Pasaron un par de meses, y Swindle entró a la casa de bolsa donde Fake trabajaba. Estaba ubicada en el último piso de una torre donde solo había oficinas. Dentro de la casa de bolsa había una sala de espera con varios sillones, una recepción y varios pasillos que seguramente conectaban varias oficinas donde varios brókers atendían a los clientes.
Sí, a simple vista este lugar parecía más una oficina común y corriente que un casino.
Aun así Swindle estaba convencido de que ese lugar era mucho más similar a un casino de lo que Fake decía.
Swindle se acercó a la recepción. Traía una de las bolsas de viaje en la mano.
—Buenos días —le dijo a la recepcionista—. Quisiera ver a Fake Asshole.
—¿Disculpe? —la recepcionista miró fijamente a Swindle y preguntó tanto sorprendida como dispuesta a llamar a seguridad.
—Ya sabe. Fake —reiteró Swindle—. Calvo, con sobrepeso, de mediana edad, uno los principales socios de esta casa de bolsa, Doctor en Ciencias Financieras.
—Oh, oh, Dale Van Hole. Claro. Lo siento muchísimo —la recepcionista se cubrió el rostro con ambas manos, pues se había ruborizado por la vergüenza—. Yo le entendí… no importa. Claro. Y ¿quién lo busca?
—Ringo Jones.
—Un momento, por favor.
La recepcionista se levantó, abrió una puerta que había a un lado de su escritorio y entró.
Y salió.
—Disculpe, señor Jones, pero el señor Van Hole está muy ocupado en estos momentos, y—
—Dígale que quiero invertir en la bolsa, y voy a empezar con $1'000,000.
La recepcionista se quedó boquiabierta por un momento, y después abrió la misma puerta y entró.
Y salió.
—Adelante, señor Jones.
Swindle entró a la oficina de Fake, y era tan ostentosa como se la imaginaba: las paredes estaban cubiertas por pinturas y libreros, que a su vez estaban cubiertos por libros antiguos y de pasta dura que nunca habían sido abiertos; frente a Swindle había un escritorio de cristal donde había varios libros, una computadora y un Fake mirándolo con desdén, y detrás de esto había una pared de cristal.
—¿Es cierto que quieres invertir $1'000,000? —preguntó Fake desconfiadamente.
—Sí —Swindle se acercó al escritorio de Fake, colocó la bolsa de viaje sobre la mesa y la abrió. No estaba tan llena de fajos de billetes como antes, ya que ahí solo había—: $1'000,000. Y los quiero invertir a nombre de mi madre.
Fake se sorprendió al ver tanto dinero reunido (claro, él tenía mucho más en el banco, pero eso no eran más que números en un estado de cuenta).
—¿De dónde sacaste esto? ¿Es legal?
—Bueno —Swindle se sentó en uno de las sillas que había frente al escritorio de Fake—, para responder a tus preguntas, 1) eso no importa, y 2) eso no importa.
—¿Cómo que no importa? —Fake hablaba sobresaltado, pero sin dejar de mirar el dinero frente a él—. No puedo meter ese dinero así como así a la empresa. ¿Quieres que me hagan una auditoría? Así que dime de dónde sacaste esto. ¿Es legal?
—Bueno, el hecho de que lo traje en una bolsa de viaje debería decírtelo todo, ¿no crees? Pero tú decides si lo aceptas o no —dijo Swindle con una sonrisa—. Pero ten en cuenta que hay mucho más de donde vino.
Fake miró a Swindle con desconfianza.
Tomó entonces la bolsa de viaje y revisó su contenido.
Sí, había billetes y solo billetes ahí.
Tomó entonces unos cuantos fajos y los revisó minuciosamente.
Sí, todos eran billetes, y todos eran auténticos.
—Bueno, quizá pueda meterlo poco a poco. Y ¿en qué lo quieres invertir?
—Acciones en ProTech —dijo Swindle sin dudarlo.
—¿ProTech? —Fake miró a Swindle confundido e ingresó a su computadora—. ¿Estás seguro? Aparentemente esa empresa acaba de entrar al mercado, y no parece muy prometedora, para ser honesto, y con los cambios que ha habido últimamente en su mesa directiva, los inversionistas están un poco nerviosos, y no los culpo. En lo personal te recomendaría invertir en otro lugar, y te podría asesorar dependiendo de si buscas ganancias a corto o a largo plazo. Claro, por una pequeña comisión.
Swindle sonrió falsamente.
—Gracias, pero invierto ahí porque las acciones están bajas, y estoy seguro de que las acciones no van a bajar más.
—A como se ven las cosas, eso es exactamente lo que va a pasar en los próximos días —le advirtió Fake—. De verdad no te recomiendo invertir en una empresa así. Este no es un casino, y lamentablemente el 80% de los inversionistas pierde dinero en un principio porque piensa igual que tú. Aunque, claro, tú tienes la libertad de elegir qué hacer con tu dinero.
—No te preocupes —Swindle mantenía la calma a pesar de las constantes advertencias de Fake—. Esto no es más que una apuesta, y soy muy bueno apostando.