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Fate/Hierro en plata

Fue solo curiosidad que se extendió a cada año. Una figura que todos conocían, pero de la que nadie hablaba. Un conocido, un extraño, un amigo o un desconocido. Nada importaba ahora, sólo deseaba poder comprender que había debajo de esa red que no parecía pensante. Ella no buscaba una luz guía. Ella buscaba ser esa luz.

ReydePicas · อะนิเมะ&มังงะ
เรตติ้งไม่พอ
12 Chs

Fragmento

Olga Marie no se movió del agua que caía sobre ella. Se sintió bien en parte, como el agua tibia caía sobre ella pasando por todo su cuerpo. Cerrando los ojos cuando alzó su cabeza en dirección al agua de la ducha ella se quedó así por unos segundos más antes de tomar el grifo y cerrarlo.

Se quedó quieta mientras que el agua se escurría de su cuerpo. Caminando fuera de la ducha ella llevó sus manos a su cabeza, llevando su pelo hacía atrás y abrir los ojos una vez más, llegando hasta el espejo miró su rostro y su cuerpo unos segundos.

― ¿Se han hecho más grandes de la última vez? ―Olga Marie llevó una mano a su pecho y lo tocó ante la vista que tuvo en el espejo.

Había pasado cuatro días desde que ella se presentó ante el público no iluminado y solo obtuvo respuestas demasiado variadas para saber que clase de aceptación tuvo al final.

Su edad puesta al público fue de veinticinco, hubo mucha especulación de su edad, pero manipular tales datos fue algo demasiado simple. Tomando el hecho que aún no había cumplido veinte.

Una leve risa salió de la boca de Olga Marie ante el pensamiento de que ahora tenía la misma edad que Shirou, al menos en papeles. La pequeña risa se detuvo cuando se vio al espejo y luego miró al suelo.

Shirou fue la única persona que le había dicho que era "linda" por así decirlo, pero ahora con todas las redes sociales había visto alguno que otro comentario por su apariencia, de que parecía una muñeca, una modelo o algo referente del entretenimiento visual, comentarios muy exagerados sobre ella.

Muchos tomaron como un insulto que ella se haya presentado como la directora por el hecho de que era también demasiado joven.

No quería imaginarse si supieran que la que dio el discurso fue una niña de diecinueve años.

Al haberse quedado mirando el espejo notó la mota que había por encima de su hombro.

Ella a veces lo olvidaba, aquella marca de nacimiento tan rara, semejante a la de un siete que estaba por encima de su omóplato. Era solo una simple marca, pero tampoco era algo lo cual diría que fuese feo a la vista.

No más de lo que ella ya fue llamada de igual forma.

Ella podría leer cualquier comentario sobre su apariencia y no cambiaría nada de como ella pensaba de igual forma a la persona que lo dio.

Nadie fue sincero, solo buscaban algo, no había nadie en existencia que la hubiera valorado hasta que ahora. Los herederos que la habían ignorado la llamaban, los nobles que nunca la invitaron ahora enviaban invitaciones a fiestas y eventos.

Pero todo ello fue una mentira, solo había en una sola persona a la cual creía en este mundo, la única persona que no le mentía o le ocultaba algo, que la ayudaba o la criticaba por una acción infantil.

Shirou Emiya fue la única persona a la cual pudo llamar como alguien cercano. El resto no eran nada más que seguidores secundarios que no harían nada por ella o la mirarían de la misma forma si es que perdiera su estatus que había ganado ahora.

Incluso si Shirou hacía lo que hacía, si odiaba todo lo que hacía, si se despreciaba a cada momento en que lo dejaba solo, toda emoción negativa que cargaba Shirou Emiya no era importante para Olga Marie, ella iba a apoyarlo, incluso si mencionaba que iría al mismo infierno por esas acciones de buena voluntad, ella lo seguiría.

― De verdad que es un idiota, ¿Cómo le dices a alguien que vas al infierno? ―Olga Marie suspiró antes de tomar una toalla y empezar a secar su cuerpo.

La primera toalla fue para sus pies que estaban húmedos por el agua escurrida, pasó la tela suave por sus dedos y su tobillo. Pero toda su concentración ahora estaba enfocada en cómo ayudar a Shirou.

Le había comentado en un apuro absurdo el que deseaba ir a Japón. Ella sabía que había estado trabajando en una rama paramilitar de la ONU, pero eso fue todo, no sabía que había renunciado hasta que le dijo que iría a Japón por la invasión de China.

Fue casi cómico como pasó todo en los últimos días.

China primero negó tal acto ante la prensa, su presidente habló que ellos no habían movilizado a nadie, Shirou le comentó esto poco después de que terminara el primer discurso de la presidencia de China.

Que la OTAM había estado en esto para inculparlos. Lo que mencionó fue información que obtuvo de alguno de los contactos que el hombre poseía, pero no iba a servir de nada el dar a conocer esa información al público, por la simple razón de que se había hecho y había sido ignorada siendo tomada como una conspiración.

Era divertido como la información real se distorsionaba de tal forma que se asemejaba a la falsa. Los medios de comunicación no hablaron de aquella noticia, pequeños canales de radio por la información que recibió en informes habían sido silenciados poco después de su planteamiento.

Todo esto fue para dejar a China fuera de la candidatura de la presidencia de Chaldea, había hecho la documentación y creían que tendrían acceso al igual que los demás países.

Pero ahora lo importante era ella. Si bien no estaba representada por la EU, ella tenía una nacionalidad perteneciente al conjunto, lo que hizo que las demás organizaciones y conjuntos no vieran a Olga Marie Animusphere.

Ahora su objetivo era la EU que tenía la preferencia no solo de local, sino que por leyes de herencia lo más probable es que el titulo se le termine dando de igual forma.

A muchos países no les gustó esto, la CIS demostró una fuerte desaprobación por ella, llamándola joven y sin experiencia. En parte era cierto lo de ser joven, pero por otro lado ella había estado estudiando más que nadie en toda su vida.

Ella se había estado preparando para asumir el cargo de su padre desde que ella tenía consciencia.

No hubo diversión para ella, no hubo descanso o recreo, el tiempo que pudo considerar como mayor en libertad para hacer las cosas fue cuando ella estuvo bajo la tutela de El Melloi II, pero fuera de ello solo se había limitado a estudiar de forma casi ininterrumpida por la necesidad de poder estar al día con todo lo que su padre quería.

Pero de igual forma nunca fue suficiente para él.

La última toalla fue tomada por Olga Marie cuando ella la puso sobre su cabello y comenzó a salir del baño para pasar al vestidor.

De verdad, a ella le hubiera gustado por haber hecho al menos una sola vez feliz a su padre. Era por esa razón que en el cumpleaños diecinueve que tuvo fue que lloró cuando su padre le dijo por primera vez en su vida un "feliz cumpleaños"

Una risa seca salió de Olga Marie cuando tomó su ropa y la miró, recordando sus primeros intentos de entrar en la vida social de las grandes familias. Las invitaciones habían sido dadas para todos los presentes, pero el repudio de Marisbury a ella fue algo que ya fue visto desde minuto uno, ¿fue en su cumpleaños número ocho quizá?

Olga Marie no lo recordaba, ella había intentado mucho olvidar aquellos días, desde el primer instante en que quiso abrirse al mundo social… ya había tenido la puerta cerrada desde minuto uno.

No hubo nadie que le diera un "felicidades" o alguien que le recordara que fue su cumpleaños, fue solo una conversación trivial la que tuvo con Shirou en la que llevó a dar su fecha de cumpleaños.

Ella no soportó el ver como el hombre le sonrió con toda la felicidad del mundo mientras que le presentaba el pastel de cumpleaños que le había preparado. Ella quiso tirarlo al principio, pensó que era solo una ilusión poco después, para terminar, llorando con un abrazo por tal gesto.

No había forma en la que odiara a Shirou, incluso cuando todo lo que hizo por los demás fue en exceso, incluso cuando lo intentó tanto para ayudar a los demás y solo ser dejado de lado, a ella no le importaba una mierda que los demás pensaran, que lo llamaran monstruo o que no era humano.

Para ella Shirou Emiya era más humano que cualquier otra persona. Todos pensaban en él como alguien desinteresado, pero Olga Marie lo sabía, que no había persona más egoísta que Shirou Emiya, pero no es que su egoísmo fuera algo para su bien, no, lo que más deseaba Shirou y la razón por la cual ella lo consideraba egoísta era porque solo anhelaba el final de otros, ese era el mayor interés personal de Shirou Emiya, el interés hacía los demás.

―Un verdadero tonto ―había insultado otra vez en voz alta a Shirou, pero hasta cierto punto ella sabía que se lo merecía, era un completo estúpido con su idea de ser un héroe que quería golpearlo de vez en cuando por su forma tan testaruda de ser.

Olga Marie miró su mano con la que había intentado golpear a Shirou la ultima vez, estaba aún roja en algunas partes.

Refuerzo automático. Shirou funcionaba como una máquina en cierto sentido y ella estuvo tentada a volver a insultar a Shirou por tercera vez en este pequeño lapso.

Al comprobar que se había secado de forma correcta, Olga Marie pasó a subirse su ropa interior entre sus piernas, todo estaba puesto para ella antes de pasar a buscar su sostén.

―Debería cambiarlo… ―ella dio un suspiro cuando sintió como le empezó a ajustar el pecho, no pensó que crecería más de igual forma, un descuido de su parte.

¿Convertir nervios en circuitos?

La pregunta volvió a aparecer en la cabeza de Olga Marie. No solo la idea era suicida, sino también debería de ser prácticamente una tortura en vida. Ella se sintió horrible cuando escuchó que Shirou había estado haciéndolo desde que su padre le dijo que lo hiciera.

Se llamó a sí mismo un mal estudiante.

Marisbury había elogiado en más de una ocasión como Shirou podía memorizar textualmente todo, crear formulas y comprenderlas a un punto envidiable, pero todo ello era eclipsado por un pequeño detalle que hasta ahora no le cuadraba a Olga Marie.

Siempre pensó que Shirou nació sin afinidad como tal, era por ello que no podía manejar magia más allá de la básica y de uso diario o de elementos nulos, pero ahora algo cuadraba, el hecho de convertir los nervios en circuitos atrofió probablemente cualquier manejo complejo posible de sus circuitos ya existentes.

Le hubiera gustado golpear a Kiritsugu por ese hecho.

Un leve escalofrió recorrió su espalda cuando se terminó de colocar su camisa blanca. Le enseñaron a temer al asesino de magus, y viendo lo que su sucesor logró en un corto tiempo de aparición era para tener una idea de porque el miedo no fue algo que se enseñó en vano.

Derribar un avión, un edificio, una casa, una mansión, una manzana completa… prácticamente el asesino de magus hacía demolición completa de todo lo que estaba presente con tal de tener su objetivo muerto.

¿Esa cosa pudo tener dos hijos en vida?, bueno… Olga Marie frunció el ceño y pensó en Shirou y el paralelismo con Kiritsugu.

No se ganó el título del "segundo asesino de magus" o "la segunda venida del asesino de magus", no, Shirou fue más allá.

Simplemente fue llamado el verdugo.

Casi fue para reírse tal título, había visto como los magus reaccionaban ante la aparición de Shirou, la mayoría lo evitaba, muchos ni siquiera le dirigían la vista, pero incluso unos cuantos abandonaban la sala en la que se encontraba Shirou, todo ello por un simple hecho.

Nunca se supo quien sería la próxima víctima. Había otro rumor que se extendió de ella en el circulo de magus, que si uno se hacía amigo de ella entonces podrías evitar que el cabeza de Familia Emiya te tuviera en la mira.

Era divertido porque él segundo título al cual llamaban a Shirou, más por las personas de bajo estatus, era "El perro de Marisbury" y ahora con su muerte solo pasó a "Al perro de los Animusphere"

Incluso para vergüenza de Olga Marie había quienes lo nombran como su…

Un sonrojo llegó en la tez pálida, aquella idea que empezaban a tener las personas de ella con Shirou ya era algo más allá de lo que imaginó, de verdad… cada rumor que había dentro de los magus, incluso podría pensar que eran más semejantes a amas de casa de cotilleaban todo el día a que fuesen personas de investigación.

Quitando toda idea de su cabeza Olga Marie se dispuso a vestirse, tenía cosas que terminar primero antes de poder quedarse en laureles.

Shirou miró su muñeca, el reloj marcaba las nueve en punto de la mañana. La invasión de la que habló Rin la última vez se dio con fuerza, no fueron los chinos los responsables, pero si a los que señalaron. Al final de esto terminó con un verdadero ataque de China hacía japón el día que dejó la ciudad.

Ahora mismo estaba parado a la ruina que ahora era Fuyuki.

Debía ser una broma de mal gusto lo que tenía en frente. La ciudad fue una de las que fueron arrasadas por el verdadero ataque de china. Las fuerzas se tuvieron que replegar y abandonar la zona, Shirou había llegado a Japón con un grupo de militares de Estados Unidos, pero no portaban ningún distintivo.

Porque Estados Unidos no quería meter su mano dentro de este asunto, solo enviaron a personas que querían ir de forma directa y sin pensar demás, él fue uno de los voluntarios y gracias a un contacto se enteró del reclutamiento.

―No creí que volverías en tan poco tiempo ―una voz familiar hizo que Shirou diera un suspiro.

Había estado preocupado por ella después de todo.

―Tohsaka de verdad- ―Shirou se volteó y vio el rostro de Rin junto con el yeso en su mano― no…

―No esperaste que saliera a saludar, ¿no? ―Rin soltó una risa suave―, soy realmente una idiota, intenté ayudar a los demás a sabiendas de lo que podría pasar… supongo que el dar mi cuerpo por los demás no es algo que esté conmigo.

― ¿Por qué…? ―Shirou no podía creer que lo tenía en frente.

Rin con un parche medico en un ojo, su brazo derecho enyesado y lo más resaltante era el bastón en su mano.

Por su pierna que era una prótesis.

―He visto muerte seguida por siete años a tú lado, he visto a miles sufrir, a cientos clamar perdón, o decenas rogar misericordia y por sobre todo, a varios pedir ser asesinados… ―Rin se dio la vuelta y vio la ciudad.

Escombros y más escombros, la verdadera guerra solo había comenzado, las fuerzas chinas no se habían retirado, solo se replegaron en las costas para poder tener puntos de acceso.

―No eres así…

―Por supuesto que no lo soy, pienso en mí primero, quiero vivir feliz y hacer lo que quiera solo por mí, intenté darlo todo solo para mí causa, pero al final, tantas suplicas supongo que me afectaron a la larga, Rin alzó la cabeza y miró el cielo, las nubes estaban presentes y el sol oculto.

―Yo…

―No tienes porqué pedir perdón por esto, fue algo que elegí, pero no seguiré ―Rin se dio la vuelta, el sonido del golpeteo constante del bastón solo hizo que Shirou mirase el suelo.

Al final no pudo salvar a nadie que quiso una vez más.

―Este es mi territorio, pero no significa que moriré por él, yo… hubiera estado feliz si nada de esto hubiera ocurrido ―Rin se mordió el labio cuando dijo lo último―, se supone que tendría que haber pensado de forma racional, que debería haberme preocupado por mí, no por los demás, pero los vi maldita sea, niños corriendo saliendo de las escuelas siendo perseguidos y asesinados.

―Escuché eso, no fue un ataque a estructuras, fue una orden de exterminio.

―Siempre odié eso de ti ―Rin se rió por lo bajo.

― ¿Perdón? ―Shirou no comprendió.

― ¿Te has escuchado hablar?, no, esto ha sido siempre así, hablas tan casualmente de la muerte que me hace plantearme si alguna vez te escuché quejarte de ella.

―Estoy-

― "Estoy acostumbrado a ver muertos", por supuesto que sí, he escuchado esa frase desde la guerra, pero sabes, he pasado los últimos años a tú lado visitando cada lugar, viendo a cada persona caer y maldecir, y hasta ahora no he podido acostumbrarme a ella, siempre ha sido así, Kirei lo mencionó cuando ambos hablaron, que él buscaba a Kiritsugu porque quería saber que era lo que podría motivarlo, pero al verte a ti lo entendió.

―… ―no hubo respuestas de Shirou ante las palabras de Rin. Todo lo que había dicho la joven fue cierto en parte, fue algo lo cual pasó y algo lo cual dejó de lado todo este tiempo.

―Cuando ese sacerdote falso te vio después de los primeros dos años entendió lo que necesitaba, una motivación en la cual cargar su cascarón.

― Por cierto, ¿Dónde está Kotomine-san?

― ¿Qué?, ¿vas a jugar con su hija un rato más?, el sacerdote está en la iglesia, y por cierto, el avión de Caren-san fue derribado poco después de que dejaste el país, ella estaba volviendo, pero bueno, no esperó que algo así pasara supongo ―Rin llevó su ante brazo a su único ojo sano y se limpió los bordes de los ojos.

Shirou por otro lado se había quedado quieto.

―No puede ser, Caren puede ser un montón de cosas, pero morir por algo como eso-

― ¡Está muerta idiota! ―Rin se dio la vuelta y vio a Shirou que no había cambiado su expresión en todo este tiempo―, ¡¿No te estás viendo!?, ¡Tú maldito juguete murió como sí nada y solo te quedas parado!

La relación entre Rin y Shirou fue complicada desde minuto uno, cuando Caren se presentó y no dejó de atormentar a Shirou fue el momento en que Rin se dio cuenta de que por más extraño que fuesen ambos… eran compatibles en cierta forma, Caren siendo una persona con una personalidad que muchos catalogaban como molesta y extraña y Shirou siendo el epítemo de la paciencia.

El haber dejado que ellos dos estuvieran como lo hicieron en su momento fue una de las tantas cosas que Rin dejo a Shirou con el intento de hacer que deje de perseguir el sueño de Archer, ella lo sabía, incluso si no fuese ella la que le diera la salvación a Shirou.

Al menos hubiera estado feliz de verlo dejar su sueño de lado y estar al lado de alguien más, pero viviendo su vida, viviendo una vida que le pertenecía a él y no a alguien más.

Viviendo para su felicidad y no para la de otros.

Sueños que solo se destrozaban al pasar los años y que con cada nueva interacción con Shirou al volver de una misión hacía que Rin perdiera más y más la esperanza en el hombre.

Eso hasta que fue llevado por la torre a ejecutar a todo un pueblo que había sido maldecido por uno de los magus que había hecho un experimento en África. Las regiones que no eran vistas o que tenían acceso a información rápida eran los lugares favoritos de los magus errantes que deseaban poder a prueba sus métodos.

Era por ello que había una sobre población de ellos en África, Australia y oriente medio, con partes de china y a las lejanías en Estados Unidos, por no mencionar Serbia junto con algunos lugares alejados de Europa.

Siempre hubo un patrón en las acciones de los errantes y exiliados.

―Ella no puede estar muerta no tendría razón para- ―Shirou se cortó cuando recordó una breve charla que había tenido con Caren hace unos días.

Le gustaría que ella conociera a Olga Marie, era por ello que hizo todo el viaje.

Lo más probable que la negativa de Caren a ir a Japón para un encuentro fue solo una mentira y que al final llegaba para sorprenderlo.

Ella había muerto… porque él había dicho que fuera a Japón.

―Sé que hablaste con ella cuando llegaste, intenté comunicarme con ella después para que no venga, no esperé que algo así pasara, por favor no-

―Es mi culpa ―Shirou dio unos pasos atrás y se llevó su mano a su cabeza, levantó su cabello unos segundos antes de quedarse quieto mirando el suelo. Alzando lentamente su mano frente a su rostro Shirou se quedó con los ojos abiertos y la mente en blanco unos segundos más antes de que volviera sonreír.

Rin lo sabía, al momento en que Shirou sonreía era cuando más culpa sentía.

Era la forma de decir a Illya que no estaba mal, que a todos los que había dejado de lado que ahora estaba bien, que había superado lo que pasó.

―Tienes razón, no es mi culpa ―Shirou sonrió a Rin antes de darse la vuelta y caminar alejándose.

Rin no dijo nada, era obvio que Shirou le diría lo que ella quería escuchar, el que no era su culpa… solo lo dijo para intentar hacerla sentir mejor, al final de esto.

Shirou fue la única persona que se culpó de todo.

― ¿Vas a ir directo al campamento verdad?, no son solo un par de miles, son decenas de miles, vas a-

―Estaré bien Tohsaka, estaré bien ―Shirou afirmó a sabiendas de algo.

Fue rara la sensación que sintió en su pecho, era como si algo hubiera dejado su cuerpo y su estado hubiera empeorado. No estaba pensando con claridad, debía quedarse quieto, debía pensar con claridad lo que estaba haciendo.

Shirou respiró hondo y enderezó su espalda antes de darse media vuelta e ir a la dirección contraria.

Ir directo al campamento enemigo no era lo que debía hacer, solo se uniría a la fuerza que estaba preparando la defensa de todo esto.

La guerra había estallado.

Y Shirou ya la había perdido.

― ¿Estás bien?, has estado mirando a la nada desde que llegamos ―Olga Marie vio como Shirou alzaba la cabeza y la miraba.

Algo no iba bien con el hombre frente a ella, estaba más… ¿entumecido de lo normal?, era como si algo, lo poco que siempre mostraba frente a ella, lo que se había ablandado en los años.

Parecía que todo eso fue detenido, que volvió de vuelta al principio.

Cuando solo era alguien que disimulaba ser humano.

― ¿Qué sucede? ―Olga Marie estaba preocupad, y eso era más que evidente en la voz de la joven. Shirou enfocó los ojos en la joven que lo miraba con preocupación, vio sus manos, había dejado de cortar las verduras hace unos minutos, el olor a la comida pegarse a recipiente también le vino cuando volvió en sí.

―Estoy algo distraído, el Vaticano anunció su alianza con el "Imperio santo" por reconocer como religión principal la suya, ahora con ello y Rusia están teniendo en la mira un avance en China, el Vaticano se queda al margen, pero dieron las bendiciones al público.

―Lo sé, ¿pero era eso lo que te molestaba? ―Olga Marie dudó sobre eso.

―No, Japón está siendo asediado, y todos los que se llamaron a sí mismos "aliados" solo se están quedando de brazos cruzados, envían voluntarios, sí, pero no hay nada formal, nadie se está metiendo para ayudar, tres ciudades fueron arrasadas, la zona costera fue tomada.

― ¿El avance fue tan grande? ―Olga Marie se sorprendió. Shirou había vuelto hace dos días del frente, los viajes a Japón eran casi imposibles, pero él conocía gente que podía llevarlo y sacarlo sin problemas.

Solo estaba ahí parado ahora a su lado por la nueva presentación que tenía. Debía ir a Chaldea para solucionar algunas cosas, normalmente eso no sería un problema, pero debían cruzar ahora terreno minado por decirlo por lo menos.

El conflicto entre países estaba al borde de estallar.

―Lo es, pero quitando eso, ¿no es tu reunión en cuatro días? ―Olga Marie dio un suspiro cuando escuchó eso.

―Sí, tengo que presentarme en Alemania en la fecha acordada, lo llaman terreno neutro, pero ahora que han impulsado una buena parte de su economía a la militarización una vez más no sé qué pensar.

―Tengo gente en altos cargos de allí, me avisarían si es que se presenta una situación que te ponga en peligro.

― ¿Es por eso que has venido de Japón hasta aquí? ―Olga Marie tuvo curiosidad.

―Tu seguridad es mi máxima prioridad ―Shirou comentó para seguir cocinando. Ambos estaban en un Hotel ahora en Francia. Shirou era la única persona en la que Olga Marie confiaba en todo esto, no podía creer en nadie, incluso en la torre.

―El puesto de director es más codiciado de lo que pensé, China al ser inculpada decidió que lo mejor era eliminar todo problema e ir directo a lo suyo, Japón ahora está en su punto de mira ya que fueron descalificados de manera directa por su "invasión" ―Olga Marie llevó una mano a su frente y se la masajeó unos instantes antes de ponerse de pie y arrastrar su silla hasta la cocina.

―El olor se te puede quedar ―la simple respuesta de Shirou hizo que una suave risa saliera de Olga Marie.

Shirou se quedó congelado unos segundos ante eso.

― ¿Sucede algo?, tampoco es que importe, tengo que bañarme en una hora para prepararme y salir dentro de tres horas, tengo que viajar primero a España.

―Nada, es solo que me sorprende lo bien que manejas tu postura ahora ―Shirou giró el cuello y le sonrió a Olga Marie.

Lo que le había sorprendido era que ella había reído incluso cuando el mundo iba en su contra, incluso cuando todo parecía que iba en contra de ella aún podía sonreír y reír.

Siempre lo había visto, en África, Australia, Serbia, América del sur y en muchas regiones de Asia.

Incluso cuando el mundo parecía que iba en contra de la vida de todos, aún había personas que reían, madres que jugaban con sus hijos, hombres cantando al salir de un bar, amigos riéndose tan fuertemente por una acción de otro…

¿Cómo es que todo el mundo podía sonreír al final de una situación amarga?

Él lo hacía, él lo intentaba, pero de todas formas no fue algo que se llamara natural, siempre lo hizo porque imitaba el momento para los demás, imitaba en que instante tenía que sonreír, pero nunca entendió el significado de aquello.

¿Cómo los humanos podían ser felices con tan poco?, aquella era una contradicción que había estado observando desde hace años, los demás humanos podían ser egoístas y arrogantes, como cálidos y desinteresados.

¿Cómo es que siempre encontraban algo lo cual reír o sentirse bien?, ¿por qué sus deseos eran tan bajos como tan altos?

―No tengo una postura firme como todos creen, si mi padre estuviera presente hubiera solucionado esto con solo un discurso, pero mírame ―Olga Marie empezó a balancear sus pies viendo sus medias―, por mi culpa la guerra a gran escala está siendo una posibilidad.

―No es tú culpa.

―En parte así lo creo ―Olga Marie estuvo de acuerdo de verdad en ello―, los que gobiernan solo desean una cosa, consolidar su poder de alguna forma, Estados Unidos ha hecho tantas cosas horribles al cabo de todos estos años, ¿pero alguna vez has escuchado disculpas por sus acciones?

―Yo… ―Shirou lo pensé, había quienes se arrepentían de lo que habían hecho bajo el nombre de la bandera de su país, muchos de ellos no soportaron la culpa y solo terminaron con su vida al no ser escuchados.

―Eso pensé, ningún país se salva de los errores más mundanos, más humanos, es por eso que está posición de director no es algo lo cual un humano normal pueda manejar ―Olga Marie alzó una pierna y colocó su mentón en sobre su rodilla.

―Hablas de ti como si ya no fueras humana, para mí, eres tan humana como todos los demás que he visto, tienes sueños, creencias, deseos y anhelos, tanto así como momentos de ira y vergüenza, no tienes porque denigrarte ―Shirou pensó en las acciones de la joven y le dio una suave sonrisa.

Olga Marie abrió los ojos cuando vio aquella acción de parte de Shirou.

―Sí supongo que es cierto ―ella desvió la mirada y ocultó su rostro entre sus brazos que abrazaban su rodilla―. Pero tú tampoco tienes porque denigrarte, eres tan humano como cualquier otro Shirou-chan.

―Shirou-san ―corrigió Shirou cuando escuchó a Olga mencionar aquello en un japones algo quebrado―, ¿Has logrado eso en tan poco tiempo?

―Lo intenté porque no me gustó cómo me miraron en ese momento en el tren… ―Olga Marie suspiró cuando recordó el viaje.

―Es algo que puede pasar, pero me sorprende que hayas decidido empezar a aprender japonés ―Shirou tuvo curiosidad.

―No es algo lo cual debas pensar ―Olga Marie comentó desviando el tema―, pero dejando eso de lado, estás tú, ¿Cuántos idiomas hablas?, vayamos donde vayamos te escucho hablar el idioma local, algunos más quebrados que otros, pero siempre con un nivel envidiable.

Shirou sonrió ante ese comentario.

―Debido a mi trabajo he dedicado mucho tiempo en aprender todo idioma necesario.

―Ah, supongo que mi padre también estuvo en ello ―Olga Marie vio como Shirou volvió a concentrarse en la cocina y solo asintió con la cabeza―, Padre hablaba cada idioma que podía recordar, dijo que era necesario para la humanidad, sé que soy joven, pero-

―No tienes porque pensar menos de ti, la cantidad de aprendizaje que has soportado en estos años es absurda para cualquiera, pero lo lograste es por eso que eres de admirar ―Shirou interrumpió a Olga Marie cuando se dio cuenta que iba a hablar mal de sí misma una vez más.

―Yo… sé que me lo has dicho, pero hasta la fecha no he escuchado que lo que sé sea suficiente… ―Olga Marie se sintió mal por como fue dejada de lado hasta la fecha, pero a la vez feliz porque Shirou la valuaba tanto.

―Puedes mudarte a la mesa, la comida está casi lista ―Olga Marie se puso de pie y caminó hasta la mesa de la habitación y se sentó a esperar.

Vio como Shirou caminó trayendo varios platos y una gran cantidad de salsas, era raro, él hombre siempre cocinaba bastante porque él mismo comía bastante, pero… ¿no había más comida de lo normal?, también estaba el hecho que era algo más especial de lo usual.

Vio como Shirou fue al refrigerador, pero no le dio mucha importancia, ella solo tomó un plato y vio que iba a servirse primero. Cuando alzó la vista para ver a Shirou lo vio con un pastel de cumpleaños.

Los ojos de Olga Marie se abrieron.

― ¿Lo olvidaste no? ―Shirou le sonrió a la joven que estaba con la boca abierta ante aquello―, sé que no es mucho, incluso hice algo como dejar el frente en japón solo para esto, pero era algo que quería hacer por ti.

Shirou vio como el plato en la mano de Olga Marie se resbaló y cayó al suelo.

La preocupación en el hombre vino al instante, caminando y dejando el pastel sobre la mesa y yendo a ver a Olga Marie que se quedó quieta con los ojos abiertos.

― ¿Estás bien? ―Shirou se puso frente a ella y le tomó el brazo y la examinó, era más que visible que el hombre estaba preocupado.

― Lo recordaste… ―Olga Marie susurró y miró el pastel y luego a Shirou.

Shirou vio como la joven de cabello blanco que llevó las manos su rostro y luego se lo cubrió.

― ¿Marie? ―Shirou puso una mano en la espalda de la mujer que había empezado a llorar.

―Incluso cuando el mundo se está acabando, cuando tenías una misión y un objetivo, lo dejaste y viniste ―la voz de Olga Marie sonó quebrada, no alzó su cabeza, su rostro estaba oculto entre sus manos.

―Por supuesto ―era la culpa por terminar con Marisbury que hizo que Shirou viniera, él también debía asegurar como podía a Olga Marie, no podía dejar que algo le pasara, era por eso que viajó para acompañarla, cuando ella fuera a Chaldea entonces podría retirarse al frente de la batalla.

Fue lento, Shirou lo vio casi en cámara lenta, como la joven bajó las manos y le dio un abrazo, con el rostro rojo por el llanto, los ojos cerrados por las lágrimas y las mejillas escurridas Olga Marie sonrió con toda la felicidad que podía.

―Gracias ―Shirou se quedó quieto cuando vio aquella escena, intentó alzar su mano para tocar la mejilla de Olga Marie que estaba húmedas, quería limpiarlo, pero se detuvo cuando pensó en sus manos.

No, no merecía el ser feliz después de todo…

Shirou devolvió el abrazo y a diferencia de Olga Marie se quedó con una mirada casi de miedo, un rostro deformado por horror y a boca abierta.

―No tienes porque preocuparte ―Shirou agradecía que su voz sonó bien, porque dentro estaba hecho un desastre.

Solo por un segundo, solo por unos segundos una ínfima parte de tiempo. Había pensado que esa sonrisa era lo más valioso que había visto. Shirou se horrorizó ante aquel pensar, no debía dudar, no debía cuestionarse, no debía pensar en ello.

Espada.

Un arma hecha para hacer frente al mal, para dar justicia, eso era lo que Shirou Emiya era, un arma que debía estar siempre lista para darlo todo por la humanidad, debía estar listo para hacer lo necesario.

¿Por qué dudaba tanto ahora?

¿Era la culpa por lo de Marisbury?

¿Era duda?

¿Compasión?

¿Aprecio?

Innecesario.

Shirou calmó lentamente las emociones que florecieron en su cabeza antes de poner un rostro sonriente y separar a Olga Marie que estaba aún más que emocionada por la acción de Shirou.

Ella nunca había tenido una fiesta de cumpleaños hasta que Shirou llegó, nunca había estado feliz por algo como un "feliz cumpleaños", nunca lo había esperado desde un principio.

Pero era algo que deseó al final de ello.

Ella agradecía a Shirou, lo vio sonreírle y solo pudo estar más que feliz por ese hecho.

Shirou solo se quedó quieto viendo cada emoción derramada del rostro de la joven, eran en momentos como estos en que Olga Marie actuaba como una niña más, no como aquella persona que fue forzada a madurar tan tempranamente.

Pero no importaba, incluso si fue solo un instante, la duda se extendió en él al verla actuar de manera tan emocional. Debía calmarse, debía dejar de pensar en ello, debía quitar toda emoción con respecto a Olga Marie de su cabeza.

Ella era un seguro para la humanidad, un bien mayor, era lo que debía cuidar, era lo que debía conservar.

Shirou se quiso abofetear al seguir pensando en excusas de quedarse al lado de la joven de cabello blanco.

Incluso si solo fue un breve instante en que se generó aquello en su cabeza la duda de seguir se plantó por primera vez en su mente.

―Está bien Marie, feliz cumpleaños, sé que será difícil los siguientes meses, pero espero que todo se resuelva pronto ―Shirou vio como ella sonrió una vez más con pura felicidad.

Un "felicidades" y un pastel hicieron tan feliz a Olga Marie.

¿Por qué?

Shirou había visto esto siempre, había visto como todos estaban así ante una situación similar, solo… ¿por qué eran tan felices con esto?

Le frustró, en cierta forma le dio molestia que no podía dejar de pensar en como cada persona podía sonreír por cosas mínimas, por cosas sin sentido.

Cuando él había seguido su sueño toda su vida y nunca pudo ser feliz de verdad.

No lo entendió, Shirou solo cerró los ojos e intentó seguir con la pequeña celebración a Olga Marie.

Más la sonrisa de la joven no se fue de la mente de Shirou en ningún instante.

8 de agosto de 2012.

La guerra había estallado en casi todo el mundo.

Olga miró la tableta en su mano, la información estaba ahí. El imperio bendito había comenzado su campaña contra China después de la unificación, en tiempo récord la cantidad de tropas y armas que había adquirido aquel país recién creado fue absurda.

China recibió un ataque de varios flancos, después de la acción contra Japón y la liberación de parte del consejo de países por la posición del director.

Se quitó la sanción por conflicto que inhabilitaba la entrada en la lista de candidatos.

Fue horrible en toda forma posible. Nepal había sido arrasada por la India en un acuerdo que tuvo con el nuevo imperio, el ataque a China había comenzado con la muerte de millones. Corea había entrado en guerra, la parte sur y norte fueron golpeadas por un fuerte ataque entre sí, Rusia había comenzado una campaña para invadir parte de Europa, ahora con sus vecinos de lado y la mirada de ignorancia de Alemania

El recuento de muertes había sido inimaginable, fue casi cosa de horas desde la madrugada del 7 de agosto, como todo comenzó del lado de Asia para que el lado de Europa se ponga en marcha.

Estados Unidos se puso en marcha con la ayuda a Japón, todo continente entró en guerra, el intento de unificación de parte de los países africanos con salida del Atlántico terminó con el inicio de una guerra entre la otra mitad.

El avance del nuevo imperio se vio quebrado en parte en Egipto, siendo otro punto de invasión.

―Asqueroso… ―Olga Marie miró la cantidad de noticias y cada conflicto nuevo que se presentaba. El avance de todos los países y sus acciones, fue una guerra loca que estalló con el único objetivo de poder ser el de mayor estatus y quitar la competencia.

Todo por culpa del puesto del director de Chaldea.

Fue curioso en cierta forma, había muchos que se quejaron de ella al instante en que todo comenzó, "¿Dónde estaba ella en tiempos así?"

Ella estaba en Chaldea porque hubo tres intentos de asesinato en medos de cuatro días en lo que se quedó en el exterior. Debía agradecer a Shirou cuando lo vuelva a ver, él había solucionado todo aquello en un instante, era realmente eficiente en protegerla.

Una sonrisa llegó en un costado de los labios de Olga Marie ante el pensamiento sobre Shirou.

Esperaba que ese idiota estuviera bien.

Había un patrón en cada país que había entrado en guerra, un patrón que solo un cierto grupo de personas lo sabían.

Cada país que había entrado en conflicto fue visitado por la misma persona en todos estos años, cada país recibió "la ayuda" de esa persona para poder juntar todo lo que podían de parte de sus estados y poder unificarse o poder derribar los conflictos que tenían entre sí con el fin de llegar en una paz en su zona, pero en el desacuerdo mayor de otras zonas.

Shirou Emiya había ayudado a cada país para que logren su estabilidad en todo este tiempo, algo así como una unión no fue algo que se pensó posible en muchos sectores que de la nada se habían unido bajo una misma bandera para liderar la guerra en la cual habían estado involucrados. No, todo ello fue posible gracias a dos personas en cada lugar en el que había visitado Shirou Emiya.

Una la cual anhelaba poder y Shirou quien lo dio con el fin de evitar conflictos internos. En parte lo había logrado, detuvo la guerra en muchos lugares e hizo que la unificación de lugares que parecían imposibles por su ideología pudiera caer en una misma casta.

Estados Unidos había comprado la información que se había dado de cada lugar antes del conflicto, no solo eso, sino que muchos lugares tenían incluso sitios de adoración a Shirou Emiya, algunos lo tenían como una eminencia o un enviado de su respectivo Dios.

La religión fue también un factor enorme en la guerra que se había dado en todo el mundo, siendo así un despliegue de todo lo que se podía idealizar para cada respectivo lugar.

Al igual que había quienes tenían a Shirou Emiya como alguien enviado del cielo para ayudarlos, también estaban quienes lo tenían como la persona que había acabado con su libertad o con su forma de vivir, la información empezó a circular una vez que se dio a conocer el nombre de aquella persona como un culto.

Emiya resonó en cada lugar que había visitado el hombre, la sombra de dios para algunos, la mano del diablo para otros, pero una cosa era la única constante.

El hecho de que el nombre Emiya se había hecho conocido de un día para el otro por todos.

Fue así que en el 14 de septiembre de 2012 se dio a conocer un grupo de adoradores en una región en África como en una en el nuevo imperio del mundo, más no se quedó allí, en América del sur también hubo noticias de él, en América del norte, rusia, Asia todo el mundo había visto el rostro de aquella persona que algunos de los mayores accionistas de la guerra.

La guerra que se había extendido más de un mes no había avanzado o había quedado en un punto muerto, algunos cruzaban sus objetivos, otros perdían, otros se rendían y algunos luchaban para vivir.

El nombramiento oficial de la tercera guerra mundial fue dado en la mañana del 16 de septiembre de 2012 cuando Corea del norte bombardeó en su totalidad Corea del Sur quien respondió de igual forma.

Shirou había estado en muchas campañas en los últimos meses, había estado intentando detener el avance de cada invasión que pudo, después de ir a Japón por tercera vez se había encontrado con Fuyuki arrasada hasta el núcleo.

El encontrar muerta a Rin fue algo lo cual no tomó de la mejor forma.

Incluso con lo arrogante que era ella, con lo centrada en que fue, con lo mucho que deseó vivir y dejar de lado los horrores que había visto a su lado.

Terminó ayudando a civiles, pero fue en vano.

Con el estallido entre coreas el poder de fuego había sido algo lo cual no se había limitado a lo normal ahora cambió a un estallido mucho más fuerte, las armas pasaron a ser de mayor peso, Shirou no creyó que aquello iba a ser posible considerando la cantidad de limitaciones que se suponía que se habían impuesto entre todos los países.

El fuerte sonido de algo estallar a su lado hizo que abriera los ojos cuando vio por la ventanilla del avión de combate que estaba usando.

Tres de los cinco aviones más que estaban a su lado habían sido borrados. El sonido de la metralla estalló por todos lados. Shirou bajó y se movió hacía un lado cuando las torretas antiaéreas empezaron a apuntar más hacía su dirección. Fue allí cuando bajó de la capa de nubes que lo vio.

Estallidos por todos lados, tanques avanzando, soldados corriendo al lado de estos y gritando, la primera línea en Japón estaba en auge cuando Shirou vio el paisaje completo.

Guerra en su mayor esplendor, guerra en toda la palabra, miles de personas marchando, máquinas siguiendo al hombre y el hombre siguiendo a las máquinas.

Los gritos de sus compañeros quedaron al aire cuando se movió con la intención de evitar los disparos. Shirou podía verlo, el dónde giraba las torretas, donde se movían, y donde iban a disparar.

El hecho de que esta no fuese la única guerra de este calibre que se estuviera desarrollando en este momento solo hizo que la molestia en el pecho de Shirou incrementara, después de todo, no pudo salvar a todos, pero…

¿Por qué estaba aquí en Japón?

¿Por qué estaba gritando y liderando una carga frontal contra un enemigo superior?, Rin se hubiera burlado de él por tomar tal decisión.

Shirou podía seguir la corriente y calcular donde cada bala podía llegar, desde que había llegado no había dejado un día en que no hubiera estado en el cielo intentando defender el avance. Su pelo ahora era castaño rojizo por el intento de ocultar un poco su identidad, al igual que usó magecraft para que su tez fuera pálida, todo eso de manera temporal.

Con el único objetivo de poder estar al frente y combatir.

Los rumores sobre él se habían formado en todo el mundo de un día para el otro, ya no podía andar con su cara al aire si es que dejara su tez quemada y su pelo blanco, no, ya no había esa posibilidad después de todo.

Ahora era objetivo de odio de muchos porque la mayoría lo llamaba el responsable de algunos conflictos.

Sacaron fotos de hace años, quitaron material que ni siquiera él sabía que existía sobre cada evento en el que estuvo. Shirou Emiya, no, solo fue Emiya lo que se dio a conocer al público, aquella persona había sido acusada de fomentar todo esto.

Shirou lo sabía, no podría ocultarse para siempre, no podía seguir con esto hasta el final.

Estaba condenado una vez que esto termine.

Las fuertes explosiones hicieron temblar el suelo, la guerra nunca fue algo bueno, nunca fue algo lo cual recordarse con felicidad u orgullo.

Shirou sabía bien porque estaba en Japón de todos los países que estaban en conflicto, él sabía porque había decidido ir primero en este lugar antes de que cualquier otro, solo que no lo reconocería.

Quería terminar con esta invasión para ir y unirse al nuevo imperio para terminar con todo lo que sucedió, una vez que esto acabe, el poder militar no sabía para que lado iría, pero una cosa era segura.

Después de que termine con esto iría a matar a los señores de la torre que votaban en contra que Olga Marie asuma el cargo de heredera y de directora de Chaldea.

Era culpa de ellos, era culpa de esos magus que esto se daba, el hecho de que no anunciaran a Olga Marie como heredera y legitima sucesora solo fue uno de los detonantes de todo este conflicto.

¿Organización secreta?

Era una maldita broma.

Shirou apretó los dientes cuando las balas pasaron por una de las alas del avión. Estaba perdiendo altura.

Si bien él podía seguir el rastro de cada bala y cada objeto que le fue arrojado, eso no significaba que aquel avión podía seguir el mismo ritmo que sus ojos.

Esto fue algo que eventualmente iba a pasar. Reforzando su cuerpo se preparó a eyectarse, no iba a correr el riesgo de romperse los huesos al eyectarse como una persona normal.

Dirigiendo el avión en dirección a un grupo de tanques, esperó para luego tirar la palanca y luego salir disparado.

Shirou apretó los dientes cuando la fuerza pasó por su ser y esperó, una vez que estuvo en una buena posición proyectó una espada y cortó los cinturones del asiento para saltar y esperar caer.

Era un edificio de apartamentos que estaba cerca de la batalla.

Reforzó su cuerpo y se tapó la nuca para atravesar el concreto e ir directo al interior del edificio.

El sonido de escombros llegó cuando intentó levantarse.

La caída fue mucho más fuerte de lo que esperó.

― ¡Mami! ―los ojos de Shirou se abrieron cuando vio a los presentes que estaban frente a él. Eran alrededor de veinte personas que estaban dentro del edificio, él había caído hasta el interior y en la zona del patio dentro del recinto.

¿Qué hacían civiles en esa zona?, era plena zona de guerra.

El fuerte sonido de explosiones seguidas llegó cuando el edificio fue bombardeado.

Los gritos y pedidos de auxilio llegaron por todos lados, Shirou solo se puso de pie y se limpió la sangre que caía de su frente. Su brazo estaba roto. Shirou cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes y gritó.

Reforzó su brazo para unir los lugares rotos, más esto solo era una medida temporal, una vez que se termine el prana ya no habría forma de mantenerlo unido.

Segundos después cayó al suelo y respiró hondo.

Un oso de peluche estaba frente a él como el brazo de la niña que hasta hace unos segundos había estado en el edificio.

¿Por qué?

―¡Maldición! ―Shirou levantó los brazos y golpeó el concreto antes de ponerse y empezar a caminar hasta la escalera que estaba a un lado de él, debía subir y apoyar con su arco desde aquí.

¿Por qué los humanos libraron tal guerra sin sentido?

Fue su culpa.

Él quería ayudar, pero solo terminó haciendo que los que eran enemigos solo se hicieran uno para ir contra un enemigo mayor.

Fue un tonto, siempre lo fue, quería salvar a todos, quería ayudar a los demás, quería hacer lo que de verdad deseaba por los demás.

Darles un final feliz.

¿Por qué todo humano parecía más codicioso que el anterior?

Shirou sintió impotencia, dejó caer su cuerpo a un lado de la escalera y vio el patio que tenía en frente, parte del edificio cayó y ahora solo eran escombros.

― ¿Por qué no puedo salvar a nadie? ―Shirou arrugó el rostro y apretó los dientes.

No quería quedarse en auto complacencia diciendo que lo intentó, él debía lograrlo, debía hacer lo necesario para poder resolver esto.

Era su deber como espada.

Como portador de la justicia.

Como la espada de la justicia.

Salvar a todos, salvar a los demás…

Salvar a la humanidad.

―Estaba esperando para poder estar frente a ti, Shirou ―Shirou alzó la cabeza y vio a Olga Marie que estaba parada con una sonrisa, las manos en la espalda y una mirada tranquila.

―…― Shirou dudó unos segundos, la energía que sintió, la vista que tuvo, la luz azul que estaba detrás de Olga Marie―, Alaya…

―Es bueno vernos, mi querido guardián.