Jael se detuvo en seco para observar a Danag, que se apresuraba atravesando las puertas principales y pasando junto a los guardias con preocupación grabada en su rostro.
—Señor —exclamó Danag al ver a Jael, evidentemente sorprendido de verlo en la entrada de la mansión.
—¿Sucedió algo? —preguntó Jael inmediatamente, pensando en qué podría estar mal.
—Señor —dijo Danag deteniéndose frente a él. Se inclinó y luego se erguió a toda altura. —El Señor Garth envió un mensajero —anunció Danag.
—¿Por qué? —preguntó Jael, no impresionado por que el Señor Garth llegara tan lejos. Habían pasado solo unos días.
—Sabes por qué señor, no has leído ni respondido a sus cartas. Es de esperar que esté preocupado.
—Erick ya envió una carta en mi lugar. ¿Por qué debería preocuparse? Sabía que al Señor Garth le preocupaba más que rechazara la invitación a la fiesta que su verdadera preocupación por su paradero.
—Señor, siempre responde a sus cartas personalmente —respondió Danag.
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