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Capítulo#12 “Purgar”

Hora: 08:23 AM

Fecha: 17 de agosto de 2020

Ubicación: Ciudad de México

Época: 2 años en el futuro

...…

La noche no fue acogedora para ninguna de las dos, Mey seguía desconcertada con lo anterior dicho por la castaña y la antes mencionada, bueno, ella estaba molesta, pero intentaba reparar su brazalete. La pelinegra subió a la azotea del edificio, encontrándose con Mia que parecía estar construyendo una especie de antena y aunque Mey no sabía exactamente qué es lo que planeaba, decidió acercarse y aclarar sus dudas, sin embargo, debía romper el hielo entre ellas dos.

Mey: Hola… — (saludo nerviosa)

Mia: Hola… — (respondió a secas)

Un saludo no sería suficiente, era evidente que su molestia no desaparecería con un simple perdón, debía encontrar una manera de alivianar el ambiente. Sin decir nada, se acercó lentamente a Mía mientras observaba en silencio como construía esa antena, al ver que ella no planeaba decirle por su cuenta que era lo que estaba haciendo, decidió preguntar.

Mia: una antena de comunicación — (dijo cortante)

Mey noto que si seguía preguntando o hablando de esa manera, nunca llegaría a algún lado, así que decidió ir al grano y preguntar — "¿Qué pasó con tu Stan?" — esa pregunta paralizó a Mia, sabía que hablar de eso aquel día traería consecuencias, pero no creyó que llegaría tan pronto. La castaña solamente respondió que no tenía permitido hablar de eso y olvidará lo que ella había dicho, fue así que decidió continuar con lo que estaba haciendo.

Aunque Mía creía que se había librado de ese tema, sabía muy bien qué la pelinegra no se iba a permitir olvidar eso. Nuevamente, Mey pregunto, recibiendo la misma respuesta y, por consecuencia, comenzaba a hostigar a la castaña. Luego de la irritante insistencia de la pelinegra, Mía no pudo más.

Mía: ¡Al diablo el protocolo! — (exclamó volteando a ver a Mey) — ¿Quieres saber qué le pasó a mi Stan? — (cuestionó mientras se acercaba) — él murió — (dijo con ironía) — murió por qué esa maldita cosa me eligió — (dijo refiriéndose al amuleto) — ¡¿Feliz?!

Una vez dijo eso se volteó e intentó continuar con su objetivo de comunicarse, sin embargo, Mey volvió a hacer otra pregunta — "¿Stan…morirá?" — Mía no sabía cómo responder a eso, era algo desconocido para ella, su misión era atrapar a la anomalía, pero, no había recibido más información al respecto. Solo existía una posible respuesta, sin embargo, no quería ser ella la que respondiera eso.

Mía: yo — (titubeo) — no lo sé…

Por alguna razón, Mey sintió que la castaña le estaba ocultando algo, no sabía qué exactamente, pero, para ella, era claro que no le estaban diciendo la verdad, sin embargo, decidió dejar de insistir con las preguntas.

....

Hora: 05:34 AM

Fecha: 19 de agosto de 2020

Ubicación: Ciudad de México

Época: 2 años en el futuro

...…....

El apartamento no se encontraba en el mejor orden, pero era decente, una tetera estaba chillando, señal de que el agua dentro de esta había comenzado a hervir. Stan fue quien apagó el fuego de la estufa, sirvió un poco de agua en dos tasas, media cuchara de café instantáneo y dos cucharadas de azúcar en cada uno, luego, tomó ambas tasas y las llevó a la mesa, dónde se encontraba Isabel con una mirada vacía. Stan le ofreció la tasa a la pelinegra, la cual la aceptó sin demostrar ningún tipo de interés, solamente la aceptó y ya. Pasaron unos segundos hasta que Stan se sentó en uno de los espacios de la mesa, mientras ambos estaban en silencio, el pelinegro bebió su café.

Stan: lamento no haber sido de ayuda — (dijo, tratando de romper el hielo)

El silencio aún persistía, Isabel había recibido un golpe de realidad demasiado fuerte, necesitaba tiempo para procesarlo. La pelinegra había estado llorando por horas, tratando de negar la muerte de su amigo, pero, después de pasar por las cinco etapas del duelo, estaba comenzando a aceptar lo.

Isabel: creí que podía salvarlo — (dijo de repente)

Después de un largo tiempo, la pelinegra estaba por desahogarse, Stan estaba por corregir le y decir que no se culpara por eso — "Dejala hablar" — fue lo que dijo la voz en su cabeza. El pelinegro sentía la necesidad de decirle que la culpa no era suya, pero, solo por esta vez, seguiría la instrucción de Kora.

Isabel: lo abandone — (dijo decaída) — como si fuera un maldito perro — (dijo mientras su voz se quebraba) — esperaba que así él siguiera con vida — (trato de contener su llanto) — y ahora está muerto.

Stan no dijo ni una sola palabra, seguía manteniéndose en silencio, ni siquiera pensaba en algo, solamente escuchaba con atención mientras bebía su café.

Isabel: ella me dijo que si permanecía con él, moriría — (mencionó) — y pase estos últimos cinco malditos años buscando una solución — (mencionó y por fin soltó el llanto) — en vez de estar a su lado.

Isabel dejó escapar las pocas lágrimas que le quedaban a su cuerpo, había llorado tanto que había dejado de producirlas, sin embargo, el dolor en su corazón no parecía curarse pronto. En ese momento, Stan intentó hablar, pero un nudo se formó en su garganta, él podía comprender el dolor de perder a alguien cercano pero, no era capaz comparar ese dolor con el de ver morir a tu familia.

Stan: solo buscaste lo mejor para el — (logro hablar)

Isabel: fui egoísta — (dijo) — él nunca me hubiera perdonado.

Stan: eso no es cierto…

Isabel: ¡Tu no sabes eso! — (interrumpió)

Apesar de ya haber aceptado la muerte de su amigo, aún no dejaba la culpa, él peso de su fallecimiento permanecía sobre sus hombros. Stan solamente permaneció callado, pero también con la mirada perdida, parecía pensar en algo, aunque, no era claro que. Stan se levantó de su asiento, se dirigió a la cocina y procedió a preparar se más café.

Stan: ¿Que quisiste decir — (llamó la atención de la pelinegra) — con que era el único vivo? — (cuestiono)

Antes está preguntando, Isabel se congeló, había olvidado que había dicho eso. En otras circunstancias, ella se habría negado a responder o hubiera evadido la pregunta, sin embargo, no le quedaba algo que le motivará a continuar con ese circo, su familia ya estaba muerta, seguir el protocolo ya no le importaba en lo más mínimo.

Isabel: no importa el universo — (dijo) — no importa a quien conozcas — (mencionó) — en todo los ellos — (hizo un pausa) — la persona mas cercana a ti recibe el amuleto y tú mueres — (hizo una pausa, bebiendo su café y continuo) — y en aquellos donde eres tu quien lo recibes — (dijo mientras aparecía recordar algo) — las cosas no terminan bien.

Ambos permanecieron en silencio, el pelinegro terminó de preparar su café y volvió a sentarse frente a Isabel. Con la poca información que había recibido, sabía que las cosas no tenían un buen rumbo para él y para Mey, debía indagar más en ese asunto.

Stan: ¿Mey morirá? — (pregunto)

Isabel no sabía si le correspondía responder eso, era una pregunta que no tenía una respuesta agradable y, aún que este no fuera en verdad su amigo, no quería darle falsas esperanzas. La pelinegra medito por unos segundos, analizando que debía decir, pero, una respuesta vaga fue lo único que pudo pronunciar.

Isabel: Es probable…

Aunque la evidencia le estuviera restregando en la cara la posible muerte de su amiga, Stan aún no parecía aceptarlo. Estaba pensando en una manera de evitar eso, debía existir una manera o, al menos, una posibilidad. El pelinegro, preguntó si había manera de evitarlo, pero Isabel, respondió seca y cortantemente, que no.

No era la intención de ella ser tan fría con respecto a eso, pero ya había perdido todo por lo que estaba luchando, su familia ya no estaba, su Stan ya no estaba y eso le hizo darse cuenta, que no importa lo que suceda, aquel que posea el amuleto vivirá, mientras que la persona más cercana a quien lo porte, morirá, esa es la regla — "Lo lamento" — dijo Kora, dándole el pésame al pelinegro.

Stan: ahora no Kora — (dijo en voz alta)

Ante este diálogo, Isabel lo observó confundida, ¿Quien es Kora?, fue la pregunta que se formuló y no tardó en expresar su duda al pelinegro. Stan, simplemente dijo que no era nada, solamente era el tipo en su cabeza, a lo cuál, la reacción de Isabel fue pedir una explicación más extensa.

Stan: es como una especie de guía que está en esta cosa — (dijo mientras tomaba el collar debajo de su camisa)

En cuanto Isabel observó esto, no pudo evitar acercarse con asombro y empezar a examinar el collar con detenimiento, era un tortuga, hecha totalmente de esmeralda y para conservar su forma, los trozos de esmeralda estaba dentro de un molde de metal. Isabel quería examinarlo más de cerca, y al ver que este amuleto parecía moverse libremente por su pecho, intentó quitárselo.

Una luz verde iluminó la habitación por unos breves segundos, puesto que la pelinegra había soltado el amuleto, resulta que ahora tenía una quemadura de segundo grado en la palma de su mano, la cual, fue causado por el mismo amuleto.

Stan: eso…es nuevo — (dijo algo sorprendió)

Isabel: mierda — (dijo mientras veía sangrar su mano)

El pelinegro tomó delicadamente la mano de Isabel y nuevamente una luz verde apareció, lo que hizo que la pelinegra se apartara al instante, sin embargo, Stan le pidió que no se asustara y confiara en él. Isabel tardó un momento, pero finalmente entregó su mano, el pelinegro la envolvió entre las suyas y nuevamente el rayo verde apareció. La pelinegra no sintió ningún tipo de dolor, al contrario, gradualmente comenzaba a sentir alivio hasta que finalmente, la luz cesó. Stan soltó la mano de Isabel, dejando ver qué la mano de la antes mencionada, estaba totalmente curada, lo cuál, la dejó más sorprendida.

Isabel: ¿Cómo hiciste esto? — (pregunto)

Stan: no lo sé — (respondió) — solo se que esto me da esa habilidad — (dijo refiriéndose al amuleto)

La pelinegra, aún sorprendida, negó rápidamente esa posibilidad, ya que las habilidades que el portador obtenía, estaban relacionadas a su alebrije, era algo que se repetía indiscutiblemente — "se repiten" — eso fue lo que resonó en la cabeza de la chica y fue entonces que una idea surgió.

Isabel: ¡Eso es! — (exclamó de alegría) — ¡Es por eso que eres tan especial! — (volvió a exclamar)

Stan: ¿De qué hablas? — (cuestiono)

Isabel: ¡Tú eres él único que no sigue el patrón! — (volvió a exclamar en alegría) — es por eso que no sigues las reglas que hemos creado — (dijo con alegría)

Es entonces que pudo observar como la pelinegra tomo un marcador que se encontraba en la mesa y comenzó a manchar las paredes con el mismo, Stan estaba genuinamente confundido, no sabía qué era lo que había descubierto la pelinegra, pero, al verla recuperar esa energía, decidió no tomarlo como algo negativo. El pelinegro tomó uno de los marcadores que había en la mesa y fue junto con ella, para ver si podía ayudar en algo, tal vez, esto era una buena señal.

...

Hora: 22:45 PM

Fecha: 17 de agosto de 2020

Ubicación: Ciudad de México

Época: 2 años en el futuro

....

El sol ya había desaparecido, las pocas estrellas adornaban el cielo nocturno, nubes grices comenzaba a cubrir el mismo y un mercenario que vestía de verde y negro corría por los techos de los edificios del lugar. Stan, parecía estar escapando de algo, además de que con cada paso que daba, una nueva grosería salía de su boca.

Stan: ¡Carajo! — (exclamó)

Michael: Debes tranquilizarte — (dijo)

Stan: ¡Cállate mierda! — (exclamó al saltar de un edificio a otro)

Daniel: Te dije que debías matarlos — (reclamo)

Stan: ¡No estoy para tus mamadas! — (dijo saltando a un callejón) — ¡Tengo que llegar antes que ellos!

David: ¿La ayudarás entonces? — (cuestiono)

El pelinegro no respondió esa pregunta, simplemente se quedó callado y continuó corriendo en una dirección desconocida. En otra parte, Mía y la pelinegra parecían estar conversando sobre lo que harán a continuación, habían pasado muchas cosas desde que llegaron, pero no les quedan opciones a ninguna de las dos, es aliarse o morir.

Mía: todo está listo para hacer el salto — (dijo)

Mey: ¿Seguirán buscando a Stan? — (cuestiono)

Después de su última discusión, ambas hablaron con más calma la situación, Mía terminó por hablar sobre su Stan, cómo este trató de protegerla y como él mismo terminó muriendo en sus brazos, la pelicastaña mencionó que, sin importar que, el patrón era el mismo. Mey no parecía aceptar aún ese hecho, ella aún creía que había una pequeña posibilidad en la que su amigo no moría. Un estruendoso rayo cayó del cielo, estaba por llover, Mía había estado al pendiente del clima y según lo que ella sabía, con la suficiente energía podría abrir otro portal, así que cambió su idea de una antena a un para rayos para cargar su brazalete.

Mey: ¿Escuchaste eso? — (pregunto)

Un ruido que provenía del pasillo hizo que la pelinegra estuviera alerta. Mía no tratado mucho en acercar se a la puerta y ver por la mirilla si había alguien ahí, pero al notar que no había nadie, volteó a ver a Mey y haciendo un gesto con su mano le indico que mantuviera silencio. La castaña se alejó de la puerta poco a poco, manteniendo la guardia alta, sin embargo, una vez que estuvo al lado de Mey, se escuchó como la venta cercana a la sala era rota, rápidamente Mia y la pelinegra fueron de inmediato a ver que sucedía, encontrándose con Stan, quien estaba siendo atacado por un perro.

Stan: ¡Larguense de aquí! — (exclamó)

Sin embargo, antes de que las dos chicas pudieran salir del apartamento, un hombre, que aparentaba no más de 40 años, apareció frente a ellas. El intentó atacarlas, pero el perro que antes atacaba a Stan, impactó fuertemente con el hombre, dándo tiempo a ambas de salir. El perro y el hombre se reincorporaron, quedando frente a frente con el mercenario.

La castaña y Mey, subieron a la azotea lo más rápido que podían, la lluvia estaba comenzando y un segundo rayo cayó en la antena que Mía había preparado anteriormente. Revisando la pantalla del brazalete, se dió cuenta que solamente estaba al veinticinco por ciento, no era suficiente todavía, necesitaba más energía. Stan estaba teniendo problemas con el hombre y el perro, apenas podía defenderse de ambos y la pelea se había llevado a cabo en el pasillo, dónde afortunadamente, logró asesinar al perro que venía con él.

Stan: ¿Todo esto por un cargamento de cocaína? — (cuestiono molesto)

X: me importa una mierda la cocaína — (dijo mientras tenía lo que parecía ser un control remoto) — como a ti te importo una mierda mi hijo.

Fue entonces que varios perros aparecieron detrás del hombre, eran cinco en total, esto no estaba pintando bien para ninguno de los dos bandos y antes de que el pinegro pudiera reaccionar, los perros ya estaban yendo en su dirección. Un rayo más cayó del cielo y ahora la lluvia se hacía presente, gotas de agua comenzaban a caer y en la pantalla del brazalete se veía un cincuenta por ciento, aún no había suficiente energía.

Mía: ¡Mierda! — (exclamó) — ¡Envía otro rayo Dios de mierda!

En el momento que dijo eso, otro rayo cayó, pero muy cerca de donde ella estaba, lo cuál terminó por erizar la piel de la castaña y pelinegra, sin embargo, en ese mismo momento volvió a caer otro, cargando a un setenta y cinco por ciento el aparato. Stan había acabado con tres de los cinco perros, pero su chaqueta estaba rasgada y manchada de su propia sangre, el hombre estaba frente a él, con sus últimos dos canes, uno en cada lado suyo.

X: Una vez acabe contigo — (dijo viendo a un malherido pelinegro) — tus amiguitas vendrán conmigo.

Una vez dijo eso, dió la orden a sus dos perros de atacar, sin embargo, solo uno de ellos se abalanzó hacia él, el otro, pasó de largo, en dirección a la azotea. Stan tuvo que reaccionar rápido, apartando al perro y corriendo en dirección al otro. Una vez lo tomó del cuello trató de romper se lo, pero se le escapó de las manos, regresando con su dueño. El oxígeno ya le hacía falta, no tenía heridas graves pero el pelinegro comenzaba a sentir el frío en las extremidades distales de su torso, era cuestión de tiempo para que estuviera fuera de combate.

X: estás perdiendo sangre — (dijo mientras mantenía una mirada iracunda) — no puedes pelear más.

Acto seguido, hizo una seña para que sus perros atacarán al chico, pero, en vez de atacar a los canes, Stan corrió en dirección al hombre, embistiendo lo y empujándolo a un de las ventanas que se encontraban en el pasillo, cayendo el hombre al vacío de un callejón. El pelinegro creyó que podía respirar por un momento, pero entonces sintió la mordida de uno de los perros, lo cuál lo hizo reaccionar. Stan esperaba la segunda mordía, pero, al cabo de unos pocos segundos, noto que en perro, comenzaba a correr hacia la azotea.

El pelinegro tardó otros segundos en quitarse al can de su pierna, acto seguido, emprendió carrera hacia el segundo perro. Las dos chicas estaban esperando el último rayo para que el brazalete terminara de recargarse, sin embargo, escucharon como la puerta era abierta de golpe, ambas voltearon, encontrándose con un doberman que las miraba fijamente.

El perro se dirigió directamente a Mía, la cual apenas si pudo reaccionar y evitarlo, pero el perro cambió de dirección lo suficientemente rápido como para que la castaña no pudiera evitarlo. El can estuvo apunto de morder la directamente en el cuello, pero Stan logró desviar su ataque lanzándole una daga al hocico. El pelinegro no le permitió al doberman siquiera reaccionar, ya que una vez este se desoriento, lo tomó del collar y lanzó de la azotea al piso.

La respiración del chico era errática y apenas podía mantenerse en pie, su chaqueta y pantalón estaban rotos, llenos de sangre al igual que su rostro, pero las cosas no habían terminado aún. Ni lento ni perezoso, corrió a la única entrada que daba para la azotea, cerrándola y bloqueando la, seguido de eso, se escucharon fuertes golpes, señales de que el último perro estaba del otro lado. Fue entonces que un último rayo cayó, cargando el brazalete por completo y abriendo un portal en ese mismo instante.

Mía: ¡Funcionó! — (grito eufórica)

Stan solo observó el portal, se preguntaba qué era, de dónde había venido y a donde llevaba, sin embargo, por razones que él no podía explicar, para él significaba una única cosa, seguridad para Mey.

Stan: Larguense — (dijo indiferente) — ahora

Mey no había dejado de ver el estado del pelinegro, ni siquiera parecía que pudiera mantenerse de pie — "¡¿Estás loco?!" — le cuestiono la pelinegra. Stan no quería lidiar con esto, solo quería que las cosas terminarán de inmediato y la única forma de hacerlo, era dejando ir a Mey.

Stan: lárgate — (dijo inexpresivo)

Mey: ¡¿Y dejarte otra vez?! — (cuestionó) — ¡Jamás!, ¡Tú vienes conmigo!

Aunque Mey quisiera que sus diferencias se arreglaran en ese mismo instante, no tenían tiempo, el portal comenzaba a cerrarse, apenas conseguirlo para abrirlo, pero no tenían energía para mantenerlo abierto — "¡Tenemos que irnos!" — grito la castaña. Mey seguía insistiendo en que fuera con ellas, pero el pelinegro simplemente se negaba.

Mey: ¡Vendrás conmigo quieras o no! — (exclamó)

Stan: vete — (volvió a decir con indiferencia)

Mey: ¡Que tú vendrás conmigo!

Stan: vete.

Mey: ¡Deja de decir eso!

Mía no sabía qué hacer, veía el portal cerrándose así que intento tomar a Mey por la fuerza, pero esta se negó, insistiendo que Stan debía ir con ellas. El pelinegro observó como el portal se estaba cerrando y, aunque él no conociera lo que es, sabía que el tiempo se agotaba. Puede que haya pasado el tiempo, pero él seguía conociendo a su amiga, así que de forma lenta y apresurada la abrazo.

Mey creyó que lo había logrado, que por fin había descongelado el corazón de su amigo, sin embargo, ese pensamiento se convirtió en confusión cuando escuchó un solo susurro — "lo siento" — seguido de eso, Stan empujó a mi amiga en dirección a Mía, la cual, a no reaccionar a tiempo, terminó cayendo en el dominio de la gravedad, entrando ambas al portal y antes de que esté se cerrará y Mey desapareciera por completo dentro de él, la pelinegra escuchó una última cosa.

Stan: te amo…

El portal se cerró y al mismo tiempo la puerta se abrió, mostrando al último perro que quedaba. Un pitbull que, erguido en sus cuatro patas, lograba alcanzar los sesenta centímetros, el perro era grande para la raza de la que provenía y Stan lo sabía, mostraba su imponencia mientras la lluvia los empapaba a ambos. El perro atacó al instante e intentó morderlo en su pierna, pero el pelinegro logró esquivarlo, lamentablemente, debido a la sangre perdida y el cansancio, no noto que dejó su otra pierna expuesta, permitiéndole al perro morder la.

El pelinegro se quejó y trato de no gritar, tomó al perro por el cuello e intentó quitarse lo. El pitbull noto la guardia baja del mercenario y en un instante soltó la pierna para luego morderle el brazo, cosa que sí hizo gritar a Stan, sin embargo, este dolor lo hizo despertar en sus cinco sentidos. Rápidamente tomó con su mano libre una de las patas delanteras del can para intentar derribarlo, además de intentar romperle el cuello con la propia mordida del perro.

El pitbull lo noto y soltó el brazo para poder morder el otro, sin embargo, este fue lo que Stan necesitaba, ya que soltó la pierna del perro para luego colocar su brazo por debajo de su mandíbula y aprisionando lo con sus piernas, dejando así su cuello expuesto. Sin perder más tiempo, el mercenario liberó una daga que tenía oculta y mientras pedía perdón por lo que estaba por hacer, éste degolló al perro.

El silencio era lo único que se podía apreciar, la lluvia caía del cielo, encantando los oídos del chico con su bella melodía. Stan intentó ponerse de pie pero este cayó al suelo mientras se apretaba el lado izquierdo del pecho. Su respiración era irregular y sus dedos estaban fríos, el cansancio estaba invadiendo su cuerpo y las tres entidades hacían presencia.

Daniel: no te ves bien — (dijo algo molesto)

Stan: vete a la mierda…

David: ¿Qué tal tu corazón? — (pregunto preocupado)

El pelinegro estaba por responder pero dió un quejido, sabía que ya no le quedaba mucho tiempo, a pesar de que había perdido sangre, esa no sería la principal causa de su muerte. Debido a la profunda tristeza que sintió tras la desaparición de Mey, sumando la enorme carga emocional que tenía consigo mismo, debilitó su corazón. La última entidad se acercó a él, mientras que de manera calmada habló.

Michael: estás muriendo — (dijo con tranquilidad)

Stan: no me digas — (dijo sarcástico)

Si bien la vida estaba comenzando a desprenderse de su cuerpo, Stan aún parecía querer luchar, no aparentaba querer rendirse aún, intentó ponerse de pie una vez más, pero simplemente no pudo. Trató de apoyarse en sus rodillas, pero no tenía la fuerza como para ponerse de pie, su pecho comenzaba a dolerle más y la agonía empezaba a notarse.

Stan: mierda — (susurro)

Daniel: ya fue suficiente — (mencionó) — debes descansar.

Para Stan, la palabra descansar significaba rendirse, pero, ¿Rendirse en que?, en su vida, en su propósito, en realidad, él mismo ni siquiera sabía en qué no quería rendirse. Intentó volver a ponerse en pie, pero volvió a sentir como su pecho se encogía y aprisionaba su corazón, puede que su voluntad sea inquebrantable, pero su vida no lo era.

David: deja de esforzarte — (dijo preocupado)

No respondió e intentó ponerse de pie una vez más, logrando mantenerse erguido, sin embargo, tras dar un solo paso volvió a desmoronarse, era claro que ya no le quedaban fuerzas. Pero aún así, trataba de aferrarse a la vida.

Michael: ya no puedes cargar con ese peso — (dijo mientras veía como el pelinegro sufría)

Stan intentó volver a ponerse de pie, pero ya no le quedaban fuerzas, estaba agotado, abatido y con una tristeza enorme en su pecho, lágrimas empezaban a salir de sus ojos, la razón, estaba colapsando. El pelinegro forzó su cuerpo a levantarse pero, escucho como Daniel le ordenaba que se detuviera. Stan no tenía planeado seguir esa orden pero, su cuerpo ya no podía moverse más.

Michael: ya lo diste todo — (dijo) — descansa.

Stan trataba de no ceder al sueño pero, no importa lo que hiciera, ya no le quedaban fuerzas. Sus párpados comenzaban a pesarle, el frío comenzaba a afectar le y poco a poco, observaba como las entidades, que lo han acompañado por mucho tiempo, estaban desmoronándose como lo hace la arena al secarse. El mercenario lo intentó una vez más, pero volvió a caer al suelo y está vez noto como el collar de tortuga que un día le regaló su amiga, hacía presencia en su visión.

Stan: no — (dijo) — solo un pequeño esfuerzo más — (dijo con dolor) — no necesito descansar — (dijo tratando de mantener su voluntad) — lo que necesito, es un pequeño esfuerzo más.

Comenzó a arrastrar se, tratando de escapar de la muerte, pero no era posible — "desaparecemos" — dijo Daniel, pero el pelinegro no hacía caso, aún se estaba aferrando a la vida, a pesar que no podía hacerlo más. Otra punzada oprimió su corazón, cada vez le era más difícil permanecer consciente y el dolor en su pecho aumentaba. Nuevamente escuchó una de las entidades, está vez siendo David — "¡Deja de luchar!" — cosa que no le causó ninguna gracia al mercenario.

Stan: nunca — (dijo con furia) — solo un pequeño esfuerzo más.

Stan intentó levantarse una vez más, pero su alma estaba pendiendo de un hilo ahora, un esfuerzo más y todo se acabaría. De forma dolorosa y en contra de su voluntad, notaba que sin importar lo que hiciera, ya había explotado demasiado su cuerpo — "lo siento" — dijo mientras observaba a las tres entidades, viendo como poco a poco estás se desmoronaban — "debes descansar" — dijo Michael mientras lo observaba fijamente al pelinegro. Stan solamente observó el cielo nocturno, pudo haber pensado en cualquier cosa, en su dolor, en su sufrimiento, en cualquier otra cosa, pero solo hubo una persona a quien le recordaba esa noche lluviosa poco estrellada — "Mey…" susurró mientras veía como las entidades parecían cambiar al escuchar su susurro, Daniel se relajó, su ira había desaparecido, David se calmó, su preocupación se estaba desvaneciendo, mientras que Michael, esté por primera vez, tenía una sonrisa en su rostro. Con lágrimas saliendo a mares de sus ojos y mientras tomaba con fuerza el collar en forma de tortuga, aceptó su inevitable destino, para luego recitar.

Stan: lamento no haber sido mejor — (dijo en lágrimas) — lamento no poder hacer más — (mencionó) — perdón por tener que alejarte — (dijo apretando su collar) — te absuelvo de los pegados que te otorgue — (hizo una pausa) — te ruego, perdona los míos.

Eso fue lo último que dijo. Las entidades se desmoronaron por completo, los ojos del pelinegro perdieron el brillo de la vida, su respiración por fin cesó su labor y su corazón dió un último latido. Después de un lustro entero, al fin, las cuerdas tendinosas no pudieron soportar más, cediendo ante la enorme carga emocional y mental que llevaba Stan consigo, ahora, sin importar que su rostro estuviera lleno de lágrimas, él logró encontrar paz sabiendo que su familia estaba a salvó, deshaciéndose de aquella carga que lo atormentó por años, dando fin a su agonía y otorgándole el descanso eterno.

Háganme saber que les parece la historia, toda opinión es bienvenida

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