Al toque de Vera, una fina capa de hielo empezó a cubrir las alas del dragón. No parecía salir nada de las yemas de los dedos o la palma de Vera, pero el hielo simplemente había aparecido como si hubiera estado allí todo el tiempo y solo estaba esperando el toque de Vera para hacerse visible.
Todos, incluida la propia Vera, observaban asombrados cómo Sweetie comenzaba a calmar sus chillidos. Su enorme cuerpo se relajó lentamente en el suelo como si por fin le hubieran sacado un enorme cuchillo del pecho.
Una vez que el hielo se había extendido y cubierto toda el ala izquierda del dragón, Vera levantó la mirada hacia Azur. Sus ojos le preguntaban qué debía hacer a continuación. ¿Debería retirar su mano de Sweetie ahora? ¿O debería esperar un poco más?
Azur no hizo ningún movimiento ni sonido y Vera no sabía por qué, pero tuvo el fuerte presentimiento de que aún no era el momento. Parecía instintivamente capaz de entender lo que el dragón quería decirle la mayoría de las veces.
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