—No es eso, simplemente no esperaba que quisieras ir allí. No has subido en un tiempo —dijo ella, aferrándose al dobladillo de su vestido con su mano libre mientras él todavía sostenía su muñeca.
Jael sonrió para sí mismo, ella era adorable. Ella no encontraba sus ojos al hablar, en cambio, miraba su barbilla. Él había estado preocupado de que la conversación sobre los pálidos la hubiera afectado, pero ella no parecía muy molesta por ello.
Aun así, le había enfurecido que el Señor Garth hubiera elegido ese momento para hablar de ello. Si había estado tan curioso, debería haber preguntado antes.
Él cerró la distancia entre ellos y levantó su barbilla. Sus ojos brillantes volaron hacia los de él y luego bajaron de nuevo.
Sus ojos vagaron hacia sus labios y luego de nuevo a sus ojos. Estaría mintiendo si dijera que la idea de tomarlos ahora mismo no cruzó su mente.
—Solo porque he estado ocupado —susurró él, estudiando su rostro.
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