webnovel

Capítulo 5

/ Un bajo y una lunática /

 

 

 

 

Frente a la sala de estar, Kazuma se encontraba en una situación particular.

 

Él miraba a sus padres directamente con cierta frustración y resignación.

 

La discusión se había prolongado durante varias horas, y las palabras que más se repitieron durante la sesión fueron 'caos' y 'problemas'.

 

El señor y señora Satou cuestionan la poca confianza que guardaba Kazuma a su "fiel" amiga. Puesto que ella misma había aclarado que ellos habían pasado por todo tipo de situaciones juntos.

 

La discusión había alcanzado un punto crítico cuando Kazuma mencionó algo sobre "otro mundo", esto solo alentó a la señora Satou a sostener el teléfono, procurando tener el número del psiquiátrico a mano.

 

"¡¿Cómo pueden tomar ese tipo de decisiones sin consultarme antes?! ¡No saben en los problemas que nos meterá ella sola! Espero que tengan un buen seguro de vida, y muchos ahorros, porque mañana mismo nos caerá una deuda incluso más grande que la que tienen hoy algunos países con otros." Exclamó, dejando en claro su descontento con la situación.

 

Ellos insistieron que no tenían muchas otras opciones; cuando la vieron fuera de su misma casa, juntando algunas cajas para así crear un refugio momentáneo, no pudieron evitar invitarla a quedarse.

 

Poco después, ella comenzó a relatar pintorescas historias sobre su hijo, pero estos ignoraron sus palabras, pensando que simplemente estaba delirando a causa del cansancio.

 

A sus ojos, se le veía notablemente desubicada y confundida.

 

Solo estaba borracha.

 

Los Satou, intercambiaron miradas incómodas antes de responder ante las acusaciones de Kazuma.

 

"Kazuma, cariño, entiende que fue una decisión difícil para nosotros también", comenzó su madre con tono conciliador. "Aqua parecía necesitar ayuda y no podíamos simplemente dejarla en la calle".

 

El padre asintió en acuerdo. "Además, ella misma mencionó que ustedes han pasado por mucho juntos. Pensamos que tal vez sería bueno tenerla aquí por un tiempo, al menos hasta que pueda recuperarse".

 

Kazuma frunció el ceño, claramente insatisfecho con sus respuestas. "¿Y qué hay de los problemas que siempre trae consigo? ¿Y las deudas que acumula? ¿Creen que simplemente desaparecerán porque está en nuestra casa?".

 

Su padre suspiró, visiblemente frustrado. "Sabemos que no es fácil, Kazuma, pero no podemos darle la espalda a alguien que parece necesitar ayuda. Confiamos en que sabrás lidiar con la situación de la mejor manera posible".

 

Kazuma apretó los puños, sintiendo la tensión acumulándose en su interior.

 

Se sintió atrapado en un torbellino de emociones contradictorias.

 

Por un lado, parecía asombrarse de que sus padres eran personas razonables y compasivas, capaces de ayudar a aquellos que lo necesitaban.

 

Pero por otro lado, no podía ignorar el recuerdo doloroso de cómo se habían burlado de su muerte en el pasado.

 

La idea de que sus propios padres fueran capaces de ser tan crueles y luego actuar tan amigablemente con Aqua le resultaba desconcertante.

 

Se preguntaba si alguna vez había conocido realmente a sus padres, si había sido ingenuo al creer que los conocía.

 

Mientras Kazuma se encontraba inmerso en sus propios pensamientos, escuchó sin prestar mucha atención a sus padres discutir sobre en qué habitación debería quedarse Aqua.

 

Sus palabras resonaban en su mente como un eco molesto.

 

"Por supuesto que no se quedará en la misma habitación de Kazuma, ¿quién sabe las cosas que podría intentar esa pequeña bestia?", dijo su madre con desdén, haciendo que Kazuma apretara los puños con frustración.

 

Aquel apodo, ese mismo sobrenombre lo había escuchado una innumerable cantidad de veces… Pero a pesar de lo que pensaba, se sintió algo nostálgico al escucharlo.

 

Pero la última persona que pensó que lo llamaría de esa forma era su madre.

 

"Tienes razón, no podemos permitir que otra víctima caiga en las manos de nuestro hijo. ¿Qué será capaz de hacer esta vez? ¿Romperle el brazo?" Se burló su padre con sarcasmo, lo que hizo que Kazuma contuviera un suspiro de exasperación.

 

Intentó detener la conversación, pero sus palabras se perdieron en el aire. Sabía que era inútil seguir argumentando, ya había admitido la derrota.

 

Por dentro, Kazuma se sentía dividido entre la necesidad de conservar su dignidad y la impotencia de no poder deshacerse de Aqua.

 

Tener que soportarla durante otra "run" le parecía algo agobiante.

 

Sin embargo…

 

"Oiga... ¿Y Aqua?" preguntó Kazuto, el hermano menor de Kazuma, al notar la ausencia repentina de la 'señora del caos'.

 

Sus palabras resonaron en la sala, atrayendo la atención de Kazuma, quien estaba sumido en sus pensamientos.

 

Al percatarse de la situación, no perdió ni un segundo y salió disparado de casa, con determinación en su mirada y el corazón latiendo con fuerza.

 

No podía permitir que Aqua se metiera en problemas nuevamente, no allí, no ahora.

 

"¡En este mundo no tengo una pizca de presencia o dinero! ¿Cómo se supone que arregle sus problemas ahora?" Exclamó, mientras recorría las calles.

 

 

 

Recorría las pintorescas calles con la tranquilidad que solo alguien de mi porte, una diosa, podría tener.

 

Mis ojos se iluminaban con cada escaparate o rincón nuevo que descubría, como si fuera la primera vez que pisaba la tierra...

 

Bueno, de hecho, ese era el caso.

 

Desde siempre me he mantenido muy ocupada allá arriba. En serio.

 

Trabajar como un agente de servicio no es tarea fácil, de veras. Además, con el poco tiempo que tenía no podía disfrutar en exceso de los pocos caprichos que me permitía.

 

Los objetos humanos de esta época son muy divertidos, hubo ocasiones en las que le pedía a mis ángeles demasiadas copias de ciertos videojuegos y tenía que pedirle a Eris que me guardara algunas para no ser regañada.

 

… Creo que ya sé de dónde sacó esos extraños gustos por lo juegos RPG.

Creo que también fue mi culpa que se creara un recipiente y jugara con él.

 

Pero, eso no importa ahora, ¿no?

 

Aunque mi intención en un inicio fue aclarar algunas cosas que los padres no parecían entender, terminé distrayendome con ciertos… establecimientos que me encontré en mi camino.

 

"¡Había olvidado la gran variedad de vinos que existen aquí en Japón! Debo aprovechar la oportunidad, por suerte pude encontrar el dinero que guardaba Kazuma debajo de su cama. Sus escondites nunca fueron tan ingeniosos."

 

Con cada tienda que pasaba, sentía la urgencia de explorar su interior y descubrir los tesoros que albergaba.

 

Sin embargo, la restricción de mi edad humana me recordaba que no podía permitirme tal lujo, al menos no sin llamar la atención.

 

Creo que cumplí con mi objetivo de no llamar la atención innecesariamente.

 

Afortunadamente, mi aspecto divino parecía ser suficiente para disipar cualquier sospecha, y pasaba desapercibida entre la multitud.

 

"¡Esto no es justo! ¿Estás intentando detener el paso de una Diosa como yo? ¡Les caerá un castigo divino!"

 

 

Durante mi caminata, intenté entrar en varios locales que parecían interesantes, pero la mayoría me rechazaron sin dudarlo.

 

Los pocos que me aceptaban no tenían la bebida adecuada para mis estandares.

 

Empecé a notar algo extraño: al tocar las bebidas, ninguna de ellas reaccionaba como solían hacerlo ante mi presencia en el mundo de Eris. ¿Estaba perdiendo mis poderes? La idea me preocupó por un momento, pero luego la deseché de mi mente.

 

Después de todo, ¿qué importancia tenían unos cuantos poderes divinos cuando estaba disfrutando tanto de mi tiempo en este mundo?

 

Con una sonrisa desafiante en el rostro, decidí no darle más importancia a la situación y seguir adelante con mi exploración.

 

"¡Bah, qué más da! Seguro que Eris lo solucionará luego", pensé para mí misma mientras continuaba mi camino por las calles de la ciudad, decidida a hacer que este día de turismo se convirtiera en una experiencia inolvidable, incluso si eso significaba tener que conformarme con bebidas mundanas por un tiempo.

 

Mi caminata me llevó por callejones serpenteantes y bulliciosas avenidas, absorbiendo cada detalle con asombro y curiosidad. A pesar de los contratiempos, cada rincón de esta ciudad humana parecía ofrecer una nueva sorpresa, una nueva aventura por descubrir.

 

Mientras avanzaba, me encontré con una pequeña tienda de antigüedades, cuyos escaparates exhibían una variedad de objetos intrigantes y misteriosos. Mi interés se despertó de inmediato, y sin pensarlo dos veces, decidí adentrarme en el establecimiento.

 

El tintineo de una campanilla anunció mi llegada, y fui recibida por el cálido aroma a incienso y polvo antiguo.

 

Mis ojos brillaban con emoción mientras examinaba cada objeto con detenimiento, con cautela de no…

 

'Crack' resonó por los pasillos del local. Sin querer había dejado caer una de las antigüedades. Por suerte, la dueña de aquella tienda parecía no haber escuchado aquel ruido, por lo que no tuve problema alguno en esconder los restos debajo de la alfombra más cercana.

 

Sin embargo, mi atención fue rápidamente capturada por un objeto en particular: un viejo libro encuadernado en cuero, cuyas páginas amarillentas y desgastadas parecían susurrar antiguos secretos y...

 

"E-El... ¿heroe del escudo? Suena algo estúpido", pensé, para luego dejarlo caer en la misma estantería.

 

"Que, ¿acaso no hay nada interesante por este lugar? Vamos, el dinero que tan escondido conservaba Kazuma debe ser gastado en algo de utilidad... A no ser"

 

Mis ojos se vieron atrapados por un objeto en particular. Uno que llamó mi atención.

 

Se trataba de un disco de vinilo, una herramienta que usaban los hombres en antaño para escuchar sus canciones favoritas. Claro que esto no me serviría de utilidad a mí, mucho menos a Kazuma, pero un extraño impulso hizo que mis manos se movieran solas.

 

"¡Increíble! Amo esta canción... ¿Eh?"

 

"¿Eh?" dije, cuando me encontré con otra chica de pelo azul sosteniendo el mismo disco.