``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
Mientras tanto, en el reino más allá del mundo mortal.
Una ser femenino con largos cabellos de color marrón cobrizo estaba sentada en un trono hecho de piedras preciosas rojas. Aunque su cuerpo entero irradiaba divinidad, en lugar de santidad y serenidad, una presión pulsante se centraba en ella, provocando que la atmósfera del palacio celestial se volviera fría y pesada.
—Mi Soberana, ¿qué ha ocurrido? ¿Por qué parece tan alterada? —el ángel de aquel ser divino, Petra, preguntó tan pronto como sintió la vibración de los pilares de piedra del palacio.
La Diosa Isis estaba inquieta al sentir que el sello sobre los poderes de Ember se había debilitado aún más.
En el momento en que su mirada se posó sobre el ángel, un destello dorado escapó de sus ojos, aunque no se podía ver una sola emoción en aquel bello rostro.
—¿Dónde está ese niño de ojos morados?
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