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Las Malvadas Intenciones de Samuel Altamirano

Si Verónica pensaba que sería blanco fácil ser la esposa del millonario Miguel Altamirano estaba muy equivocada. Nunca imaginó encontrarse con el alacrán.

GerardoSalazar · สมัยใหม่
เรตติ้งไม่พอ
14 Chs

Capítulo 11 Se Añade al Plan

Karina llegó al hospital donde Samuel la esperaba. Ocultaba con la mano parte de su rostro.

-¿Tuviste problemas con tu madre?- Le preguntó Samuel, molesto,  sin ni siquiera saludarla.

Karina se quedó con la boca abierta sin saber qué decir.  En su lugar, descubrió su cara mostrando una marca rojiza impresa sobre la mejilla y fijó la mirada en el chico. 

Samuel hirvió de rabia. El vello se le erizó en la nuca. 

-¡Esa mujer es un buitre! 

-Es mi madre, no lo olvides. 

-¡Eso no justifica que te pegue! 

-Ella se enojó demasiado-. Argumentó la joven.

La furia encendió los ojos del jovenzuelo. Soltó una maldición que hizo que Karina se sobrecogiera. 

-Por eso prefiero que no la retes. - Añadió ella. 

Samuel la miró en silencio. De nuevo estuvo sereno. El pecho comenzó a latirle apresuradamente. Ese rostro dulce, estropeado temporalmente por esa marca roja, hizo que el corazón entero se le arrugara. Ella tenía la cara tan linda y era tan indefensa, y sus ojos, sus ojos eran tan brillantes, que no podía con eso, así que esfumó de su mirada el resentimiento aminorando su enfado. Le acercó el rostro para besarle la mejilla sin importarle que ella emitiera un sonido quejumbroso. Después, la miró con detenimiento y añadió una sonrisa. 

Le volvió a acercar el rostro pero está vez para rozar su nariz con la de ella.

-Tu y yo seremos completamente felices.- Samuel se quedó en silencio mirando esa boca que le despertaba un ardorcito en el centro del pecho y que le hacía sentirse bien, muy bien. 

-Ya lo soy, tonto. Tenerte a mi lado me hace dichosa. ¡Te quiero, Samuel! ¡Mucho!

Samuel la abrazó con ternura y le besó la frente. 

Micaela, al ver que habían llegado, se acercó a ellos.

-El señor Altamirano estuvo aquí. Estoy muy agradecida con ustedes.- Sonrió con franqueza Micaela. Samuel observaba su belleza.

-¿Le han dado noticias del niño? ¿Cómo está él?- Preguntó Karina. 

–El doctor mencionó que en un par de días dará de alta a mi Raulito. Él considera que las terapias las puede llevar a cabo en casa.

-Es una buena noticia-. Se alegró Karina. 

Micaela quiso fingir una sonrisa de felicidad pero no lo consiguió. 

-Me supongo que sí-. Dijo sin ánimos en la voz. 

-¿Sucede algo, Micaela? Algo que no sepamos-. Cuestionó Samuel al ver el rostro de desánimo de aquella mujer. 

Micaela guardó su voz. 

-Vamos Micaela, anímese a contarme lo que le ocurre. La ayudaré en la medida que sea posible. Usted confíe en mí, por favor. 

-Joven, veo difícil mi situación y la de mi hijo ahora que lo den de alta. 

-¿Por qué dice eso? ¿Se trata de los costos de la rehabilitación del niño? No se preocupe, los gastos correrán a cargo de mi padre. Recuerde que el accidente es mi responsabilidad. 

-Pensaba acudir a una institución de beneficencia. 

-Olvídelo. Su pequeño recibirá la atención del mejor terapeuta de esta ciudad. Así que no debe preocuparse. 

-No joven, no quisiera causarles molestias. Suficiente han hecho ya.

-Micaela, no hable más del asunto y por favor llameme Samuel, porque yo te voy a empezar a tutear. Ahora te sugiero que vayas a descansar. Te ves muy agotada. 

-¿Por qué no la llevas hasta su casa, Samuel? 

-Con todo gusto. 

Micaela bajó el rostro vislumbrando pena. De sus labios no escapó ni un solo sonido. Sin embargo, de sus ojos brotó una inmensa pena y un derroche de angustia.

Samuel notó que algo más la estaba acongojando. 

-¿Qué pasa, Micaela? Me doy cuenta de que algo más la está atormentando. Por favor, tenga la confianza de decírmelo. Si está en mis manos ayudarla, sepa que lo haré.

Micaela comenzó a llorar con pena y desesperación. Estaba temblando de las manos. 

-No tengo a dónde ir, joven.- Respondió sin levantar la mirada. -Cuando ocurrió el accidente buscaba un lugar donde rentar, pues nos acababan de echar del departamento. Los dueños del edificio ordenaron sacar todas mis pertenencias y las de mi hijo a la calle. ¡Seguramente a estas horas los malvivientes ya me han de haber despojado de todo lo mío!- Cubrió su rostro para echarse a llorar.

-Entonces con mayor razón déjeme ayudarle. La llevaré a comer a mi casa y ahí encontraremos una solución. ¿Le parece? 

-Pues que remedio, joven. No tengo otro más que aceptar.

Karina pasó su brazo por encima de la espalda de ella, en un gesto afectuoso. 

-No te preocupes, Micaela. Mi novio y su padre son muy buenas personas. Te aseguro que te van a apoyar. Confía en ellos. 

Samuel posó la mirada en la de Micaela. Bastaron esos ojos para darse cuenta de que era dueña de buenos sentimientos. A su mente se entrometieron palabras que alguna vez pronunciara: 

-"Buscaré a la mujer perfecta; atractiva y de buenos sentimientos que logre conquistar el corazón de mi padre".

Todavía con los ojos fijos en ella, le sobrevino una idea: 

¡Es guapa y de corazón humilde! Quizás esta mujer me pueda servir en mi plan. Si logro meterla entre mi padre y esa zorra las cosas van a resultar mejor de lo que me imagino. ¡Aprovecharé ésta situación!