas acepto cederle el liderato más, nunca menciono que había sido a cambio de un trato. —La verdad Azul, eres un verdadero embustero del mar, tu hechizo funciono, aunque no de la forma esperada— decía mientras les mostraba la tenaza de cangrejo que tenía en lugar de mano.

—La segunda, vengo a cumplirla en este momento— decía parándose frente al de lentes. —Azul Ashengrotto, me entregarás esa alma de pulpo que tienes, y así el liderato del dormitorio volverá a ser mío— el mayor alzaba su tenaza con intención de arrancarle la cabeza, pero antes de que lo lograra los gemelos le lanzaron hechizos de oscuridad.

Los tres salieron corriendo del restaurante, la risa macabra de Dovydas les seguía de cerca. Llegaron a la zona de cuartos de los estudiantes, Jade los empujó al interior de uno al azar no sin antes lanzar un hechizo de agua que distrajo al exlíder.

Los tres estaban agitados, aunque ambos hermanos veían enojados al más chico. —¿Se puede saber qué pensabas al hacer un trato que involucraba tu vida Azul?— le veía molesto su sub-líder, —Ne Azul, si querías morir mejor nos hubieras dejado devorarte— de forma retorcida secundaba Floyd a su gemelo.

Azul balbuceaba y trataba de explicarles a los gemelos, pero las palabras se atoraban en su boca. —A todo esto, Dovydas sempai obtiene tu alma, ¿y tú que obtenías a cambio?— con uno de sus cambios de humor repentinos Floyd cambiaba el ambiente. 

Azul se ajustó sus lentes, ya no había caso en omitir información a sus camaradas. Estaba por revelarles todo cuando la punta de una espada atravesó la pared, los tres se hicieron a un lado a tiempo cuando una gran parte de la pared se hizo añicos.

—¿Le temen a la muerte?— volviendo a levantar la espada Dovydas iba a atacarlos cuando Azul se puso frente a los gemelos, —¡Parlei!— el filo de la espada se detuvo a centímetros del rostro del chico. No parecía molesto, Dovydas guardo su espada y adopto una postura relajada.

 —¿Dónde conseguiste eso?— los ojos de Floyd brillaban al ver la espada, —Encuentras cosas interesantes en el fondo del mar— le respondía el mayor tranquilamente. Antes de que ellos siguieran con su plática Azul carraspeo llamando nuevamente la atención de su sempai. 

—No creas que me he olvidado de ti Azul, oiré lo que tengas que decir antes de cobrar mi parte— poniendo toda su atención la mirada de Dovydas cambiaba a una muy seria. —En realidad, lo único que quiero es ofrecerle un mejor trato— Azul se acercó a su sempai empezando su acto.

—Al parecer, aún no has encontrado tu tesoro, ¿o si Krake sempai?— el silencio fue suficiente respuesta, —Permíteme ayudarte en tu búsqueda, sabes que siempre obtengo lo que quiero, a cambio dejaras que conserve mi alma, ¿qué te parece?— le extendía la mano para cerrar el trato.

Dovydas realmente lo estaba considerando, claro que no perdería oportunidad para complicarle las cosas a su kouhai, estrecho la mano de Azul fuertemente, parecía que se la rompería de la fuerza que ejerció, —Tienes media hora— soltaba la mano y salía del cuarto.

Azul miró aterrado al mayor, —Tranquilo, oí un rumor de que la han visto en estas aguas nuevamente— deteniéndose en el marco de la puerta le arrojo algo a Azul el cual casi lo deja caer, —Devuélvemela cuando termines, aunque será agradable no oír esa voz chillona por un rato.

 … 

Los gemelos seguían a Azul quien no había dicho nada, el objeto que Dovydas le entrego resulto ser una brújula. A pesar de que esta parecía estar rota Azul seguía sus indicaciones, las cuales extrañamente los llevaron de regreso al colegio y después los alejo del mismo.

Estaban cerca de la zona del molino cuando ya hartos de tanto silencio los gemelos confrontaron a Azul. —¿Nos vas a decir de una buena vez que buscamos?— lo paraba Jade mientras le arrebataba la brújula.

—Chicos, ¿qué es lo que hace sufrir a un hombre?— preguntaba Azul a los gemelos, estos voltearon a verse antes de contestar, —¿El océano?— trataba de adivinar Jade, —¿La dicotomía del cielo y el infierno?— la respuesta de Floyd solo hizo que los otros dos se le quedaran viendo.

—Una mujer— daba la respuesta correcta Azul, los gemelos estaban confundidos, —¿Nos estás diciendo que el trato que hizo contigo, fue para conseguir a una mujer?— Jade no daba crédito a lo que oía, —¿Qué no sabe que existe Tinder?— igualmente Floyd dudaba como su gemelo.

—Eso fue porque no se trata de cualquier mujer, ella era nada más y nada menos que la Nereida guardiana del mar, Keralia— Azul esperaba una respuesta por parte de los gemelos, pero estos siguieron viéndolo escépticos. —No me vean así, yo solo vi una oportunidad y la tomé— 

—Y ahora debemos salvar tu trasero por sobre la misión que nos ha encomendado el director, ¿o no?— burlón Jade le sonreía a lo que su gemelo reía también. Enojado Azul recuperó la brújula y continuó siguiendo la ruta de la aguja.

—Ne Azul, ¿por qué sigues una brújula rota?— resignado Floyd alcanzaba a su líder, Azul decidió darle una pequeña demostración, le tendió la brújula y le dijo que pensara en lo que más quería, Floyd así lo hizo y la aguja comenzó a girar deteniéndose en dirección a Jade, este hizo lo mismo pero con la aguja apuntando a Floyd.

Aunque no estaban seguros decidieron no hacer más preguntas por el momento, llegaron al acantilado donde al fondo se podía ver al mar estrellándose contra las rocas. Azul comenzó a sacar cosas que había tomado de su cuarto, arrojándoles a los gemelos las pócimas para regresar a su forma sirena.

—Este es mi plan— comenzaba a decirles el de lentes, —Crearé una ilusión de Keralia para atraer a Dovydas sempai, necesitó que arrojen todo esto en el mar, pero procuren que los ingredientes no se esparzan— señalaba los frascos en el suelo.

—¿Qué pretendes Azul?— aunque no entendía muy bien el plan Jade se bebió la pócima y tomaba algunos de los frascos. —Simple, crear una prisión marina, por lo que recuerdo Dovydas sempai no era un alumno sobresaliente, y además su nueva condición de monstruo marino le impedirá tocar tierra— Azul lucia seguro, los gemelos rieron en aprobación, no por nada a pesar de todo seguían al chico pulpo ciegamente.

Con la pócima empezando a hacer sus efectos ambos chicos se lanzaron por el acantilado, Azul espero unos segundos antes de verlos emerger ya en su forma sirena. Mientras los hermanos comenzaban a generar la jaula marina Azul hacia lo mismo produciendo la ilusión perfecta.

Pasados quince minutos estaba todo listo, Azul hizo señas para que los gemelos se alejaran de la trampa y no alertara al exlíder. El de lentes hizo una última prueba, justo a tiempo cuando Dovydas apareció detrás de él.

—Y bien Azul, ¿listo para venir conmigo?— sonreía el mayor como si le hablara a un niño, Azul sonrió confundiendo al otro, —¿por qué no mejor vas tú con ella?— se hacía aún lado dejando ver a una mujer, el rostro de Dovydas se iluminó, comenzando a caminar a la orilla del peñasco.

La nereida extendió su mano, su rostro mostraba añoranza mientras más se acercaba el mayor. —Estás tan hermosa, es como lo había imaginado— tocaba con dulzura el rostro de la mujer, —Lástima que no eres ella— decía mientras tomaba el cuello de la mujer y lo estrujaba asiendo que la ilusión se rompiera.

A pesar de descubrir la mentira había caído en la trampa de Azul, el hechizo creado por los gemelos se activó capturando a Dovydas, quien fue jalado al mar por este. Antes de ser encerrado Dovydas lanzo un hechizo a Azul, quien logro esquivarlo, pero al estar tan cerca de la orilla resbalo y cayó también al mar.

Cuando el exlíder toco la superficie del agua una burbuja se formó alrededor de este y lo engullo, la prisión lucia como un torbellino con luz púrpura, Azul cayó lejos de este y fueron los gemelos quienes le ayudaron a llegar a la superficie.

—Bueno, ¿quién quiere una taza de té?— con simpleza Azul daba por terminado el asunto. Los tres nadaron a la orilla de la playa, Azul había comenzado a buscar la poción para volver a los gemelos humanos cuando las olas se volvieron agresivas.

La zona donde estaba la jaula acuática se sumió y seguido de esto expulso una gran cantidad de agua, los tres se cubrieron y al volver la vista vieron a Dovydas liberado y con un aspecto más monstruoso, —… No me digan que entro en Overblot— levemente asustado Azul preguntaba.

Dovydas parado en el agua comenzó a recitar su magia única, —Que ya no escuchemos voces felices, que nadie alce la vista al cielo buscando esperanza, que este día se maldiga por los que van a despertar… ¡AL KRAKEN!—.

De inmediato toda el agua de la playa retrocedió, detrás del mayor el agua fue tomando poco a poco la forma de un pulpo gigante, Dovydas uso uno de los tentáculos de la bestia para subir a la cabeza de este, los chicos no tenían escapatoria.

Aun en su forma sirena los gemelos estaban en desventaja, aunque pudieran lanzar hechizos sus colas hacían sus movimientos lentos por la escasez de agua, aprovechando esto el Kraken los tomo a ambos con sus tentáculos y los arrojo a las rocas del acantilado dejándolos fuera de combate.

Azul estaba solo, la magia única de Dovydas aún duraría un poco más y ciertamente él no era el mejor en combate. —Ashengrotto, ya es hora— bajando del pulpo y aun en su forma overblot su sempai le miraba serio, ya no esperaría ni le daría más tiempo.

El menor suspiro resignado, había agotado todos sus recursos, seguir luchando había dejado de ser una opción. —Cumple tu parte— fue lo último que dijo. Dovydas solo palmeo su hombro y camino a la playa, no sin antes regalarle su espada.

El de lentes se enfrentó al pulpo gigante, aunque sabía que era inútil empuño la espada, si moría al menos lo haría con estilo, —Hola bestia—. Los gemelos recuperaron la conciencia, solo pudieron ver a su amigo desaparecer entre las fauces de aquel monstruo hecho de agua.

—¡AZUL!— gritaron llenos de impotencia, una vez que su amigo desapareció la gran bestia se deshizo, haciendo que el agua de la playa regresara. No notaron cuando Dovydas estaba a su lado, este regreso a su forma normal y los miro largamente.

—Su seguridad es lo que él pidió a cambio, no se metan en mi camino si quieren honrar su memoria—, dicho esto mostró la brújula que había recuperado, un portal se abrió y este lo cruzo, dejando a los gemelos desolados.

Algún punto del mar cerca de la isla de los sabios, dos cuarenta y cinco de la mañana.

Sentía su cuerpo pesado, no entendía por qué se sentía extraño, abrió los ojos lentamente y un extraño sentimiento lo invadió. Sintió que se ahogaba, sus extremidades inferiores le respondían de forma extraña, fue hasta que logro calmarse que noto que había vuelto a su forma original.

Azul volteo a todos lados, lo único que sabía era que estaba en agua salada, intento nadar a la superficie, pero sus tentáculos le dolían, Dovydas realmente le había dado tremenda tunda con su magia única. —No te muevas, me costó mucho sanar todas tus heridas— una voz femenina le hablaba.

Frente a él la silueta de una mujer se hizo presente, o mejor dicho de una nereida. Era como ver un fantasma hecho de agua, la extraña mujer le veía sería, en sus manos portaba un tridente. — ¿quién eres tú?— preguntaba Azul alejándose un poco de ella.

La Nereida nadó hasta estar nula distancia de él, —Diría que soy una aliada, pero como entre ustedes los hombres sé que las cosas no funcionan así, vengo a ofrecerte un trato— decía ofreciendo el tridente a Azul.