—Ok —dijo Paul—, nosotros tenemos que dar clase, así que nos vemos en la cafetería a la hora del almuerzo.
—Sí, sí —dijo Swindle mientras contemplaba los edificios de la universidad. Jamás había ido a ese lugar, por lo que podría perder un día o dos recorriéndolo.
—Mejor te hubieras quedado con nuestra madre —dijo John.
—La enfermera la cuida —dijo Swindle—, y si ella no es suficiente, puedo contratar a otra.
John le dirigió una mirada de hastío y, junto a Paul y George, se dirigió a su respectiva área.
Swindle, entonces, comenzó a recorrer los diferentes edificios de la universidad. Había muchísimos jóvenes a los que podría estafar fácilmente (pues parecían tan inocentes y pretenciosos como sus hermanos), solo tenía que pensar cómo.
Al llegar a la biblioteca, se encontró con un hombre de avanzada edad vestido elegantemente. Él parecía estar muy ocupado en una investigación. Sintió curiosidad por saber por qué un hombre de su edad perdía el tiempo en labores escolares.
Se sentó junto a él y le preguntó:
—No quisiera molestarlo, pero ¿qué está haciendo?
Él, sin levantar la mirada de la hoja de papel en la que escribía y de todos los libros que tenía abiertos a su alrededor y que leía de cuando en cuando, respondió:
—Una tesis sobre el posmodernismo y su relación con el absurdo presentado en el capítulo 15 del Ulises de James Joyce —Swindle no entendió ni una palabra de lo que dijo el señor, pero, basándose en su experiencia de lidiar con sus hermanos, sabía que todas estas palabras no tenían ningún significado para él porque no tenían relevancia en el mundo real—. Es para mi doctorado.
—Ah, y ¿cuál es su doctorado?
—Es en James Joyce.
—¿O sea que está estudiando un doctorado sobre una sola persona?
—Así es.
—Y ¿hay mucha demanda por doctores en James Joyce?
El señor sonrió.
—Pues no —dijo—, pero a mí me apasiona el tema, aunque con suerte voy a terminar como tutor que ayude a más estudiantes a doctorarse en James Joyce.
En este momento Swindle tuvo una idea.
—¿Tiene una hoja de papel y una pluma que me preste? Y, por cierto, ¿cuál es su nombre? —le preguntó al señor, quien le prestó una hoja en blanco y una pluma.
Y Swindle Jones comenzó a escribir.