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∆ Advertencia:
Ciertas representaciones de personajes con discapacidad física en este capítulo pueden ser incómodas para algunos lectores.
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Por sus rasgos, esta persona parecía tener unos treinta años.
Sorprendentemente, era un tetrapléjico; sus extremidades se habían reducido al tamaño de las de un niño, con sus brazos expuestos atrofiados y arrugados.
Su cabeza era desproporcionadamente enorme y su cuello estaba inclinado hacia un lado, como si no pudiera enderezarse ni un poco.
No se parecía en absoluto a un humano, y parecía muy aterrador.
Estaba en una silla de ruedas de madera, que lentamente salió de ese agujero.
La frente de Ye Baiyi se arrugó lentamente mientras miraba a esa persona.
De repente, dijo: —No eres Long Que.
Long Que y su Monte Marioneta era una leyenda que había estado circulando en el jianghu durante algunas décadas; no había forma de que el verdadero Long Que pudiera ser tan joven.
La persona en la silla de ruedas emitió una risa estruendosa y dijo: —Por supuesto que no.
Sus ojos estaban extremadamente abiertos.
Wen Kexing le susurró furtivamente a Zhou Zishu: —Mira sus ojos, ¿No parece que están a punto de caerse?
Zhou Zishu sintió que Wen Kexing no tenía nada mejor que hacer, como si tuviera que aprovechar cada oportunidad para decir algo sin sentido, sin importar la situación, y sentir que había recuperado lo que sea que hubiera invertido.
Él lo ignoró.
La persona en la silla de ruedas gritó: —¡¿Quiénes son ustedes?! ¿Se atreven a irrumpir en Monte Marioneta?
Ye Baiyi le dio un vistazo a esta persona, y fue de la opinión de que tenía un temperamento peculiar y no parecía ser una buena persona.
Obligándose a ser paciente con gran dificultad, habló con un tono de voz apropiado: —Tengo asuntos que resolver con Long Que.
Desde la perspectiva de Ye Baiyi, estaba hablando agradablemente, pero a los oídos de los demás, todavía estaba hablando de la misma manera desagradablemente rígida y arrogante.
La persona en la silla de ruedas volvió la cabeza.
Sus ojos gigantes lo miraron, y un rato después, finalmente resopló con frialdad, diciendo: —Ese viejo tonto Long Que, ha estado muerto lo suficiente como para que incluso lo que queda de sus huesos ya se haya descompuesto. ¿Por qué lo estás buscando?
La trinchera entre las cejas de Ye Baiyi se estaba haciendo cada vez más profunda.
Miró fijamente a esa persona y preguntó: —¿Long Que está muerto? ¿Cómo murió?
La persona en la silla de ruedas dijo con aire de suficiencia: —Por supuesto, fui yo quien lo mató.
Eso fue demasiado increíble; traspasar el Monte Marioneta había hecho que tres grandes expertos de la era actual estuvieran extremadamente desaliñados, y casi habían muerto dentro de él.
¿Cómo podría él, una persona que ni siquiera podía caminar, entrar sin sufrir ningún daño y matar al Maestro del Monte Marioneta?
Evidentemente, Ye Baiyi no sabía lo qué era el tacto; miró a esta persona de arriba abajo y dijo: —No digas tonterías. Si puedes matar a Long Que, una termita puede sacudir un árbol. A menos que seas el hijo de Long Que, entonces él se acostaría, se quedaría quieto y te dejaría atacarlo.
Una vez que escuchó esto, Wen Kexing supo que las cosas iban a empeorar e inmediatamente le dijo a Zhang Chengling: —¡Sal de aquí, rápido, corre!
De hecho, incluso antes de que sus palabras se calmaran, la extraña persona en la silla de ruedas rugió de rabia: —¡Estás buscando tu propia muerte!
Levantó la mano y la golpeó en el reposabrazos.
Las formas humanas, tantas que parecían una masa compacta, sobresalieron de las cuatro paredes del gran salón.
A partir de entonces, diez muñecos pulidos con la cabeza descubierta y con expresiones feroces surgieron de todas las direcciones.
Mientras corría hacia la salida, Zhang Chengling no pudo evitarlos a tiempo y chocó directamente contra una marioneta.
Esa marioneta era bastante descortés y giró el codo para abrirle el cráneo.
Zhou Zishu instantáneamente movió su dedo, golpeando a Zhang Chengling directamente en la rodilla para que cayera arrodillado con un golpe y de esta manera apenas logró esquivar el ataque.
Zhang Chengling se acercó a él, examinó sus alrededores con la boca abierta y exclamó: —Shifu, ¿Estamos en el infierno?
Zhou Zishu suspiró, sabiendo que este niño estaba destinado a rozar los hombros con la palabra "mimado".
Apartando el brazo de Wen Kexing, colocó a Zhang Chengling entre ellos y le dijo a Wen Kexing, hablando en voz baja: —De estas marionetas artificiales, una es dura y la otra no puede ser asesinada. Pero también hay ventajas.
Wen Kexing preguntó con curiosidad: —¿También hay ventajas?
Zhou Zishu dijo: —Una no puede saltar y la otra es estúpida.
En el tiempo que tardó en hablar, dos marionetas habían lanzado ataques separados desde los dos lados.
Wen Kexing recogió a Zhang Chengling. Como si tuviera una conexión telepática con Zhou Zishu, saltaron en dos direcciones separadas al mismo tiempo.
Al instante, esas marionetas perdieron sus objetivos, chocaron con fuerza la una contra la otra y cayeron al suelo, enredadas.
Wen Kexing pasó su mirada sobre ellas con una sonrisa lujuriosa: —En confabulación por arriba y por abajo, es como ver una pintura erótica comenzar a moverse.
Una vez que Zhou Zishu aterrizó, una marioneta le arrojó un palo enorme a la cabeza.
Se dio la vuelta para evitarlo, sintiendo un dolor ardiente desde el pecho hasta la garganta, como si incluso la tos más leve pudiera provocar un bocado de sangre, y apretó los dientes para contenerla.
La marioneta perdió su golpe y continuó persiguiéndolo insatisfecho.
Barrió el palo contra su pecho, y Zhou Zishu se inclinó hacia atrás por la cintura para evitar el golpe.
Al espiar el movimiento, Wen Kexing no pudo evitar murmurar: —Esa cintura es flexible.
Antes de que la marioneta pudiera dar su tercer golpe, levantó una mano y arrojó a Zhang Chengling por el aire.
Mientras observaba a Zhang Chengling agitar sus brazos y piernas con pánico, buscando a todos como un sapo grande que experimentaba espasmos musculares, habló y le recordó: —¿Has aprovechado las técnicas de espada que te enseñé junto con tus comidas?
Zhang Chengling exclamó un "Ah", y aleatoriamente se arrojó sobre una marioneta; el niño y ésta cayeron juntos.
Se puso de pie rápidamente, frotándose donde le dolía el trasero al haber caido sobre sobre él, y preguntó, nervioso por el pánico: —Mayor, ¿Qué... qué movimiento debo usar?
Zhou Zishu, quien estaba tomando la oportunidad de recuperar el aliento, agarró el cuello de su ropa y se lo arrojó nuevamente a Wen Kexing, diciendo: —Deja de agregar problemas.
La situación aún era decente para los tres que simplemente habían sido arrastrados a este problema.
Pero era un poco peor para Ye Baiyi, quien había ofendido directamente al dueño de este lugar con sus groseras palabras; un enjambre de marionetas humanas lo rodeaba, agrupándose a su alrededor tan juntas que el agua apenas podía filtrarse a través de los espacios entre ellas.
Al mismo tiempo, este venerable era aún más terco en la vejez y estaba decidido a enfrentarse cara a cara con esas marionetas.
Todo era estrépito¹ allí, tan animado como una celebración de Año Nuevo.
Zhou Zishu levantó un puño para presionarlo contra su propio pecho, forzando un bocado de sangre espesa.
A Wen Kexing, que estaba cerca de él, le dijo: —Esto no nos llevará a nada, me temo que no podremos resistir por mucho tiempo. ¿Quién sabe cuántas marionetas hay en este lugar olvidado de Dios?
Wen Kexing respondió: —Este lugar se llama Monte Marioneta. Él parece ser el único ser vivo para mí, mientras que el resto son simples objetos.
Zhou Zishu entrecerró los ojos.
—Tiene sentido. Parece que también él es el único que puede ser asesinado.
Los dos intercambiaron una mirada.
Como ninguno de ellos era una blanca palomita, estaban bien coordinados incluso sin discusión previa.
Una vez más, Wen Kexing arrojó a Zhang Chengling como el martillo de meteorito del esclavo Gaoshan.
Al verlo clavar a otra marioneta en el suelo mientras aullaba, Zhou Zishu salió disparado, recogió al pequeño y lo dejó a un lado antes de que la marioneta derribada usara su codo para golpearlo a muerte.
Luego la punta de su pie tocó el suelo ligeramente, y saltó sobre el extraño hombre en la silla de ruedas, con su cuerpo tan rápido y ligero como el de un gorrión.
La persona dijo fríamente: —Otro que ha venido buscando su muerte.
Se echó hacia atrás, y más o menos diez cadenas de hierro saltaron bruscamente debajo de la silla de ruedas de madera.
Una larga lanza estaba unida al final de cada cadena que se lanzó hacia Zhou Zishu desde varias direcciones.
Zhou Zishu dejó escapar el aliento de su diafragma, cayendo por el aire con "La caída de un peso de mil gatos".
Después de un rápido deslizamiento de pies, ya estaba detrás de una marioneta humana en un instante.
La lanza que lo siguió se estrelló contra esa marioneta, y su hoja se dobló en la dirección opuesta cuando su cadena de metal envolvió a la marioneta humana como a una bola de masa.
Zhou Zishu sacudió sus largas mangas hacia afuera mientras hablaba: —¿Crees que no usaré un arma oculta?
La extraña persona se sobresaltó.
Golpeando con fuerza el reposabrazos de la silla de ruedas, un paraguas de metal se abrió de repente frente a él.
Sin embargo, después de un largo momento de espera, no pasó nada.
Esta táctica de mala vida de asustar a alguien era algo que Zhou Zishu había aprendido de Gu Xiang.
En estas circunstancias, no podía importarle su condición de experto, ni si era caballeroso hacerlo o no, y lo usó en él.
Al descubrir que había caído en la trampa, esta persona se sintió humillada y furiosa, y bajó el paraguas.
¿Pero dónde había todavía alguna señal de Zhou Zishu? Dejando a un lado a Ye Baiyi, buscó en los alrededores, y de repente escuchó a alguien reírse desde las vigas:
—En serio, ¿Realmente tomas todo lo que se te dice al pie de la letra, tonto?
El hombre levantó la cabeza para mirar.
Wen Kexing estaba descendiendo por el aire, y en su mano, tenía un palo grande que a una marioneta se le había caído, con la intención de golpearlo en la cabeza.
Sin embargo, de repente una bola explosiva redonda surgió de la nada por encima de la silla de ruedas; al encontrarse con su némesis, Wen Kexing agitó el palo con fuerza con una baja maldición, y envió la pelota a volar.
No prestó atención a dónde había enviado esa cosa, pero en cualquier caso, escuchó a Ye Baiyi enfurecerse después: —Bribón Wen, ¿Estás planeando morir?
Wen Kexing ejecutó un giro en el aire y aterrizó.
Mirando detrás de él, vio la apariencia desaliñada y llena de polvo de Ye Baiyi, y se alegró al instante.
Girando la cabeza, le gritó a la persona en la silla de ruedas: —Rápido, dame otra bola.
La persona en la silla de ruedas estaba enfurecida, pero antes de que pudiera reaccionar, escuchó un silbido claro en su oído.
Girando la cabeza hacia un lado, captó el destello puro y brillante de una espada que se abalanzó sobre su garganta con un aura asesina.
Consciente del peligro que representaba, no se atrevió a arriesgarse, y abrió el paraguas frente a él una vez más, con la intención de huir de este gran salón.
Al instante siguiente, la persona en la silla de ruedas no se movió más.
Esos ojos suyos, que ya eran dos veces más grandes que los de una persona común, se abrieron aún más al mirar hacia abajo con incredulidad.
No había previsto que era una espada látigo la que estaba en la mano de su oponente, una espada flexible que podía controlarse como él quisiera.
Este fue el último pensamiento en su mente: el Baiyi en la mano de Zhou Zishu le atravesó la garganta.
Aunque había logrado su objetivo con un solo golpe, Zhou Zishu no se relajó.
Al escuchar los ruidos de una marioneta que lo perseguía a sus espaldas, voló en el aire sin mirar atrás, saltando sobre la silla de ruedas.
Enfrentado este obstáculo, la marioneta levantó instantáneamente su bastón y lanzó un golpe.
Hubo un crujido, y luego la silla de ruedas de madera supremamente milagrosa se rompió en pedazos.
Partes y mecanismos cubrieron el suelo, luego, como si hubieran sido congeladas con un hechizo, todas las marionetas en el pasillo se detuvieron.
Al aterrizar, Zhou Zishu tropezó.
Wen Kexing, que llevaba mucho tiempo esperando a un lado, inmediatamente extendió la mano para atraparlo.
Giró la cabeza para besarle la mejilla y lo alabó: —¡Qué espléndida técnica de espada!
Zhou Zishu se limpió la cara como si se estuviera limpiando la saliva que quedó después de que un perro le lamió la mejilla, empujó a Wen Kexing y dijo sin expresión: —Qué espléndidamente sórdido de tu parte.
Con expresión oscura, Ye Baiyi recogió a Zhang Chengling, que había caído al suelo después de que una marioneta derribada lo hiciera tropezar, y se acercó a ellos.
Sin decir una palabra, golpeó a Wen Kexing con la palma de su mano, que este último esquivó con una sonrisa descarada en su rostro.
Mientras Wen Kexing evadía los golpes, dijo: —Aiyo, Mayor, ¿Por qué sigues alimentando el problema con este joven por cosas sin importancia?
Zhou Zishu suspiró.
Tosió suavemente dos veces, se sentó débilmente en una marioneta volcada y dijo:
—Tómense un descanso, los dos. En serio, Mayor que no es un contenedor de arroz, debería darse prisa y echarle un vistazo a estos mecanismos con su omnipotente conocimiento, y encontrar una manera de sacarnos de aquí.
Ye Baiyi le echó un ojo a los fragmentos de la silla de ruedas de madera y dijo: —Has destrozado los mecanismos hasta convertirlos en polvo. Piensa en algo.
Girándose, se dirigió hacia el agujero en la pared del que había salido la extraña oscuridad durante demasiado tiempo.
Como si hubiera escuchado ruidos, volvió la cabeza hacia ellos.
Su cuerpo esquelético se estremeció involuntariamente.
Mucho tiempo después, Ye Baiyi finalmente preguntó: —¿Tú... eres Long Que?
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[1] Priest lo describe como "pi-li-pa-la" que es una onomatopeya para la explosión de los petardos pero también la forma común de describir una riña o pelea.