—¡Maestro! ¡Gran agua!
Después de atravesar la tierra seca por un buen rato, la tierra se volvió más y más exuberante poco a poco, con plantas brotando hasta convertirse en un rico bosque. Todo gracias al enorme río que corría por las llanuras centrales hacia la región noroeste.
Y vaya que era un río; tan extenso y ancho que la gente necesitaría un barco para cruzarlo.
—Guau... casi parece un mar... —Era la primera vez que veía un río tan grande, fácilmente una docena de veces más ancho que el de la Guarida. Si me transmutara en este lugar, me perdería completamente, arrastrado por la conciencia del río. —¿No sería agradable también viajar a través del agua?
—Eso espero —respondió Natha con una sonrisa.
—¿Hmm?
—Oh, ¿no lo sabes, Joven Maestro? Usaremos el río a partir de ahora, hasta que lleguemos a la ciudad portuaria —me dijo Arta, sonriendo ante mi asombro.
—¿En serio? —Giré hacia Natha, con los ojos abiertos de emoción.
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