Damon fue el primero en sacudirse las pesadas gotas de agua de su pelaje completamente negro, y Talia le siguió, haciendo que el collar alrededor de su cuello tintineara. Era el collar que Damon le había dado, y ella ya lo atesoraba.
Damon observó a la loba de gris claro que brillaba con luz plateada bajo la luz de luna. Era un poco más pequeña que Damon, pero igual de impresionante.
—Eres hermosa —habló Damon, más para sí mismo.
—Tampoco estás nada mal —respondió Talia a través de su vínculo mental.
Damon se detuvo. ¿El vínculo mental funcionaba en forma de lobo? —Intenté hablar contigo antes y no funcionó.
—No quería hablar contigo —respondió Talia, sintiéndose culpable por eso ahora.
Damon frunció el ceño, mostrándole sus largos colmillos. —¿Cuántos secretos me estás ocultando?
Talia inclinó la cabeza. —Supongo que tendrás que quedarte por aquí y descubrirlo.
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