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—Debes estar confundida... —al escuchar las palabras del Señor Alexander, Penny frunció sus labios.
—Damien dijo por qué las rosas son queridas para ti.
—Parece que mi primo no esconde cosas de ti —comentó Alejandro y finalmente Damien esbozó una sonrisa que apareció en la comisura de sus labios. Estaba seguro de que su primo solo estaba siendo sarcástico al respecto. Gente como Alejandro y Damien tenían muchos secretos, secretos que estaban escondidos en sus sombras y almas.
Penny, por su parte, estaba contenta de escucharlo, de que Damien la informara sobre las cosas sin reticencias, —¿Puedo tocar la planta? —pidió su permiso. Con el estado en el que estaban las plantas en ese momento, dudaba que pudieran volver a crecer como antes de forma natural. La criada se había asegurado de dañarla lo suficiente como para que nunca volviera a crecer.
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