—Cuando hayas tomado una decisión, búscame. Creo que con el poder de tu agencia de seguridad, debería ser tarea fácil localizarme —dijo Ren Feifan, y las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa burlona.
Habiendo dicho eso, sin esperar la respuesta de Yang Xin, Ren Feifan levantó a Xu Shihan y desapareció del lugar del accidente.
Ren Feifan sabía que quizá no fuera rival para la otra parte en términos de cultivo o poder, pero él poseía la legendaria línea del Santo Médico.
—¡No me importa tu nivel de cultivo o tu estatus! ¡Mientras estés enfermo! ¡Puedo curarte! —Ren Feifan se llenó de determinación—. ¡Tengo el destino de ustedes, seres supuestamente poderosos, en mis manos!
...
Al regresar a la villa, Ren Feifan aplicó un tratamiento de acupuntura sencillo a Xu Shihan que lentamente despertó.
—Ren Feifan, ¿por qué me estabas sosteniendo? ¿Me has dejado inconsciente antes? —la voz de Xu Shihan sonaba fría mientras retomaba su actitud de Montaña de Hielo.
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