Azules, rojos y violetas luces centelleantes aparecieron frente a ellos. Latían y se expandían formando un gran portal. Los caballos relinchaban ante las extrañas luces. Retrocedieron un poco, pero los jinetes los acariciaron para aliviar sus miedos.
Ileus y Anastasia entraron primero seguidos por Rolfe y Biham en sus caballos.
Eltanin estaba a punto de montar su caballo cuando se giró. Caminó hacia su padre y lo abrazó en un abrazo de oso. —Gracias por apoyarme —susurró con voz ronca.
Alrakis le dio palmaditas en la espalda a su hijo. —Entiendes que tengo mis razones egoístas.
Eltanin se rió entre dientes. Su padre quería volver con su compañera y estar con ella para siempre. Era imposible pensar en su padre quedándose tanto tiempo sin Taiyi. Alrakis cumplió su deber como su padre y como el rey de Draka con tanto sacrificio que era imposible de imaginar. —Sé que quieres ir con mi madre, ¡pero creo que traeré a Madre aquí!
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