Cap 9

CLANCK~

El sonido de metales chocando me hizo levantarme y abrir la ventana de la habitación de la posada junto al campamento.

El jefe de la escolta estaba luchando con lo que parecía un bandido.

Y los demás estaban haciendo lo mismo, aunque los bandidos duplicaban su número con más de 40.

Salté por la ventana y cogí una espada que estaba junto a un cadáver.

Cubrí mi cuerpo de maná y corrí hacia un bandido que estaba conjurando una bola de fuego.

El mago desvió su hechizo y lo lanzó sobre mí.

Di un gran salto hacia la izquierda y al caer conjuré hielo, resbalando aún más.

Mis ropas empezaron a arder, aunque se apagaron al instante por la bala de hielo que seguía bajando la temperatura a mi alrededor.

THUD~

la bala salió disparada de mi mano, pero al instante rebotó en una especie de barrera translúcida que explotó y desapareció.

El mago tropezó y cayó sobre su propio cuerpo gracias al retroceso.

Inmediatamente moví todo mi maná hacia mis piernas y corrí hacia el mago.

Presa del pánico, conjuré una flecha de fuego que fue cortada en mitad del hechizo.

Me detuve frente al mago, aprovechando el impulso giré sobre mi propio eje mientras blandía mi espada.

Craack~

La sensación de atravesar la carne me invadió, pero fue sustituida al instante por la de romper los huesos, lo que generó un sonido perturbador.

Esto hizo que mi mana fluyera hacia mi espada en el estómago del hombre, cortándolo desde el interior en el proceso.

El mago abrió la boca, pero lo que iba a decir se cortó al caer de bruces al suelo.

Levanté mi espada que reflejaba la luz del sol.

Haaaa~

Y con un suspiro.

Clavé mi espada en su cráneo, atravesándolo.

Los espasmos del mago cesaron y su boca se cerró, incapaz de decir sus últimas palabras.

Sentí que me temblaban las manos y se me revolvía el estómago, pero al mover el maná por mi cuerpo las sensaciones se desvanecieron.

Volví la mirada hacia el mago y me fijé en un pequeño palo con una piedra de maná roja incrustada en la punta.

Me agaché y la recogí y me pareció que medía-.

THUD

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando un golpe demoledor aterrizó de lleno en mi espalda.

En el suelo, todavía con la cabeza palpitante, sentí que la tierra vibraba e hice fluir mi maná tan rápido como pude hacia mis piernas.

Me alejé más de dos metros del lugar.

Donde un pico de tierra sobresalía del suelo.

A pesar del salto un corte largo pero no profundo yacía en mi estómago.

Volví la mirada, buscando al culpable del corte.

Lo que encontré fue un hombre tan grande como un oso, con un mazo aún más grande que él, cubierto de maná de tierra.

Agarré mi espada, que había caído a unos pasos de mí, y la apreté con fuerza.

Un bandido que puede conjurar siendo un guerrero en este lugar significa que no tiene la suficiente fuerza mental para salir de esta zona con seguridad.

Pero aun así, salir de aquí me resultaría difícil.

El hombre levantó su mano izquierda y cinco rocas del tamaño de un puño se formaron y volaron hacia mí.

Clanck~

Bloqueé tres pero las otras dos lograron generar cortes en mi pierna y una pasó por el mismo lugar del corte, en mi estómago.

Como si estuviéramos coordinados ambos corrimos hacia adelante.

El mazo del hombre cayó hacia mí, obligándome a saltar hacia adelante.

Cuando el mazo cayó, la tierra se rompió y, utilizando los trozos como distracción, blandí la espada, que sólo me causó un corte.

El hombre dejó caer el mazo, porque conseguí que fluyera el maná del rayo en el momento del corte.

Con brusquedad y despreocupación, balanceé la espada hacia la mano derecha del hombre.

¡GaAhhhh!

Mi corte no llegó a cortar toda la mano y tuve que retroceder debido a una piedra que fue directa a mi cara.

Cuando nos distanciamos el hombre adoptó una postura extraña y claramente incómoda.

Con el mazo sobre el hombro el maná rodeaba todo su cuerpo y aunque no era ni mucho menos perfecto, una armadura de maná era suficiente para matarme con mi rango.

Por mi parte saqué mi mana y rápidamente la temperatura bajó, conjuré una gran cantidad de flechas de hielo que se deformaron en un pequeño triángulo mal hecho.

El bandido retrocedió unos metros, tomó impulso y se acercó a mí con su maza en alto, rodeado de una barrera de maná.

A pesar de su volumen, el hombre se movió ágilmente esquivando los triángulos de maná.

El hombre blandió su maza junto con todo su cuerpo, intenté esquivar el golpe pero no había forma de hacerlo.

Rápidamente imaginé que mi maná era expulsado en forma de expansión.

Cuando el mazo golpeó mis costillas, la gélida expansión aplastó los órganos del hombre y la propia fuerza nos hizo volar a ambos por los aires.

Mi espalda chocó contra una pared y reboté, cayendo de bruces al suelo.

Haaa~

Haaaaa~

Sentí que me faltaba el aire aunque intentaba respirar y la sangre salía a borbotones de mi boca.

Por culpa de mis conjuros, el suelo estaba tan frío que volví en sí.

Deslicé mi mirada

A lo lejos yacía el cuerpo del bandido del mazo. Sus órganos eran visibles y su propia sangre estaba terminando de matarlo.

Una sensación de mareo me invadió y mis fuerzas me abandonaron al ver la repugnante escena.

Y por primera vez desde que llegué a este mundo por mucho que lo intentara no podía mover mi maná.

Cliiiing~ Cliiiiiing~

Seguro que habrá alguna dama noble que nos pague miles por él o incluso podemos venderlo a ese lugar de gente extraña, el que actúa en la capital.

Apreté el agarre de mi espada e hice fluir mi maná tomando hasta el último trozo.

Mi cuerpo empezó a arder de dolor y me sentí como si hubiera corrido una maratón durante 5 horas sin parar.

Un rayo emanaba de mi cuerpo mientras recorría mi espada. Pronto se volvieron de color plateado.

Captúralo.

Trueno

Murmuré mientras liberaba los rayos mientras flechas y espadas volaban hacia mí.

RUUUUMBLEEE

Un rugido resonó cuando el agua que se había formado en el suelo contribuyó a la expansión del rayo que me había acribillado.

La electricidad me atravesó y me dejó paralizado durante unos segundos, obligándome a caer al suelo, donde los espasmos se apoderaron de mi cuerpo.

GAAAAAAAAAHHHHHHHH

Sentí que mi conciencia se desvanecía con cada segundo que pasaba.

Lo último que pude escuchar fue un poderoso grito de guerra en la distancia.