—Yuehan, ¿podrían haber malentendidos al respecto? —la expresión facial de Cheng Xiulu cambió también.
No permitiría que Yu Yuehan echase a su sobrina de ahí.
¡Si Cheng Caimei de verdad era expulsada en frente de tanta gente, la familia Cheng sufriría la mayor humillación!
Con una expresión estricta, Cheng Xiulu giró la cabeza, miró a Nian Xiaomu y dijo:
—Fuiste tú, ¿verdad? Debes haber estado enojada porque te regañé, por lo que te enfocaste en Meimei y a propósito la incriminaste empezando éste rumor...
—¡Suficiente! —la interrumpió Yu Yuehan con un tono gélido. Sus ojos embravecidos llenos de ira.
Con un ligero movimiento de su mano, sus guardaespaldas caminaron hasta situarse a su lado.
Con su boca apenas abierta, habló haciendo pausas entre cada palabra:
—¡Echen a esta mujer fuera de aquí y prohíbanle la entrada a la mansión Yu en el futuro!
—…
Las piernas de Cheng Caimei temblaron y cayó al suelo.
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