Damien les dio a Annie y a Ryan un recorrido por su lujosa suite después de que regresó. Había tres habitaciones, un gran salón con espacio para comer. Incluso tenía una pequeña cocina. En cuanto entraron en la segunda habitación, Ryan corrió hacia la gran cama mullida y saltó sobre ella, rebotando arriba y abajo con un contagioso entusiasmo.
—¿Esta es mi habitación? —preguntó, sus brillantes ojos azules abiertos de asombro mientras se acomodaba entre las suaves sábanas.
Damien rió entre dientes, su mirada se dulcificó al observar a Ryan.
—Sí, amigo. Esta es tu habitación ahora.
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