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Episodio 29: La fusión más fuerte.

Victor estaba inmerso en su entrenamiento en el vasto y árido desierto, su figura se recortaba contra el cielo polvoriento mientras perfeccionaba sus técnicas en soledad. El sol caía a plomo, y el calor abrasador parecía ser una parte más de su rigurosa rutina. Cada movimiento suyo levantaba pequeñas nubes de polvo, y el eco de sus golpes resonaba en el aire seco.

De repente, sintió una presencia familiar, y al voltear, vio a tres figuras acercarse desde el horizonte: Rigor, su viejo y leal amigo; Daiki Talloran, el hijo del científico James Talloran; y, sorprendentemente, Nine Sharon, su antiguo amigo y ahora enemigo que había destruido su planeta natal. La tensión era palpable entre ellos, pero esta vez no había odio en sus miradas, sino un mutuo reconocimiento de la fuerza del otro.

Victor se adelantó, una leve sonrisa se dibujó en su rostro mientras los observaba a cada uno con intensidad.

—Así que han venido a probar su fuerza, ¿eh? —dijo Victor, con una mezcla de desafío y respeto en su tono.

Rigor asintió, sus ojos reflejando el mismo deseo de superación y el anhelo de un combate digno. Daiki, con una expresión seria, apretó los puños, preparado para demostrar de lo que era capaz. Nine Sharon, con su semblante frío y calculador, mantuvo su mirada fija en Victor, como si ese combate fuera la única forma de entenderse sin palabras.

Sin esperar más, Victor adoptó su postura de combate y, en un susurro casi inaudible, activó su poder, rodeándose de una energía brillante. La arena bajo sus pies se levantó como si el propio desierto temblara ante la inminente batalla. Cada uno de ellos se preparó, concentrando su energía, creando una atmósfera cargada de anticipación.

Rigor fue el primero en moverse, lanzándose hacia Victor con una serie de golpes precisos, mientras Victor esquivaba y respondía con la misma velocidad. Daiki, aprovechando una apertura, atacó desde el costado, obligando a Victor a dividir su atención. Finalmente, Nine Sharon, en un destello de habilidad, se unió al ataque, lanzando una ráfaga de energía oscura que Victor bloqueó con un escudo de luz.

El combate se intensificó, y la tierra misma parecía vibrar bajo sus pies. Los golpes, esquivas y estallidos de energía transformaban el desierto en un campo de batalla donde cada uno de ellos demostraba su máximo potencial. En ese desierto ardiente, ellos no eran amigos ni enemigos; eran guerreros, unidos por la búsqueda de superación y el respeto mutuo.

Y así continuaron, cada golpe y cada defensa una prueba de su fuerza y su determinación, en un enfrentamiento que trascendía sus diferencias y se convertía en un verdadero testamento de sus habilidades y su espíritu.

Victor y Nine Sharon, dejando a un lado sus rencores y sus conflictos pasados, decidieron unir fuerzas en un acto que parecía imposible para cualquiera que conociera su historia. Cada uno sacó un par de aretes, relucientes con un brillo dorado, símbolo de un poder ancestral que pocos se atrevían a usar. Sin mirarse, ambos se colocaron los aretes en las orejas, sintiendo cómo sus energías comenzaban a sincronizarse, a entrelazarse en algo que iba más allá de una simple alianza.

Al mismo tiempo, adoptaron una postura y comenzaron una danza en perfecta armonía, cada movimiento en sincronía con el otro. Al girar, el poder crepitante entre ellos creció, envolviéndolos en una aura cegadora que empezó a expandirse en ondas de energía. Sus cuerpos comenzaron a desdibujarse mientras sus almas se fundían en una sola, el proceso de fusión creando una poderosa tensión en el aire.

De repente, una explosión ensordecedora estalló alrededor, levantando una nube de polvo y energía en el desierto. La fuerza de la unión fue tal que el terreno bajo sus pies se resquebrajó, y el aire vibró con una energía nueva y desconocida.

Cuando el polvo se disipó, una figura emergió de la explosión. Era una combinación perfecta de Victor y Nine Sharon, una fusión de fuerza, habilidades y experiencia de ambos guerreros, portando un poder que superaba a cualquiera de ellos por separado. Su cabello, de un tono oscuro y con destellos plateados, caía libremente, mientras sus ojos brillaban con un destello profundo y sombrío. Su rostro mostraba una expresión que combinaba la determinación de Victor y la frialdad calculadora de Nine.

La nueva entidad se quedó en silencio por un momento, ajustándose a esta nueva y poderosa forma. El poder que sentían era abrumador, una combinación de luz y oscuridad, de control y caos. En sus manos ahora descansaba la capacidad de hacer frente a cualquier desafío, de enfrentar incluso a los dioses que habían amenazado sus mundos.

Rigor y Daiki, al ver la imponente fusión de Victor y Nine Sharon, compartieron una sonrisa llena de determinación y complicidad. No podían quedarse atrás; sabían que esta batalla requería lo mejor de ellos, y no tenían intención de ser superados. Con una mirada de mutuo acuerdo, se colocaron unos aparatos especiales en las muñecas, cada uno con símbolos antiguos grabados que parecían resonar con sus propias energías.

Entonces, se posicionaron, y con movimientos ágiles y fluidos, comenzaron una danza distinta, única en ritmo y esencia. Cada giro y cada paso parecían resonar con una energía creciente, como si sus almas se prepararan para unirse en una explosión de fuerza y poder. Sus movimientos se aceleraban, y la energía a su alrededor comenzó a intensificarse, haciendo que el suelo temblara bajo sus pies. La fusión no era solo física; sus voluntades se alineaban, sus poderes se entrelazaban en una combinación perfecta de estrategia y fuerza.

De pronto, una explosión estalló alrededor de ellos, tan intensa como la de Victor y Nine Sharon, proyectando destellos de energía que iluminaban el desierto. La fusión de Rigor y Daiki se manifestó como una figura imponente, con el porte severo de Rigor y la habilidad aguda y astuta de Daiki. Sus ojos brillaban con un resplandor púrpura y azul, reflejando una mezcla de experiencia y habilidad.

La entidad fusionada observó a su alrededor, tomando nota de su nuevo poder y adaptándose a su propia energía desbordante. De pie frente a la fusión de Victor y Nine, emanaba una presencia majestuosa y formidable, lista para enfrentarse en un duelo que prometía sacudir los límites del desierto y más allá.

Visharon y Rigokai se enfrentaron, cada uno con una intensidad que hacía vibrar el aire entre ellos. Visharon, la fusión nacida de la rivalidad y el conflicto, emanaba un aura oscura y feroz, su energía envolvía su cuerpo en llamas púrpuras y negras, reflejando la combinación caótica de Victor y Nine Sharon. Su mirada penetrante y la sonrisa afilada mostraban una confianza absoluta, listo para arremeter con todo su poder sin contenerse.

Frente a él, Rigokai adoptaba una postura firme y concentrada. La fusión nacida del poder y la seriedad destilaba calma y precisión, su cuerpo rodeado de un resplandor azul y blanco, casi solemne, pero intenso. Con una respiración controlada, su presencia emanaba una paz poderosa, como la calma antes de una tormenta devastadora. Los ojos de Rigokai centelleaban con concentración absoluta, reflejando la sabiduría de Rigor y la agudeza estratégica de Daiki.

Ambas fusiones, listos para dar todo en esta última batalla, se miraron fijamente, midiendo cada respiración, cada posible movimiento. El desierto se silenció como si hasta la arena misma se detuviera en espera del choque.

En un instante, como si ambos compartieran el mismo pensamiento, se lanzaron uno contra el otro con fuerza descomunal. Visharon, cargado de energía oscura, lanzó un ataque rápido y feroz, mientras Rigokai respondió con una defensa impecable, contrarrestando cada golpe con una precisión calculada. La batalla era un espectáculo de luces y sombras, una danza de fuerza y habilidad, donde cada golpe hacía que el suelo temblara y el aire vibrara de pura energía.

Ambos sabían que esta sería su última prueba, un enfrentamiento donde no solo probaban su poder, sino también el respeto y la rivalidad que habían forjado a lo largo de los años.

Luci suspiró, algo frustrada. Sabía que Victor solía desaparecer para entrenar, pero esta vez sentía una inquietud distinta. Miró su teléfono y se decidió a llamar a Dariel, Darkness, y Yenli, con la esperanza de que alguna de ellas supiera dónde estaba. Sin embargo, cada respuesta fue la misma: no sabían nada de sus esposos, y la preocupación empezaba a convertirse en enojo compartido.

—Es típico de ellos —murmuró Darkness, cruzando los brazos con exasperación—. Pero esta vez ni siquiera dejaron una nota.

—Ni un mensaje, ni un aviso… Nada —agregó Yenli, visiblemente molesta—. Es como si pensaran que podemos adivinar sus movimientos.

Dariel asintió, compartiendo el malestar. Aunque entendía la naturaleza guerrera de Rigor y los demás, aquello no quitaba el hecho de que merecían al menos una explicación. Todas se miraron con la misma incomodidad y frustración, preguntándose si esta vez la situación requería que tomaran cartas en el asunto.

—Creo que ya fue suficiente —dijo Luci finalmente, con determinación—. Nosotras también tenemos derecho a saber a dónde se van y qué están haciendo.

Las cuatro compartieron una mirada cómplice, decididas a no quedarse esperando otra vez. No sabían exactamente dónde estaban, pero estaban más que dispuestas a encontrar a sus esposos y exigir respuestas.

El choque entre Visharon y Rigokai fue monumental. Ambos luchaban con una fuerza descomunal, fusionando sus habilidades y técnicas en ataques que desbordaban energía. Cada golpe resonaba en el vasto desierto, sacudiendo el suelo bajo sus pies y generando ondas de choque que barrían el paisaje. Los ataques de Visharon, precisos y veloces, se encontraban con la resistencia y potencia cruda de Rigokai, y ambos peleaban como si no existiera límite alguno para su poder.

En un instante, Visharon lanzó una ráfaga de energía oscura, girando como una espiral en dirección a Rigokai, quien bloqueó el ataque y respondió con un destello brillante de su "Impacto Cósmico". Los dos ataques colisionaron, creando una explosión de energía que destruyó toda la zona rocosa del desierto, dejando una enorme grieta en el suelo.

El polvo se levantó, oscureciendo la escena por unos segundos. Cuando finalmente se disipó, Visharon y Rigokai se encontraban de pie en medio de la destrucción, ambos respirando agitados pero con una expresión de orgullo en el rostro. La batalla había sido intensa, y aunque estaban agotados, la satisfacción de haber luchado al máximo era evidente. Con una última mirada de respeto mutuo, bajaron sus guardias, conscientes de que habían probado sus habilidades y, una vez más, fortalecido el lazo entre ellos.

Visharon se elevó en el aire, sus manos entrelazadas mientras una energía descomunal comenzaba a acumularse en sus palmas. El aura a su alrededor ardía con un fuego dorado, mezcla de la técnica "Blaster Solar" de Victor y la "Supernova Oscura" de Nine Sharon, creando una devastadora técnica nueva: "Supernova Solar". La energía irradiaba como un sol naciente, creciendo en intensidad y fuerza hasta iluminar el desierto con un resplandor cegador.

Rigokai miraba desde abajo, sus ojos brillando con determinación al observar la técnica en pleno desarrollo. Sabía que tendría que poner todo su esfuerzo para enfrentarse a un ataque de tal magnitud. La presión en el ambiente aumentaba, los fragmentos de roca y polvo se elevaban por el puro poder de la técnica de Visharon.

Con un grito feroz, Visharon lanzó la "Supernova Solar" directamente hacia Rigokai. La esfera de energía avanzaba como un meteoro incandescente, dejando a su paso una estela ardiente. Rigokai no retrocedió; en su lugar, concentró toda su energía y lanzó una contraofensiva, levantando una barrera de energía y preparándose para canalizar su propia técnica para enfrentar el impacto.

El choque fue apoteósico. La Supernova Solar colisionó contra el escudo y la energía de Rigokai, creando una explosión tan intensa que parecía que el mismo cielo se partía en dos. La luz cubrió todo el desierto, y la fuerza del impacto sacudió la tierra, enviando ráfagas de viento que arrasaron kilómetros alrededor. Cuando la luz comenzó a desvanecerse, ambos quedaron de pie, respirando con dificultad, cubiertos de polvo, pero con una expresión de respeto y satisfacción mutua en sus rostros. Habían dado todo en ese combate, y cada uno sabía que el otro era un digno rival.

Visharon levantó una mano al cielo, concentrando toda su energía en su palma, donde comenzaba a formarse una esfera de fuego dorado y radiante. La técnica del "Blaster Solar" emitía una presión tan intensa que la atmósfera misma parecía arder a su alrededor. Una vibración constante resonaba en el aire, mientras el poder latente en esa esfera crecía, amenazando con desbordarse en cualquier momento.

Rigokai, frente a él, mantenía la compostura, aunque su mirada delataba la intensidad de la situación. Con una postura firme, extendió ambos brazos y comenzó a canalizar su energía en una técnica ancestral y compleja: el "Gamma Temporal Perfecto". Su cuerpo se rodeó de una aura azul brillante, y las líneas del tiempo parecieron torcerse alrededor de él, ralentizando y distorsionando todo a su alrededor. Esta técnica, que manipulaba el flujo temporal, no solo aumentaba su poder, sino que le permitía prever cada movimiento de su oponente unos instantes antes de que ocurriera, dándole una ventaja devastadora.

Ambos sabían que este sería el momento decisivo. Visharon, con su Blaster Solar listo para liberar un golpe que podía incinerar montañas, y Rigokai, rodeado por la energía temporal, preparado para enfrentar cualquier embate con una precisión y fuerza incomparables. El silencio en el desierto se volvió absoluto, mientras ambos reunían las últimas fracciones de poder para lanzar sus ataques definitivos.

Con un grito de guerra, Visharon lanzó el Blaster Solar, que voló como un rayo de energía incandescente, directo hacia Rigokai. En respuesta, Rigokai desató el Gamma Temporal Perfecto, envolviéndose en un escudo temporal que deformaba y ralentizaba el rayo de Visharon. El Blaster Solar comenzó a desintegrarse al contacto, pero su poder era tal que la onda expansiva atravesaba la barrera, acercándose a Rigokai con cada segundo.

El impacto fue titánico. El Gamma Temporal Perfecto lograba contener parte de la devastación, pero la colisión de ambas técnicas creó un torbellino de energía, tiempo y fuego, que desató una explosión masiva. Ambos combatientes fueron empujados hacia atrás, pero se mantenían de pie, respirando pesadamente. La batalla aún no estaba decidida, pero ambos sabían que este enfrentamiento era más que un simple combate: era la prueba definitiva de poder y voluntad entre dos leyendas.

Visharon se lanzó con una velocidad cegadora, su puño ardiendo en llamas doradas, y conectó un Golpe Solar directamente en el estómago de Rigokai. El impacto retumbó como un trueno en el desierto, y el destello iluminó el cielo, obligando a Rigokai a retroceder, aunque apenas flaqueó. Su habilidad temporal le permitió analizar cada movimiento de Visharon en el instante exacto, lo que le dio la oportunidad de anticipar el siguiente ataque.

Con una precisión quirúrgica, Rigokai desenvainó su espada, imbuida de la energía temporal, y ejecutó un movimiento tan rápido que parecía haber cortado el aire mismo. La hoja atravesó el torso de Visharon en una diagonal perfecta, liberando una descarga de energía que detonó en una explosión brutal. Visharon fue lanzado hacia atrás, el corte brillante cruzando su pecho mientras trataba de recuperar el equilibrio.

A pesar del daño, Visharon no se detuvo. Apretando los dientes y con una mirada decidida, se incorporó de nuevo, sus ojos ardientes llenos de furia y determinación. El golpe había sido profundo, pero no suficiente para acabar con él. Mientras el humo y las chispas de la explosión envolvían a ambos combatientes, Rigokai y Visharon volvieron a ponerse en posición, listos para continuar en un combate que ya trascendía la fuerza física; ahora era una lucha de resistencia, determinación y rivalidad sin igual.

Ambos sabían que su próxima movida podría decidir la pelea. Visharon concentró una vez más su energía solar, mientras Rigokai preparaba su siguiente movimiento temporal, el poder de cada uno alcanzando límites que nunca antes habían experimentado.

Justo cuando ambos combatientes estaban a punto de desatar su último ataque, la hora de la fusión llegó a su fin. La energía que los mantenía fusionados comenzó a desvanecerse, y sus cuerpos volvieron a su estado original. Un destello de luz los envolvió brevemente, y la intensa energía de la fusión se disipó.

Visharon y Rigokai cayeron hacia el suelo, separándose instantáneamente. La des-fusión fue abrupta, y sus cuerpos volvieron a la normalidad. Victor y Nine Sharon, de nuevo en sus formas individuales, se quedaron en pie, jadeando por el esfuerzo de la batalla. De igual manera, Rigor y Daiki también regresaron a sus cuerpos originales, aún respirando pesadamente.

El desierto quedó en silencio tras la disolución de la batalla, con solo el eco de lo sucedido resonando en el aire. Aunque ya no estaban fusionados, los cuatro guerreros sabían que el combate había sido solo un capítulo más en su rivalidad, y que aún quedaba mucho por resolver en sus destinos.

Después de la feroz batalla y la des-fusión, Victor, Nine Sharon, Rigor y Daiki regresaron a sus hogares. Aunque todos habían quedado exhaustos por la intensidad del combate, algo en sus corazones les decía que todo había terminado, por el momento.

Victor, con su paso firme, regresó junto a Luci y las demás, sus esposas, quienes lo esperaban con algo de preocupación. Nine Sharon, al igual que Victor, llegó a su hogar, donde su amada lo recibió con una mirada llena de emociones encontradas, conscientes de todo lo que habían vivido.

Rigor y Daiki, después de la batalla, se dirigieron a sus respectivos hogares. Rigor, a pesar de sus secuelas físicas, se sintió aliviado al ver a Dariel y sus hijos esperándolo, aliviada su esposa por su regreso. Daiki, por su parte, fue recibido con el cariño de su Esposa e hijos, aunque con una sensación de que algo había cambiado después de tan épica confrontación.

Juntos, sin decir una palabra más, compartieron momentos de calma con sus seres queridos, sabiendo que aún quedaba mucho por delante, pero por ahora, la paz volvía a ser posible.

Fin.