El estado del sur.
Eran las diez de la mañana en la calle principal del centro de Rever City, en un pequeño puesto improvisado, un joven estaba vendiendo frutas.
«¡Mocoso! Ya te he dicho muchas veces que no te quiero cerca de mi tienda, asustas a mis clientes».
Un hombre de mediana edad, vestido con un traje hecho a la medida y zapatos de cuero, le gritó al joven, al mismo tiempo que con una patada volteo la mesa donde estaban las frutas.
«Lo siento señor Brown, no tengo donde más poner mi puesto». Decía el joven mientras de rodilla levantaba las frutas que rodaban por el piso.
El joven era alto y tenía el rostro delicado, sin embargo, su cabello largo y revuelto, su camisa blanca muy desgastada y sus jeans descoloridos lo hacían lucir muy pobre.
Sus zapatos estaban muy gastados, uno de ellos tenía el tacón partido.
De pie frente al señor Brown suplicaba, se sentía completamente humillado, pero en ese momento no podía hacer más que suplicar.
Su nombre era Alex, un joven de 21 años, no era una persona rica, vivía solo con su madre, de su padre nunca supo nada, hace tiempo atrás dejó los estudios para trabajar y ayudar a su madre, hacía trabajos ocasionales en la zona, pero el dinero nunca era suficiente.
El señor Brown lo miró con los ojos entrecerrados, como si esa persona frente a él no fuera digna de su atención: «En este mundo existen dos clases de problemas.
Mis problemas y tus problemas.
Si no tienes donde vender tus porquerías, no es mi problema, recoge todo eso y lárgate, si salgo de nuevo y te veo, no me culpes por ser descortés»
Fueron las palabras del Señor Brown mientras entraba a su tienda, dejando atrasa sus guardaespaldas para que corrieran al joven.
Las personas que en ese momento vieron la escena, se sintieron mal por el joven, pero nadie se acercó a ayudarlo, todos sabían la reputación del señor Brown, un hombre que le gusta humillar a todos los que él considera inferiores.
Los rumores en las calles decían, que el señor Brown alimentaba a sus perros, con las personas que le faltaran al respeto.
«¡Alex! ¿Estás bien? ¿Quién te hizo esto?»
Una chica hermosa y muy bien vestida se acercó al joven, su nombre era Lucy Williams.
Ella tenía una cara alabada por todos, era hermosa hasta el punto que nadie podía igualar. Cada hombre que la conocía se ablandaría instantáneamente en lo profundo de sus huesos. Mientras ella sonriera, numerosos hombres le ofrecerían su vida.
«Srta. Williams este negocio no tiene nada que ver con usted, le pido que por favor no intervenga». Explicó uno de los guardaespaldas del señor Brown.
«Es mejor que no intervenga Srta. Williams, no quiero causarle problemas» Dijo un Alex King avergonzado, mientras se levantaba de recoger la última fruta del piso.
Alex y ella se conocían de la universidad, aunque mientras Alex estuvo estudiando, no se relacionaron mucho más allá de verse en las clases que veían juntos. Pero desde que dejo los estudios y empezó a trabajar en la calle comercial con su pequeño puesto de frutas, la Srta. Williams siempre fue muy amable con él.
Venía todas las tardes a su puesto a comprar frutas, y conversaba con él siempre, ella pertenecía a la familia Williams, y como hija rica de segunda generación fue mimada en todo, pero eso no afecto su carácter.
Se podría decir, que ella era famosa en todo Rever City por dos razones, la primera es que era la más hermosa entre todas las jóvenes rica de su generación, y la segunda fue por su buen carácter unido a un deseo ferviente de luchar contra las injusticias.
«No importa si me traes problemas o no, no está bien que tiren tus cosas».
Alex King tomo la mesa y la cesta con frutas, con su rostro caído y muy avergonzado.
«No se preocupe Srta. Williams, yo, ya me voy, gracias».
Lucy Williams rodó sus ojos, pero ella siguió hablando: "Alex, ya te he dicho que me llames Lucy, Srta. Williams suena muy formal"
En ese momento un auto blanco muy lujoso se estacionó a un costado de la carretera, y un joven apuesto se bajó de él.
«¿Lucy, que haces acá? Dime ¿este fracasado te hizo algo?»
El joven que hablo era Edward Robinson, el heredero de la familia Robinson, una de las diez familias más ricas de la región.
No espero a que Lucy Williams respondiera, y empujo a Alex King, haciendo que todas sus cosas cayeran de nuevo.
Edward Robinson quería mostrarle a Lucy cuan dominante era, para ganar su corazón, esa estrategia la había usado por años, y nunca encontró a ninguna chica que se resistiera a eso.
«¿Cómo te atreves a hacer eso?»
Una Lucy muy enojada le reprochó al joven, mientras ayudaba a poner de pies a Alex King.
El joven Edward Robinson no podía creer lo que estaba viendo, la chica que estaba tratando de sorprender, no solo lo ignoraba, sino que también estaba ayudando a otro hombre en su lugar.
«Lucy ¿Qué haces? Es solo un muerto de hambre más, no puede ser tu amigo, ¿por él no me vas a dar cara?»
«¿Quién te dio permiso de llamarme por mi nombre? Para ti soy la Srta. Williams»
Edward al lado parecía molesto y avergonzado y dijo: «Srta. Williams, yo vine a buscarte por orden de mi padre y tu padre, mi familia le está proponiendo matrimonio a la tuya.
Vas a ser mi esposa.
Ven sube a mi auto y vamos, esta tarde mi familia le propondrá matrimonio a la tuya».
Lucy negó con la cabeza: «Primero, solo yo decido con quien me voy a casar, y te aseguro que no es contigo.
Y segundo, aunque todavía voy a ir a la cena hoy a aclarar todo esto, no me subiré a tu auto, porque nunca me he montado a solas con un hombre en un auto, y yo tengo mi propio auto».
Lucy se giró después de decir esas palabras, dejando a un muy molesto y sorprendido Edward Robinson.
«Alex, dime a dónde vas, te llevaré en mi auto». Dijo Lucy, olvidando lo que acababa de decir sobre que nunca había estado sola en un auto con ningún hombre.
Alex King que estaba molesto por ser tratado como basura por los que tenían poder, no quiso perder la oportunidad de vengarse de este Edward Robinson, aunque sea de una forma sutil.
«No me atrevo subir a tu auto Lucy» Dijo Alex, acentuando el tono cuando llamaba a la Srta. Williams por su nombre.
«A demás, no acabas de decir que no compartes el auto con ningún hombre».
Lucy pareció sorprendida y no esperaba que Alex King dijera palabras tan duras para ella, pero después de un segundo entendió que estaban dirigidas para ese arrogante Edward Robinson.
Lucy con una sonrisa pícara en su cara, que exaltaba su belleza dijo apresuradamente: «Sube, no te preocupes por mí».
Los dos subieron al auto, dejando atrás a todos muy sorprendido, después de unos minutos el joven Edward Robinson subió también a su auto y se fue en dirección a su casa donde estaba su padre.
Al llegar, llamo a su padre para hablar en privado, y le contó todo lo que acababa de pasar exagerando en gran medida los detalles.
Siendo él, un joven rico de segunda generación, nunca se había sentido tan humillado, y juro que haría todo lo que estuviera en sus manos para vengarse de Alex King.
El padre de Edward Robinson, Harry Robinson era un hombre alto y apuesto de mediana edad, siempre se había dedicado a los negocios, y se decía que era un prodigio en ellos, se quedó escuchando a su hijo, mientras procesaba toda esta nueva información.
«Papá, tienes que ayudarme a vengarme, ese muerto de hambre se burló de mí, frente a todos, burlarse de mí es burlarse de la familia Robinson, tenemos que darle una lección, o perderemos la cara en toda Rever City».
«No te preocupes hijo, no existe nadie en todo Rever City que se atreva a burlarse de un miembro de nuestra familia, y que no obtenga su merecido, solo que, por ahora, no podemos hacer nada.
Con lo que me cuentas esta Lucy Williams es de un carácter fuerte y muy astuta, y quizás uso a ese muerto de hambre para tener una excusa para oponerse al matrimonio de nuestras dos familias».
«Papá, que tienen que ver los Williams con ese Alex King, no creo que ni siquiera se enteren si le hacemos algo a ese desperdicio».
«Quizás en otra circunstancia los Williams no se enteraría, pero con el matrimonio entre las dos familias a la vuelta de la esquina, los Williams están muy al pendiente de todo lo que hacemos en nuestra familia, si empezamos a atacar a los amigos de la novia, eso no se verá muy bien».
«Entiendo» Respondió un muy molesto Edward Robinson, «¿Entonces nunca tendré mi venganza?».
«Después de la boda la tendrás, ese será uno de mis regalos, por ahora solo averigua todo lo que puedas de esa basura.
Por ahora hoy en la tarde, tenemos que definir la fecha para el banquete de compromiso entre las dos familias».
...
Del otro lado de la ciudad.
«Srta. Williams puede dejarme por acá, yo puedo seguir desde aquí».
«Alex, yo puedo llevarte hasta tu casa, no te preocupes, además, ¿no habíamos quedado que me llamarías Lucy?».
«No tiene por qué hacerlo Srta. Williams, hasta acá está bien, le agradezco mucho por lo de hoy».
«Bueno, ya que insistes, no es como si pudiera obligarte a estar en mi auto, pero Alex, escúchame, sé que quizás estás pasando por momentos difíciles, pero tienes que confiar en ti, y al final todo estará bien».
La expresión de Alex se congeló y murmuró: «Gracias Srta. Williams muchas gracias, nunca olvidaré sus palabras».
Alex King ha sufrido durante tantos años, desde que recuerda, él y su madre Han vivido en la pobreza.
De su padre nunca supo nada, cada vez que le preguntaba a su madre por él, ella siempre decía que no era el momento, con el tiempo dejó de intentarlo.
Su madre se enfermó, ha estado hospitalizada durante más de un año. Desde este año, Alex King casi ha agotado todos sus ahorros en la cuenta familiar. El hospital ha persuadido a Alex King para que se rinda más de una vez, pero la persistencia de Alex King en este asunto no ha habido cambios.
Para Alex King, la gracia de una madre vale todo lo que puede hacer.
El dinero apenas cubría los gastos de la comida y el alquiler, y no podía pagar un buen tratamiento para su madre para tratar la enfermedad, y cada día estaba peor.
Ayer fue al hospital para pagar por adelantado parte de los gastos médicos. Si no puede mantener el trabajo, ni siquiera puede permitirse el lujo de comer.
Hoy era su cumpleaños número 21, pero no tenía ni motivos ni tiempo para celebrarlo, en cambio tenía que salir a trabajar para poder mantenerse.
Todo lo que paso hoy lo estaba afectando mucho, y sentía ganas de rendirse, él no quería ver morir a su madre, y con los problemas que se le estaban presentando hoy, al no poder seguir trabajando, había acabado con su vida. Pero las palabras de Lucy, fuero para él, cómo agua al sediento, dándole fuerzas para seguir luchando.
Si ella no hubiera aparecido hoy, él talvez, talvez no continuaría con su vida, pero ella con su bondad y con esas palabras de aliento, le dio lo que necesitaba para seguir luchando.
Y aunque para ella solo fueran palabras, para Alex valían su vida, él juró que le pagaría a ella mil veces más lo que había hecho por él.
Al bajarse del auto, Alex dejo caer su celular sin darse cuenta dentro del auto de Lucy Williams, y se fue caminando a su casa.
Después de dejar a Alex King Lucy Williams condujo con dirección al restaurante donde se encontraba su padre, pero al llevar unos minutos manejando, escucho un ruido dentro de su auto.
La Luz de la pantalla del teléfono de Alex revelo su ubicación, Lucy se dio cuenta de que Alex había dejado su teléfono, y regreso a donde lo había dejado anteriormente para entregárselo, pero al llegar, no vio a Alex por ningún lado. Decidió entregárselo en la primera oportunidad que se le presentara.