**Capítulo 1: El Regreso al Comienzo**
Harry Potter cayó de rodillas, sus manos se aferraron al suelo áspero mientras sentía cómo la magia ancestral lo devoraba. El torbellino de energía lo envolvió por completo, arrastrándolo hacia un futuro incierto. Cada pedazo de su ser se estiraba y se comprimía en un solo punto, como si el tiempo mismo lo estuviera deshilachando y volviendo a tejer. Su mente se llenó de visiones del pasado y el futuro entrelazados, de su vida como niño y adulto, de la guerra y la paz, del amor y la pérdida.
Finalmente, cuando el vórtice de magia primigenia se calmó, Harry se desplomó al suelo. Su respiración era agitada, y algo no estaba bien. Algo muy profundo se había alterado. Alzó las manos temblorosas, observando cómo sus dedos eran mucho más pequeños, más suaves. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Miró sus piernas, sus ropas, la forma en que se había desplomado en el suelo, y comprendió con horror lo que había sucedido.
**"No puede ser..."**
Con esfuerzo, se levantó, temblando, y se miró en un pequeño charco cercano. El reflejo que lo miraba era el de un niño, uno que había visto miles de veces en fotografías de su pasado. Un niño de 11 años, con los ojos verdes que nunca se apagaron, pero con una mirada que ya no pertenecía a alguien tan joven.
Harry Potter había regresado al pasado, al momento antes de recibir su carta de Hogwarts.
**El Pasado no Perdona**
El aire estaba denso y húmedo, y el sol caía sobre la tierra desolada, iluminando las ruinas de lo que parecía un antiguo templo olvidado. Los ecos de voces distorsionadas seguían resonando en su mente, fragmentos de recuerdos lejanos de Voldemort, de su última batalla, de la guerra que lo destruyó todo. Aún podía sentir el eco de su alma en sus recuerdos, el sabor de la oscuridad que lo había consumido en la última década. El mismo fragmento de Voldemort, débil pero persistente, estaba atrapado dentro de él, alimentándose de su propio dolor y coraje.
**"Nada de esto se repetirá,"** se prometió, con los dientes apretados, mientras sentía el pulso de su cuerpo de niño. **"Este es el momento para corregirlo."**
A regañadientes, Harry se levantó y, al mirar alrededor, vio que estaba de nuevo en el pequeño rincón de la casa de los Dursley, como si nada hubiera cambiado. La casa gris y opaca de Privet Drive se erguía ante él como una sombra del pasado, la misma prisión que había conocido antes de saber de su verdadero linaje.
La puerta de la casa estaba entreabierta, y en su interior escuchaba la familiar voz de su tía Petunia regañando a Dudley por algo trivial. Harry sintió una punzada de resentimiento. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había pisado ese lugar. Sus recuerdos de la casa estaban llenos de dolor y frustración, pero ahora se sentía diferente. Más fuerte. Más decidido.
**"No estoy aquí para quedarme,"** pensó, **"solo tengo que... volver a entrar en el juego."**
Decidió acercarse con cautela. Al atravesar la entrada, la puerta se abrió y vio a su tía Petunia, a su tío Vernon, y a Dudley, todos tan desbordantes de mediocridad y desprecio como siempre. Sin embargo, algo en Harry había cambiado. Ya no era el niño asustado que había sido. Ahora tenía una mirada que desbordaba madurez, conocimiento y poder, aunque oculto en el cuerpo de un niño.
"Tía Petunia," dijo, con una calma que la sorprendió, "Vernon, Dudley."
Las miradas se congelaron. Dudley, que había crecido aún más grande y más molesto, parpadeó varias veces, intentando procesar lo que estaba viendo. El tía Petunia frunció el ceño, sin entender, y Vernon hizo un gesto como si algo en él no encajara.
"¿Harry?" preguntó finalmente Vernon, su tono lleno de incredulidad.
"Sí," respondió Harry con una sonrisa sutil, aunque en su interior ardía la ira por todos esos años de abuso. **"He vuelto."**
Su presencia, ahora impregnada con el peso de la experiencia, hizo que la atmósfera en la casa cambiara. Aunque Harry no era el niño que había vivido allí, todavía sentía el rechazo de sus tios, y aún más ahora que los veía con los ojos de un hombre que había perdido a todo ser querido. Pero sabía que debía mantener la compostura. Debía seguir el curso de su vida, por muy absurdo que fuera.
Con rapidez, hizo que su tía y su tío lo aceptaran como un "gran milagro" y no prestó mucha atención a sus críticas, ya que el vínculo de sangre ya no significaba nada para él.
#### **Un Mundo Mágico Inmutable**
A los pocos días de su regreso a la vida "normal", Harry recibió la carta de Hogwarts. Aunque sabía que se suponía que debía seguir el mismo camino, no podía evitar sentir una mezcla de ansiedad y anticipación. Volver a ese mundo significaba enfrentarse nuevamente a las personas que lo habían conocido como un niño sin la experiencia de los años vividos, pero también representaba una oportunidad. Un nuevo comienzo, un nuevo campo de batalla.
La llegada al tren de Hogwarts fue tan estridente como recordaba. La estación de King's Cross parecía no haber cambiado en lo más mínimo. La emoción de los estudiantes, el bullicio de los padres acompañando a sus hijos al tren, todo seguía igual. Sin embargo, Harry sabía que él ya no era el mismo.
Cuando subió al tren, se dirigió a uno de los vagones más tranquilos, eligiendo una cabina vacía para pasar el rato antes de llegar a Hogwarts. Solo un momento después, la puerta se abrió y Ron Weasley entró con una gran sonrisa en su rostro.
"¡Harry!" exclamó Ron, sorprendido pero feliz. "¡Menudo cambio! Estás… mucho más tranquilo."
Harry sonrió de vuelta, sabiendo que su amigo no tenía idea de lo que había pasado. "Mucho que aprender, Ron," respondió con calma. "Mucho por hacer."
El tren avanzaba a gran velocidad y Harry sentía que el peso del futuro estaba en sus hombros. Había mucho por hacer, muchas decisiones que tomar, pero por primera vez en mucho tiempo, Harry se sintió seguro de que, esta vez, las cosas serían diferentes.
Con la cabeza llena de pensamientos sobre lo que vendría, no se percató de que en un vagón cercano, Daphne Greengrass lo observaba con atención desde el pasillo. Había algo en él que no cuadraba. Algo que le intrigaba, algo más allá de su fama como "el niño que vivió".
"¿Quién es ese chico?", murmuró para sí misma, su mente comenzando a hacer conexiones mientras observaba al joven Harry Potter por primera vez.
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