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Capítulo V El Discípulo

Los rayos del sol se asomaron por las montañas a la vez que Nakkiel y Dassiel llegaron a Fangbran, el gonan había quedado herido después de la pelea contra los extraños caballeros negros por lo que el muchacho tuvo que arrastrarlo hasta el castillo, los guardias llevaron a su señor a la enfermería en cuanto lo vieron acercarse, sus heridas no eran mortales, aun así debía descansar, a nadie pareció importarle si el muchacho estaba herido, apenas le prestaron atención cuando fueron por el jarl a pesar de que los acompaño hasta la enfermería. Alara espero sentada junto a su hermano, tenían mucho de qué hablar así que se quedó ahí hasta el amanecer. La luz del amanecer entro por la ventana golpeando el rostro de Nakkiel despertándolo de su descanso encontrando a su hermana en una silla a los pies de la cama.

— ¿Cuánto tiempo me dormí? — pregunto el gonan mientras adolorido intentaba levantarse

—Un día entero— contesto Alara mientras le ponía una mano encima para que no intentara levantarse — ¿quieres decirme cómo fue que quedaste medio muerto al tal punto que tu esclavo tuvo 1ue arrastrarte a la entrada del castillo? —

—Es una larga historia, en resumen, un grupo de Fasthari se escondían en el bosque e intentaron matar a nuestra mascota preferida, eran unos tres, mate a dos y herí a uno— dijo Nakkiel esbozando una sonrisa mientras cubría sus ojos de la luz del sol con su antebrazo —ojalá el desgraciado se desangre—

— ¿Qué crees hacían en Darag? —

—No estoy seguro, pero se esmeraron en intentar matar al chico— el gonan guardo silencio unos instantes reflexionando sus palabras — ¿Qué tiene de especial ese niño como para arriesgarse a llamar atención? —

— ¿Además de ser el único superviviente conocido de Atkel? — Dijo la gonan mientras se ponía de pie cubriendo su cuerpo con sus alas

—Una de las ciudades más protegidas y pobladas de Orenilem, miles de tropas, varios mercenarios de todas las razas e incluso de más allá del mar dorado, y el único superviviente es un niño humano— Nakkiel intento sentarse, pero el dolor de sus contusiones se lo impidió

—Y ahora un grupo de Fasthari intentan matarlo...— reflexiono Alara — ¿Crees que...? —

— ¿Que tuvieron que ver con el ataque a Atkel? — interrumpió Nakkiel —Eso tendría sentido—

—Pero Dassiel dice que no sabe lo que sucedió en la ciudad—

—Puede que ellos no sepan que el chico no sabe nada— ambos gonan se miraron reflexivos durante unos instantes, las piezas comenzaban a encajar.

—Los fasthari están casi extintos, ¿de dónde sacarían un ejército tan grande para atacar Atkel? — se preguntó Alara en voz alta

—No lo sé, pero si no lo descubrimos pronto podrían atacar más ciudades— Nakkiel se recostó en la cama y volvió a cubrirse la cara con el brazo una vez más con la intención de dormir.

— ¿Qué hacía tu mascota con la lanza que encante? —

—No lo sé, ya la tenía cuando lo encontré en el bosque— respondió intentando volver a dormir.

—Ninguno de tus brutos pudo siquiera tocar esa lanza, tal vez el chico tenga cualidades especiales para la magia, ¿te parece si...? —

—Enséñale lo que quieras, tal vez puedas ser útil así—

—Perfecto, si no te molesta me retirare, tal vez quieras descansar— Alara se dirigió a la salida de la habitación—Antes de irme— volteo Alara para hablarle a su hermano el cual respondió con un gemido de molestia— El konung pidió tu presencia en Hillbran, al parecer tiene alguna misión para nosotros—

—O tal vez aún sigue con su obsesión de atacar a los demás reinos, tendrá que esperar al menos cinco días a que me recupere—

—Iré yo en tu lugar si es necesario, pero por favor deja de provocar al Konung—

—No le temo a Galdrin hermana, ve si quieres, sé que estas ansiosa por reunirte con el— las insinuaciones de su hermano incomodaron a la gonan, pero prefirió ignorarlo e ir a ocuparse de otros asuntos.

Alara ordeno que le enviaran a Dassiel a la biblioteca, ahí guardaba varios textos, pergaminos y tratados sobre la magia además de algunas notas que ella misma había escrito. Luego de unas horas los guardias llevaron al chico ante ella pidiendo disculpas por la espera ya que estaba visitando a Nakkiel.

—Gracias, pueden retirarse— ordeno a los guardias y estos salieron de la habitación.

— ¿Estoy en problemas? — pregunto el muchacho algo inquieto.

—No tienes nada de qué preocuparte, solo siéntate— Dassiel se acomodó en la mesa al centro de la biblioteca, Alara daba vueltas buscando algunos libros en sus altas estanterías, el chico miraba alrededor con curiosidad, era la primera vez que entraba a esa habitación, solía tomar sus lecciones en el salón principal, la luz entraba por grandes ventanales que iluminaban todo el lugar, también habían muchos candelabros y antorchas apagados a esa hora del día, varios cráneos adornaban la habitación, y un esqueleto de una gran serpiente alada colgaba del techo, era un lugar bastante agradable a pesar del fuerte olor del incienso intentando disimular el olor del cuerpo y el papel húmedo.

—Esta vez nos desviaremos un poco de tus lecciones diarias— Alara iba dejando sobre la mesa varios libros y pergaminos, Dassiel leía los títulos de los tomos según Alara los dejaba sobre la mesa, "Alquimia Básica", "Tratados sobre Runas", "Flujos de Magia" "Teoría del Pneuma".

— ¿Qué es esto? — pregunto el muchacho.

—Quisiera ver si tienes aptitudes para la magia, si pudiste usar mi lanza sin que se te congelaran las manos tal vez tengas algún talento especial— respondió mientras hojeaba un libro.

—En realidad yo...—

—Silencio— interrumpió la gonan — Es muy importante saber si tienes habilidades, los individuos que pueden usar magia sin la necesidad de encantamientos son muy raros—

— ¿Runas? — pregunto Dassiel, a lo que Alara respondió con un largo y pesado suspiro

—Bien, te explicare desde el principio— Alara abrió un cuaderno más pequeño, su libro de notas, donde tenía varios dibujos y anotaciones de hechizos y otros datos. —La mayoría de los mortales no pueden usar la magia, se pueden encantar objetos tallando runas de hechizos en armaduras armas u otros objetos, así es como la gente normal usa la magia, pero esto tiene sus límites. — Alara le pasó su libro de notas a Dassiel, contenía una lista de varios materiales. —No puedes escribir una runa sobre la piel, el flujo de magia podría matar al portador, el papel se deshace en cuanto se usa la runa, el hierro de desgasta demasiado rápido como para ser viable, para eso necesitas acero o materiales más resistentes, como mitril o de ser posible acero de ébano, pero este solo puede conseguirse con alquimia y los registros se perdieron hace milenios, además después de un tiempo los encantamientos se gastan o el material se deteriora hasta hacerse polvo. —

— ¿Y esto que tiene que ver conmigo? — pregunto el chico.

— Cállate y pon atención— respondió Alara dándole un golpe en la cabeza —Hay veces en que nacen individuos que pueden usar la magia sin necesidad de usar artefactos, es a lo que los campesinos y granjeros llaman magos, pero los que estamos dentro del círculo nos hacemos llamar avatares. —

Dassiel levanto la mano, esperando que Alara le diera la palabra, no quería interrumpirla y que volviera a golpearlo.

—¿Cuál es el punto de todo esto? —

—Nadie en este castillo ha podido usar la lanza que encante, las runas son muy fuertes y algunos han perdido dedos intentándolo—

—Pero yo no...—

—Silencio— Grito Alara, y le dejo varios textos apilados junto a el —Mañana partiré a Hillbran, estudiaremos estos textos y cuando regrese te hare algunas pruebas—

—Está bien— Dassiel estuvo estudiando junto a la gonan hasta entrada la noche, el aburrimiento y lo hacía quedarse dormido, Alara lo sacudía cada vez que cerraba los ojos, la luz de las velas no era suficiente para que pudiera leer, no veía tan bien en la oscuridad como los gonan así que Alara lo dejo ir dormir.

A la mañana siguiente la gonan partió a Hillbran, aquel día llegarían los nuevos reclutas, Nakkiel aprovecharía la ausencia de su hermana para poder levantarse y ver a las tropas, tenía un par de costillas y un brazo roto, pero no tenía la intención de quedarse en cama, intentaba colocarse su peto de cuero con una mano cuando entraron a interrumpirlo sus huskarls.

—Mi jarl, debería guardar cama, aún está herido— dijo Jarrak entrando a la habitación, llevaba una jarra con agua la cual dejo en una mesa y se apresuró a ayudar a Nakkiel.

—Estoy bien, solo son heridas superficiales— decía el jarl mientras intentaba disimular sus gestos de dolor.

—Yo me encargare de los reclutas esta tarde, debes descansar—

—Como señor de Fangbran y líder de los cicatriz negra, es mi deber estar presente cuando lleguen los nuevos prospectos— decía Nakkiel mientras se retorcía intentando ponerse su peto, unas fuertes pisadas sonaron acercándose a la habitación, no lo suficientemente fuerte para mitigar el ruido de una voz que hablaba muy rápido, Marlak debió agacharse para entrar a la habitación seguido de Dukath quien portaba su arco y no paraba de hablar.

— ¿Qué crees que haces? — pregunto Marlak mientras miraba a Nakkiel intentando vestirse.

—El Jarl quiere ver a los reclutas cuando lleguen, le he dicho que debería descansar—respondió Jarrak

—Mi Jarl no creo que sea buena idea, tal vez debería aprovecha su día libre y que estará solo en la cama para...— Dijo Dukath, pero fue interrumpido por Marlak quien con su enorme mano le cerró las mandíbulas para que dejara de hablar.

—Somos los mejores guerreros de Darag, no dejare que unas cuantas heridas me alejen de mis deberes como líder—

—Los médicos dijeron que tenías tres costillas y el brazo roto— respondió Marlak mientras le mantenía la boca cerrada a Dukath.

—No es nada que...— el enorme gonan dio un ligero puñetazo en las costillas a Nakkiel, no lo suficientemente fuerte para causarle más daño, pero si lo suficiente para cayera retorciéndose de dolor. Jarrak Marlak y Dukath levantaron a Nakkiel y lo subieron a la cama aun adolorido por el golpe.

—Nosotros nos encargaremos, tú debes descansar— Dijo Marlak.

—Está bien, después me desquitare con ustedes— respondió Nakkiel

—Creo que aún no nos has dicho quién te ataco— dijo Dukath.

—Unos Fasthari— respondió Nakkiel señalando que le dieran agua.

—Fasthari ¿aquí? — pregunto Jarrak

— ¿Por qué vendrían a invadir estas tierras?, no tenemos esclavos de su raza— afirmo Marlak mientras le servía agua a Nakkiel en un vaso de madera.

—Creo que venían por Dassiel— dijo el jarl para luego beber un sorbo de agua.

—Eso genera más preguntas que respuestas— Dijo Dukath.

—Como por qué arriesgar la vida por un mugroso humano— dijo Jarrak.

—No empieces con tus estupideces, es solo un niño— Respondió Marlak enfadado.

—Es solo un sucio esclavo— Jarrak miro desafiante a Marlak.

—Ya basta— grito Nakkiel —Es solo una suposición, lo que debería importar ahora es que invadieron el valle y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Marlak y Jarrak encárguense de los reclutas, y quiero que redoblen las guardias y manden exploradores al bosque, quiero saber que hacían esos infelices aquí—

—Entendido— Respondieron los tres gonan al unísono.

—Nos retiramos general, dejaremos que descanse— Dijo Jarrak mientras los tres abandonaban la habitación.

Nakkiel espero unas horas, quería estar seguro de que no volverían a interrumpirlo, se levantó y se vistió con dificultad, llevaba una túnica de un azul muy oscuro, casi negro, y unos pantalones de color café, tomo un poco de agua antes de salir de la habitación envuelto en sus alas. Los pasillos estaban casi desiertos, todos querían ver las pruebas que le harían a los nuevos prospectos, Nakkiel se sintió aliviado, si alguien lo viera recorrer el castillo en ese estado lo obligarían a volver pero era demasiado orgulloso para quedarse en la cama, camino por los pasillos de la fortaleza, le gustaba sentir el frio que emanaban las murallas de piedra, lo mantenían despierto y alerta, el ruido del choque de la madera rugidos y uno que otro aullido de dolor se podía escuchar en la mayor parte del castillo, ya que la mayoría de las torres y pasillos rodeaban el patio de entrenamiento, siguió su camino hacia el balcón principal, desde ahí podría ver todo lo que sucedía, solía ser un lugar recurrente desde donde podía supervisar el entrenamiento, y nadie se atrevía a ir a aquel lugar, tal vez porque muchos lo veían como un lugar único del jarl, donde disfrutaba de sus momentos de soledad, estar ahí sin su permiso seria como sentarse en el trono de un rey y usar su corona. Lamentablemente para Nakkiel la soledad no era algo que podría disfrutar aquella mañana, al salir vio la silueta de alguien asomándose por el balcón.

—Eres el primero que se atreve a venir a molestarme aquí— dijo con cierto tono de disgusto.

—Oh... perdón, no sabía que este lugar estaba prohibido— le respondió Dassiel como si le hubieran atrapado robando.

— ¿Qué haces aquí?, ¿no estarías mejor en el patio? — pregunto Nakkiel mientras se apoyaba en la piedra del balcón—

—Me corrieron de ahí, dijeron que sería una deshonra manchar el patio de entrenamiento con la presencia de un esclavo— dijo tristemente Dassiel.

—Bueno, de cierta manera tienen razón— se volteo a mirar a los reclutas, alrededor de cincuenta jóvenes gonan todos en perfecta formación mientras la voz de Jarrak resonaba por todo el patio.

—Detesto a ese tipo— dijo Dassiel mientras miraba al gonan de cabello azul —Creo que tiene algo contra mí—

—Debes recordar tu lugar, el que algunos gonan te traten bien no quiere decir que todos lo harán— dijo Nakkiel.

— ¿Qué es lo que están haciendo exactamente? — pregunto Dassiel.

—Es solo el comité de bienvenida, les explican quiénes somos, y porque están aquí, ellos son los mejores soldados de Darag, aun así, muy pocos de ellos resistirán el entrenamiento, y de los pocos que lleguen a la prueba final, la mayoría morirá— la voz de Nakkiel surgía con tono sombrío y severo a la vez que el chico lo miraba un tanto intimidado.

—La vida de un guerrero es muy difícil, yo en tu lugar estaría agradecido de quién eres— un silencio se prolongó durante unos minutos hasta que Dassiel volvió a hablar.

—Gracias por haberme salvado, casi te matan por mi culpa— dijo el chico.

—No es nada, de todas maneras, estaban invadiendo nuestro hogar— contesto Nakkiel.

—No creí que un humano pudiera pelear así— dijo Dassiel.

—No eran humanos, eran Fasthari—

— ¿Fasthari? —

—Son una antigua raza, casi extinta, por alguna razón son muy parecidos a los humanos, solo que ellos tienen ojos rojos y la piel pálida como si estuvieran muertos, tienen una fuerza y un dominio sobre la magia extraordinario— Dassiel miraba asustado a Nakkiel, como un niño al que se le cuenta una historia de terror.

— ¿Y que les paso? —

—Hay muchas leyendas al respecto, la mayoría cree que ofendieron a los dioses y estos los maldijeron, ahora están casi extintos, algunos son vendidos como esclavos por los hombres del mar dorado, otros son cazados como bestias, pero si algo es seguro, es que los elfos los odian a muerte y gastarían cualquier cantidad por tener un esclavo de esa raza—

Nakkiel y Dassiel continuaron en silencio viendo los combates de los novatos, el gonan analizaba cada movimiento, cada error, cada golpe que esquivaban o recibían, Marlak era quien los ponía a prueba, el enorme gonan ni siquiera se daba la molestia de moverse de su posición ni menos aún esquivar los golpes que los novatos le daban con las largas varas de madera, el simplemente predecía sus golpes para bloquearlos con sus brazos, quitarles las varas y rompérselas en donde sea que les llegara el golpe, Dassiel miraba fascinado el espectáculo como solo un niño podría hacerlo apoyado en la baranda del balcón mientras mecía los pies sin tocar el suelo.

— ¿Podrías enseñarme a pelear? — el chico miro a Nakkiel esperando una respuesta, pero el gonan solo rio.

— Niño, tengo la certeza de que no durarías cinco minutos— respondió el gonan luego de reír

—Claro que si— respondió Dassiel

—Lo único que harás es hacerte daño, aunque debo admitir que sería divertido golpearte— esbozo una sonrisa y siguió mirando los combates.

—No tienes nada que perder—

—Pierdo mi tiempo niño, el cual es valioso—

—Son solo cinco minutos, si no duro cinco minutos no volveré a molestarte—

Nakkiel dubitativo reflexiono la idea de entrenar a aquel joven humano, es cierto, en realidad no tenía nada que perder, sería divertido, además si de alguna manera el chico aprendía a pelear y llegar a un buen nivel podría presumir de ello.

—Está bien, en cuanto todos se vayan del patio bajaremos e intentare enseñarte algo—

— ¿En serio? — sonrió Dassiel.

—Sí, pero no quiero que hagas ni el más mínimo ruido hasta entonces— a lo que el muchacho asintió con la cabeza.

Varias horas pasaron antes de que los reclutas fueran llevados a sus aposentos por los miembros de la orden, Nakkiel le dio una señal al chico para que lo siguiera, corriendo tras el entusiasmado, durante años su abuela le había contado historias de caballeros y héroes que peleaban contra monstruos, dentro de su fantasía él se veía a sí mismo como uno de esos héroes, pensaba en que este sería su primer paso para lograrlo.

El sol casi se ponía cuando llegaron al patio principal, el suelo era de tierra muy dura, un círculo estaba marcado en el centro del patio de alrededor de veinte metros de diámetro, donde se llevaban a cabo los combates y en los muros había estanterías con armas de acero y madera, algunas dianas, arcos, ballestas y sus respectivas municiones. Dassiel corrió entusiasmado a tomar una de las varas de entrenamiento que le doblaba en tamaño, Nakkiel tomo otras dos varas y enterró una en un extremo de la arena.

—Cuando la sombra del muro llegue a la vara, habremos terminado— señalo —son alrededor de diez minutos, si te rindes antes no seguiré entrenándote y no volverás a hablar al respecto ni a pedirme nada— a lo que Dassiel asintió y tomo la vara con ambas manos.

— ¿Y si yo gano me seguirás entrenando? —

—Eso no pasara niño— dijo Nakkiel mientras se ponía en guardia —enséñame que puedes hacer ya que estas tan entusiasmado—

Dassiel corrió hacia el gonan con la vara en alto, pero en cuanto intento asestar el golpe el gonan detuvo la vara con la mano y se la quitó, le dio un golpe en la pantorrilla y lo empujo con la pata con la suficiente fuerza para que el chico se arrastrara por el piso.

—No seas tan obvio al dar un golpe— le dijo Nakkiel tirándole la vara a los pies.

EL chico recogió la vara y se puso de pie, esta vez intento ser más cauteloso y se acercó poco a poco a Nakkiel rodeándolo y dando ligeros golpes con ambos extremos de la vara, el gonan sin moverse de su puesto y tomando su vara con una sola mano bloqueo cada uno de los golpes que el chico le propino, noto por su rostro que Dassiel daba su máximo esfuerzo, pero no era suficiente para impresionarlo. Luego de bloquear un par de golpes más, Nakkiel le respondió golpeándole en las manos provocando que el chico soltara la vara, el gonan ya aburrido de la pelea le propino un fuerte golpe en la cabeza, lo suficientemente fuerte para botarlo al piso y provocarle una herida en la frente de la cual broto algo de sangre.

—Muy bien ya es suficiente— Nakkiel se acercó al cuerpo de Dassiel para llevárselo de ahí pensando en que estaba inconsciente, pero en cuanto se acercó el chico se aferró a su pierna y comenzó a morderlo. El gonan sacudió lo con fuerza intentando quitarse a Dassiel de encima, normalmente el chico no tendría fuerza suficiente para hacerle daño a Nakkiel, pero este le mordía en una herida que le había provocado la explosión en la pelea en el bosque causándole un molesto dolor.

—Ya suéltame maldito parasito humano— grito el gonan—Bueno, tú lo quisiste así— Nakkiel extendió sus alas y de un salto se elevó varios metros llevando al chico con él, subió por sobre las nubes esperando que el frio hiciera que lo soltara, pero este se aferró con más fuerza, dio varios giros en el aire, bajo en picado varios metros y freno de golpe, pero Dassiel seguía fuertemente aferrado, voló al nivel del suelo y arrastro la pierna por la tierra con el chico aun aferrado hasta que este se soltó quedando exhausto en el suelo del patio de entrenamiento.

Nakkiel se acercó al chico, quien respiraba exhausto y con dificultad, tenía varias raspaduras en la cara y brazos, su ropa se había roto por la fricción contra el suelo.

—Bien, terminamos por hoy, te dije que no aguantarías— el jarl le dio la espalda a Dassiel y se alejó caminando, notando un detalle que no había tomado en cuenta, la sombra en la arena, había pasado por al menos dos metros el límite donde había puesto la vara, en ese momento se volteo y vio a Dassiel herido intentando ponerse de pie.

—Empiezas mañana—