—¿Está seguro? —su voz sonaba como si no le creyera.
—Sí —respondió ella— y enterró su cara en el costado de su cuerpo.
—¿Cómo se siente tu brazo? —preguntó él.
—Mucho mejor, gracias. Jean dijo que me quitaría el vendaje por la tarde —ella añadió.
—Eso es bueno escuchar —dijo él—, distraídamente mientras jugaba con su cabello.
—Sabes —comenzó ella lentamente mientras trazaba sus dedos en su piel.
Ella podía sentir su corazón acelerarse ligeramente. Nunca había mencionado la idea de irse al castillo con Jael antes, ya que no creía que pudiera irse pronto.
Aunque no sabía cómo reaccionaría él a esta pregunta, ya podía sentirse ansiosa. Era una pregunta simple, no podía comprender por qué estaba tan nerviosa.
—Jean dijo que debería poder viajar de regreso al castillo en unos pocos días —dijo Mauve— y la mano de Jael en su cabello se congeló.
Pasó un segundo completo y otro más. En un intento de disipar el incómodo silencio, empezó a hablar de nuevo.
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