La bestia se llevaba a Julia por el bosque mientras ella intentaba soltarse y quitarse la sudadera, pero sin éxito, la cara de la criatura mostraba una expresión de desesperanza, siguió caminando hasta llegar a la entrada de una caverna bastante amplia, se aseguró que nadie lo siguiese y luego entró, el interior era silencioso, solo se escuchaban los pasos de la criatura junto a las súplicas de Julia para que la dejara ir.
La bestia caminó por la cueva cuando a pocos metros un extraño resplandor iluminaba la caverna, Julia estupefacta paró de forcejear al ver una especie de apertura azul muy brillante, la bestia caminó hacia ella atravesando, Julia cerró los ojos al acercarse, sin embargo al abrirlos nuevamente se vio en un pequeño monte lleno de árboles, la bestia abrió su boca y dejó caer a Julia, instintivamente las piernas de ella reaccionaron y empezaron a correr, la bestia la miró corriendo y solo empezó a caminar hacia ella, Julia corrió entre los árboles mientras escuchaba como estos se agitaban por el gran cuerpo de la criatura.
Corrió por unos metros y vio como la arboleda se disipaba, al salir había un repentino acantilado, Julia no se había dado cuenta de que estaba cerca de la orilla cuando su pie no sintió suelo alguno y cayó, pensó que ese era su final hasta que sintió como algo la tomó por su capucha.
Comenzó a ser jalada de vuelta al acantilado, ella tocó el suelo con sus rodillas aliviada, ella giró para ver quien la salvo solo para ver a la bestia mirándola con sus amenazantes ojos amarillos, Julia gritó, gritó tan fuerte que las aves volaron de los árboles, la criatura frunció el seño por el agudo grito.
— ¡Cállate! — gritó la bestia con enojo visible. — ¡Llevas todo el camino gritando! — Julia estaba en shock, pálida como si hubiera visto un fantasma y totalmente paralizada, hiperventilándose.
Pasaron dos minutos y ninguno se había movido, Julia veía que ninguno de los dos se movía, así que se empezó a mover lentamente lejos de la bestia, ésta se percató y la siguió con la mirada.
— ¿Adónde vas? — Preguntó la criatura mientras caminaba.
— Aléjate de mí. — Dijo Julia acelerando paulatinamente.
— Espera, soy inofensivo, o por lo menos no tan agresivo como parezco.
— ¡Ayuda! — gritó Julia.
— ¡Basta! — gritó la bestia posicionándose sobre Julia. — Si das un paso mas te juro por todo lo bueno que morirás aquí y ahora. — Julia estaba aterrada, pero la situación no la favorecía. — Esto no tiene porque terminar mal, así que solo déjame regresarte a tu casa.
— ¿Enserio puedes? — preguntó Julia desconfiada.
— No. — respondió la bestia mostrando los dientes. La mirada de Julia solo expresaba terror y angustia mientras la bestia abría sus fauces y la tomaba de su ropa.
— Espera, ¿Adónde vamos? — gritó Julia asustada.
— A mi casa.— dijo la bestia con dificultad por tener a Julia en su boca.
Y entonces la bestia se la llevaba mientras las suplicas de Julia inundaban el antes tranquilo sonido de la naturaleza del lugar.
Caminó por varios minutos cuando Julia, tras sollozar por un largo rato, había aceptado que moriría devorada por una clase de dinosaurio. Entonces ella solo se dedicó a ver el paisaje y vio cosas nuevas, insectos de todas formas y colores inexistentes en la tierra, aves desconocidas, pero lo más llamativo fue pasar por una manada de criaturas muy extrañas para ella, parecían gallimimus terrestres pero tenían plumas por todo el cuerpo, pequeñas patas delanteras con un solo dedo minúsculo en cada una, un pico como de tucán y sus patas traseras como de avestruz.
Estas criaturas se apartaron para que un triceratops con cuernos con múltiples picos y espinas que apuntaban hacia atrás en su espalda y costados pasara y se alimentara de las hierbas.
Julia estaba fascinada, era como un sueño, sin embargo antes de llegar a un bosque vio un saurópodo, parecido a un braquiosaurio con dos bolsas a los lados de su cabeza, se empezó a mover con sus largas patas con una garra grandísima en la parte delantera de sus patas delanteras y dos mas largas en la parte trasera de las mismas, con una cola gruesa y corta con cinco espinas a cada lado de su cola.
Sus bolsas se inflaron para después ser desinfladas creando un bramido solo opacado por sus pesados pasos que creaban un aire de imponencia el cual era respetado en este otro mundo.
Julia quedó atónita y solo salió un "Guau" muy suave de su boca, era tanta la fascinación de ella que incluso olvidó que estaba en las fauces de un tiranosaurio de otra dimensión que se la llevaba.