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IV: Hijo

Actualidad

 Con la llegada de la alarma, Jayden abrió los ojos. Eran cerca de las diez de la mañana. El sonido le salvó de otra pesadilla. Todas las noches eran iguales hacía meses. Cuando intentaba descansar un segundo, estas "Imágenes", atormentaban su mente, impidiendo todo tipo de intento de relajamiento. Veía a sus amigos hablarle del pasado, mientras se iban degradando de formas horribles, recordándole del horrible presente que ahora tenía. Casi no podía dormir de plano, porque se despertaba alterado, al ver esto. Si no caía de cansancio no dormía, y ni así superaba las horas de sueño mínimo. Claramente, no era sano. Sin embargo, tampoco lo era fumar, y no es como si se estuviese preocupando por el cáncer de pulmón. La falta de sueño, la cambiaba mirando esa pizarra donde tenía el caso de Dake y Abigail.

 

 Era casi inútil aún así, porque hacía tres meses que no avanzaba en lo más mínimo. Desde la muerte de ella, vaya. Aunque recientemente haya descubierto que era Daniel Arthur, el maldito alcalde de la ciudad, era Dake, no se sentía motivado, todo lo contrario. Ahora que su enemigo tenía un rostro al cual enfrentar, dejando de ser un simple espectro de su pasado, ahora temía de verdad. Ese maldito tenía toda la ciudad en su mano, no había dudas para él, que no era más que una hormiga en comparación a todo el control que debe organizar en la ciudad. Ya lo hacía antes. «¿Y ahora?» pensaba Jayden, quien trataba de mantener las esperanza y optimismo que tanto lo caracterizaban. «Esto sería más fácil si estuvieran conmigo, chicos», se decía, mirando aquella foto de ellos. La única que conservaba de ellos. Seguía en la encrucijada de querer olvidarlos, pero aún no quería hacerlo. Contradictorio como siempre, lo que si sabía, era que no tendía que elegir de no ser por está situación que ese bastarde había creado «Te odio Daniel, te odio».

 Esa mañana no era diferente a las anteriores. Jayden miraba al desgarbado techo de su apartamento, mientras hacía el esfuerzo para levantarse esa fría mañana de inicios de invierno, pero tras ver a Samuel morir de esa forma, él no dejaba de sentirse perseguido. Dake ahora sabía que estaba listo para hacer sus movidas en su contra. Quizá sea cuestión de tiempo que lo capturaran, lo que lo mantenía paranoico. Sin embargo, sabía que le faltaba dinero para vivir. Por eso mismo. Al notar que tenía una notificación de cacería, aunque sabía que era peligroso, debía prepararse para irse a trabajar. Quizá, ese día sería interesante, y se alejaría de la miseria común de su patética nueva vida. Tomó su abrigo después de beber un café, y salió por la puerta velozmente.

Hace 9 años

 -Jayden... ¿Cómo vas con todo? -Preguntó Charly entrando al aula.

 Jayden, quien estaba mirando a la mesa mientras escuchaba música, sonrió al escuchar a su maestro, alzando la mirada, quitándose los audífonos.

 -¡Señor Robinson! Bien, mucho mejor.

 -Wow ¡Mírate! Ya casi ni tartamudeas.

 -Si. Aunque solo dije, ¿Cuánto? ¿Cinco palabras? –Comparó Jayden- la fonoaudióloga está siendo de mucha ayuda.

 -Me alegro amigo... -Se detuvo un segundo- ¿Te ocurre algo?

Jayden miró al cielo.

 -Nada, solo... No puedo creer que todo esté avanzando tan bien. No estoy acostumbrado a que todo en mi vida salga tan perfectamente. -Finalizó con una pequeña risa.

 -Lo sé. -Golpeó amigablemente el hombro de Jayden con el brazo- Pero esto está siendo el trabajo de todos Jayden.

 -Obvio. –Jayden se levantó, y mientras se refregaba las manos, preguntó-. ¿Hoy conoceré al resto de los ayudantes?

 Charly inclinó la cabeza pensando. Luego la enderezó y asintió.

 -¡Sí! Si, obvio. -Aceptó, pero se detuvo y levantó la mano- Pero te encomiendo algo.

 -¿Qué?

 -Debes conseguir a uno tuyo.

 -No entiendo.

 -Mira, para ser un grupo de ayuda fuerte, necesitamos a más gente. Apenas somos tres, y tu necesitarás a alguien de confianza tuyo para ayudar, además de que, si quiere conseguir ayuda de nosotros, sería genial. –Explicó Charly, mientras sostenía a Jayden del hombro- Ese chico Connor me parece un buen inicio.

 -Claro, solo no sé si estará de acuerdo con participar realmente. Suele tener poco tiempo.

 -Seguramente si se lo pides, aceptará. Claramente son unidos, y eres un sujeto convincente Jayden.

 -Si. Seguro. Le preguntaré

 -¿Tienes miedo?

 -Es mi primer ¿Reclutamiento? Sabes que no soy especialmente bueno lidiando con personas.

 -Vamos... Es tu amigo. Aunque también podrías traer a alguien distinto si llega a ser necesario.

 -Quizá. Prefiero ir con él, que lo al menos lo conozco.

 -Tu decidirás.

 -Gracias señor Robinson.

 -Te lo dije mil veces Jayden. Llámame Charly.

 -Si-si. Lo siento.

 -¿Y por qué gracias?

 -Por el apoyo y por confiar en mí.

 Charly soltó una carcajada.

 -Eso no se agradece amigo. –Miró su reloj- Bueno, tengo obligaciones, ya me retiro por hoy ¿Si? Hasta la tarde.

 -Sí, hasta la tarde.

 Charly se fue por la puerta.

 Habían pasado tres meses desde el día del puente. Desde aquel día, Jayden y Charly, un maestro que hacía de psicólogo en su preparatoria, se hicieron, naturalmente unidos. Le había salvado la vida, y ahora, le estaba ayudando, pagando una fonoaudióloga, dándole tiempo para hablar del trauma anterior. Había cubierto sus ayudas, sin embargo, lo más importante, eran sus planes más allá.

 Charly hacía tiempo que tenía planes de crear un grupo de ayuda masivo para jóvenes. Tenía en dinero recaudado, un lugar, las ganas, pero no tenía gente que lo apoyara directamente para concretar ese plan. Jayden, que, tras haber pasado por todo eso, fue el primero en poner el grito en el cielo. «No dejaré que nadie más sufra lo que yo sufrí» le dijo al solo escuchar el título del plan. Sabía que no había forma de que le impidiesen trabajar junto a su maestro, porque era el momento de hacer algo al respecto. Si él sufrió todo eso, ¿Cuántos chicos más debían sufrir hasta que alguien haga algo? Iban a ayudar a miles de chicos en la ciudad. Quizá él no la recibió, pero otros si la tendrían. Charly le enseñó eso, ahora haría de su enseñanza una bendición para otros. Era lo que ambos querían.

 Actualidad

 Era la zona céntrica de la ciudad. En una banca estaba en contacto. Jayden manteniendo una notoria seriedad, aunque trataba de mantener su sonrisa. La típica sonrisa que lo mantenía algo esperanzado.

 -¿Crismón?

 El hombre obeso de la silla lo miró

 -Si, soy yo. -Respondió- Debes ser Miller.

 -En efecto. -Asintió con la cabeza- Dígame cuál es su contrato.

 -Siéntate. -Le indicó con un gesto con la mano.

 Jayden se sentó a su lado, sin despegarle los ojos de encima. De su bolsillo, Crismón sacó una foto, la cual le entregó, aunque no sacó las manos de encima, ya que comenzó a señalar en ella a un hombre de treinta y tantos años.

 -Mira, este trabajo es algo distinto a lo que seguro sabes hacer. -Comenzó

 -No estaría entendiendo. -Respondió Jayden alzando la mirada.

 -Este hijo de puta... -Continuó señalando la foto- Me debe miles de dólares, y me está arruinando la vida. Lo llevaré a juicio, pero necesito pruebas contra él, para asegurarme la victoria. Así que necesito que investigues su vida, y averigües algo que me sirva. ¿Está bien?

 Jayden retrocedió la cabeza. Aclaró la garganta, y respondió.

 -Mire, señor, siento decepcionarlo, pero no soy detective privado. Yo soy caza recompensas ¿Si? Yo meto gente en la cárcel… en el mejor de los casos. No ayudo a personas tener pruebas para una corte.

 -Te daré dinero ¿Si? Conozco la paga habitual que los tuyos ganan, y sé muy bien cuanto necesitas. Te daré el dinero que ganas siempre. Será como todos los días. ¡Es más! Mucho más tranquilo. Te daré la mitad ahora, investigas algo, y el resto si consigues algo útil, te doy el resto. Sino, seguirás con tu vida, y yo con la mía.

 Jayden frunció el ceño. Pensó un poco. «Esto no es normal» Miró su ropa, lo que le hizo recordar que ya casi que no llegaba al fin de mes. «¿Qué remedio?»

 -Muy bien. Es un trato. Comenzaré ya mismo.

 -¡Ay! Gracias, me estás salvando la vida.

 -Si es verdad, es lo mejor ayudarte. Nadie merece estar en la miseria.

 -Eres un alma caritativa. Bastante para ser un caza recompensas.

 -Está bien. Solo... Veré que consigo.

 -Suerte.

 Jayden se volteó y se fue para el lugar contrario del que estaba Carlos. Llevando la foto consigo, el chico miró el otro lado, notando que tenía anotado un nombre, David, una edad (treinta años) y una dirección «Posiblemente de su casa» pensó. Iría a los alrededores primero, para saber dónde era que vivía. Era por los suburbios, pero sabía que debía moverse dentro de todo rápido. «Algo para acabar con él» pensaba Jayden, quien se mantenía dentro de todo escéptico al respecto. «Me dio demasiada poca información para ser algo genuino» pensaba mientras se subía a un colectivo, rumbo al barrio que indicaba el papel. «Algo no cuadra».

Hace 9 años

 Estaba leyendo en su banco dentro de un aula. Era hora libre, debido a la falta de un maestro, por lo que estaba aprovechando el tiempo. Connor no había ido al colegio ese día, por lo que Jayden no pudo hablarle de los planes de Charly. Fue en ese silencio fue que pensó como parece, que cada dos o tres días faltar a las clases, cosa que se le hacía rara. Para él, ir a clases era su escape de todo el infierno que vivía en su casa. Parecía haberse calmado el asunto, sin embargo, no podía olvidar como lo habían dejado de lado durante esos meses. Quizá, sea por eso que veía a Charly como esa persona genuinamente respetable. Querían ayudar a tantos como pudieren. Pero necesitaba a Connor ahí, el mayor amigo que tenía hasta ese momento. Muy posiblemente, sin él… las cosas no hubiesen sido mejores.

 -Miller... -Dijo una voz conocida.

 Alzó la mirada. La misma chica de pelo café, largo hasta los hombros, con algunos mechones amarrados atrás.

 -¿Abigail?

 La joven se mantuvo parada a su lado.

 -Así es. Escucha...

 -¿No te gustaría sentarte? -La interrumpió.

 -¿Mhm? -Inclinó la cabeza hacía el costado, algo confundida.

 -Pareces cansada, ¿No te gustaría sentarte? Tengo mi otro asiento libre.

 -No, no gracias. -Ella sacudió la cabeza levemente- Escucha, Connor hace días que no aparece…

 -Es verdad. Estoy buscándolo desde entonces. Necesito hablar con él.

 -Somos dos, en realidad.

 -¿Tú también?

 -Si...

 -¿Hizo algo mal? -Preguntó Jayden sin rodeos.

 -No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?

 -Nada... Solo tienes esa fama de ser algo "Buchona" cuando alguien hace algo mal.

 -Sí, es una fama que me hice a pulso. ¿Algún problema?

 -Eh... Nada, olvídalo.

 -Okey.

 Ella estaba por irse.

 -Si llegas a saber de Connor, llámame, necesito hablar con él.

 -Abigail.

 -¿Que?

 -Segura que no quieres sentarte. Ya casi empieza la clase y...

 -Me gusta estar sola, de hecho. Sin embargo, gracias por la oferta.

 -Okey...

 Antes de que se dieran cuenta, Charly estaba junto a ellos.

 -Wow, veo que se conocen.

 -Charly, eres demasiado silencioso, algún día me vas a dar un infarto. Y algo así. -Respondió Jayden, mientras miraba que Abigail se sentaba en la mesa, para sacar su carpeta y sus libros.

 -Ella es la otra chica que nos está ayudando Jayden.

 -¿Abigail?

 -Sí, ella es quien me avisó de tu "Extraña actitud" antes de ese puente.

 -En realidad... Si, si me lo esperaba.

 -Sé que no es muy conversadora, pero es de las personas más rectas que conocí.

 -Se nota.

 Charly lo miró extrañado.

 -¿Ocurre algo? -Preguntó apoyando su mano en su hombro.

 -Eh... No, no pasa nada... Solo, estoy preocupado por Connor.

 -¿Por O'Neill?

 -Si, por él.

 -Okey... quizá no te guste lo que escuché... Es la razón por la que vine.

Actualidad

 Estaba en la dirección correcta. Se aseguró varias veces de ello. ¿Cómo sabía que esa casa era del objetivo en cuestión? Pura fe «Debo pensar mejor mis planes, algún día, me voy a quedar sin suerte». Vigiló la casa por horas, dándose cuenta de que esa casa estaba vacía. Miró su reloj. Claramente era hora de trabajo común, lo que significaba que posiblemente el objetivo estuviese haciendo sus labores diarias. Okey, no era problema. Era la oportunidad de infiltrarse en la casa, para poder así saber más de él.

 

 Recorrió las calles de los alrededores de la casa, pensativo, listo para poder hacer su trabajo de meterse en el territorio del objetivo. Encontró una rendija en la cerca, por la cual escabullirse. Del mismo modo, logró forzar la cerradura. «No estaba especialmente de acuerdo con esto amigo, pero gracias Connor».

 Si bien desde el patio, ya se intuía, al entrar en la casa terminó de notar todo lo que necesitaba saber. Era una casa de familia. Había varios juguetes de bebé desperdigados por el suelo. Mirando los alrededores, vio las paredes atiborradas de fotos de un niño que aparentaba cuatro o cinco años. En un mueble de cajones, estaba lleno, no solo de fotos del niño antes mencionado, también de una mujer, y de lo que él llamaría, una familia. Un título de ingeniero, una tv de pantalla plana. Todo. Ese tipo no parecía faltarle nada, al menos en lo económico. Solo debía buscar. Pero su instinto le decía que algo no estaba bien. «¿Qué podría tener para arruinarle?». Pensaba. «¿Tengo que arruinarle?» se cuestionó. Fue entonces que escuchó la puerta abrirse. Se fue a esconder rápido, mientras la voz de un adulto comenzaba a sonar.

 -Dios mío, Jerry. ¿Qué comiste que te cayó así? -Se escuchó decir al objetivo detrás suyo.

 -No lo sé papi.

 -Dios mío. Vete preparando para la ducha ¿Si? Voy a buscar algo a la cocina, e iré a bañarte.

 «¿Qué carajo?» pensó Jayden, mientras notaba que Diego iba camino a la cocina, que era donde estaba escondido. Abrió la heladera, sacó un sándwich, y se lo comió de dos bocados. Estaba notoriamente hambriento. Antes de voltear, rumbo a las escaleras, que era donde estaba su hijo, pero lo primero que vio, fue a Jayden apuntarle con un arma. «¿Qué se supone que haga?» Ambos permanecieron en silencio. Se miraban, Jayden con pena, el otro con terror, a la par que comenzó a temblar.

 -E-escucha. Llévate todo. No me hagas daño. Tengo una esposa y un hijo. ¡Llévate todo! ¡Te daré la contraseña de la caja fuer...

 -No, no. Calma. No quiero hacerte daño. Solo, escucha, no digas nada más ¿Si?

 -Okey. Okey.

 -Guardaré mi arma, si me prometes no hacer nada ¿Si? Es más, ve con tu hijo.

 -No, no, Jerome no tiene nada que...

 -No le haré nada. De hecho, vengo a ayudarte con eso...

 -¿Qué?

 -Creo que alguien quiere hacerte daño.

 -¿Quien?

 -Un tal Carlos Crismón...

 Diego cambió de rostro, bajó los brazos lentamente.

 -Ay Dios... -Se enderezó, pareció perder el miedo a Jayden.

 -Si... Si lo conoces.

 -Es mi padre.

Hace 9 años

 Jayden llegó corriendo en la puerta arrejada de la celda donde estaba encerrado Connor. Francamente, era un lugar aterrador, en el que, pese a estar del otro lado, de las rejas, todo a su alrededor era genuinamente asqueroso, y oscuro. Nadie inocente debería estar allí. De todos modos, si para él era indeseable, no debía imaginarse como era para Connor, quien estaba junto a todos los criminales, que eran tantos, que estaban amargados como el joven.

 

 -¡Connor! -Gritó Jayden mientras corría hacía los barrotes.

 -¿Jayden? -Dijo claramente desganado, levantándose del suelo, acercándose a él- ¿Qué haces aquí?

 -Vengo a verte ¿Qué ocurrió? ¿Cómo terminaste aquí?

 Connor sacudió la cabeza hacia los lados.

 -¿Qué más ocurriría amigo? Me atraparon.

 -Pero tu...

 -Si Jayden, Si lo hice.

 -Connor... ¿Por qué?

 Connor bajó la cabeza, suspiró. Se encogió de hombros.

 -No... No puedo explicarlo... -Bajó la cabeza, y comenzó a alejarse hacía el rincón donde estaba sentado- Lo siento hermano… -Connor se sentó en la misma esquina, antes de esconder los brazos.

 -Ey, te sacaré de aquí. ¡Lo prometo!

 -No lo prometas... Es mi tercera ofensa. Iré a la cárcel o a un reformatorio.

 -¡Me importa una mierda! Se sacaré de aquí hermano. Lo prometo. Lo juro con mi vida.

 

 Jayden se fue rápido de la comisaría, rumbo a la calle. Aunque una vez fuera, se dio cuenta de que en realidad no tenía ni idea de que iba a hacer ahora y antes de siquiera poder pensar en el asunto, llegó Abigail por detrás suyo, mientras perecía más escéptica que de costumbre.

 

 -Así que finalmente atraparon a Connor.

 -¿Ya lo sabías? ¿De dónde saliste?

 -¿Lo de él? Mi tía es policía. Ella me preguntó si lo conocía y yo no miento. Y estaba con mi tía hasta hace un rato. ¿Tú que haces aquí?

 -Vine a ver a Connor… Lamentablemente en esta situación.

 -Claro…

 Jayden dejó de mirarla, y dirigió su mirada hacia el cielo.

 -Tiene que haber una forma de poder ayudarlo. Piensa Jayden…

 -Siento arruinar tu esperanza, pero no la hay. Es su tercera infracción, y la ley lo obliga a ir directo a una correccional o a la cárcel. Y como ya tiene diez y siete, creo que la ley lo pondrá en la segunda. 

 -Dios, pero no se lo merece.

 -Jayden… Es un ladrón Jayden. Hay muchos como él. El mundo no lo va a extrañar. Quizá lo ayude a…

 -No digas eso Abigail. Yo lo extrañaré. Es mi amigo

 -Apenas se conocen hace unos meses.

 -Eso no importa. Y relacionado al asunto, él no lo hace por ganas es un sino por necesidad... –Jayden se quedó un segundo callado, luego se levantó- ¡Eso es!

 -¿En qué estás pensando?

 -Si logro encontrar la razón por la que lo hace, y hablo con la persona que levantó cargos, quizá lo logre...

 Abigail sacude la cabeza.

 -Eres muy inocente 

 -Tu sabes quién es ¿No? Por tu tía

 -Si… Si lo sé, pero…Jayden... Mira, yo se la situación de Connor en realidad. Sé que le falta dinero...

 -¿Dices que él hace mal incluso cuando está contra las cuerdas por la vida?

 -Si Jayden. Está orillado a esta vida. Me apena, pero es la ley así... Sin la ley, viviríamos en la anarquía. Me apena tanto como a ti, pero...

 Jayden está presionando con fuerza el puño.

 -Es tan injusto...

 -Escucha... Intentémoslo si quieres... Pero no sabemos si siquiera la persona que levantó los cargos, los dejará al ver la situación de Connor.

 -No, no lo sé... Pero tú no sabías si Jane estaría a salvo cuando nos encerraste en esa aula, esperando que no llegara ese maestro... ¿O me equivoco?

 Abigail se quedó paralizada.

 -Aun así lo intentaste... y quizá no lograste salvarla... pero si lo hiciste conmigo...

 -¿De qué hablas?

 -Si lo intentamos... al menos algo sacaremos... Vamos Abigail, sabes que tú tienes el mismo espíritu que yo, sino Connor no confiaría en ti.

 Ella movió la mirada.

 -¿Crees que funcionará? Bien. Intentémoslo... Pero si fallamos...

 -¿Qué?

 -Podríamos meternos en una peor...

 -No me importa, con tal de ayudar a mi amigo.

 Ella suspira una vez más.

 -De acuerdo. Debemos ir al siguiente lugar...

Actualidad

 

 David estaba bañando a su hijo, mientras Jayden, esperaba en el otro lado de la pared, cerca de la ventana, mientras fumaba un cigarrillo. Se escuchaba al primero tranquilizando al niño, diciendo que todo estaba bien, y que el hombre de gabardina no les haría daño, que no les haría daño, sin importar que pasase. Según él, ambos estarían seguros. Aunque se notaba que dudaba de lo que decía, pero hacía lo imposible para tranquilizar a su niño. También hacía preguntas del tipo como a qué hora llegaría su madre, las cuales respondía con que llegaría en un rato. Jayden miraba el papel para distraerse de su sentimiento más grande que sentía en ese momento. La pesada y culposa envidia.

 

 Jayden deseaba tanto esa vida de padre suburbano. Deseaba cuidar a su hijo o hija, quien jamás logró nacer, en una calle tranquila, alejada el horroroso caos de la ciudad moderna. Para muchos, una pesadilla de aburrimiento. La vida de un atareado padre suburbano no era más que algo que jamás pensaron, pero para el pelinegro, era su final preciado. Pero Dake se la había arrebatado. Cuando estuvo cerca de tener un hijo, lo perdió por culpa de como atacaron a Abigail. Su amada Abigail. Como la extrañaba. Ambos deseaban esa vida, pero jamás la consiguieron. Su vida le sacaba más de lo que daba, siempre había sido así. Diego parecía un sujeto feliz. Poseía todo lo que alguna vez deseó el miope, quien quería hacerse una idea de lo que le habrá costado conseguir esto. Esa paz de una casa familiar, que parecía seguir adelante sin ser chocado por el mundo tan cruel y aterrador. Aunque lo envidase, al final del día, no importaba, porque Jayden, por más desgraciado que fuese, seguía adelante, y si no obtuvo esa vida, al menos, permitiría que otros la tuviesen. ¿Querían tener una vida en paz, cómo la que deseó, pero jamás tuvo? Bien, al menos trataría que otros la tuviesen.

 

 -Oye... Em… -Diego miró hacía el costado, tratando de pensar en cómo llamarle.

 -¡Miller! Llámame Miller. –Dijo Jayden para darle una idea.

 -Sí, Miller... Mira, ya acabé... Jerry se quedará en su cuarto ahora... No quiero que sepa la historia... no aún.

 -Claro. Lo entiendo... no parece el tipo de historia tranquila que le guste a un niño. –Aceptó Jayden.

 Diego se sentó en el sillón. Jayden le dirigió la mirada, lo analizó a él y al cuarto por última vez, antes de preguntar sin rodeos.

 -¿Que quiere Carlos de ti?

 Carlos pensó su respuesta. Suspiró y miró a los ojos de Jayden, aunque solo veía su reflejo en el cristal.

 -La pregunta es que quiero yo de él.

 Diego se levantó y fue caminando rumbo a la sala.

 -Carlos es mi padre. Él se divorció de mi madre cuando yo era pequeño. Solo venía a verme los fines de semana. No todos. Con dos por mes uno por mes. Luego desapareció por completo.

 -¿Por qué se separó de tu madre? –Interrumpió Jayden.

 -Carlos tenía amantes... Muchos.

 -Mhm... Lo siento.

 -No importa... O no importaría... -Diego gruñó al tomar una foto de un estante- Crecí sin un padre... Sin una figura paterna en la cual creer... Sin dinero, porque mi madre tenía un trabajo mediocre, que apenas pagaba las facturas y nos daba de comer. Ella suplió a los dos. Consejos para estar con mi primera novia, me los dio mi madre. Acompañarme en mi primera afeitada. Hacía lo que podría, pero… era mi madre, muchas veces no entiende del todo lo que son ciertas cosas, por más que tratase ¿No?

 -Supongo.

 -En fin. Trabajé desde los quince, para traer dinero a casa, y para pagarme mis estudios, porque no importaba cuantos trabajos ella tuviese, no dejaba de ser poco. Así fue hasta mis diez y ocho años, hasta que finalmente, lo logré. Estudié medicina gracias a una beca, me hice mi familia, y tengo todo... –Continuó algo acelerado. Antes de terminar su frase, volteó, y miró a Jayden- Todo menos...

 -¿Un padre? ¿Un abuelo?

 -No... –Diego bajó la mirada- Tenía todo, menos justicia... Por todos esos años donde estuve solo con mi madre, en un barrio peligroso, en el que nos robaron tantas veces lo poco que teníamos, que perdí la cuenta. Por eso, cuando lo localicé, lo demandé por abandono. Quiero sacarle hasta el último centavo que me debe.

 -¿Pero por qué? –Preguntó Jayden, genuinamente confundido- No se vea que tengas falta de dinero o algo material.

 -Eso no importa Miller... Yo... quiero poder hacerlo pagar por lo imbécil que fue conmigo y con mi madre... Nos abandonó, ¿Y se cree que no habría consecuencias? ¿Qué viviría en paz, con un niño en la calle para siempre sin tener que pagar las consecuencias? Y encima llama a un caza recompensas, a ver si saca información de mí.

 Jayden baja la cabeza, piensa un poco, y luego la alza con una sonrisa discreta.

 -Exacto Diego, tuvo que llamar a un caza recompensas para encontrarte algo... No creo que eso se vea bien frente a la corte...

 -¿De qué hablas?

 -Indirectamente. ese bastardo cavó su propia tumba. Tienes, más pruebas en su contra...

 -Okey... ¿Pero cuánto me cobraras por…?

 -¡Olvídate del dinero! Esto es para que tenga más armas en su contra...

 -Estás loco...

 -No Diego... Piénsalo. –Un entusiasmado Jayden comenzó a caminar hacía Diego, quien estaba en la esquina del cuarto- Si tienes esta carta a tu favor, podrás seguir adelante con el juicio con una prueba enorme de que está desesperado por pruebas. Y como quiere acabar con la vida de un trabajador hombre de familia.

 -Suena como una locura.

 -¡Pero pasó!

 -No lo sé...

 -Escucha... -Jayden volteó a Diego hacía él- Así, podrás enseñarle a tu hijo lo que luchar por lo correcto. Y tú no dejarás de buscar tu justicia.

 Diego dejó de mirar Jayden, y tomó una foto de su hijo. Estuvo pensativo unos minutos, y luego la soltó para gritar.

 -¡Tienes razón! Se creyó que yo no haría nada, que sería un cobarde igual que él... No... No lo seré... -Miró directo a los ojos de Jayden, y grito- Me dará lo que me debe, y tendré lo que merezco.

 -¡Si!

 -Y el dinero irá directo al fondo de Jerry para cuando vaya a la universidad. Quizá parezca pronto, pero si ese dinero no fue para un hijo, que sea para el nieto. Aunque ese bastardo no quiera

 -Muy bien... Esa es la actitud. Esto es por tí, y por todos los chicos abandonados por sus padres. ¡Vas a lograrlo!

Hace 9 años

 

 Jayden estaba en el pasillo de un hospital, por la sección de cuidados intensivos. Aquél que era la causa de todos esos problemas de Connor. Miraba a la ventana, mientras trataba de no entrar en pánico, porque esos lugares le daban pánico. A la par de eso, miraba de vez en cuando a la camilla de la mujer acostada, en un profundo estado de coma. Necesitaba medicina constante, sin embargo, parecía en vano. Jayden no podía respirar, porque sabía que ese chico tarde o temprano, esa mujer moriría. Y aunque irónico, Jayden le temía a la muerte de los que lo rodeaban. Esa mujer era importante para Connor. Era su madre, y se notaba que necesitaba que saliese adelante. También notaba las marcas en su cara «¿Serán la causa de su coma?». Le daba lastima.

 -Elena O'Neill. La madre de Connor. Treinta y ocho años... –Dijo Abigail, apoyándose en la misma pared de Jayden- Pobre mujer...

 -¿Quién le hizo esto?

 -¿Quién más habrá sido Jayden? Piensa un poco

 Jayden sacudió la cabeza algo molesto. «Es tan injusto»

 -El sujeto que levantó los cargos está en camino ¿Verdad?

 -Si. Espero que el apoyo que me dio mi tía haya sido útil para que venga.

 -Bendita sea tu tía.

 -Disculpa –Abigail, sin mirarlo, comenzó a cuestionarlo- Hace un momento, me mencionaste, cuando hablabas de las personas que quieren ayudar.

 -Si... ¿Por?

 -Mencionaste que yo "Logré ayudarte" ¿A qué te referías?

 -No creo que sea momento de eso Abigail…

 -Solo quiero hacer tiempo. No me gusta pensar demasiado en esa pobre mujer. Es bastante trágico, y solo verla así me da nauseas.

 -Te entiendo.

 Jayden notó que Abigail parecía algo avergonzada mientras miraba al suelo, evitando su mirada, o la camilla con la mujer.

 -A lo que me refería, era a cuando nos conocimos...

 -¿Lo de Connor? Ya sabes, cuando se pelearon en la salida.

 -No. Luego...

 -Ah... Si. El día del puente. –Abigail suspiró, mientras miraba de reojo a Jayden.

 -Si. Ese día me ayudaste.

 -Te vi deprimido. Claramente estabas amargado de una u otra manera, por eso le avisé al señor Robinson para que te tenga vigila...

 -No hablo de ese momento en particular.

 -¿No? –Ahora si lo miró directamente- ¿Entonces de cuál? -Preguntó la castaña mirando hacía el joven.

 -Me refiero a cuando estábamos en el aula... Tras todo lo de Jane...

 -Ah… si.

 -Estabas conmocionada. Lo vi en tus ojos.

 -Fracasé con ella... Aún no pudimos hacer nada contra ese maestro. Era otra vez que nos ganaba directamente.

 -Luego de eso, que comencé a... -«No puedo decir esto tranquilo»- Y te diste cuenta, no me dejaste hacerlo más...

 Abigail alzó la cabeza. Tragó saliva. Luego suspiró.

 -No tenías por qué... –Continuó Jayden- no sabías ni quien era prácticamente, y, aun así, no me dejaste hacer esa locura... Luego lo del puente...

 -Repito... Estabas mal y necesitabas ayuda...

 -Aun así... Jamás dejaré de estarte agradecido. Fuiste de mucha ayuda.

 Abigail miró al costado, se quitó una lagrima que se escurría por el ojo.

 -No hace falta... Es lo correcto. Nadie tiene que agradecer a los policías por atrapar a los criminales, o a los bomberos por apagar el fuego.

 -¿A si? -Jayden le miró directamente a los ojos. Tocó su mejilla, ella lo apartó rápidamente- Si fuera lo correcto, todos lo harían. Pero ellos lo hacen por deber… Al menos los buenos, no hay que generalizar. Del mismo modo, tú fuiste la primera en tomar acto. Creo genuinamente, si fuera cualquier otro, posiblemente, no habrían hecho nada por mí. Gracias por eso Abigail.

 Ella permanece callada, unos segundos. Se levanta y camina hacía el marco de la puerta donde esta Elena.

 -Escucha... Yo quisiera ser más como tú.

 -¡Basta!

 -Oh... Lo siento. No debí…

 -No caeré en esta mierda. Quieres que caiga en tu juego para que esté más del lado de O'Neill. Pero si el sujeto no retira los cambios en su contra, no haré más. ¡Te guste o no!

 Jayden retrocedió. Levantó las manos, mientras sacudía la cabeza.

 -No era mi intención hacer eso. Te agradecía por todo… Pero haz lo que quieras, Wilson. Te llamaré así, ya que tanto te gusta llamar a las personas por su apellido.

 Dijo Jayden, antes de ver que se acercaba el sujeto que esperaban.

 -Hola... Me llamo Robert. ¿Creo que ustedes me habían llamado?

 Jayden y Abigail se miraron. Luego al hombre.

 -Sí, si lo llamamos.

 -Muy bien… Me dijeron que viniera a esta sala...

 Robert miró a la sala de la paciente. Se quedó claramente confundido.

 -Señor... Me llamo Jayden y ella es Abigail... Somos amigos de Connor. O'Neill, el chico que lo asaltó hace unas horas. –Comenzó a explicar Jayden, mientras se acercaba el marco de la puerta, junto a Robert- Mire el estado de su madre. Está en un coma profundo, desde hace un año, debido a una situación de extrema delicadeza. –Continuó, mientras Robert no debía una sola palabra- Él lo hace por ella. Está en coma por razones médicas, y necesita dinero para salvarla, por eso el robo que ocurrió esta mañana. 

 Robert negó con la cabeza, lo que hizo que los dos jóvenes intercambiaran miradas de duda, antes de que Jayden continuase con su discurso. 

 -Escuche, sabemos que...

 -Ese chico me apuntó con un arma, niño. –Interrumpió, con un tono de voz seco- Puso un revolver en mi cabeza, mientras me gritaba que le diera todo lo de valor que poseyera en ese momento. Lo atraparon luego, cuando la policía lo halló vendiendo las cosas en una casa de empeño. 

 -El arma, era falsa. Técnicamente, nunca estuvieron en peligro. -Murmuró fuerte Abigail desde atrás.

 -Estaba con mi mujer, no tenía tiempo para darme cuenta si su arma era autentica o no. Y el susto, y el robo, aun así, se efectuó –Miró directamente hacía los dos- ¿Crees que me importa un bledo lo que haya sido este chico antes de apuntarme, amenazar mi vida, y darme uno de los peores sustos de mi vida?

 Jayden se quedó mudo. «Piensa, no seas idiota» pensaba, mientras trataba de hilar las palabras.

 -Niño, me hicieron perder el tiempo, es lo único que sé... Así que...

 El sujeto volteó hacía la salida de allí. «No, no no. ¿Que se supone que haga?»

 -¿Quiere saber cómo es que esta mujer terminó en un coma?

 -Niña, lo siento, pero no es de mi intere… 

 -La mujer está en coma porque su marido la molió a golpes.

 Robert se detuvo.

 -En un arranque de ira, estando borracho, la golpeó a ella y a sus hijos... Solo quedó Connor y ella. El más pequeño murió por las heridas. Y ahora no tiene un centavo para sobrevivir. Y debe mantener a su madre viva.

 Robert miró hacia atrás.

 -Ya les dije... No-no es mi problema...

 -Pero ya lo sabe. ¿Cree que ahora que lo sabe un juicio aceptará su demanda?

 -Eso lo decidirán ellos, si coincidieran que hice algo mal...

 -No, ya mencionó a su novia... -Abigail comenzó a acercarse frenéticamente.

 -Abigail, cálmate. -Jayden comenzó a acercarse velozmente a ella, para detenerla.

 -¡Sabiendo lo que sufrió esa mujer, y usted teniendo pareja ¿Va a permitir que un chico que vivió lo peor de mundo lo pase?!

 -Yo...

 Lo acorraló en una esquina

 -¡¿Enserio no le importa?!

 -¡Niña!

 -¡Para mí usted también debe hacer las mismas mierdas que el bastardo padre de Connor!

 -¡No! ¡Estás acusándome de forma exagerada niña!

 -¡Y usted a Connor!

 Después de ese grito, se sintió un enorme silencio en todo el hospital. Jayden miró a los alrededores, para notar que todos los estaban viendo. Robert aprovechó para irse de allí. Abigail se destensó lentamente.

 -Abigail... Eso fue mucho... -Regañó silenciosamente a Abigail- Acusaste injustamente a alguien…

 -¡Era el mal mayor Miller! -Lo miró de reojo, y sus ojos estaban llenos de lágrimas- ¿Querías a Connor libre? ¡Esto es lo mejor! A veces, debes elegir entre el mal mayor y el menor. Hice lo correcto… 

 Jayden no dijo más nada.

 -Ne-necesito irme de aquí...

 Dijo Abigail mientras trataba de alejarse.

 -Abi... –Susurró Jayden.

 -¡No me llames Abi! –Le negó, empujándolo hacía atrás.

 -Okey... Ve. Necesitas calmarte...

 Salió por la puerta. Estando afuera, Abigail se acostó contra la pared. Hizo su mayor esfuerzo para no hacerlo, pero una vez comprobó que estaba sola, se rindió y comenzó a llorar. No le gustaba llorar, porque le hacía sentía débil. No era cómodo sentirse débil. Quería ser como su Tía. Valiente, inteligente, pero no así. Quería ayudar, pero siempre que creía poder hacerlo, siempre, hacía la cosa peor, o fallaba rotundamente. Se sentía estúpida no poder lograr sus objetivos sola, para encima empeorar a los problemas de otros. Siempre igual. Era chillona, mal criada. Un títere para otros. Una inútil. Su respiración estaba fuera de control. Sus latidos también. No veía bien, estaba temblando. «Qué me está pasando».

 -Abigail... -Jayden se acercó a ella tranquilamente.

 -Yo... yo...

 -Estas entrando en pánico. Mírame... -Tomó sus manos, y dirigió su mirada a sus ojos- Te puedes desmayar si te hiperventilas demasiado, así que escucha. –Guio su mirada hacía la suya- Ahora, inhala -Jayden dio el ejemplo, luego Abigail hizo lo que le pedía- Y exhala. -Soltó el aire lentamente, luego ella- Trata de ir conmigo ahora ¿Si? Inhala, exhala. Inhala, exhala.

 Comenzaron a respirar juntos, para poder calmarse. Ella de a poco comenzó a bajar sus pulsaciones. Sus brazos estaban temblando, al igual que sus piernas, por eso al intentar levantarse, casi cae, de no ser por Jayden que le ayudó a apoyarse contra la pared, mientras seguía tratando que ella se calmase. Todo mientras hacía el esfuerzo sobre humano de no tocarla demasiado, ya que no le gustaba mucho el contacto físico. Ya en el suelo, tenía la cabeza alta para respirar.

 -¿Cómo te sientes? –Le preguntó mientras se arrodillaba frente a ella.

 -Bien... –Dijo entre jadeos.

 -Tuviste un ataque de pánico, debes encontrar algo para calmarte. Iré a comprarte caramelos. El masticar te ayudará.

 -No… No importa, ya me pondré bien.

 -A mí me importa. Se lo feo que es sentirse así.

 Ella asintió, mientras bajaba la cabeza, pero luego lo volvió a mirar a Jayden.

 -Mhm... ¿Y ahora? Ya no tengo razón para "alagarte" ¿No? Ya solucionamos lo de Connor, y estoy de tu mano.

 -No lo sabemos. Ósea, quizá no retire los cargos.

 -Quizá... Desearía poder hacer más... pero iniciamos, eh hicimos algo, y encima salió aparentemente bien.

 -Ya estamos a mano ¿No? Eso es lo que quieres decir.

 -¿Con lo de Connor? Yo me refería a que ya no tendría porque "alagarte falsamente".

 -Me refiero a lo de... Lo del puente.

 Jayden inclinó la cabeza.

 -Ahora, me salvaste la vida, o me calmaste. Como hice yo con tus venas...

 -Que fría. –Jayden sacudió la cabeza- ¿A qué te refieres?

 -Ya no... ya no tienes que ser amable conmigo... Ya no me debes nada...

 Jayden se agachó frente a él.

 -Yo no necesito estar en deuda contigo para ser amable contigo. Además... jamás dejaré de estar en deuda contigo, Abigail... -Le estiró la mano.

Actualidad

 

 Crismón estaba en la misma plaza acordada, donde sería la reunión. De hecho, era la misma que ellos tuvieron la primera.

 -Eres realmente veloz ¿Eh? –Dijo al ver al miope acercarse detrás de él lentamente, mientras mantenía un aura de calma- ¿Qué conseguiste? -Preguntó refregándose las manos- ¿Tenemos la información para que ese bastardo caiga?

 Jayden bajó la cabeza, mientras soltaba una pequeña carcajada.

 -Es gracioso que lo digas... -Le dio un sobre de papel madera.

 Crismón lo abrió. Parecía entusiasmado, quizá el creer que ese tortuoso comenzase a llegar a su fin le alegraba, pero solo encontró papeles en blanco. Revisó uno por uno detenidamente, pero no había nada que le pueda servir. Más bien, literalmente, no había nada. Creyó que era una broma, una de muy mal gusto, porque el nivel de estrés que poseía era subliminal. Entonces miró a Jayden, quien, con el dedo, le hizo el gesto para que lo volteara al sobre. Al hacerlo, notó que tenía escrito algo: "Maldito hijo de puta".

 -Es gracioso que lo llames bastardo... Cuando es tu bastardo... -«Espera, esa frase sonó muy mal».

 Crismón no tardó en entender que pasaba, y estaba claramente furioso por eso con ese chico. Gruñó y tiró los papeles al suelo. Quiso acercarse hacía Jayden, pero este le mostró la pistolera, haciendo que se lo piense dos veces.

 -No es tu maldito asunto... Yo ya te pagué. ¡Me debes tus servicios!

 -El dinero te importa mucho ¿Verdad? -Jayden revisó su bolsillo. Sacó todo el dinero que le había dado el contratista, y lo tiró encima suyo- Ten tu puto dinero... Lo vas a necesitar. Pronto tendrás una deuda que pagar. Una que vienes pateando por años.

 Crismón se agarró de la cabeza, y comenzó a caminar en círculos.

 -Ese niño... Es un maldito maricón... ¡Vivió sin un padre! Que lastima. ¡Yo también, y no soy un boludo! ¡No le debo nada!

 -No... Claro, porque una infancia sin padre... O más bien... Sin el dinero que debe traer un padre, es fácil de transitar. Por supuesto.

 -Claro... Ahora tiene dinero, pero yo no lo tenía cuando era niño. Si estuviera igual que yo en ese tiempo, haría lo mismo. Tomaría sus cosas y se iría lejos.

 Jayden bajó la cabeza, sonrió.

 -Rebajar su hijo a tu nivel. ¡Que patético! Y eso que contratar a un caza recompensas para buscar algo "Malo" de él ya era triste. Y en base a eso, que no se te olvide, que mis servicios no son baratos. Tienes dinero… disfrútalo mientras puedes.

 -Púdrete... Los chicos de ahora, son todos unos patéticos. ¡En mis tiempos...!

 -¡Guárdatelo! No voy a escuchar esa mierda otra vez en mi vida. ¿Quieres hablar de cobardes? Estás tú. Tienes un hijo, te haces cargo. ¡No huyes! ¿Quieres ser como un hombre? ¡Hazte cargo mierda, de tus errores!

 -Voy a... ¡Voy a...!

 -¡A nada! -Jayden se acercó a él más «Si lo toco podría usarlo en contra de Diego», se resignó, retrocediendo más. «Pero quiero romperle la puta cara»- Perdiste. Ahora te toca pagar.

 -Si no tengo el dinero, me meterán en la cárcel. –Esbozó en un sollozo, pareciendo suplicar por su miserable existencia.

 

 Jayden volteó ignorando sus suplicas desesperadas, además de lamentables. «Un imbécil que dejó a su hijo, pidiendo clemencia. ¡Ja! Creo que ya lo vi todo hoy» pensó mientras se iba del lugar. Por primera vez en años, se sintió realizado. Estaba volviendo al ruedo. Volvía a enfrentar a un criminal de mierda como él, lo que le hacía sentirse realizado como antes. «Así se hace Miller».

 

 Volvió junto a Diego. Quien estaba con su hijo y su mujer en casa.

 

 -¿Y? ¿Lo hiciste?

 -En efecto.

 -¿Que dijo?

 -Que eras un maricón.

 -Je... Lo esperaba... –Dijo mientras su mujer y su hijo se metían a casa- ¿Algo más?

 -Que serías igual que él.

 Diego, se quedó quieto, mirando la puerta. Jayden le tocó el hombro para hacer que le preste atención un rato. Cuando cruzaron miradas de nuevo, fue que él lo notó en los ojos del padre joven.

 -Oye... No te dolerá eso... ¿No?

 -No... No. –Sacudió la cabeza- Yo sería incapaz de abandonar a Jerry.

 Hubo un silencio, Jayden puso su mano en su hombro de nuevo.

 -Oye... Está bien si te duele ese comentario...

 Diego bajó la cabeza, y pensó un poco. Luego se sentó en los escalones de la entrada de su casa, mirando a la calle.

 -Yo... No, no me duele.

 -Pero es tu miedo ¿No? Ser como él.

 Diego sintió con la cabeza, mientras suspiraba, con algunos sollozos de por medio.

 -Sería incapaz, de abandonar a Jerry y a Mery... –Hizo una pausa para respirar- Pero... ¿Por qué tengo miedo de ser como él? Sé que no lo soy, que fui útil para la sociedad, y yo... Tengo a mi familia, y no les falta nada. Pero... ¿Soy tan resentido para no superar eso?

 Jayden se arrodilló para estar a su altura, mientras se quitaba los lentes, para refregarlos con los pulgares.

 -Mira, lo entiendo. Yo también lidié con gente cruel. Padres y madres que hacían cosas horribles. Mis propios padres no eran el mejor ejemplo. Uno de mis mejores amigos, tenía el mismo problema. Por eso sé que el miedo a ser igual es normal en todos nosotros. Tu no debes dejar que ese miedo te consuma, porque así si, serás igual. Debes ser mejor. Sabes lo que pasó con tu "Padre" -Hizo énfasis en las comillas- sabes que puede ocurrir, pero para ser distinto, debes ser fuerte, y saber que pasó antes, como te sentiste, pero como te recuperaste de ese dolor. Y sé... o más bien creo porque no tengo, que los hijos son difíciles, a la par que son un regalo. Y es duro, pero serás el mejor padre que puedas, porque sabes lo que lastima uno malo, ¿No?

 Diego asintió.

 -Es verdad.

 Jayden se enderezó.

 -Nunca te rindas amigo. No dejes que gane el miedo o Carlos. Ya te hizo más difícil la infancia, así que no te arruine la adultez, o la infancia de tu hijo.

 -Sí, tienes razón. –Miró a Jayden- Gracias.

 -No es nada.

 -¿Estás bien?

 -¿Eh? -Sin darse cuenta, estaba lagrimeando. Sacudió la cabeza- Si... Si, estoy bien. Solo... estoy... algo de dolor de cabeza. Tengo dolor de cabeza.

 -Okey...

 Jayden salió de la caza, se prendió un merecido cigarrillo, harto de tener que convivir. Esa conversación le obligó a tener que volver a esa zona molesta de su pasado. Odiaba a los padres. Aunque el quería ser uno en algún momento, no podía evitar sentir eso. Repudio. ¿Diego era distinto? No lo sabía, pero sabía lo que era el dolor de un padre de mierda. Así que quizá podría intentar ser mejor. Había veces que deseaba que todos tuviesen sus traumas, para que sepan lo que era su dolor, pero no tardaba en darse cuenta lo ridículo y cruel que era eso. "¿Por qué soy tan egoísta?" se preguntaba. "Tu no importas Jayden, que eso no se te olvide" se recordaba. Cuando se quería dar cuenta, ya había fumado como tres cigarros. Suspiró. Tosió en el medio. "El humo tarde o temprano me va a matar".

Hace 9 años

 

 Connor, estaba mirando a su madre inmóvil, que estaba en la camilla de aquél hospital. Lo lograron, lo habían soltado hacía una hora, pero solo permanecía frente a ella. Con una mano acariciando la mano de la mujer. Con la mirada perdida, alejado de cualquier tipo de pensamiento más allá de ese maldito hospital- Jayden y Abigail estaban detrás de él esa vez. Mantenían silencio, mientras se miraban de reojo cada cierto rato. Esa solemnidad que debían mantener era más que necesaria.

 

 -Ahora lo saben...- Susurró Connor rompiendo el silencio que estaban construyendo los dos.

 -Yo siempre lo supe Connor. -Respondió Abigail.

 -Siempre sabes todo ¿No enana buchona? Siempre chismosa.

 -¡Escúchame pedazo de...!

 Jayden puso su mano encima de ella, negando con la cabeza.

 -Connor… Escúchame amigo.

 -Mi padre es un borracho... Siempre lo fue. Mi madre, es la persona más buena del mundo. Siempre la misma historia ¿No? Ella me lo dice siempre. «Creí que la boda lo cambiaría» Si... Lo hizo peor. Es una tonta.

 -Connor, no digas eso...

 -Siempre es la misma historia. Cada arranque, cada golpe, cada insulto, ella se lo perdonaba sin pensarlo, porque "Va a ser el último. Lo prometió" –Se levantó, y dirigió su mirada a Jayden- Si se hubiese ido. Si hubiéramos huido de una vez. Nos hubiéramos ido con… quien sea… Ella no estaría así. Y Sebastián seguiría vivo... –Se quejó entre sollozos que trataba de contener- Dios... -Se tapó los ojos, mientras unas lágrimas comenzaron a escurrirse por sus ojos- No no… no llores no llores.

 Jayden puso su mano en su hombro para apoyarlo.

 -Está bien si quieres llorar, es normal.

 Connor se lo sacó bruscamente.

 -No lo está Jayden... No lo está. Vivo en una casa sola... Solo puedo vivir de lo que robo, y del seguro... Pero todo se va en ella... ¿Sabes lo cómico? Él también era ladrón... Terminé siendo igual... Y por poco en la carcel junto a él.

 -¡No vuelvas a decir eso hermano!

 -¡Es la verdad!

 -¡No lo es!¡Porque ese hijo de puta mató a tu hermano y puso en coma a tu madre! Tú, por otro lado, la estás cuidando como si fuera oro. Porque lo es. Ella, a diferencia de tu padre, crio a un joven excelente, pese a tener todo en contra. El dinero, la sociedad, y al maldito de tu padre.

 Connor se volvió a acercar a su madre.

 -No soy excelente.

 -Lo eres hermano. Sin ti, ella estaría sola. Ya estaría muerta.

 -Solo hice lo que un hijo decente haría. Eso no me hace "Excelente"

 Jayden pensó unos segundos.

 -Sin ti, quizá, haya saltado de aquél puente.

 -¿Puente?

 Jayden recordó que no le contó.

 -¿Recuerdas ese día después del parque? Ese día casi salto de un puente, porque creí que no tenía nada. Pero llegó Charly con la ayuda de Abigail, y me recordó que tengo un amigo excelente como tú.

 Connor volteó asustado.

 -Jayden…

 -Escúchame Connor: Eres valiente, eres fuerte, y eres un hombre de verdad. Una persona excelente, no como ese bastardo que era tu "Padre". Y no solo lo creo yo. Charly quiere que te unas a mí y Abigail, a ayudar a millones de jóvenes a tener más ayuda. En lo que quiere llamar el "Movimiento de verdad y justicia para jóvenes". Y te quiere a ti.

 Connor agachó la mirada.

 -Yo... Yo no sé si pueda hacerlo... Con todo esto...

 -Podrás hermano... Podrás. ¡Yo confió en ti!

 

 Connor miró directo a los ojos de Jayden. Estos demostraban entusiasmo. Por un segundo, uno pequeño, vio a Sebastián. Con esa actitud valiente y optimista. Connor, con los ojos llenos de lágrimas, abrazó a su amigo. Con tal fuerza, que le hizo sonar la espalda. Era la primera vez que sentía calidez de otro hombre, que genuinamente quería que estuviese bien.

 

 -Una cosa más. Fue Abigail quien logró que el sujeto te quitara los cargos.

 Connor miró a la castaña. Este se acercó directo a ella. Se miraron fijamente a los ojos, antes que este la abrazase con fuerza, levantándola.

 -¡Creo que te juzgue mal petisa buchona!

 -¡Suéltame!

 La bajó luego de eso.

 -Creo que ustedes dos ya se llevan bien ¿No?

 -Eso parece... -Dijo Connor, antes de voltear- ¿Vamos con Charly?

 -Vamos. Creo que estará contento de ver que decidiste bien.

Actualidad

 

 Jayden y Diego estaban afuera de la casa. Estos iban a la corte, pero el miope no iría hasta un poco más tarde.

 

 -¿Estás listo? –Preguntó Jayden frente al auto.

 -Si. Me las va a pagar. Haré lo necesario

 -No lo dudes. ¿Si?

 -Si... –Volteó hacía él- Gracias Jayden.

 -Cualquiera estaría de tu lado, lo sé.

 -No... me diste ánimos... Muchas gracias.

 -Ve de una vez, yo iré contigo luego ¿Si?

 -Si. Nos vemos en un rato.

 

 Jayden vio como Diego se subía al auto con su esposa y su pequeño niño. A este último, lo dejarían en la casa de la suegra para que lo cuidase mientras se efectuaba el juicio. De milagro, quedaba de camino a la corte.

 Jayden volteó para irse en otra dirección, mientras escuchaba cono el auto aceleraba. Pero, escuchaba dos autos. Sería normal, de no ser, que el otro sonido, era más agresivo, como si estuviese corriendo una carrera. Miró hacía atrás para ver de donde procedía ese particular sonido. Entonces sintió como un segundo era eterno. Su corazón se frenó, al ver lo que estaba por pasar. Vio como el auto de Carlos chocaba con el de Diego. El choque fue intenso. Comenzaron a volar pedazos de caucho, plástico y vidrio por los aires El auto del padre joven volcó, mientras se hacía añicos. Carlos bajó de allí y se acercó al vehículo en pedazos, gritando incoherencias.

 

 Jayden corrió a la escena.

 -¡Estás contento bastardo mal criado! ¡Estás puto contento!

Jayden lo embistió con una fuerza que ni él sabía que tenía. Lo tenía en el suelo.

 -¡Ya estarás contento! ¿No?

 

 Con esa frase, Jayden tuvo suficiente. De forma descontrolada, comenzó a golpearlo con una enorme fuerza. Todas la que tenía. No sabía por qué, pero lo odiaba. Sus manos no tardaron en mancharse con algo de sangre. Pero debió contenerse, no quería matarlo. ¿O sí? Quizá, era la fuerza de ira contenida por años. «Vas a pagar hijo de puta». Continuó hasta que escuchó una voz pidiendo ayuda, lo que lo hizo detenerse un segundo, mientras trataba de respirar.

 

 Cuando miró al costado, vio a Diego tratando de salir del auto. Finalmente, lo dejó ir. Carlos no se movería de allí. Corrió a la ayuda del joven. Le dio la mano a él, luego a su esposa, y entre los tres, sacaron al hijo. Nadie tenía heridas mayores, solo rasguños, además de un shock enorme. La familia se fue hacía el costado de la calle, mientras las sirenas de policía llegaban aturdiendo y encegueciendo los ojos de todos.

 

 -¿Están bien?

 -E-eso parece.

 -Diego… Lo siento, esto es mi culpa. Yo te incité a amenazarlo y…

 -Jayden… Esto no es tu culpa.

 

 Jayden no apartaba los ojos del criminal. Lo odiaba. El niño estaba bien de milagro, pero sabía que él sería capaz de hacer una locura aún peor si algo le pasaba. Pero del mismo modo, sintió que perdía el control de su cuerpo.

 

 Se acercó lentamente, mientras desenvainaba la pistola. Amartilló la misma, y la mantuvo a su costado, en su mano derecha. Carlos acaba de despertar. Se reía a carcajadas. Creyó por un segundo que ganó, hasta que notó lo que tenía en la mano derecha el hombre de gabardina que se le acercaba. Ya frente a él, se quedó quieto, mirando con la frialdad más grande que alguna vez tuvo. Comenzó a suplicar como no podía ser de otra forma, pero el pelinegro no lo oía. Solo tenía ganas de apuntar para luego disparar. No importaba que hiciera, siempre un bastardo arruinaba la vida de los inocentes. «¿No sería más fácil si desapareciese de una vez?» Un tiro una muerte. Esa arma la tenía más para él si llegaba a querer acabar con todo, pero quería, con toda su alma quería destruir su cabeza de un certero disparo. Que sus sesos estuviesen desperdigados por la acera, pero la llegada de la policía, lo detuvo. Guardó con velocidad el objeto, mientras los uniformados se acercaban. Le pidieron que vaya con ellos, y se vio obligado a aceptar. Se subió al auto, mientras se escuchaba gritar al herido:

 

 -¡Me iba a matar! ¡Me iba a matar! ¡Ese tipo está loco!

Hace 9 años

 

 -Chicos, estoy orgulloso. Me alegra mucho tenerte con nosotros Connor. Este movimiento necesita mucho, personas fuertes como tú.

 -Me alegra que me haya considerado para estar con usted señor. Eso me pone muy feliz. –Respondió Connor- Quiero ayudar a muchos más chicos en mi situación, y son se me ocurre otra opción.

-Esa es la actitud que vas a necesitar. –Charly se acercó apoyando su brazo en su hombro- Estoy orgulloso.

Connor sonrió. Los miró a los tres, uno por uno. Sonrió, aplaudió, y dijo:

-Creo que ya podremos empezar con el grupo. Llevo años esperando, y finalmente podré crear el MVJJ. El movimiento de verdad y justica para jóvenes. Ya compré un pequeño galpón para agruparnos y de a poco estoy obteniendo financiación para lograr nuestro primer concesionario dentro de un mes. -Charly les mostró una pizarra- El plan, será crear un sistema de ayuda con consultores. Chicos que sean voluntarios, dispuestos a conseguir apoyo social, y de a poco, buscar a psicólogos interesados para dar ayuda psicológica real. Mientras tanto, seremos apoyo emocional, pero paso a paso, vamos a conseguir un grupo de ayuda real… Y evitaremos que pase lo de mi hija de nuevo. -Charly volteó nuevamente hacía los chicos- Hoy inicia oficialmente, jóvenes.

-En realidad... Yo creo que nos falta alguien. -Interrumpió Abigail.

-¿A quién?

-Tengo un chico en mente que podría ser útil para el grupo. Me gustaría que Jayden y Connor me ayuden a reclutarlo.

Charly se quedó sorprendido, pero sonrió.

-Me parece bien. ¿Qué opinan los chicos?

Jayden y Connor se miraron fijamente, luego se encogieron de hombros.

-Si...

-Si ¿Por qué no?

Dijeron casi al unísono.

-Excelente. Pero hoy, tómense un descanso. -Charly miró su reloj- Ya va a ir anocheciendo. Lo que más importa, es que no solo se nos unió un excelente muchacho, sino que finalmente, el MVJJ se fundó. Y encima, Abigail tiene a alguien en mente para ayudar más.

Los tres asintieron.

-Me parece bien. -Aceptó Jayden, luego volteó y vio a sus amigos- Hoy fue un día productivo... Algo estresante, pero excelente. –Se le escapó un bostezo- Necesito descansar. Mañana estaré para conseguir a este chico ¿Nos vemos entonces? –Terminó Jayden, mientras se refregaba los ojos.

-Si, también estoy exhausto. Nos vemos. -Respondió Connor.

-Si. Adiós. –Terminó Abigail.

 

Jayden y Charly salieron juntos. Solo quedaba ella, y Connor. Tomó su mochila, y estaba por salir, pero antes de que llegase a la puerta Abigail saliera, el otro la detuvo hablando.

 

-¿Así que Charly confía en ti?

Abigail se quedó quieta, sin mirar a Connor, suspiró molesta.

-Sí, si confía en mí.

-Je... No me sorprende. Al final del día, eres la favorita de muchos maestros...

-Si si, de ahí mi apodo tan patético. Aunque no entiendo lo de petisa. Mido 1.67, soy promedio. Que tú seas alto no es asunto mío. –Sacudió la cabeza- ¿Cuál es tu punto?

-Nada, hablo de que le caes bien a Charly. Pero Jayden también.

-¿A sí?

-Si. Desde lo del puente, o lo de ese día, no deja de hablar de ti ¿Sabes?

-Bueno, según él, le salvé la vida ese día, con todo lo de sus muñecas. No me sorprende. Debe sentirse agradecido

-No deja de hablar de que eres una persona con valor. Que eres alguien que vale la pena, etc. Te aprecia bastante.

Abigail, puso su mano en su boca fingiendo pensar, pero en realidad estaba disimulando su pequeña sonrisa.

-¿Y? Vuelvo a preguntar, perdona por ser tan repetitiva, ¿Cuál es tu punta?

-No lo decepciones ¿Si?

Ella asintió con la cabeza, volteando un poco.

-Nunca decepcioné a nadie, y ni lo haré ahora. Y Jayden también me agrada.

-Ah, interesante -Connor sonrió pícaro, como si se acabase de enterar de algo.

-¡Tu no lo decepciones y haz bien tu trabajo con los chicos que comenzaran a llegar! ¡No quiero fallas ahora que trabajaras con nosotros! En especial por el que iremos mañana. Es realmente importante no fallar.

-Claro... Igual, créeme, yo seré mejor que tú.

-¿Disculpa?

-Te voy a superar. Ya fuiste la mejor por demasiado tiempo. Va siendo hora de que tengas competencia, ya que volví "Al camino de la luz".

Abigail se quedó callada, volteó para ver a Connor sonreír. Por primera vez, ella también sonrió en respuesta.

-Nadie me supera... Menos en esto, y ni te digo tu.

-Eso lo veremos.

-Se…

Connor también sonrió.

-Vámonos de una buena vez, ya tengo ganas de irme a descansar a casa, y de leer un poco. –Dijo Abigail matando ese pequeño silencio.

-Nerd.

-¡Púdrete!

-Solo bromeo.

Estaban rumbo a la puerta.

-Y otra cosa... Gracias. -Dijo Connor- Sé que no te agrado mucho, pero, aun así, lograste sacarme de la cárcel.

-No me importa quien seas. Necesitabas ayuda.

-Ya suenas como Jayden.

-Siempre fui así.

-Cómo sea. Gracias.

Hace 4 meses

 

-¿Abigail? ¡Abigail!

 

Gritaba él para que recuperase el control de su mente, sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que estaba viendo. Estaba en shock. Por poco y no podía respirar tampoco. El oficial que estaba a pocos centímetros de ella, se veía borroso, como si estuviese bajo el agua. Estaba temblando. Tenía el estómago revuelto, lo que le daba nauseas. Todo le recordaba a su primer ataque de pánico. No podía recuperar el control, por más que lo intentase. Esa imagen se quedó helada en sus ojos, y parecía que eso sería eterno.

 

«Connor, no Connor» estaba en el suelo de su habitación ensangrentado, con el cuerpo lleno de puñaladas. Lo habían matado. Su amigo. Su hermano estaba muerto. «Dios, no, no él». Trató de levantarse, para volver, pero el oficial se lo impedía. Aunque también el temblor de sus piernas.

 

-Calma Abigail, estás con...

-Lo ma-mataron... Connor es-está muerto. –Interrumpió Abigail con la voz temblorosa y tartamuda.

-Lo sé. Lo vi. -Respondió- Lo conocías ¿Verdad? Más allá de ser más o menos famoso, claro.

-Era... mi amigo... Estuvimos juntos en la preparatoria...

-Okey, pero no. –Le contradijo- No lo conoces.

-¿Qué? – Preguntó desconcertada.

-Si descubren que estás involucrada sentimentalmente con él, sobre todo s es un amigo, te van a sacar del caso, ¿Si? –Explicó- No lo conoces.

Abigail sintió.

-Bien... Lo siento mucho. Era un buen sujeto ¿No?

-Fue de los tipos más fieles, valientes y nobles que conocí.

-Con más razón hay que encontrar al asesino ¿Si? Lo lograremos, lo prometo.

-Muy bien. –Respondió Abigail.

-¡Oficiales Miller y Woods! –Preguntó otro policía desde la escena del crimen- ¿Qué ocurre?

-Nada... -La miró, mientras ella comenzaba a calmarse- Solo fue un shock para ella, nunca vio un crimen tan fuerte. Sigue siendo novata.

-Oh... claro. ¿Necesita aire oficial Wilson...? ¡Digo Miller! Lo siento, aún no me acostumbro al nuevo nombre.

-No pasa nada. Y si... Un segundo, por favor. Necesito respirar.

-Claro, pero no tarde mucho ¿Si? Debemos continuar ¿Si?

-Sí, si claro.

Él la volvió a mirar.

-¿Estás mejor? ¿Puedes levantarte?

-Si.

-¿Vas a tomar aire?

-Si, en realidad, tengo que hablar con Jayden... Mi esposo... Debe saberlo Adam... Era su mejor amigo.

Adam asintió.

-Está bien. Llámalo, pero no podrá ver el caso ¿Si?

 

Adam se metió en la escena del crimen, mientras una mareada Abigail tomaba el teléfono, se levantaba temblorosa, se fue rumbo a la terraza. Ya arriba, tomó todo el aire que pudo a la par que recogía valor, antes de apretar el marcado rápido de tu teléfono. «Tú puedes Abigail». Lo hizo, apretó el botón verde, mientras miraba el paisaje. No tardó mucho en responder, lo que la tomó desprevenida.

 

-¡Abi amor! ¿Qué ocurrió?

Ella tardó en responder, respiró hondo.

-Jayd... Escucha...

-Disculpa, me olvidé de contarte, Connor me llamó hace anoche. Me dijo que quería juntar a la banda en unos días para salir a tomar algo. Creo que sería una magnífica idea. Hasta donde sé, ambos los extrañamos ¿Qué te parece?

Abigail no respondió por unos segundos. Jayden comenzó a preguntar por elle.

-¿Abi? ¿Qué ocurre?

-Connor...-Abigail no sabía cómo enfocar el tema.

-¿Qué pasó con Connor? 

-Jayden… Connor está muerto... Lo asesinaron en su cuarto de hotel.

Un silencio abrumador, junto al sonido de la agitada respiración de Jayden se escuchaba del otro lado.

-Lo siento mucho amor...