—No puedo creer lo de mi hermana —ahí estaba ella, coqueteando con ese imbécil alemán—. ¿Realmente iba a abalanzarse sobre el primer chico universitario que le hablara? ¿Realmente iba a ser tan superficial aquí y ahora? Simplemente no podía creerlo. Quiero decir, yo no estaba coqueteando con esas chicas. Eran bonitas. Eran diferentes. Tenían unos acentos lindos. Pero yo no estaba babeando por ellas. No me precipitaba hacia ellas ni me esforzaba por conocerlas.
—Y no era solo Rika —quiero decir, estaba mirando a Alyssa y ella también estaba clavando la vista en uno de los alemanes—. ¿Qué les fascinaba de ellos? ¿Qué veían en ellos?
—Cálmate, Reagan —Luka vino hacia mí y me dio una palmada en el hombro.
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