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—Se cayó, justo en la línea de banderas y quedó enredado, y ella no paraba de chillar —comentó Aymora.
—¿Qué hiciste? —Elia siempre estaba fascinada por lo abiertos que eran los Anima con cualquier tema relacionado con el apareamiento.
—Le dije que dejara de agitar las banderas hacia mí y que recogiera lo suyo después de terminar —respondió Aymora con una sonrisa mientras las mujeres estallaban en una nueva oleada de risas. Elia no podía respirar por un momento. Pero mientras se calmaban poco a poco, volvió a considerar lo preciadas que se habían vuelto esas mujeres. Su enfoque práctico ante cualquier crisis, junto con su humor, hacía que incluso los aspectos difíciles de gobernar fueran mucho más fáciles.
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