—En mi opinión, son casi las diez. Si hubiera invitados, ya habrían llegado hace rato. Si no tienes nada qué hacer, da prisa y empaca. A ver si puedes devolver este champán y demás. No derroches dinero.
Zaron no ocultó la emoción en su cara. Poder ver a Wallace avergonzarse era lo más emocionante para él. Pensando en esto, Wallace encendió la transmisión en vivo cuando nadie estaba prestando atención.
A primera vista, todavía no había nadie al final de la alfombra roja. Wallace estaba un poco decepcionado. Parecía que todo había sido decidido y nadie aparecería.
—Sharon, ¿no dijiste que está bien incluso si no hay invitados? ¿Y que es suficiente tenerte a ti? Quiero ver qué tienes. ¿No puedes contar con tus fans, verdad? ¡Jajajaja! ¿Por qué no te fijas en tu propio estado y ves lo inútil que eres? —Zaron se regodeó.
En ese momento, el sonido de un claxon llegó desde lejos. El mensajero gritó en voz alta:
—El Segundo Maestro Quayle está aquí
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