En el mismo momento en que Neveah entró en la oscura cueva, un fuerte temblor sacudió el suelo justo debajo de sus pies.
El temblor llegó de manera tan inesperada, como si la cueva hubiera reconocido una presencia extranjera y la hubiera rechazado enérgicamente.
Neveah no estaba preparada para esto, por lo que fue tomada desprevenida. La confusión de Neveah solo duró un instante, porque en el siguiente momento, se dio cuenta de la causa de los temblores.
Una gruesa puerta de piedra estaba cerrando la entrada de la cueva por la que Neveah acababa de pasar, una puerta de piedra que Neveah no había notado antes.
A medida que la puerta se cerraba, bloqueaba todo hilo de luz y se cerraba a un ritmo rápido.
—¡Veah, sal de ahí! —el lobo de Neveah le ordenó con un siseo firme.
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