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La Mayor Estafa y demás historias de Swindle Jones

Estas son las infames historias de Ringo Jones -o Swindle Jones, como lo llaman sus amigos, y por eso él nunca mezcla la amistad con los negocios-, un estafador profesional que poco a poco descubre que las mayores estafas de todas están en las instituciones más reconocidas y prestigiosas que hay: universidades, casas de bolsa, hospitales y etcétera. El mundo es una estafa, y los humanos, un montón de estafadores.

YuaraKant · สมัยใหม่
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19 Chs

III

—Bueno, señora Sanz —el Dr. Franz Akermann (mejor conocido como F.Ake) revisaba el expediente de Nui Sanz. Él era un hombre increíblemente parecido a G.Reed, aunque usaba anteojos y una bata de laboratorio—, aparentemente su estado de salud se encuentra bastante bien, dadas las circunstancias, pero nos gustaría hacerle algunos análisis para estar seguros.

—Ay, doctor, pues eso dice usted, pero la verdad es que yo me siento igual que siempre —Nui Sanz estaba postrada en la cama, sin energía ni ánimos para levantarse.

—Debe ser la quimioterapia. O los medicamentos —dijo F.Ake sin prestarle atención.

—Pues a lo mejor; a cada rato me los cambian, pero también han de ser tantos estudios y estudios. Parece como si no supieran qué me pasa.

—Solo lo hacemos para brindarle el mejor tratamiento posible —dijo F.Ake distraidamente—. Y no se preocupe; nosotros tenemos el mejor departamento de oncología del país.

—Sí, ya sé —contestó Nui Sanz—, si por eso vine aquí, y ojalá hubiera venido antes, pero esos cabrones de live me estafaron. Si hubiera seguido con ellos yo creo que ya me hubiera muerto.

F.Ake sonrió.

—Lo importante es que ahora está en buenas manos —dijo mientras pensaba en qué más análisis costosos e innecesarios podía hacerle—. Bueno, voy a programar todos los estudias que vamos a hacerle. Usted por lo pronto descanse.

—Pues ¿qué más puedo hacer? Aunque siento que aquí me cobran hasta por respirar.

—La salud no tiene precio —dijo F.Ake con una sonrisa y salió de la habitación.

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—¡Por tu culpa hemos perdido bastantes pacientes! —gritó uno de los inversionistas y golpeó la mesa con ambos puños.

—¡Sí, se suponía que tu estrategia era para que ganáramos dinero, pero lo estamos perdiendo! —gritó otro inversionista, pero G.Reed estaba demasiado ocupado revisando una lista con todos los análisis que podían hacerse en el hospital para escucharlos.

—De hecho estamos considerando expulsarte de la mesa directiva. ¿Tienes algo que decir al respecto?

G.Reed encerró en un círculo varios análisis que podría agendarle a Nui Sanz para la siguiente mes (ya le había agendado suficientes para el mes en cuestión)

—¿Señor Reed?

G.Reed continuó buscando y encerrando en un círculo más análisis.

—¡Contesta, chingada madre! —gritó un inversionista, y G.Reed levantó la mirada. Todos los inversionistas estaban bastante molestos con él.

—Si el problema es el dinero —dijo sin prestarles mucha atención—, ¿por qué no les dicen a los doctores que les hagan todos los análisis posibles a los pacientes?

—Pues sí, no es mala idea —dijo uno de los inversionistas—. Pero ¿cuántos análisis y estudios les podemos hacer? La gente no es pendeja

—Sí, sí lo es. Por eso vienen con nosotros. Si alguien con una bata les dice que existe una pequeña posibilidad de que sus síntomas se deban a un tipo de cáncer y se necesitan hacer unos estudios para descartar esa posibilidad, lo más seguro es que nos van a creer. Y si no lo hacen, ¿con quién van a ir? Nosotros tenemos el mejor departamento de oncología del país. Si alguien sabe de cáncer somos nosotros.

—¡¿Qué?! —un inversionista exclamó—. ¡Con eso estamos arriesgando la reputación de nuestro hospital!

—No —dijo G.Reed con una sonrisa confiada—. De hecho, estaríamos mejorando la reputación del hospital. Verás: si hacemos más estudios para detectar cáncer, lo más probable es que detectemos más casos de cáncer (aunque el paciente no haya venido por eso), y nuestro índice de detección de cáncer aumentará. Y sí, también aumentará el porcentaje de estudios negativos, pero esto será visto como algo positivo ya que esto significa que dichos pacientes no tienen cáncer. O sea: si una prueba sale positiva, es una gran noticia porque entonces nosotros tuvimos razón y hasta quizá detectamos el cáncer a tiempo, y si sale negativa, es una gran noticia porque entonces el paciente no tiene cáncer y no hay nada de qué preocuparse. Ganar-ganar. Y esto puede decirse de prácticamente cualquier estudio que hagamos.

Algunos de los inversionistas se mostraron convencidos con la lógica de G.Reed.

Pero no todos.

—Aun así no podemos hacerles tantos estudios a los pacientes; eso solo generará que ellos desconfíen en nosotros.

G.Reed sonrió.

—Y ¿qué van a hacer? ¿Pedir una segunda opinión? Tendrían que pagarnos todos los estudios que ya les hicimos y luego ir a otro hospital donde otro doctor va a revisar su caso y les va a hacer más análisis. Al final va a ser lo mismo.

"Aunque en parte tienes razón: no hay que exagerar con los estudios, así que también podemos cambiarles de medicamento de vez en cuando. Les vendemos, no sé, 30 tabletas, y cuando lleven apenas 10, se las cambiamos por otras. Y, como le sobraron 20, esas podemos dárselas a otros pacientes. Al cabo muchos medicamentos hacen casi lo mismo, ¿no?

Ahora casi todos los inversionistas parecían bastante convencidos.

—Y hay que aumentar aún más los precios.

Pero aquellas palabras lo arruinaron todo.

—¡¿Estás pendejo o qué?!

—¡¿Quieres que perdamos aún más pacientes?!

—¡Si hacemos eso, vamos a tener que cerrar es hospital!

—¡Mejor ya hay que sacarte del consejo directivo!

—¡Nos vas a llevar a la quiebra!

Los inversionistas continuaron gritándole, y G.Reed levantó las manos a la altura de su rostro para pedirles que se callaran.

Y, después de un rato, lo hicieron.

—Sí, es una táctica que nos puede llevar a la quiebra, pero los demás hospitales no lo saben —dijo G.Reed con una sonrisa—. Si nosotros continuamos cobrando unos precios cada vez más absurdos, ellos tarde o temprano pensarán que nuestra estrategia de mercado es muy viable, así que la van a adoptar. Y si todos los hospitales cobran tanto como nosotros, entonces eso va a ser la norma, y los pacientes no van a tener más opción que pagarlo. Lo único que tenemos que hacer es seguir aumentando las tarifas.

—O sea que solo estamos blofeando.

—Sí, pero no se preocupen —G.Reed sonrió de nueva cuenta—, yo sé una que otra cosa sobre casinos, y créanme cuando les digo que sé cómo apostar.