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Las Malvadas Intenciones de Samuel Altamirano

Si Verónica pensaba que sería blanco fácil ser la esposa del millonario Miguel Altamirano estaba muy equivocada. Nunca imaginó encontrarse con el alacrán.

GerardoSalazar · สมัยใหม่
เรตติ้งไม่พอ
14 Chs

Capítulo 3 Esteban

-¿Ese que viene ahí?

Samuel señaló a un hombre de alrededor de los treinta años que salía por la puerta del sanitario del bar. 

-Con agua, jabón y una cuchilla de afeitar no estará tan mal.

Samuel levantó una ceja en un gesto desaprobatorio. Leonardo se dio cuenta de inmediato que su amigo lo veía con ojos de quererlo tomar de la camisa y molerle el cerebro a golpes hasta convertirlo en jarabe. 

Debajo de esas garras difícilmente se hallaba el hombre que podría conquistar el corazón de Verónica, fue lo primero que pensó Samuel al verlo. ¿Acaso era que Leonardo no había comprendido bien en qué consistía el plan? 

-¡Parece un trota mundos!

-Imagínatelo con un traje de tres piezas.

-¡Pinche Leonardo!

-¡No había otra cosa, hombre!

El tipo vestía una camisa desfajada de color negra que tenía estampadas unas llamaradas púrpuras que ilustraban la imagen de un infierno y unos jeans ajustados con roturas a la altura de las rodillas. Traía el cabello largo y enredado en una trenza que le caía apenas por debajo de la nuca, y un cigarrillo saliéndole por entre la barba y el bigote completaba su facha de pendenciero.

Era claro que no era el tipo de personaje que Samuel había pensado para echar a andar el plan, sin embargo no tenía ya tiempo para seguir buscando.  

El hombre de treinta años, con camisa de llamas púrpuras y trenza desalineada, llegó hasta ellos y se sentó, apagó el cigarrillo arremolinándolo sobre el cenicero y de un solo trago se acabó la botella de tres cuartos de cerveza que se hallaba sobre la mesa. 

-¿Así que tú eres el riquillo que quiere fastidiar a su papá?

El semblante de Samuel se endureció. 

-Samuel está dispuesto a pagar una buena lana a cambio de que enamores a la prometida de su padre-. Se apresuró a decir Leonardo.

-¿Así? ¿Y de cuantos billetes estamos hablando? 

El tipo sacó del bolsillo de su camisa una cigarrera de metal de la que extrajo un cigarrillo corto de marca económica. Después alargó la mano para llamar al mesero.  

-Doscientos mil pesos-. Respondió Samuel sin apartarle la mirada.

-¿Doscientos? Que sean trescientos, ¿no? Si me descubren me podría ir muy mal con tu papá. No sé con quién me estoy metiendo. No es tan sencillo quitarle la vieja a un millonario que seguramente goza de cierto poder. ¿Qué tal si me manda hasta matar?

-Mi papá no es ningún asesino, y no te preocupes, yo tengo todo previsto para que nada se nos escape de las manos. 

El cantinero llegó a la mesa con tres botellas de cerveza cara.

-De todas formas es un riesgo, y si me estoy animando a hacerlo, pues que sea por una buena cantidad.

-Está bien. Que sean trescientos mil. Te daré la mitad una vez que te presentes ante ella. Posteriormente, cuando tu intervención ocasione la ruptura definitiva entre mi padre y esa mujer, te entregaré el resto.

-Eres muy extraño…

Samuel entornó los ojos, amenazante.

-… Pero si se trata de ganar dinero a lo fácil, lo haré.

-¡No solo ganarás dinero! También te podrás coger a Verónica. Es muy hermosa. ¡Haz con ella lo que quieras!

-¡Vaya! Dinero y mujeres; la combinación perfecta de placer-. Sonrió cínico el tipo. 

Leonardo torció una sonrisa forzada. Aquello le estaba resultando abominable.

-Y bien, ¿qué es lo que debo hacer exactamente?

-Antes dime tu nombre.

-Esteban García.

-¿Esteban García?- Samuel sonrió con burla. -¡Olvídalo! Con ese nombre no la sacas ni a la esquina. Te llamarás... Sergio... ¡Sergio Beltrán! Se escucha mejor. Fingirás ser un tipo acaudalado, dueño de una importante cadena de mueblerías en el norte del país.

-Pues como tú digas.

-Pero será necesario comprarte ropa adecuada, pues con esas fachas solo vas a conseguir que se ría de ti. Irás a una buena peluquería, te cortarás el cabello y te afeitarás. Además alquilaré un auto lujoso para completar tu imagen de rico.

-Estás bien loco, amigo, pero bueno…

-Recuerda que los modales son importantes. Te enseñaré algunas cosas.

-¿Y cuándo conoceré a esa mujer?

-Mañana mismo, ya entrada la tarde, una vez que haya logrado cambiar tu apariencia.