Después de que pasaran varios minutos desde que el mayordomo se hubiera ido, Heidi continuó mirando fijamente al techo de su habitación. La lluvia seguía cayendo sin parar, camuflando todos los sonidos, incluso el reloj al que ya se había acostumbrado. Aunque ahora tenía frío y estaba somnolienta, estaba feliz de haber contraído el resfriado y que evitara el que fuera a la fiesta que se celebraba esta noche. Había estado nerviosa y asustada desde que Warren lo había mencionado. Claro, Warren era un buen hombre, pero no podía decir lo mismo de su madre, o de los conocidos de su madre. Ahora se sentía asustada y vulnerable. Antes de venir a Bonelake, no tenía mucho de qué preocuparse. Su familia no era amable, ni tampoco estaban preocupados por ella. Sabía que nunca conseguirían a un hombre para que ella se casara, y eso lo hizo más fácil al saber que podía irse cuando fuera el momento adecuado.
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