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Capítulo 53: 2 Peticiones

 El fresco aroma inundó mis fosas nasales, realmente es un buen lugar para estar.

 -Dime, ¿para qué me has llamado? – La diosa de la Luna era tan bella como la última vez, pero note algo de pesar en sus ojos, extraño.

 -No seas tan apresurado joven Hel, por favor, toma asiento – Con un gesto un trono de cristal opaco, parecido al cuarzo blanco, se formó detrás mía, aunque me parecía algo pretencioso el usar un trono, no iba a rechazarlo, además, me atraía de alguna manera.

 Sin muchos preámbulos me senté, pero en ese instante, una densa calma invadió mi mente, mi postura cambió involuntariamente, hasta estar sentado perfectamente, como si siempre hubiera usado un trono. Dejando un descansado suspiro.

 -Se siente realmente bien, ¿verdad?, los tuyos nunca nacisteis para caminar al lado de los demás, siempre por encima de todos, en vuestros tronos – Aunque hablaba de una manera apacible, incluso melodiosa, se podía notar cierto respeto y miedo cuando habla de mi raza.

 [ Has descubierto información sobre la raza ??? ]

 [ Has desbloqueado la habilidad de línea de sangre: Majestuosidad]

 [Majestuosidad]

 -De manera innata, tu raza desprende el encanto y la dignidad de los reyes y emperadores. La capacidad de influir en los demás ha aumentado.

 Anónimo: Caminamos sin descanso, nuestros pies sangraban, pero no nos detuvimos, solo ellos podrían escuchar nuestras palabras y juzgar, la montaña era extremadamente escarpada y los fuertes vientos eran constantes, muchos cayeron desde el cielo estrellado a la fangosa tierra en la base de su hogar, pero al final unos pocos llegamos a la cima, a su morada y los vimos. Sobre sus tronos, indiferentes a todo y todos, involuntariamente nos arrodillamos y suplicamos por nuestras almas.

 La sorpresa de la nueva habilidad no fue tanta como podría haberme esperado, encima de un trono mi mente estaba plácida y descansada, como cuando uno llega después de un largo viaje a casa, al hogar.

 Simplemente espere a que ella hablase, en silencio, en paz.

 -Verte así me trae muchos viejos recuerdos, pero no te traje para contemplarte, si no, para pedirte un par de peticiones, espero que las tomes en cuenta y ten por seguro que no serán gratis – El pesar en su mirada parecía acentuarse, aún así, involuntariamente le hice un gesto para que continúe hablando, era extraño, parecía estar influenciado por la nueva habilidad, haciendo que este gesto pareciese sereno y algo pretencioso, como si juzgase sus palabras y le pidiese que continuase con su alegato.

 Aun así ella sonrió al verlo.

 -Por muy vestido de oveja, un tigre nació como tal y no tardará en volver a su naturaleza dominante – Su sonrisa radiante se acentuó aún más, eso junto al magnífico paisaje formó un cuadro perfecto, el cual, espero no olvidar nunca.

 -Bien joven Hel, estas son mis peticiones, cuando puedas quiero que tomes a mi hermana del abismo, ella es una diosa menor como yo, su nombre es Dorea, es una diosa especial y que tiene una representación de la luna también, es la deidad menor que mejor te convendrá, o esa es mi predicción, que me creas es otra cosa – Me faltaba una deidad menor para cuando podamos ascender como reino, aun así, cuando escuche el nombre de ella, un ligero toque en las cadenas golpeó mi mente, el abismo parecía notar algo, parece disgustarle la idea y eso me encanta.

 -¿Tienes alguna otra petición? - Ella asintió.

 -Mi siguiente y última petición es que los perdones, lo entenderás a su momento – Y tras suspirar, sin darme tiempo a preguntar, ya me había enviado de vuelta al templo.

 A mi regreso, vi a Luneth y los míos, también a las sacerdotisas, para mi sorpresa, no había un baño de sangre como creí. Estaban esperando en la puerta como los deje, con la diferencia de que Saun estaba levantado a Luneth de la ropa del cuello.

 -Bájale Saun – Ante mis palabras, fue como si un rayo cruzase el santuario, tanto Saun como Irina saltaron a mi lado y Luneth cayó al suelo.

 -Señor, ¿qué le pasó?, de golpe desapareció, las sacerdotisas dijeron que fue enviado con su deidad – Asentí.

 -Así fue, teníamos cosas que hablar, ¿he tardado mucho? – Irina negó.

 -Si hubiera faltado por más de un minuto aquí no habría persona viva, fue solo unos 10 segundos como máximo – 

-Entiendo – Miro a Luneth aun sentada en el suelo y le extiendo mi mano, ella parece dudar pero la coge, sin esfuerzo la levanté y le di una ligera disculpa.

 -Luneth siento lo ocurrido, pero podrías haber avisado antes de lo que iba a suceder, si llego a tardar más, se formaría un problema muy grave – Ella asiente mientras mira a Saun.

 -Señor Hel, siento no avisarle que quien le llamaba era la diosa Luna, también quiero pedirle que tenga sus peticiones en cuenta – Ella tenía la misma cara apagada que la diosa.

 -Luneth, ¿sabes sobre las peticiones de la diosa? – Ella asintió.

 -Así es señor Hel, pero no puedo decirle a que se refiere la última petición, son órdenes de la diosa, lo siento mucho – Que molesto es hablar con la gente que puede ver el futuro, te cierran las puertas antes de que uno las piense abrir.

 -Entiendo… - Antes de terminar de hablar un soldado vino corriendo, completamente exhausto.

 -Señor Hel, Señorita Luneth, se os requiere urgente en el castillo, ya se sabe cuándo empezara la batalla -

 Con esas palabras el soldado cayó al suelo, una de las sacerdotisas no tardó en llevarlo dentro. Mientras, tanto Luneth como yo, nos dimos cuenta de que no teníamos tiempo que perder, sin que ella tuviera tiempo de reaccionar la agarré y la cargue, segundos después ya estaba corriendo hacia el castillo como una bala, mientras ella me miraba y se enrojecía, realmente linda.