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Capitulo 3 "Ciudad natal"

Helena tomó su nuevo teléfono y marcó el número de su madre, esperó ansiosamente escuchando el tono sonar una y otra vez en su oreja.

—¿Helena?

—Soy yo, mamá. Acabo de abordar el avión. Les llamaré cuando llegue —dijo con calma.

—¡¿Qué?! Pensé que vendrías mañana —exclamó su madre con entusiasmo desde otro lado del celular.

—Mi novio y yo decidimos que era mejor viajar hoy.

—¿Viene contigo?

—No, él tomó un vuelo a Landris y también irá a su casa.

—Ya veo, pues que alegría que ya vengas en camino.¿Quieres que tu padre vaya a recogerte al aeropuerto?

—No, no quiero molestarlo, llegaré por mi cuenta

—Entonces llegarás a Terreno Plano cerca de las 5 de la tarde.

—Más o menos.

—Hija, ¿que opinas del nuevo comunicado? Tu padre no piensa asistir a esa reunión—susurró su madre, como si temiera que la escucharan.

—¿Qué reunión?

—El comunicado que subieron apenas.

—No lo he visto, espera, déjame buscarlo— fijó su atención en la pantalla del teléfono, un mensaje, un nuevo comunicado la absorbía por completo, mientras leía cada palabra con detenimiento.

"Se solicita que todas las personas mayores de 35 años se presenten este lunes a la ciudad más cercana a su residencia. Es obligatorio llevar consigo su identificación oficial. El propósito de esta convocatoria es proporcionar información crucial sobre su futuro y su próximo hogar en proceso de transición. Aquellos imposibilitados de asistir debido a una enfermedad deben comunicarse por correo electrónico, cuya dirección se muestra en pantalla. Se enviará una notificación por carta a quienes no puedan asistir, con instrucciones finales para su registro oficial de viaje. La falta de registro será informada a las autoridades pertinentes y podría resultar en acciones legales por parte de la Cósmica Espacial y la FDA por incumplimiento. Por favor, obedezcan las instrucciones que están en pantalla".

—Mamá, ¿pero qué es esto?—musitó, con un hilo de voz que apenas se oía. Sin poder contener su curiosidad, busco más información sobre el tema en la Web.

—Eso es lo que no sabemos, hija. ¿A qué rayos se refieren con "proximo hogar"? Tu padre dice que no se va a mover a ningún lado y yo tampoco sin él.

—¡Mamá! Pero deben registrarse, por lo menos háganlo como enfermos. Quién sabe qué les hagan a los que no quieran ir—respondió Helena después de ver que las palabras "Exilio" y "Comunicado"estaban en tendencia.

—No, hija, no te preocupes. No somos los únicos que rechazamos la reunión, la mitad del rancho tampoco asistirá.

—Entonces, si ellos se lanzan de un puente, ¿ustedes también lo harán?

—No, no es eso. Tu padre dice que son los de arriba, los altos mandos, quieren deshacerse de nosotros—dijo su madre.

La escritora resopló y volteó los ojos hacia atrás, con una mueca de resignación. Era evidente que su padre seguía igual, aferrado a sus ideas anticuadas .

—Ya sabes que él se la pasa viendo videos de conspiraciones y cosas así—respondió ella, con un gesto de fastidio.—No todo lo que está en internet es cierto, y tu como siempre le haces caso.

—Mira, cuando te cases comprenderás lo que te estoy diciendo—respondió la señora con firmeza.

—Maa, créeme, me tocó ver las naves arriba de mi y fue una experiencia horrible. Creo que el gobierno está tratando de controlar la situación y esos mensajes son puntos claves para saber lo que está pasando. Deben de asistir a la reunión—explicó, tratando de refutar los pensamientos arcaicos de su madre.

—¿Cuándo vistes las naves, Helena?

—Ayer, Stanly y yo las vimos en plena luz del día, cuando se dio el primer comunicado. Esto es algo, serio mamá.

—Ay, hija, eso escuché en las noticias, que esas cosas están detrás de todo esto. Dios, ¿por qué ahora?

—A eso me refiero, no es algo que se pueda tomar a la ligera, hay que seguir las indicaciones para garantizar nuestra seguridad.

—Tu padre es necio como una mula, Helena, nadie lo convencerá de aquello.

—Matt, ¿qué dice él cuando llega a casa?

—Él tiene la misma postura que tú. Llega mañana en la tarde, quería traerse a Hana pero ella también va para su pueblo.

—Ah, bueno, mami, ya tengo que colgar, al rato los veo—mencionó recordando que debía marcar a otra persona.

—Sí, hija, ven con cuidado, acá te esperamos. Te amo mucho.

—Igualmente.

Sin perder un instante, Helena marcó el número de su confidente por excelencia, Ericka. Su vínculo se forjó en la universidad, donde colaboraron en un proyecto y desde entonces se volvieron inseparables, compartiendo incluso el mismo dormitorio. Para Helena, Ericka era más que una amiga, era como una hermana. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando Ericka quedó embarazada y tuvo que mudarse. Este cambio, sin embargo, le presentó a Stanly, el primo de Ericka, quien se convirtió en su actual pareja y el amor de su vida.

—¿Si, diga?

—Ericka, soy Helena.

—Helena, amiga, que bueno que te escucho. No terminamos de hablar esa vez, ¿qué pasó? ¿estás bien?—se escuchó algo preocupada.

—Si, lo siento, esa vez perdí mi teléfono. Y estoy bien, ¿tú cómo te encuentras? ¿Cómo está tu bebé?

—Junior no deja de llorar. Ya quiere masticar comida cuando aún no le sale ningún diente.

—Ese nene será un glotón como su madre.

—Es lo que dice Orlando. Oyes, Stanly ¿cómo está? Le marco y no me contesta—añadió su amiga.

—Él está bien. Nos separamos hace unos momentos en el aeropuerto. Ya tomé un avión para llegar a casa. Él hizo lo mismo.

—El comunicado volvió loco a todo el mundo. Yo mañana tomaré mi vuelo. Llevaré a Junior a conocer a sus abuelos.

—Qué bueno, me alegra escuchar eso...oye, cambiando de tema, ¿tú también tienes la marca en tu dedo?—preguntó Helena dirigiendo su mirada a su marca.

—Eso te iba a preguntar. Espera, ¿Acaso tú la tienes? Porque yo no la tengo.

—Stanly y yo la tenemos.

—¿En serio? Eso escucho, que algunos las tienen y otros no. Quien sabe que signifique, pero me alegro de que yo no la tenga—un susurro siguió las palabras de su amiga.

—Cállate, lo dices como si eso fuera algo malo—respondió ella mientras miraba curiosa por la ventana a un grupo de aves que iban en una misma dirección.

—Pues no es normal que una marca te aparezca de la nada, Helena.

—Tienes razón y no sé, pero desde que me apareció esa cosa me siento algo ansiosa.

—Tranquila, ya sabes que no eres la única que la tiene—refirió Ericka con un tono burlón.

—Gracias, eso me hace sentir mejor.

—Jaja, bueno, luego te marco querida. Junior quiere mamila—el lloriqueo de un bebé comenzó a escucharse por el teléfono.

—Sí, ya lo escuche. Adiós, cuídense mucho.

—Adiós, igualmente.

Cuando terminó la llamada, Helena se acomodó en su asiento y con la mirada perdida en la pantalla apagada de su laptop, se sumergió en su trabajo.

No podía permitirse más demoras; la editorial la urgía a completar su nuevo libro. La mentira que le había dicho a Stanly, que se encontraba en unas supuestas vacaciones, la atormentaba cada vez que lo recordaba y no solo eso; el nuevo género que había elegido era de drama y romance, contrastaba enormemente con sus típicos relatos de misterio y suspenso. Cada vez que tocaba el teclado, lamentaba haber aceptado ese contrato que solo le traía dolores de cabeza, a pesar de los ingresos económicos que generaba.

Pero para Helena, el dinero no significaba nada. El simple hecho de saber que sus historias eran escuchadas era suficiente para ella. Además que su motivación para escribir en ese género tan desafiante, se fundamentaba en dos aspectos cruciales: su amor por su novio y por el destinatario del libro. Este estaba dirigido a alguien sumamente especial en su corazón, a quien anhelaba volver a ver una vez más en su vida.