Mire el reloj era muy tarde, todos se habían acostado. Me dije que por leer la ultima nada cambiaria pero no estaba segura. Me dije que esa me la guardaría para mañana, me acosté e intente dormir. Esa noche parecía que las horas no querían avanzar, me levanté y cogí la carta. La última ¿de cuando seria?, ¿estaba yo saliendo con Daniel cuando la escribió?
No le había visto en todo el verano, pero seguro que eso no había cambiado nada. Víctor sabia que iba a pasar el verano con Daniel así que se supone que, debía sospechar.
Abrí el sobre y lo primero que encontré fue una fotografía de Víctor, saque la carta y dentro había una cadena finita con un colgante en forma de estrella. No era de plata, esperaba que no fuera de oro de verdad. Mire la foto y detrás de ella había una inscripción en la que ponía:
-Para que me recuerdes con cariño.
No desesperes en encontrar en mí un amigo,
En el que confiar, en el que contar, y sobre todo en el que pensar.-
Deje la foto y el colgante en mi mesita de noche, con decisión desdoble la carta y solo había un par de párrafos y un dibujo de un paisaje precioso.
El paisaje era de montaña, me recordaba a nuestro viaje a Teruel. Las montañas tenían un poco de nieve, en la base había dibujado una casita de madera. Se parecía a la de los columpios del campamento, donde Pablo y yo fingimos besarnos.
Me sentía nostálgica pero también me recordaban al dolor de esos días. En la última carta ponía:
CARTA 6.
Querida Emily:
Quería decirte que no quiero que pienses en mi como una amenaza, sé que tienes novio solo quiero que me consideres un amigo. Me gustaría que me vieras como ves a Pablo, es difícil pero, ¿y si lo intentamos?
Puedo llegar a ser un buen amigo, te apoyare cuando estés triste y te animare, también te escuchare cuando quieras y puedo serte de utilidad cuando no sepas que hacer en los trabajos de clase.
¡Por favor! ¡Te lo suplico! Acepta este regalo como símbolo de amistad, para que me perdones y por tu cumpleaños. Sé que me he adelantado unas dos semanas pero ponte lo, ¿vale?
Por cierto es de oro, no quería que mi petición de perdón valiera poco. Estoy arrepentido por todo el daño que te he causado. Espero que aceptes mis disculpas y te lo pongas.
Tu amigo Víctor.
Ahora no sabia como enfrentarme a esto, quería consultarlo con alguien pero la persona que me venia a la mente era Daniel.
Sin pensar en la hora le mandé un mensaje en el que ponía que necesitaba hablar con él. Le pedía que me llamara cuando pudiera, puse mi móvil en silencio por si me llamaba esa noche. A los veinte minutos vibro mi móvil, era Daniel, cuando descolgué me dijo:
-¿Qué pasa Emi?- Parecía soñoliento, un tanto avergonzada le dije:
-¿Te he despertado?- él me dijo:
-No, estaba estudiando tengo un examen y me pillas repasando. Acabo de leer tu mensaje, ¿Qué sucede?- Lo pensé un poco y recordé que no le había contado sobre las cartas de Víctor. Mi voz sonó llorosa cuando le dije:
-¡Te vas a enfadar conmigo!- Daniel con voz suave me dijo:
-Emi solo me enfadaría contigo si me pusieras los cuernos, me dejaras o me mintieras sobre algo importante descaradamente.- Le dije sobre las cartas y lo que ponía en la ultima. Después le dije:
-Dentro del último sobre había una foto y un colgante, que según pone son para mí por mi cumpleaños.- Durante un momento no se oyó nada, después suspiró y dijo:
-¿Qué vas a hacer con el colgante y la foto?- Rápidamente le dije que se los devolvería a Víctor. No podía aceptarlos, Daniel me dijo:
-Piensa que no aceptarlos es decirle que no quieres su amistad, si fuera él pensaría que me odias. Quédatelos y dile claramente que solo seréis amigos y nada más.- Le dije que así lo haría y que le estaba muy agradecida porque no se había enfadado. Él me dijo:
-¡Emi! Te conozco bien, sé que no quieres hacer daño a nadie pero a veces ocurre. No me enfado por que has confiado en mí, no tengo motivos para enfadarme. Además no me lo has ocultado de verdad, ni me has mentido, eso me alegra mucho. Me demuestra que me quieres mucho y que cuentas conmigo.- Le dije que si, Daniel me dijo:
-Yo también te quiero mucho, ahora relájate e intenta dormir. Te veo el viernes, ¿vale?- Le dije un vale bajito y oí como colgaba. Ahora me dormí como una rosa, pensando que a la mañana siguiente me pondría el colgante. Solo para que Víctor viese que aceptaba su amistad pero si me pedía algo más no se lo daría, guarde las cartas en un libro que usaba de escondite para mis cosas, sabiendo con seguridad que mi madre no lo vería.
Esa mañana Víctor estaba muy serio pero cuando entramos a clase y me vio el colgante sonrió. Todo el mundo tenía curiosidad pero les dije que era un regalo de cumpleaños adelantado de un buen amigo. En la hora de dibujo técnico nos fuimos a la clase, cuando estábamos haciendo los ejercicios Víctor pasó por detrás de mi y susurro un "gracias". Después en el descanso Pablo vino donde estábamos María, Maya, Ángela, Aida y yo charlando. Pablo me dijo:
-¡Emily! Víctor quiere hablar contigo, ¿vienes?- Asentí y fui donde estaba Víctor. Después Pablo nos dejó solos, Víctor se sentó en el banco y me señalo que me sentara. Cuando me senté él dijo:
-Quiero darte las gracias por tener en cuenta mis sentimientos, por olvidar mi estupidez y mis defectos. Eres muy buena y espero que todo vaya bien entre nosotros. Aunque quiero que sepas que seguiré queriéndote.- Al ver mi cara de susto se apresuró a decir:
-Pero no hare nada, simplemente quiero que seas feliz y si lo eres con Daniel....- Le dije que si, él sonrió y levantándose me dijo:
-Puedo esperarte, siempre te esperare, siempre estarás en mi corazón pero ante todo seré tu amigo. ¡Nos vemos!- Dicho esto se fue, dejándome un tanto confusa. Pero al volver con las demás fingí como si nada, todas muy expectantes me dijeron:
-¿Qué te ha dicho? Dinos nos tienes en vilo.-Les sonreí y les dije que habíamos quedado en hacer mates juntos pero que esta vez era una competición. Por si acaso le comente esta mentira a Pablo y él se la dijo a Víctor. Él desde el otro lado del patio asintió, riéndose.
Esa tarde teníamos una hora libre así que fuimos a la biblioteca del colegio. En la biblioteca estábamos haciendo los deberes de matemáticas nos sentamos juntos y cuando Pablo nos dijo los ejercicios, nos dijimos:
-¡A la de tres! ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!- Empezamos la competición, gano el por supuesto pero Pablo estaba asombrado. Hicimos todos los ejercicios en veinte minutos, cuando se suponía que nos durarían una hora. Como nadie había terminado nos conformamos con charlar bajito. Adelantamos los deberes, también aprovechamos para comparar los resultados y consultarnos lo que no entendíamos. Al final parecía como si nada hubiera pasado éramos los mismos de siempre.